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Cuando pensamos en las obras del teólogo Juan Calvino, el reformador suizo, pensamos en sus comentarios, pensamos en las Instituciones y, en todos aquellos grandes volúmenes de teología que salían de su pluma.
Pero creo que una de las cosas más maravillosas que Calvino jamás haya producido fue un volumen de sermones basados en el libro de Job.
Es magnífico y aquellos de ustedes que luchan por comprender este importante libro sapiencial en el Antiguo Testamento, creo que estarían encantados de estudiar las ideas que son proporcionadas por Calvino en ese libro. El libro de Job es un libro que nos afecta a todos, ya que toca la interrogante: «¿Por qué hay sufrimiento en este mundo?»
Esta es quizás la pregunta más profunda que tenemos que enfrentar como cristianos. ¿Por qué es que vivimos en un universo que se rige y es gobernado y ha sido creado por un ser que es absolutamente perfecto y sin embargo, este mundo está lleno de imperfecciones y de dolor y de fatiga?
¿Dónde está Dios en todo esto? Ese es el motivo central del libro de Job. El escenario donde Job se lleva a cabo, es en el período patriarcal, en la antigüedad; es decir, si entendemos a Job como un verdadero personaje histórico, asumiríamos que vivió en algún momento cerca del tiempo de Abraham o Isaac o Jacob, en aquellos días de la antigüedad.
Muchos estudiosos creen que el Libro de Job nunca, nunca tuvo la intención de ser un relato histórico de una persona real porque hay tanta naturaleza poética en el libro; y algunos lo ven como una parábola extendida o una fábula o algo por el estilo.
Pero la tradición está a favor de la creencia de que el libro de Job está tratando de comunicar la historia de una persona histórica real que tuvo un encuentro real con Dios. De nuevo, una de las razones por las que la gente piensa que es ficción es que parte de esa forma literaria de Job sigue la de un drama, una obra con escenas y actos y demás.
Hay prolongados soliloquios y diálogos, etc – y la historia. En el primer capítulo después de darnos una breve introducción al personaje principal, Job, abre el telón más o menos dentro de los cielos mismos. Y desde aquí tenemos un vistazo de las cámaras interiores de la residencia de Dios, lo que también ha llevado a la gente a pensar que nunca fue la intención el ser una biografía histórica.
Pero veámoslo desde el principio. En el capítulo uno del libro de Job leemos esto: «Hubo un hombre en la tierra de Uz llamado Job; y era aquel hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y le nacieron siete hijos y tres hijas. Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísima servidumbre; y era aquel hombre el más grande de todos los hijos del oriente”.
Lo que se está describiendo aquí en este libro, en el vívido retrato del personaje principal, es un hombre de enorme riqueza. Se le representa como el hombre más próspero de su tiempo. Abraham fue uno de los hombres más ricos de su época, pero la descripción aquí parecería indicar que incluso la riqueza de Abraham fue empequeñecida por la prosperidad que poseía este hombre, Job.
Leemos: «Sus hijos solían ir y hacer un banquete en la casa de cada uno por turno, e invitaban a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos. 5 Y sucedía que cuando los días del banquete habían pasado, Job enviaba a buscarlos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones. Así hacía Job siempre».
Ven que él es descrito no sólo como el hombre más rico de la era sino también como el hombre más piadoso de la época, y eso puede ser chocante para nosotros porque Jesús nos dice en el Nuevo Testamento lo difícil que es para aquellos que poseen riquezas el entrar en el reino de Dios.
Si bien, tenemos ejemplos en las Escrituras de personas que fueron fabulosamente ricas quienes no permiten que su riqueza corrompa su devoción a Dios, eso hace que sea aún más sorprendente que el libro describa a un hombre que, a pesar de su abrumadora riqueza, sigue siendo santo y dedicado y justo delante de Dios.
Pues bien, el escenario está listo para el conflicto del drama. Versículo 6 del capítulo 1, “Hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, y Satanás vino también entre ellos.
Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Y el Señor dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
Respondió Satanás al Señor: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No has hecho tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra.
Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara. Entonces el Señor dijo a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él”.
Así que, en esta escena del drama que tiene lugar en el cielo, Satanás entra a la presencia de Dios después de caminar de un lado a otro sobre la tierra, mirando su dominio.
Él es el príncipe del poder del aire y Dios dice, «¿Qué has estado haciendo?». Él dijo, «He estado mirando la tierra». Es como si Satanás tuviera una alegría diabólica en reportar, ya sabes.
