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En el capítulo 15 del Evangelio de Juan, Jesús tiene una discusión por varios asuntos, pero uno de los puntos centrales que discute en este discurso es el odio. Eso puede parecernos extraño porque estamos acostumbrados a pensar en la centralidad del amor en la enseñanza de Jesús y en especial en el Evangelio de Juan. Pero en el capítulo 15 Jesús está hablando del odio que el mundo tenía por Él. Y como consecuencia de ese odio que el mundo expresó hacia Jesús, Él ahora, en este discurso, en el aposento alto, está alertando a sus discípulos de lo que pueden esperar del mundo.
Dice que, si el mundo me odia, obviamente los van a odiar. Y en este discurso, dice en el versículo 18: “Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia”. Y luego continúa hablando de la persecución, y en medio de ese discurso presenta un tema muy importante, y ese es el tema del Consolador prometido que enviará para que esté con su pueblo en medio de un mundo hostil.
Ahora bien, la pregunta que a menudo hago a mis alumnos del seminario y para ver cuán bien versados están en las Escrituras, les preguntaré a aquellos de ustedes que están escuchando hoy: “¿Quién es el Paracleto?” Vemos esta palabra a veces en la literatura cristiana, el ‘Paracleto’. ¿Quién es el Paracleto? Esa es la pregunta que hago a mis alumnos del seminario, y voy a preguntar a la audiencia aquí hoy. ¿Alguien puede decirme quién es el Paracleto? El Espíritu Santo. Sabía que iba a decir el Espíritu Santo, pero eso está mal. Gracias por participar, Elena. Bueno, no están del todo mal.
Pero cuando pensamos en este título, Paracleto, casi siempre pensamos inmediatamente en el Espíritu Santo, porque ese es el título que le damos al Espíritu Santo, pero la pequeña corrección que quiero hacer es esta, que cuando Cristo presenta al Paracleto, le dice a su pueblo: ‘Te voy a enviar otro Paracleto’. Y así realmente el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento se introduce como otro Paracleto.
Ahora, obviamente, para que haya otro Paracleto, debe haber al menos un Paracleto anterior a fin de que haya otro. Y cuando vemos el Nuevo Testamento, entonces la palabra griega ‘parakletos’, que se traduce o que simplemente se translitera a la palabra española Paracleto, vemos que ese título Paracleto, pertenece en primera instancia no al Espíritu Santo, sino a Jesús mismo. Es Jesús quien en el Nuevo Testamento es revelado como el Paracleto, y entonces el Espíritu Santo es el segundo Paracleto u otro Paracleto junto a Jesús. Ahora, estoy dando este pequeño estudio de palabras no sólo por diversión, sino porque hay un gran significado para esto, en especial en la comprensión del significado de esto, no sólo como está relacionado con Jesús, sino también en lo que se refiere a la persona y la obra del Espíritu Santo.
Permítanme, antes de seguir, regresar al capítulo 16 – o capítulo 15 de Juan; en el versículo 25 Jesús dice: “Pero han hecho esto para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: «ME ODIARON SIN CAUSA». Cuando venga el Consolador [Esa es la traducción que estoy leyendo, otras traducciones leen, “cuando venga el Abogado”, y la otra traducción lee, “cuando venga el Defensor”], a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí, y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio. Estas cosas os he dicho para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; pero viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un servicio a Dios. Y harán estas cosas porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Pero os he dicho estas cosas para que cuando llegue la hora, os acordéis de que yo ya os había hablado de ellas”.
Ahora, una vez más vemos que el escenario de la discusión de Jesús sobre el envío del Consolador, el envío del Espíritu Santo, está en el contexto del odio y la persecución anticipada. Ahora, históricamente, en la iglesia, esta idea del Paracleto, en términos del ministerio del Espíritu Santo, se ha asociado con ánimo porque también usamos el título Consolador con respecto al Espíritu Santo. Y aquí hay un aspecto en el que olvidamos algo significativo en cuanto al ministerio de Dios el Espíritu Santo. Recuerdo por un momento al filósofo Friedrich Nietzsche que, en el siglo XIX, como saben, declaró la muerte de Dios.
