Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.Transcripción
Recuerdo cuando era niño que escuchaba expresiones extrañas de vez en cuando. Alguien miraba una estructura o un edificio grande e inmenso y decía: «Ese edificio durará hasta que venga el reino». O, «Esta guerra va a durar hasta que venga el reino». De niño no estaba seguro qué significaba esa expresión. No sabía a qué se referían con ‘venga tu reino’; y luego, por supuesto, aprendí la Oración del Padre nuestro. Y el Padre nuestro empieza: «Padre nuestro que estás en los cielos» –y la primera petición del Padre nuestro es que el nombre de Dios sea reverenciado y santificado– «santificado sea tu nombre» y luego continúa con ¿qué? «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo».
Ahora, eso indica que el reino de Dios ya se manifiesta y está presente claramente en el cielo. La voluntad de Dios se hace a cada momento en el cielo. Los ángeles que rodean el trono de Dios y los santos que partieron y que están en su presencia no participan en la desobediencia ni en el pecado. Lo que sea que Dios declare, cualquiera sea su voluntad, es realizada por aquellos que están en su presencia. Pero en este mundo, en este momento, no es así; y ya he dicho anteriormente que creo que existe una correlación entre estas directrices que Jesús da, y que Él inicia con la declaración, «Santificado sea tu nombre», porque no creo que el reino de Dios vaya a venir a la tierra y que la voluntad de Dios será hecha a menos o hasta que la gente empiece a considerar el nombre de Dios como santo. Pero en todo caso, esto debe ser una prioridad de la oración del pueblo de Dios– que oremos por la venida del reino.
Bueno, eso plantea de inmediato la pregunta: ¿Es el reino, por el cual estamos orando, algo que no se manifestará hasta el futuro lejano o hay algún sentido en que ese reino ya ha empezado a manifestarse? Y ese es un tema férreo de debate en la comunidad religiosa. En primer lugar, cuando vemos este concepto del reino de Dios, encontramos que es un concepto que es de vital importancia para las Escrituras. John Bright, el gran estudioso y arqueólogo del Antiguo Testamento y colega de William Foxwell Albright, en su libro El Reino de Dios, dijo que el único tema unificador que une toda la Biblia desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento es el tema del reino de Dios porque muy a inicios del Antiguo Testamento, en el mensaje profético, se hizo la promesa de un reino futuro donde la soberanía de Dios sería tan manifiesta y obedecida que su reino sería universal y eterno.
Ahora, esto no negó, en las primeras etapas del Antiguo Testamento, que Dios reina soberanamente sobre todo el universo en este momento. En un sentido, el Señor Dios omnipotente reina desde el momento en que Él crea. Él es ciertamente el Señor sobre todo; pero esa no es la idea que vemos aquí del reino de Dios, donde estamos hablando de la sumisión voluntaria de la criatura al Señorío de Dios porque el reino de este mundo, del cual Dios es Señor desde el mismo momento de la creación, es uno que está esencialmente en rebelión contra su Rey. Entonces, la promesa del reino en el Antiguo Testamento era una promesa que sería universal y sería eterna. Cuando digo universal, no es que todos serían creyentes o que todos serían redimidos, sino que todos obedecerían.
Algunos obedecerían de buena gana voluntariamente, y se arrodillarían producto de un genuino y sincero sentido de lealtad y devoción, y aquellos que fueran eran hostiles se les quebrarían las rodillas con una barra de hierro, y se arrodillarían de todos modos, no porque quisieran, sino porque se les obligaría serán obligados a someterse. Y así, la promesa se transmitió por medio de las Escrituras, que llegaría el día en que la gente de todas las naciones se sometería al rey ungido de Dios, y todo esto estaba vinculado a la promesa del Mesías que vendría. El Mesías sería el que traería el reino de Dios a la tierra. Él sería el rey ungido del Señor, y aquí estamos hablando no del reino del Logos, la segunda persona de la Trinidad, sino del reino de Cristo, que es el reino del Mesías terrenal, quien es la encarnación del Logos divino.
