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Una vez escuché a un predicador dar un mensaje titulado, «Si yo fuera Dios.» Era un título extraño, por cierto, pero en su sermón usó un poco de imaginación creativa. Dijo que, si él fuera Dios y decidiera traer a su hijo a este mundo, no lo habría hecho nacer en un pueblo del campo a las afueras de Jerusalén, sino que él lo hubiera vestido en un tipo de uniforme de piloto naval o de héroe espacial y lo hubiera hecho descender del cielo, ir directamente a la cruz, completar la obra de la redención y luego regresar.
En otras palabras, él estaba diciendo, «Yo enviaría a mi hijo en un atuendo real, hacer un gran alboroto y luego salir de la escena». Pero no es así como Dios lo hizo y hay una razón por la que Dios no lo hizo de esa manera; así como lo vimos con la preocupación de Juan Bautista y en el bautismo de Jesús; que Jesús vino no solo para morir, sino para vivir, que vino para ser el segundo Adán, el nuevo Adán, para hacer por nosotros lo que Adán no pudo hacer la primera vez.
Y así, su misión era estar en sumisión a todos los requisitos de Dios, para tomar en sí mismo, como el eterno Logos y la segunda persona de la Trinidad, una naturaleza humana y nacer de una mujer y nacer de la simiente de David. Y así, para el Nuevo Testamento, el nacimiento de Jesús es de profunda importancia ya que es la llegada de Emmanuel, el que viene como nuestro mediador y que crece en el conocimiento del Señor, quien tiene que aprender la obediencia no desde la desobediencia, sino en términos de una creciente comprensión y conocimiento de todas las implicancias de su misión.
Pero el nacimiento de Jesús da inicio a la humillación de Cristo. Esto es un indicativo de la voluntad de aquel que desde toda la eternidad era igual a Dios, quien contó su igualdad con Dios no como algo que debe ser cuidadosamente guardado, sino que Él estaba dispuesto a despojarse de su gloria y de asumir la postura, el rango y el estatus de un sirviente.
Así que, viendo ahora el nacimiento de Jesús, no debemos subestimar el significado de esta descensión, descensión no DISENSIÓN sino D-E-S-C-E-N-S-I-Ó-N, porque uno de los momentos culminantes en la vida de Jesús es su ascensión.
Pero antes de ascender al cielo, Él con frecuencia hace notar que nadie asciende al cielo, excepto Aquel quien primero ha descendido desde el cielo. Y así, cuando el Hijo del hombre venga, él viene a nosotros desde la gloria a la humillación, del cielo a la tierra.
Y él primero desciende a este lugar y la descensión llega al vientre de una muchacha del campo. Lucas nos da este registro del nacimiento de Jesús. Leemos en el capítulo uno del evangelio según San Lucas, en el versículo 26, inmediatamente después del relato de la anunciación del ángel Gabriel a Zacarías, el padre de Juan el Bautista, el verso 26 del capítulo 1, «Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel, le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendita eres tú entre las mujeres. Pero ella se turbó mucho por estas palabras, y se preguntaba qué clase de saludo sería éste”. Ahora imagina esto. Aquí está esta adolescente, poco sofisticada, pobre y, de repente, mientras ella está ocupándose de sus asuntos, un ángel se le aparece.
Y el ángel se aparece con un orden de regocijarse y la causa de su regocijo es que ha encontrado el favor de Dios y ella ha sido elegida por Dios para una bendición profunda y especial. Y sin embargo, cuando oye esto, se nos dice que su respuesta inicial es que ella está preocupada. Ahora eso puede sonar extraño o puede parecer inconsistente; cuando un ángel de Dios viene dice que debes ser feliz porque vas a recibir una gran bendición, tú pensarías que la persona que tuvo una experiencia de este tipo estaría loca de alegría.
Pero si lo piensas por unos minutos, ¿cómo te sentirías si un ángel de Dios se inmiscuyera en tu tranquila existencia y te dijera que estás a punto de embarcarse en una misión especial? Creo que estarías preocupado también, y la primera cosa es que quizás ni siquiera estarías seguro de estar experimentando lo que tus ojos te dicen que estás experimentando.
Y el ángel reconoce la incomodidad de ella y le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Ahora, nos preguntamos cuánto de este anuncio María entendió. Si miramos un poco más tarde, en la canción que ella canta bajo la inspiración del Espíritu Santo, el Magnificat, “Mi alma engrandece al Señor” y vemos el contenido de esa canción que revela un profundo conocimiento de las escrituras del Antiguo Testamento y las profecías.