Pero Nietzsche fue bastante crítico con el impacto del cristianismo en la civilización occidental.
Dijo que Dios está muerto. Murió de pena. Y lo que Nietzsche aborrecía fue la ética que consideraba una ética de debilidad que había sido propagada por la iglesia cristiana en Europa occidental, enfatizando la humildad, la paciencia y la bondad, cuando dice: “La humanidad verdadera y auténtica se encuentra en el superhombre que expresa el deseo de poder”. Y una persona auténtica es aquella, Nietzsche dijo: “Quien, en el análisis final, es un conquistador”. Él no se hunde en esta ética de debilidad y mansedumbre. Pero más bien abogó por una ética de fuerza, machismo, y todo ese tipo de cosas. Y, de nuevo, con el ideal que se encuentra en la imagen del conquistador.
Hay razones por las que Adolfo Hitler repartió copias de los libros de Nietzsche a sus partidarios como regalos de Navidad, antes de su ascenso al poder en Alemania. Ahora, lo fascinante para mí es que cuando Jesús se refiere al Espíritu Santo como otro Paracleto, otro Consolador, ese concepto ha sido poco comprendido en nuestra cultura. Cuando pensamos en alguien que trae consuelo, pensamos en alguien que nos ministra en medio de nuestro dolor, alguien que secará las lágrimas de nuestros ojos y nos dará consuelo cuando estemos turbados o abatidos.
Ahora, cuando Jesús llama al Espíritu Santo otro Consolador o Paracleto, eso no es de lo que está hablando. Ahora, para que no se me malinterprete, permítanme rápidamente agregar que el Nuevo Testamento enseña que Dios es aquel que trae consuelo a su pueblo. De hecho, el nacimiento de Cristo fue anunciado como la aparición del consuelo de Israel. Por lo tanto, no quiero sugerir que Dios no está allí o que el Espíritu Santo mismo no viene y nos ministra en medio de nuestro dolor y en medio de la aflicción. Hace todas estas cosas. Él es quien nos da la paz “que sobrepasa todo entendimiento”. Pero esa no es la referencia que Jesús está haciendo aquí.
El término ‘parakletos’, la palabra griega, proviene de la cultura griega, y en primera instancia podemos examinar el griego, simplemente lo haré con la versión en español, el prefijo ‘para’ significa ‘junto a’. Pensamos en ministerios para-eclesiásticos, en paralegales, paramédicos, lo que sea. Alguien o algo que es ‘para’ es lo que está junto a otra cosa. Una de las palabras más famosas que encontramos en la Biblia es la palabra parábola, que proviene del prefijo para y de la raíz ‘boleo’, que significa lanzar, y por lo tanto una parábola es algo que se lanza junto a otra cosa. Cuando Jesús quiere ilustrar un punto que está indicando, lanzará junto a él esta pequeña historia que lo ilustra.
Ahora, aquí tenemos la palabra ‘parakletos’, que viene del verbo kaleo, que significa llamar. Así que literalmente la palabra viene del concepto de alguien que es llamado a venir junto a otra persona. Ahora, la forma en que funcionaba en la cultura griega era que un parakleto era un abogado familiar, que cada vez que había problemas y que necesitabas a alguien que te defendiera en medio de una dificultad, llamabas a tu parakleto que normalmente estaba al servicio permanente. Era el abogado de la familia. Vino a defenderte en medio de las acusaciones que ibas a soportar. Y esa es la idea en el antiguo mundo griego. El Paracleto es el defensor, el fortalecedor, que está allí para ayudarle en el momento de los problemas.