Ahora, es importante que en el Nuevo Testamento algunas veces los escritores hablan del reino de Dios y otras veces la referencia es al reino de los cielos, y principalmente, la frase “reino de los cielos” se encuentra en el Evangelio de Mateo, mientras que los otros escritores de los evangelios, en especial Lucas, se refieren al reino como el reino de Dios. Y algunos han argumentado que están hablando de dos cosas distintas: una es este reinado de Dios y la otra un reinado celestial. Pero si hay un consenso aquí, entre los estudiosos del Nuevo Testamento, sería este: que la única diferencia es una diferencia en el lenguaje porque Mateo estaba escribiendo como judío a una audiencia judía, quienes eran tan protectores del nombre sagrado de Dios que usaban lo que se conocía como ‘perífrasis’ y la perífrasis, perífrasis era un intento de usar un término como sustituto de otro término en lugar de decir el otro término directamente.
La perífrasis – P-E-R-I-F–R-A-S…etc. – es el sinónimo de circunloquio. ‘Circun’– sabemos lo que significa. Circun significa dar vueltas; bueno, y también ‘peri’. Es el mismo prefijo. Un periscopio es uno que da vueltas, y entonces la perífrasis es que das vueltas alrededor de un concepto en el cual nunca aterrizas exactamente. Entonces, en el Antiguo Testamento, los judíos, en lugar de hablar con valentía de Yahvé, su Dios, usaban el título de Señor o Adonai como sustituto o referencia perifrástica de Dios. Ahora, lo mismo sucede con este concepto del reino. El reino de los cielos es simplemente una paráfrasis judía, si quieres, o perífrasis (no debería decir paráfrasis porque eso es P-A-R-A; y es P-E-R-I de lo que estoy hablando) un sustituto judío de la palabra ‘Dios’, pero significan lo mismo. Pero la verdadera controversia tiene que ver con el tiempo del reino de Dios y su naturaleza.
Hay quienes creen que el reino de Dios del que habla la Biblia es algo que es totalmente futuro. De hecho, yo diría que ese es el informe mayoritario entre los cristianos evangélicos profesos de finales del siglo XX. Personalmente creo que no hay fundamento bíblico para eso, y que ese concepto priva a la iglesia de enseñanzas muy importantes con respecto al rey – del reino de Dios – que están claramente establecidas en el Nuevo Testamento, y de hecho, esta es una de esas ocasiones en las que tengo que dar un paso atrás con cierto asombro de que cualquiera llegaría a la conclusión de que el concepto bíblico del reino de Dios lo establece total y exclusivamente en el futuro a la luz de la evidencia múltiple de los datos bíblicos.
Por ejemplo, cuando el Nuevo Testamento inicia, empieza con el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y en el Evangelio de Marcos con la aparición de Juan el Bautista con su mensaje simple – ¿cuál? «Arrepentíos» porque «el reino de Dios se ha acercado». Y hay un marco de tiempo que se pone con respecto a Juan y todo el significado de la aparición de Juan el Bautista, según el Antiguo Testamento, tal como Jesús mismo lo interpretó, es que el profeta del Antiguo Testamento habló sobre el heraldo del rey venidero, quien vendría a preparar el camino para la venida del Señor y llamaría al pueblo al arrepentimiento. Y los profetas del Antiguo Testamento hablaban del reino de Dios que iba a venir algún día en un futuro ambiguo, pero cuando Juan venga, Él dice: «Espera un minuto. Es hora de arrepentirse ahora, amigos». ¿Por qué? Porque «el reino de Dios se ha acercado», y la referencia del marco de tiempo de esa frase en el idioma, ‘ha acercado’, significa «está llamando a la puerta; está a punto de entrar en escena», y si examinamos más a fondo el mensaje de Juan el Bautista, vemos lo urgente que es su advertencia de la situación de crisis del momento, cuando dice: «Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles».
No es como si el leñador estuviera de regreso en el taller, afilando su hacha y pensando en los árboles que va a talar esa tarde, o aún, que ha salido al campo y ha empezado a cortar la corteza exterior; pero ha llegado al corazón mismo del árbol, donde un golpe más con el hacha y va a hacer que el árbol caiga al suelo. «Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles». El bieldo – su aventador – está en su mano, y Juan dice está diciendo, «Se nos acaba el tiempo, y entonces, tú no estás listo», y él llamó a la gente a someterse a este rito purificador de bautismo para que puedan estar preparados para la venida del Mesías y de su reino. Entonces Cristo llega a la escena poco tiempo después, y adopta el mismo mensaje y le dice al pueblo: «Arrepentíos» porque «el reino de Dios se ha acercado». Y luego tenemos las distinciones que se hacen en el Nuevo Testamento entre el comportamiento de Juan el Bautista y el comportamiento de Jesús.