Si suponemos que el contenido no era algo que simplemente le fue entregado por inspiración divina, sino que Dios, bajo la inspiración del Espíritu la llevó a ella a cantar sobre cosas que ya entendía hasta cierto punto, entonces nosotros solo podemos concluir que este anuncio no sería del todo misterioso para María.
Una vez más, escuchen los términos del mismo, “Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ahora, por lo menos, María entendía que el ángel está anunciándole a María que ella va a ser la madre de un rey. Y eso está bastante claro. Si ella tiene el más pequeño entendimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, ella reconocería, reconocería que no es simplemente que va a ser la madre de un rey, sino que va a ser la madre de El Rey.
Porque está claro en este mensaje la idea de que ella está a punto de dar a luz al tan esperado Mesías de Israel, Aquel que restaurará el trono de David y restaurará su posición caída.
María es sumergida al parecer, incluso en una consternación más profunda, y ella le dice al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?» Ahora, ella no está diciendo que nunca ha estado familiarizada con un hombre, la frase «soy virgen (o no conozco hombre)» es un modismo hebreo que significa: ‘Nunca he tenido relaciones sexuales con un hombre’. Y yo sé lo suficiente de biología.
María está diciendo, ‘sé que no se puede tener un bebé sin el proceso normal de procreación, y yo estoy descalificada debido a que soy virgen. Así que tal vez te has equivocado de dirección Sr. Gabriel’. Y notamos un anuncio similar en el Evangelio de Mateo, donde el autor presenta el tema en el capítulo uno de Mateo diciendo: «Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo. Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto».
Ahora, José tiene que lidiar con este anuncio también. María en algún momento tiene que comunicar a su prometido, «Voy a tener un niño». Ahora, ¿qué significa eso automáticamente para José? Significa que su novia le ha sido infiel.
Si puedo leer entre líneas, tengo la certeza de que María habría tratado de explicar esta situación a José y, sin embargo, él habría tenido un tiempo muy duro, y extremadamente difícil tratando de convencerse de la veracidad de lo que realmente ocurrió.
Y, aún así, él tiene compasión; se preocupa por ella. Quiere impedir que el matrimonio sea realizado, pero al mismo tiempo no quiere causar una deshonra pública o un escándalo de su situación. Y él toma la decisión de dejarla secretamente hasta que hubo otra intervención: «Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados.».
Y luego, Mateo inmediatamente une esto a la profecía de Isaías, “que una virgen concebirá y dará a luz un hijo” cuyo nombre sería llamado Emmanuel, o “Dios con nosotros”. Así que, en ambos relatos, en el registro de Mateo y en el registro de Lucas, la proclamación asombrosa se presenta ante la iglesia, de que las circunstancias del nacimiento de Jesús fueron extraordinarias y milagrosas.
Que el nacimiento de Jesús fue un nacimiento virginal, un punto que por alguna razón ha sido altamente discutido en el último siglo o dos de una manera un tanto inusual. Conozco todo tipo de gente que diría, que diría, ‘Creo en la resurrección de Cristo, pero no creo en el nacimiento virginal’.
Como si Dios al tener a su propio Hijo, concebido en el vientre de una mujer que es una virgen es de alguna manera más difícil que levantar a su Hijo de entre los muertos. Tenemos que entender que el relato bíblico del retrato de Jesús, el Jesús que es presentado en las páginas del Nuevo Testamento, es el Jesús cuya vida está llena de milagros.
Su vida empieza con un milagro y termina, o comienza de nuevo, con un milagro y, entre medio, el poder del Dios vivo se muestra en y a través de él constantemente. El liberalismo del siglo XIX hizo todo lo posible, en su poder académico crítico para desmitologizar las páginas del Nuevo Testamento y darnos a un Jesús distinto, un Jesús naturalizado, un Jesús despojado de lo milagroso.
Y en la obra de Emil Brunner «Der Mittler», o «El Mediador», en su traducción al español , cuando él resumió la cristología del pensamiento del siglo XIX, él usó una palabra para hacerlo y la palabra que usó fue esta: incredulidad. Pero como un asunto de la fe histórica cristiana, el registro del Nuevo Testamento es claro. Jesús nació de una virgen.
Volvamos al registro de Lucas. La primera persona, sin embargo, que ejerció algún tipo de cuestionamiento escéptico o duda sobre la posibilidad del nacimiento virginal fue la misma Virgen. Al menos ella hizo la pregunta: «¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?» En otras palabras, para María, el escuchar este mensaje, sonaba absolutamente imposible.
“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he aquí, tu parienta Elisabet en su vejez también ha concebido un hijo; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril. Porque ninguna cosa será imposible para Dios «.
