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Transcripción
Como ya hemos visto en nuestro estudio del sacramento de la Cena del Señor, hay una serie de controversias que han estallado en la historia de la iglesia con respecto a nuestra comprensión del sacramento, y hemos examinado extensamente todo el asunto del modo de la presencia de Cristo, según revisamos la doctrina católica romana de la transubstanciación y algunas de las respuestas de los reformadores protestantes a eso.
Pero los problemas que rodearon el rechazo protestante de la comprensión de la iglesia romana de la Cena del Señor no se limitaron meramente a las preocupaciones cristológicas que ya he mencionado. Hubo algunos otros puntos apasionados de desacuerdo. Calvino, por ejemplo, en el siglo XVI, por mucho que estuviera de acuerdo con Lutero en la importancia central de la doctrina de la justificación por la fe sola, sin embargo, estaba más impulsado como teólogo con su apasionada preocupación por librar a la iglesia de elementos de idolatría más que cualquier otra cosa que atrajera su interés. Y, por supuesto, él, junto con otros líderes de la Reforma, estaban muy preocupados por algunas de las consecuencias secundarias de la doctrina de la transubstanciación de los católicos romanos. Veamos brevemente algunas de ellas en relación con el Nuevo Testamento.
En primer lugar, veamos el texto del Nuevo Testamento que los reformadores miraron en su preocupación, que se encuentra en el capítulo 10 de la primera carta de Pablo a los Corintios, donde en el versículo catorce Pablo escribe estas palabras: «Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría. Les hablo como a sabios; juzguen ustedes lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; porque todos participamos de aquel mismo pan. Consideren al pueblo de Israel: los que comen los sacrificios, ¿no participan del altar? ¿Qué quiero decir, entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo? No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que ustedes sean partícipes con los demonios. Ustedes no pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos, acaso, más fuertes que Él?»
Aquí Pablo da algunas palabras muy fuertes y advertencias acerca de mezclar la celebración de la Cena del Señor con prácticas idólatras. Al parecer, lo que estaba ocurriendo, parcialmente, en la comunidad corintia primitiva, es que algunos de los cristianos de Corinto, además de participar en los servicios de adoración, los servicios cristianos de la iglesia allí, también participaban en fiestas y festivales paganos; y eso provocó el tema que Pablo aborda más tarde sobre el asunto de conciencia por comer carne que se ofrecía a los ídolos. Y si recuerdas eso, él dijo que había personas que, luego que estos paganos tenían sus fiestas en las que ofrecían carne a sus ídolos, obviamente los ídolos no eran capaces de consumir la carne, entonces, cuando terminaba la liturgia, esa carne la vendían en el mercado.
Algunos cristianos tenían escrúpulos, diciendo: «No quiero tener nada que ver con ninguna carne que participe de alguna manera en una ceremonia pagana», y por eso creían que era pecaminoso comer carne que había sido ofrecida a los ídolos. Pablo responde a eso diciendo que no hay nada inherentemente pecaminoso en la carne. La forma en que se usaba antes de que fuera vendida en el mercado no debería causar gran preocupación a los cristianos, así que si quieres comer la carne, está bien. Y entrega, entonces, sus principios de conciencia cristiana. Pero lo que también tenemos que darnos cuenta aquí es que él prohibió la participación en sí en aquellas fiestas paganas que involucraría a alguien practicando idolatría y la mezcla de elementos idólatras en la Cena del Señor. Entonces, desde la iglesia primitiva, como vemos aquí en la carta de Pablo a los Corintios, la iglesia tuvo que luchar con la intrusión de la idolatría en la práctica de la liturgia de la iglesia, particularmente con respecto a la Cena del Señor.
Ahora, cuando volvemos al tema de la transubstanciación, la cual hemos analizado, fue un tema con respecto a la comprensión de la iglesia de la naturaleza dual de Cristo, Su naturaleza divina y Su naturaleza humana, y el problema que Calvino vio, por ejemplo, en la transubstanciación, implica la deificación de la naturaleza humana de Cristo. Y lo que Calvino estaba diciendo es que esta sería la forma más sutil de idolatría que puede haber. ¿Por qué? Obviamente debido a que Cristo es el Dios-hombre, y Él es el Hijo de Dios, el Nuevo Testamento nos llama a adorarlo. Adoramos a la persona, pero no extrapolamos la naturaleza humana de la divina y adoramos la naturaleza humana. Adorar la naturaleza humana de Jesús sería cometer idolatría porque sería atribuir al aspecto creado de Jesús un elemento divino.