Ahora, una de las cosas que siempre me ha asombrado es que la misma palabra griega es utilizada por Juan en sus epístolas, que usa aquí en su Evangelio, pero los antiguos traductores, cuando llegaban a parakletos, en las cartas de Juan, no la traducían como consolador o ayudante. Lo tradujeron como abogado. “Si alguno peca”, recuerden que “Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Bueno, en griego, es tenemos un parakletos. Tenemos un Paracleto. Y ahí es donde digo que Cristo es el Paracleto original, pero no pensamos en Él en ese sentido, pero sí entendemos debido a las traducciones más antiguas que Jesús se llama nuestro Abogado.
Ahora, ¿qué es un abogado? Un abogado en el idioma español originalmente tenía una referencia específica a un defensor. Un abogado era alguien que abogaría por el caso de alguien en representación, y esa es la imagen que encontramos en el Nuevo Testamento con respecto a Jesús. Como he dicho antes, una de las cosas que me sorprende y emociona mi alma es que Jesús habla de nuestra posición en el trono del juicio de Dios, al final de nuestra vida, donde Cristo mismo será el juez de los vivos y muertos y Dios ha nombrado a Cristo para ser el juez de la tierra y, sin embargo, también funge como nuestro abogado. No hay nada mejor que eso.
Cuando vayamos a juicio, ante Dios Todopoderoso, Cristo estará sentado como juez – en el banquillo como el juez, entraremos en la sala del tribunal y descubriremos que nuestro abogado defensor es el juez que preside, y eso es realmente genial cuando tienes eso a tu favor. Pero en todo caso, Jesucristo es nuestro abogado o nuestro Paracleto que nos defenderá ante el Padre. Pero no sólo necesitamos una defensa ante el Padre, necesitamos una defensa ante un mundo hostil, y Jesús en medio de esta discusión sobre el odio y de persecución y de aflicción, pero cuando dice ante sus discípulos: “cuando os lleven…ante los gobernantes”, “no os preocupéis de cómo o de qué hablaréis” en ese momento. Se os enseñará en esa hora. ¿Por qué? Porque te enviaré otro abogado. Te enviaré tu Paracleto, tu abogado de la familia que está ahí al servicio permanente. Te enviaré el Espíritu Santo.
Bueno, obviamente, se puede ver la diferencia entre una obra en la que el Espíritu Santo está a nuestro lado para animarnos, para defendernos, y para fortalecernos en el fragor de la batalla; la diferencia entre esa imagen y la imagen del Espíritu Santo que viene a nosotros después de la batalla cuando estamos allí quebrantados y destrozados y estamos todos golpeados y el viene y nos consuela; es una imagen completamente diferente. La imagen del consolador no es la imagen de alguien que viene a secar nuestras lágrimas después de la batalla, sino que viene a darnos fuerza y coraje para la batalla.
Ahora, ¿por qué, entonces, se le llama el consolador? Bueno, de nuevo, este es uno de estos pequeños fallos del desarrollo del lenguaje. El lenguaje experimenta pequeños cambios en el progreso y la evolución a medida que pasa el tiempo. Tomamos esa palabra de consolar o consolador y nos remontamos a la era Isabelina y vemos que en ese momento de la historia inglesa la palabra consolador estaba mucho más estrechamente relacionada con sus raíces latinas de lo que hoy en día es el uso actual. La palabra consolar o alentar, viene de dos palabras latinas, ‘cum’, que significa ‘con’, cum forte, con forte.
Ahora, ¿qué es “forte” dónde ves esa palabra? Si alguna vez has tocado música, o tocado el piano, recuerdas que el nombre del instrumento ‘piano’, ya es un nombre abreviado para ese instrumento que originalmente se llamaba pianoforte. ¿Por qué? Porque en la tecnología de la construcción de instrumentos musicales lo que difería – lo que hizo que el piano difiera del clavicordio era que tenía una dinámica en el instrumento por el que se podía ajustar el volumen que el instrumento tocaba. Cuando tocan la tecla suavemente; es suave. La tocan duro, demostrablemente, entonces se pone fuerte. ¿De acuerdo?