Es como si estuviera diciéndole a Dios: ‘He estado mirando mi dominio y todo está en mis bolsillos’. Todos me siguen. Y Dios dijo, «¿Has considerado a mi siervo Job?» Y el cinismo de Satanás brota de sus labios cuando dice, ‘Sí, Job. Claro que he considerado a tu siervo Job.
Le has dado a él toda bendición que un hombre puede recibir y le construiste un cerco a su alrededor, lo has protegido de enfermedad y de ladrones saqueadores. Le has dado una familia que es maravillosa. Le has dado posesiones y poder y prestigio, todas estas cosas. ¡Ah!
¿Sirve Job a Dios en vano? Él conoce las buenas cosas». ¿Qué está diciendo Satanás? Él dijo: «La única razón por la que Job es devoto a ti es por todo lo que él recibe».
Él dice, «Déjamelo a mí. Quítale el cerco, y este supuesto hombre recto te maldecirá en la cara».
Ahora recuerden que lo que sucede en una obra o en el teatro tiene que ver con conflicto. De eso se trata el drama, resolver conflictos, y aquí el conflicto empieza en el principio. Hay una competencia aquí entre los poderes del cielo y los poderes del infierno y puede parecer, en la superficie, que el pobre Job es un peón en esta disputa entre Dios y Satanás.
Así que, el libro se desarrolla y vemos que Satanás lanza su ataque y primero Job pierde su propiedad. Versículo 13 del capítulo 1, «Y aconteció que un día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor, vino un mensajero a Job y le dijo: Los bueyes estaban arando y las asnas paciendo junto a ellos, y los sabeos atacaron y se los llevaron. También mataron a los criados a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo”.
Y luego se nos dice que – más tarde se nos dice que los Caldeos vinieron y robaron el ganado. Así que, primero sus sirvientes son asesinados y luego su ganado es robado por sus enemigos.
Ahora una de las cosas más importantes que esta parte de la historia revela es la relación de Dios con el humano malvado y con la malicia. Esto es muy importante para nuestro entendimiento de la providencia de Dios.
Algunos de ustedes recordarán que cuando vimos las vidas de los patriarcas y pensamos en José, por ejemplo, quien fue encarcelado y tratado injustamente por sus hermanos; y sin embargo cuando hubo la reunión al final del libro y los hermanos temían que José se fuera a vengar de ellos, José los miró a ellos y les dijo, «Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien».
Así que el punto es que incluso en las malas acciones y las malas elecciones y las malas decisiones del ser humano, como en el caso de los hermanos de José, sus decisiones, hubo un tipo de concurrencia donde corriendo lado a lado estaban las acciones y las voluntades de más de un grupo. La voluntad de Dios estaba siendo mostrada en la vida de José y la voluntad de Dios para José fue completamente recta.
Y aún así, al mismo tiempo la voluntad de los hermanos de José era destruir a José. Así que su intención era malvada.
Entonces, tenemos dos actores distintos aquí, Dios y los hermanos, y ambos están involucrados en la misma acción pero por motivos completamente distintos.
Ahora hacemos la pregunta: ¿quién es responsable de la muerta de los siervos de Job y de la pérdida de su propiedad? ¿Fueron los sabeos, los caldeos, el diablo o Dios? Bueno, solo puedo responder esa pregunta diciendo: sí, que todos estos son actores del drama.
Y puedes ver a los sabeos y los caldeos viniendo ante el trono de juicio de Dios y Dios dijo: ‘Sí, robaste el ganado de Job, sí, mataste a sus sirvientes.
¿Qué tienes que decir a tu favor? ¿Y cuál será su excusa? «El diablo nos hizo hacerlo’. Y luego, cuando Satanás es traído delante del tribunal de Dios, Satanás puede temblar y decir: ‘Solo hacía la voluntad de Dios. Porque después de todo, Él tiene más autoridad y más poder que yo’. Y vemos aquí de nuevo el concepto de la concurrencia. No es como si Satanás obligó a los caldeos a que robaran el ganado de Job.
Eran ladrones de ganado desde el principio. Codiciaron la propiedad de Job toda su vida pero no podían conseguirlo porque Dios había puesto el cerco a su alrededor.
Y el minuto que el cerco fue quitado, Satanás los incitó, ellos están de acuerdo con eso y por tanto ayudaron y apoyaron al príncipe de la oscuridad con todo el corazón. Así que las acciones de los caldeos, las acciones de los sabeos, y las acciones de Satanás son completamente malvadas. Ahora, ¿y Dios qué? De nuevo, vemos teodicea. El libro de Job en parte es una teodicea, un intento de justificar a Dios por la presencia del mal.