De nuevo, seamos muy cuidadosos aquí. La iglesia respondió apropiadamente adorando a la persona, pero Cristo, la persona, es digna de adoración debido a Su naturaleza divina, no debido a Su naturaleza humana. Adorar la naturaleza humana sería adorar a la criatura en lugar de al Creador, que es la esencia misma de la idolatría. Entonces, los reformadores, en especial Calvino, estaban preocupados por las prácticas que habían surgido en la iglesia medieval en relación con la adoración de la naturaleza humana de Jesús.
Si entras en una iglesia católica romana hoy y te das cuenta del procedimiento, el ritual que la gente sigue, que antes de sentarse en la banca, hacen una genuflexión. Doblan una rodilla y luego van y se sientan. Si observas durante el proceso de la misa, que el sacerdote frecuentemente hace una genuflexión en medio de su actividad. ¿Por qué la genuflexión? ¿De qué se trata esta flexión de la rodilla? Bueno, el objeto de la genuflexión es el tabernáculo. El tabernáculo es generalmente una caja de oro que se destaca prominentemente en la parte superior del altar, y en ese tabernáculo de oro está contenida la hostia consagrada, el pan que ya ha sido consagrado, por lo que ahora se ha convertido en el cuerpo real de Cristo.
Por eso, la razón de la reverencia y la genuflexión es hacer una genuflexión hacia la hostia consagrada. Es ese pan consagrado el que es objeto de este acto de adoración, y eso es a lo que se oponían los reformadores. Ellos decían: «¿Por qué la gente se inclina ante el pan consagrado? Incluso si se convirtiera en la naturaleza humana de Jesús, no sería apropiado inclinarse ante la naturaleza humana». Y no solo eso, sino que la hostia también se eleva en la misa como una indicación de su santidad y divinidad sobrenatural.
Una vez al año se lleva a cabo una celebración especial en la Iglesia católica romana llamada la fiesta del Corpus Christi, en la que, el día del Corpus Christi, y «Corpus Christi», por supuesto significa «el cuerpo de Cristo», hay una larga procesión, donde la gente sigue detrás del sacerdote, quien tiene un palo largo que sostiene en una especie de rayo de sol que sostiene la hostia consagrada, y la fiesta del Corpus Christi es un tiempo de adoración especial a la hostia consagrada. De nuevo, todos estos elementos le parecía a gente como Calvino que eran implícitamente idolátricos. No sólo se oponían a que se rindiera culto a los santos y a María, sino también al cuerpo de Jesús mismo.
El otro punto que fue objeto de controversia tuvo que ver con la comprensión de la iglesia de lo que realmente sucede en el drama de la misa. Después de que se lleva a cabo la consagración, y no es solo un asunto del modo de la presencia de Cristo, sino también acerca de lo que sucede cuando la hostia es levantada en el altar. La Iglesia católica romana, histórica y continuamente, enseña que lo que sucede en la misa es la repetición del sacrificio de Cristo en la cruz. Ahora la iglesia deja claro que esta repetición del sacrificio se hace de una manera no sangrienta; sin embargo, insisten en que el sacrificio es un sacrificio real.
Entonces, a pesar de que no es sangriento, Cristo es verdadera y realmente sacrificado de nuevo cada vez que se ofrece la misa, y los reformadores encontraron que eso era virtualmente blasfemo, ya que era un rechazo total de lo que el libro de Hebreos nos dice: que Cristo se ofreció a sí mismo una vez para siempre. La suficiencia y perfección de la expiación que Cristo hizo en el Calvario fue tan completa que repetirla sería implícitamente, al menos, denigrar el valor supremo de la expiación una vez para siempre que se hizo allí.