Juan el Bautista aparece en un tipo de manifestación ascética, en la cual él vive una vida de abnegación radical. Vive de langostas y miel silvestre y se viste como los profetas del Antiguo Testamento, saliendo del desierto y cosas por el estilo. Jesús es acusado de ser un glotón y bebedor de vino. Va a fiestas. Va a la fiesta de la boda de Caná. Está comiendo en la fiesta del banquete con los recaudadores de impuestos, y algunos de sus críticos están diciendo, «Oye, Él no es como Juan el Bautista. Juan el Bautista estaba en negación. Jesús está pasando un buen tiempo. ¿Por qué sus discípulos no ayunan todo el tiempo como los de Juan?» ¿Y qué dice Jesús? «Uno ayuna Ayunen cuando el novio está ausente, pero cuando llega el novio, es hora de celebrarlo».
Y entonces continúa y le dice al pueblo que el reino de Dios es – tengo mis dudas. Hay algunas traducciones en inglés donde se lee a Jesús diciendo: «El reino de Dios está dentro de ustedes». ¿Han visto eso? De seguro lo tienen que haber oído. Yo, personalmente creo que es una mala traducción porque eso sugiere la idea de que el reino de Dios es algo que sucede en el corazón de las personas, y no tiene una existencia real, objetiva y tangible. Bueno, la palabra que se usa allí en ese texto, en inglés se traduce con más frecuencia, en vez de ‘dentro’, se traduce con la palabra ‘entre’. Así que, lo que creo que Jesús estaba diciendo es: «El reino de Dios está entre vosotros», es decir, «El reino de Dios está ahora, mientras hablo, en medio de entre vosotros». ¿Por qué diría eso?
Bueno, porque el Rey estaba allí. El Rey estaba en medio del pueblo; y luego dice: «Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios» ¿entonces qué? «el reino de Dios ha venido a vosotros» Entonces, primero tenemos a Juan con su mensaje de advertencia de la cercanía radical de la llegada del reino. Jesús, llegando ahora, anunciando la presencia del reino, y luego, por supuesto, como ya hemos visto en nuestro estudio de Cristología, la cúspide de la obra redentora de Jesús se encuentra, hasta ahora, en su ascensión cuando deja este mundo para ir a su coronación, donde en ese momento Dios lo declara Rey.
Ahora, volvamos a la última pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús antes de que Él partiera de este mundo, y a menudo les he dicho a mis alumnos del seminario: «Si estuvieran en una habitación con Jesús; y tuvieran la oportunidad de hacerle una pregunta, ¿cuál sería?» Una pregunta interesante para pensar. Bueno, llegó ese momento, luego que los discípulos de Jesús habían estado haciendo miles de preguntas durante al principio de su ministerio. Tenían la oportunidad de la última pregunta. ¿Cuál fue? Mientras él estaba allí, listo para partir en el Monte de la Ascensión, en el Monte de los Olivos, le dijeron a Jesús: «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?»
Es decir, ellos habían vivido anhelando con ansias que Jesús actuara. Él es el Rey; el reino está entre nosotros. Ellos están diciendo: «Jesús, danos ahora ese reino universal y eterno que hemos estado esperando que el Mesías traiga. Expulsemos a los romanos y vamos a establecerlo. ¿Lo harás ahora mismo? Aquí estamos; estamos esperando. Estamos reunidos. Hemos sido fieles a lo largo de todo tu ministerio». ¿Y qué dice Jesús: «¿Cuántas veces tengo que decírselos? Nunca voy a establecer un reino así». No, eso no es lo que dijo. Él dijo, en pocas palabras, «No es asunto de ustedes». «No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado», pero «me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra»; y «recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros» Él da la misión fundamental de la iglesia a esas personas, en ese momento, en respuesta directa a – a su pregunta sobre el reino.