Pero los propósitos de Dios son traídos para pasar por el dolor y el sufrimiento de Job. Y de hecho, si hay una respuesta más simple para el tema básico del libro y la respuesta a la pregunta: ¿Por qué sufrimos?, la respuesta es para la gloria de Dios.
Ahora, recuerden que esta pregunta surge de nuevo en el Nuevo Testamento, en el noveno capítulo del evangelio de Juan, cuando hay un hombre que nació ciego y es traído a Jesús y los discípulos vienen con una pregunta teológica profunda para Jesús.
La pregunta es, ‘¿Por qué este hombre nació ciego? ¿Fue por su pecado o por el de sus padres?’ Ahora, Jesús responde eso tajantemente, y dice: ‘Ninguno. Sino para que el hijo de Dios sea manifiesto o glorificado en estas circunstancias’.
Pero noten que la pregunta que surge de parte de los discípulos asume que alguien debe haber pecado para que este hombre haya nacido ciego.
Porque lo que asumieron fue que el sufrimiento y el dolor en este mundo siempre son causados por el pecado. Y Jesús, en esta ocasión. tiene que explicarles que han hecho una suposición falsa.
Han cometido la falacia del falso dilema; o la falacia de uno u otro, o es el pecado de los padres o el pecado del niño. Jesús dice: ‘No, no es ninguno de esos’. Pero podemos entonces llegar a la conclusión, ‘Ah, bueno, entonces no hay relación entre el pecado y el sufrimiento’.
No, la Biblia lo dice muy claro, si no hubiera pecado en el mundo, no habría sufrimiento. El dolor, la muerte y el sufrimiento son todos parte de las consecuencias del mundo caído sobre el cual Dios permanece soberano.
Pero el error que los discípulos cometieron fue el de asumir que siempre habrá una correspondencia de uno a uno entre el sufrimiento de una persona y su culpa. Y es mejor no suponer eso.
Hay muchas razones por las cuales la gente sufre. En el Nuevo Testamento, algunas veces la gente sufre por amor a la rectitud, no por su propia culpa sino como consecuencia de su fidelidad a Dios es que sufren.
Algunas veces son llevados al sufrimiento por la mano de Dios para su propia santificación, ya que el dolor se convierte en el crisol para la santidad. Sin embargo, a veces Dios trae sufrimiento a las vidas de las personas, aún en la vida de los creyentes como escarmiento divino, como desaprobación y corrección, porque él nos ama. Así que no podemos asumir que el sufrimiento que encontramos está exactamente relacionado a mi pecado, pero tampoco puedo asumir que no tiene nada que ver con mi pecado.
Así que cuando estoy sufriendo miro al cielo y digo: ‘¿Por qué Dios, si esto es por algo que he hecho, me arrepentimiento’.
Pero esto es lo que pasa con Job. El sufrimiento se amontona, él pierde todo. Su cuerpo está lleno quemaduras, y está sentado sobre una colina de estiércol, y se está rascando su piel con pedazos de cerámica y está en total miseria.
Y así los amigos de Job vienen a él para darle guía y consejo. Y básicamente en este drama, la guía y el consejo de los amigos es esta: ‘Job, estás sufriendo más de lo que jamás hemos visto a alguien sufrir.
Eso solo puede suponer una cosa, eres el pecador más grande del mundo. Lo que necesitas hacer es confesar tus pecados y arrepentirte delante de Dios’.
Y Job está allí quebrantado y abatido y sangrando, y dice: ‘No sé qué confesar. No sé qué he hecho para merecer esto’.
Ellos dicen: ‘¡Ah!, ¿ves? eres orgulloso, eres arrogante, eres presumido, tiene que haber algo que estás escondiendo aquí porque ¿de qué manera podemos explicar estas calamidades?’
Y así, los amigos de Job son de poco consuelo. Entonces Eliú viene y solo predica muchos clichés a Job, muchos de los cuales son ciertos, pero las da de manera insensible y farisaica, y ahora hasta la esposa de Job tiene algo que decir. ‘Job, no soporto verte sufrir así. Maldice a Dios, y muere.
Te amo Job, pero prefiero verte muerto que teniendo que quedarte aquí sufriendo todas estas cosas. Así que, terminemos con esto, maldice a Dios’.
Recuerden la historia: «Quítale el cerco», dijo Satanás, «y haré que te maldiga en la cara». Dios dijo, «Adelante».
Y su propia esposa, ahora, ¿no es así cuando tratas de hacer las cosas bien? que las personas que más te aman y que tú más amas son precisamente quienes tratan de sacarte de ahí, porque no quieren verte sufriendo las consecuencias.