Tengo un amigo que salió de la Iglesia católica romana y se reformó en su forma de pensar, pero mientras pasaba a través de las últimas etapas de esa reforma, incluso después de haber sido convencido de la doctrina de la justificación por la fe sola, yo… había hablado con él sobre los problemas de la misa, y él me había invitado a ir a la misa. Y yo dije: «No puedo ir a la misa porque para mí, si realmente entiendo la misa como creo que la entiendo, sería culpable de idolatría si fuera y participara en ella. Así que creo que para mí, entendiéndolo de la manera en que lo hago, habría sido un pecado para mí incluso asistir a una». Me dijo: «¿Por qué?» Contesté: «Porque la iglesia cree que en realidad están sacrificando a Cristo otra vez». Él dijo: «No, nuestra iglesia no cree eso». Respondí: «Sí, tu iglesia lo hace».
Así que fue y habló con su sacerdote, y le dijo al sacerdote: «Un amigo protestante dice que creemos que Cristo es sacrificado de nuevo en la misa y que lo sacrificamos cada vez que hay una misa». El sacerdote dijo: «No, no, no. Eso solo es una distorsión que los protestantes dicen que hacemos. Nosotros no hacemos eso». Dijo: «Han traducido mal el latín. Si lo leyeran en latín, sabrían que no queremos decir que hay un sacrificio».
Entonces él volvió a mí, y me dijo: «El sacerdote dijo que ustedes han entendido mal el latín». Le dije: «Bueno, es posible. Veamos el latín del Concilio de Trento y busquemos cómo Trento define el misterio de la misa y cuál es la palabra que se usa para describirla». Y le mostré la edición latina de Trento, y la palabra allí es sacrificium. Le dije: «Ahora, tal vez la palabra sacrificio en español es una mala traducción de esta palabra en latín, pero pregúntale a tu sacerdote si hay una palabra mejor en español que traduzca el latín sacrificium, y entonces podemos hablar». No. La iglesia ha enseñado claramente que se trata de un sacrificio verdadero y real, aunque sin sangre, y eso, una vez más, ha creado una controversia increíble con respecto al acuerdo sobre el tema.
En la Confesión de Fe de Westminster, el documento reformado del siglo XVII, hay esta declaración, que es muy fuerte, de hecho, en el capítulo 29, sección 4. «Las misas privadas, o el recibir a solas este sacramento, de un sacerdote o por cualquier otro, así como la negación de la copa al pueblo, la adoración de los elementos, el elevarlos, o el llevarlos de un lugar a otro para adoración, y el reservarlos para cualquier pretendido uso religioso, es contrario a la naturaleza de este sacramento y a la institución de Cristo». Entonces, vemos de nuevo, que los reformadores reaccionaron muy fuertemente en contra de esto, siguiendo las advertencias de Pablo en 1 Corintios 10, pero 1 Corintios 10 no es el único lugar donde Pablo da advertencias, y da advertencias aún más fuertes en 1 Corintios 11 con respecto al abuso de la Cena del Señor, y demos un vistazo a estas advertencias, si es posible.
En el capítulo 11, versículo 17, Pablo escribe:
Pero al darles estas instrucciones, no los alabo, porque no se congregan para lo bueno, sino para lo malo. Pues, en primer lugar, oigo que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Porque es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados. Por tanto, cuando se reúnen, esto ya no es comer la Cena del Señor. Porque al comer, cada uno toma primero su propia cena, y uno pasa hambre y otro se embriaga. ¿Qué? ¿No tienen casas para comer y beber? ¿O desprecian la iglesia de Dios y avergüenzan a los que nada tienen? ¿Qué les diré? ¿Los alabaré? En esto no los alabaré. Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Esto es Mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de Mí».
De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de Mí». Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga.
De manera que –escuchen con cuidado– el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí. Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes, y muchos duermen. Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. Si alguien tiene hambre, coma en su casa, para que no se reúnan para juicio. Los demás asuntos los arreglaré cuando vaya.