Así que el ángel intenta responder a la pregunta alarmante de María y darle algo de confianza. Y lo primero que hace es responder a la pregunta, ¿Cómo? ¿Cómo puede ser esto? Y Gabriel dice: ‘Déjame decirte cómo puede ser. Que este niño que va a nacer, nacerá del poder del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el Espíritu Santo te cubrirá’.
Ahora, el lenguaje que se usa aquí es significativo, ya que es una remembranza del mismo lenguaje que encontramos en el primer capítulo de la Biblia. ¿Cómo se llevó a cabo la creación en el principio? Luego de recordar la descripción del universo desordenado, de estar sin forma y vacío, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, fue entonces cuando el Espíritu de Dios se movió sobre las aguas.
Y la imagen que se usa allí en el idioma original es una que sugiere la de un pájaro flotando sobre el agua proyectando su sombra. Y es el mismo concepto que se usa aquí en el evangelio de Lucas; así como el Espíritu Santo se movió sobre las aguas primigenias y trajo vida en la creación inicial, así el mismo poder de Dios, el mismo Espíritu de santidad estará sobre esta virgen y la cubrirá para que un niño sea concebido en su vientre.
Y luego el ángel dice: ‘María, si estás teniendo problemas con esto, anda y ve a tu prima Elisabet. Elisabet, quien era estéril, ahora ya está en su sexto mes. Hay evidencia tangible que tú puedes examinar, para entender el principio de que con Dios todas las cosas son posibles’.
Es raro que la Biblia hable tan cándidamente sobre lo que es posible y lo que es imposible. Creo que es interesante que en el otro punto de la vida de Jesús, en el momento de su resurrección, se hayan hecho declaraciones sobre la posibilidad, según leemos, de que no era posible que la muerte lo detuviera.
Me refiero a que la gente de hoy ve la historia de la resurrección y dice: ‘Imposible, eso no pudo suceder. La perspectiva del Nuevo Testamento es 180 grados distinta; la perspectiva del Nuevo Testamento es que lo que es imposible, lo que es impensable, sería que la muerte detuviera a un hombre que no tenía pecado. Que la muerte tendría el poder de reclamar permanentemente la vida del Hijo de Dios. ¡Eso es imposible!
No hay manera de que la muerte pudiera mantenerlo en la tumba. ¿Ven? todo eso depende de si entendemos Génesis 1: 1: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Desechen eso y podemos discutir las posibilidades e imposibilidades por siempre, pero si hacen esa afirmación de que este universo ha sido creado y está providencialmente regido y gobernado por el auto-existente creador eterno, entonces no es para nada difícil el ver la manifestación de su poder en el nacimiento y en la resurrección de su Hijo.
Bueno, después de que esta explicación es dada a María, de nuevo en el evangelio de Lucas, capítulo uno, verso 38, María dijo: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra». Y el ángel se fue de su presencia”.
«Hágase conmigo conforme a tu palabra». Esto se llama en la teología católica romana, el fiat de María, lo que históricamente el protestantismo considera como algo inapropiado.
Se llama fiat porque la palabra fiat se refiere a la forma imperativa del latín, ya que en la Vulgata, cuando María dice: «Que así sea», ella usa la forma imperativa del verbo. Y eso es el fíat o el decreto. Pero lo que ella está diciendo no es: ‘yo te mando, oh ángel, que hagas que todo esto pase’. Si ella está dando un mandato, ella se lo está dando a sí misma.
Como Santo Tomás de Aquino dijo que en esta ocasión María se está rindiendo y está aceptando la autoridad de Dios. Ella no está dictando lo que va a ocurrir, sino que ella se está sometiendo a lo que le ha sido anunciado por el mensajero de Dios.
Y ella está diciendo: «Dios, puedes hacer conmigo lo que tú quieras hacer. Si quieres que dé a luz a este niño, es aterrador ser la madre de un rey, es algo aterrador contarle a mi prometido que voy a tener un bebé cuando no he estado con un hombre, pero si esto es lo que quieres, entonces lo haré’.
Luego se nos dice, poco después, que sucedió que salió un edicto de Augusto César, en el cual todo el mundo debía ser empadronado. Y ya saben el resto de la historia porque la oímos todos los años cada vez que celebramos la Navidad, que en el momento en que el gobernante más poderoso en el mundo emitió un decreto que sería opresivo a esas personas en las zonas afectadas por la pobreza de Palestina, debido a su decreto, más allá de su decreto estaba el decreto del Todopoderoso Dios determinando que Su hijo nacería en Belén tal como Él había hablado a través del profeta Miqueas siglos y siglos atrás.