Calvino entendió que Jesús decía esto: que Jesús le está diciendo a esa gente: «Me voy. Voy a mi coronación. Seré Rey, pero mi realeza sobre este reino aún no será visible todavía para todos en este mundo. Los ojos de los hombres estarán ciegos a mi realeza, pero les estoy dando la tarea de hacer visible mi reino invisible. Tienen que testificar, dar el testimonio de mi realeza». Y entonces, la tarea fundamental de la iglesia es dar testimonio del reino de Dios, en la medida en que ya existe, que el Señor Cristo ha sido coronado. Nuestro Rey reina ahora, y para nosotros ubicar el reino de Dios enteramente en el futuro es perdernos uno de los puntos más importantes del Nuevo Testamento y actuar como si aún estuviéramos viviendo en los días del Antiguo Testamento, esperando que algún día nuestro Príncipe venga. Nuestro Príncipe ya ha venido. Él ha iniciado el reino de Dios, pero lo que es futuro es su consumación final.
Ahora, ¿ven la diferencia entre decir: «Ha empezado, pero no se ha completado», y decir: «Ni siquiera ha empezado todavía y todo está en el futuro»? Ahora, si vemos otra vez la enseñanza de Jesús en el Nuevo Testamento, sabemos que uno de sus métodos favoritos de comunicación, pedagógicamente, era el uso de la parábola, y si sólo estudias las parábolas de Jesús en el Nuevo Testamento, verás que el tema número uno – no el único tema, sino el tema número uno – que Jesús enseña en las parábolas es el reino de Dios. ¿Cuántas de las parábolas empiezan con estas palabras: «El reino de Dios es como esto» o «es como eso»? y uno de los conceptos que aparece en la enseñanza de las parábolas de Jesús es el carácter progresivo del reino – que el reino es algo, según Jesús, que comienza muy reducido, pero luego con el tiempo empieza a expandirse, a agrandarse, a crecer, hasta que abarca todas las cosas.
¿Cuáles son algunas de las ilustraciones que usa o analogías? «El reino de Dios es semejante un grano, semejante a un grano de mostaza» – la semilla más pequeña. La plantan y con esa semilla diminuta crece este árbol inmenso. «El reino de Dios es semejante a la mujer con su levadura», que pone un poco de levadura y la harina crece y se expande y se agranda para llenar todo este espacio. En el Antiguo Testamento la predicción era que el reino mesiánico sería una piedra cortada sin manos, que se convertiría en una gran montaña, y así Jesús habla de este crecimiento progresivo, y que nosotros, como sus discípulos en este mundo, debemos buscar estas cosas. De nuevo, la prioridad de la vida cristiana, según Jesús, es ¿qué cosa? «Buscad primero [el su reino de Dios] y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».
Algo que podríamos pasar por alto, si avanzamos muy rápido aquí, es que cuando Jesús dice, «Buscad primero» la palabra que Él usa allí es la palabra griega ‘protos’, y no significa simplemente primero en una lista o el primer paso en una serie, sino que tiene el peso y la fuerza de primero en términos de prioridad, primero en orden de importancia. ¿Quieres tener tus prioridades claras, como cristiano? ¿Quieres saber lo que Jesús le está diciendo a su pueblo? «Lo primero, lo más importante que quiero que busques es el reino de Dios» y es simplemente asombroso para mí el poco tiempo que le damos a este concepto que está constantemente en los labios de Jesús durante su ministerio terrenal. «El reino de Dios es semejante a» búscalo. Encuéntralo. Es como la perla de gran precio.
De modo que aun ahora, como aquellos que son el pueblo de Cristo, que han descubierto la realidad de su reino, que han dado su lealtad a Cristo como su Rey, quien reina ahora mismo como el Cordero que es digno de recibir el reino de Dios. Así que ese reino ha comenzado y está creciendo y consolidándose, pero no será consumado hasta que Cristo llegue al final de la historia humana, para poner a todos sus enemigos a sus pies, para someter a todos los reinos, y entonces el reino, que ahora mismo es invisible, será visible.
Pero una vez más, el punto de Calvino, cuando dijo que es tarea de la iglesia visible hacer visible el reino invisible, no significa que debido a que el reino es invisible entonces es irreal. Es muy real, y luego la consumación final, que veremos más adelante, implica la venida de la nueva Jerusalén, el nuevo cielo, la tierra nueva– la renovación completa del orden creado, tal como lo conocemos, donde Cristo establecerá su reino en toda su gloria y manifestación, y ese reino continuará para siempre.