Es muy obvio lo que está sucediendo aquí, que esa fiesta agape conmemorativa, que iba a mostrar la muerte de Cristo, la repetición de la Pascua y la Cena del Señor se convirtió en una ocasión para la glotonería y el egoísmo desenfrenados en la comunidad de Corinto, y las personas se empujaban unas a otras en el camino para llegar a la mesa y atiborrarse de comida mientras otros se quedaban hambrientos. En otras palabras, todo el objetivo de la celebración de la Cena del Señor estaba siendo destruido por este comportamiento. Así que Pablo tiene que hablar de dos problemas aquí en Corinto: por un lado, la mezcla de la idolatría con la celebración de la Cena del Señor y la denigración de la santidad del evento por parte de las personas que lo convertían en un picnic de la iglesia para la gula. Y es en ese contexto que Pablo da estas advertencias tan severas sobre la celebración de la Cena del Señor.
Ahora, debido a esta enseñanza aquí, uno de los principios fuertes que surgieron de la reforma protestante, que todavía se practica en menor grado en muchas iglesias hoy, de lo que era originalmente, es la práctica de lo que se llamó «el cerco de la mesa». Tal vez en sus iglesias hoy, antes de celebrar la Cena del Señor, el ministro o alguien, advierte a las personas que no son miembros de iglesias en buena comunión, o algo así, que no participen. Te dicen que esto es simplemente para los cristianos que están verdaderamente arrepentidos; y hay algunas iglesias que no te permitirán participar en la Cena del Señor a menos que seas miembro de esa congregación local en particular. Si eres un visitante, se te aconseja no participar, incluso si eres cristiano. Hay diferentes reglas y diferentes regulaciones en diferentes iglesias, es decir, hay diferentes maneras en las que la iglesia pone una cerca alrededor de la mesa del Señor.
El propósito de cercar la mesa no es excluir a la gente por algún principio de arrogancia, sino más bien proteger a la gente de las terribles consecuencias que el apóstol Pablo explica aquí, donde en este capítulo habla de la manducatio indignorum, que significa «el comer y beber indignamente», que cuando una persona participa en la Cena del Señor de una manera indigna, en lugar de tener una copa de bendición, está teniendo una copa de maldición. Están bebiendo y comiendo para condenación. Dios no puede ser burlado; si la gente viene de una manera hipócrita y celebra esta actividad tan sagrada de la iglesia y lo hacen de una manera inapropiada, se exponen al juicio de Dios.
Oscar Cullman, el teólogo suizo, dijo que el versículo más descuidado de todo el Nuevo Testamento es este versículo en el capítulo 11 donde Pablo dice: «Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes, y muchos duermen» –es decir, algunos han muerto. Algunos incluso creen, unos estudiosos creen que el pecado de muerte, del cual Juan habla en sus epístolas, fue precisamente esto: que Dios no enviaría a la gente al infierno, a los cristianos que usaron mal y abusaron de la Cena del Señor, sino que podría quitarles la vida. Y la razón es que no han discernido de qué se trata esto. Esa es también la razón por la que la mayoría de las iglesias, históricamente, no practican servir la comunión a los niños, aunque algunas iglesias lo hacen en un sentido modificado. Permiten que los niños participen en la Cena del Señor, pero por lo general solo después de que hayan hecho algún tipo de profesión de fe creíble porque quieren proteger a los niños de participar en cosas santas que no entienden.
Una vez más, el punto que Pablo señala aquí es que el sacramento de la Cena del Señor es un sacramento que involucra y requiere un cierto discernimiento, y debemos discernir lo que estamos haciendo, y debemos venir con la actitud adecuada, una actitud adecuada de humildad y arrepentimiento. Y, por supuesto, no se trata de excluir a las personas de la mesa. Nadie es digno, en el sentido supremo, de venir y tomar la comunión con Cristo. Nosotros, que somos indignos en nosotros y por nosotros mismos, venimos a comulgar con Cristo debido a nuestra necesidad, pero debemos venir con humildad. Debemos venir con un espíritu de arrepentimiento, no arrogantemente y ciertamente no hipócritamente, porque si manejamos estas cosas sagradas de una manera hipócrita, Dios no nos tendrá por inocentes.
Por eso nos hemos tomado el tiempo para explorar el significado de este sacramento, para que al participar en la Cena del Señor podamos encontrarnos con el Cristo vivo, recibir los beneficios de la comunión con el Pan del Cielo y, al mismo tiempo, mantenernos alejados de cualquier forma de comportamiento o distorsión de este sacramento que pueda causar que el desagrado de Dios esté sobre nosotros.