¿Quiénes trataron de detener a Jesús para no ir a la cruz? ¿No fueron sus amigos más cercanos? “Maldice a Dios y muere”. Job se rehúsa a hacerlo. Aunque me mate, aún confiaré en Él.
Eso no lo detiene de preguntar por qué; y él levanta su puño al cielo y exige una respuesta de Dios y el diálogo que se da entre Job y Dios al final del libro, el cual no es tanto un diálogo, sino que es más un monólogo o un soliloquio, donde Dios es el que habla más.
Capítulo 38, «El Señor respondió a Job desde el torbellino y dijo: ¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te preguntaré, y tú me instruirás».
Aquí está Job diciendo, ‘¿Por qué, por qué, por qué, por qué?’ Y Dios se da vuelta y dijo, ‘¿Quién es este que oscurece mi consejo con ignorancia? Job, no sabes lo que estás diciendo’.
Y luego continúa humillándolo por así decirlo. Job, “¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? ¡Dímelo!” ‘¿Dónde estabas cuando establecí el curso de las estrellas, el cauce de los ríos?’
Y Job está escuchando esta interrogación y finalmente no puede soportarlo. Y leemos en el capítulo 40, Dios dice: «¿Podrá el que censura discutir con el Todopoderoso? El que reprende a Dios, responda a esto». Y aquí está la respuesta de Job. Job le responde a Dios diciendo: «Yo soy insignificante”. “Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más».
Está bien, Dios, lo entiendo. Soy pecador, soy vil, tomaré mi mano y taparé mi boca y me callaré. Y Dios dice: ‘Así está mejor, así es como debe ser. Ahora seré tierno’. No, Dios dijo: ‘Así es. Cállate. No he terminado contigo’. Y el interrogatorio continúa. ‘Prepárate y responde mis preguntas. ¿Anularás mi juicio? ¿Me condenarás para que seas justificado?’
Esa es la pregunta que todo cristiano tiene que enfrentar en la casa del sufrimiento. Para justificarte, ¿estás preparado para condenar a Dios? Luego Él dice: ‘¿Puedes pescar un Leviatán con una simple caña de pescar? Yo puedo. ¿Puedes quitar el cinturón de Orión? Yo puedo. ¿Puedes poner las estrellas en su lugar? Yo puedo.
Y finalmente, Job habla en el capítulo 42: «Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado”. “He sabido de ti sólo de oídas pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza».
Él no se arrepiente de los pecados que lo trajeron a la calamidad en primer lugar. Se arrepiente de su falta de confianza en medio del dolor. Sabes, Dios nunca responde la pregunta de ‘por qué’. La única respuesta que le da a Job, realmente, es la manifestación de Él mismo.
‘Job, ¿olvidaste quién soy? Si supieras quién soy, entonces deberías confiar en mí’. Job dijo: “Sí”. La escena final es la escena de la restauración. Dios triunfa sobre las artimañas y burlas de Satanás, y restaura las posesiones y la casa de Job por mucho más de lo que era originalmente.
Este es el mensaje del Nuevo Testamento; es el mensaje de Cristo: ‘que a menos que estés dispuesto a ser enterrado conmigo y a sufrir conmigo y mi pasión, nunca participarás de mi exaltación; pero los que se unen a mí en mi muerte participarán en mi resurrección’.
Esto nos trae al final de esta sección en nuestro estudio del Polvo a la Gloria. Hemos cubierto ahora un panorama y le hemos dado un vistazo al Antiguo Testamento.
No vimos cada libro, saltamos Cantar de los Cantares y un par de porciones pequeñas de los profetas menores, pero recuerdo la práctica de Lutero durante su vida, donde hizo un compromiso de leer toda la Biblia cada año.
Y él dijo, «Hago esto porque es como el bosque y los árboles». Él dijo, «Para mí, mi gran gozo es tomar un libro particular de la Biblia y hacer exégesis cuidadosa y minuciosa, viendo cada capítulo, cada párrafo, cada oración, y cada palabra. Es como examinar los puntos finos de una sola hoja de un hermoso árbol».
Él dijo, «Pero a veces, puedes enfocarte tanto en el detalle de esa sola hoja que te perdiste de cómo esa hoja no solo está en el árbol, sino en el bosque. Así que quiero mantener los vientos de toda la sustancia de las Escrituras soplando por mi mente, ya que me ayuda a comprender todos y cada uno de los detalles».
Así que mi desafío para ustedes es que al terminar este estudio del Antiguo Testamento tomen y lean, lean todo, y digiéranlo.
Aprendan de la dulzura de la Palabra de Dios.