Entonces, si leen música verán las instrucciones para tocar una pieza instrumental, es posible que vean una pequeña ‘p’ por la parte o en la barra de música y eso indica que es para ser tocado suave. Ustedes pueden ver doble ‘p’, lo que significa muy suave, o pueden ver una ‘f’ que significa que lo tocan fuerte o más fuerte, y tienen una doble ‘f’ y estarán dándole duro a las teclas en ese momento. Entonces, el pianoforte significa suave y alto o suave y fuerte, y puedo decirles, “¿Cuál es tu fuerte?” Lo que significa, cuál es tu fortaleza, cuál es tu punto fuerte. Ahora, eso es lo que en el significado original de este término la palabra consuelo significaba literalmente ‘con fuerza’, no consuelo.
Entonces, el punto es que la razón por la que el texto antiguo llamado el parakleto, el consolador, fue Jesús, cuando dijo: ‘Cuando se enfrenten a toda la adversidad de esta hostilidad y odio de este mundo, no se desanimen, porque voy a enviar uno para estar en tu presencia, y vendrá a ti con fuerza’. Y esa es la obra principal del Espíritu Santo aquí, venir a fortalecer al pueblo de Dios para ser valiente en medio de la tribulación temerosa. Creo, por ejemplo, en la declaración de Pablo de que en Cristo somos más que vencedores, el hupernikon es el griego allí. Eso es súper, de hecho en latín es supervincemus. Somos súper vencedores. Pienso en Nietzsche cuando leo eso, y dije, “Nietzsche, ¿quieres vencedores?, bien, te daremos vencedores, los vencedores que son preparados por Dios el Espíritu Santo, que fortalece a su pueblo, y una de las formas clave en que nos fortalece para la confrontación con el mundo es con la verdad.
Como vemos en este mismo discurso Jesús dice: “Os enviaré al Consolador, el Paracleto, que es “el Espíritu de verdad que procede del Padre”. Y más tarde, dice en el versículo 12 del capítulo 16: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, os guiará a toda verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que Él toma de lo mío y os lo hará saber”. Entonces, de nuevo, vemos que el ministerio del Espíritu Santo es aplicar la obra de Cristo a su pueblo, y lo hace santificándonos, revelando la verdad de Dios a nosotros, y viniendo a nosotros con fuerza. Creo que este discurso es un discurso extremadamente importante en el Nuevo Testamento, Juan capítulo 14, 15, 16 y 17, que llamamos el discurso del Aposento Alto.
Esta es la última sesión de enseñanza que Jesús tiene con sus discípulos en la noche en que ha de ser traicionado, en la víspera de su ejecución. Y también es significativo, amados, que en estos cuatro capítulos que Juan nos da, obtenemos más información sobre la persona y la obra de Dios el Espíritu Santo que en el resto del Nuevo Testamento combinado. Esta es una sección increíblemente importante de la Escritura para instruirnos sobre el carácter del Espíritu Santo y de la misión del Espíritu Santo, y llega en un momento en que Jesús está preparando a sus discípulos para su inminente partida, y los está ministrando en medio de su temor: ‘Sin embargo, un poco de tiempo y me voy. No estaré más con ustedes, pero no los voy a dejar sin consuelo; es decir, no voy a dejarlos sin fuerza’. Habían sido fortalecidos por su presencia; habían sido alentados por su presencia, como se pueden imaginar.
Pero ahora su líder va a ser apartado de ellos, y Él dijo: “Está bien, porque cuando me vaya les enviaré otro fortalecedor, otro Paracleto que estará con ustedes para decir la verdad por ustedes y Él los animará, Él los defenderá, y los hará ser fieles a mí en medio de los problemas.
Y lo hizo justo en el Día de Pentecostés, cuando envió el Espíritu Santo a su iglesia, a su pueblo, para darles poder, para alentarlos, y cuando llegó la persecución, la Iglesia de Cristo floreció en la antigüedad, porque estas eran personas que eran conscientes de la fuerza que Cristo les había dado para enfrentarse a un mundo hostil.