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Como dije antes, es habitual que hagamos una distinción entre los profetas mayores del Antiguo Testamento y los profetas menores. Los profetas mayores son Jeremías, Isaías, Ezequiel y Daniel, y luego tenemos 12 profetas menores. Y como dije, la distinción no es entre los que son importantes y los que no lo son. La única diferencia que vemos aquí es entre el tamaño o la longitud de los libros de estos profetas que llevan su nombre.
Ezequiel, Daniel, Jeremías e Isaías son libros muy extensos, mientras que los escritos de los profetas menores son más cortos. No tenemos suficiente tiempo para cubrir todos los profetas menores, por lo tanto, solo les estoy dando breves pinceladas.
Pero, espero despertar el interés para que examinen más de cerca todo el contenido que se encuentra en los libros de los profetas menores, porque cada vez que Dios pone su palabra en la boca de un profeta y esa persona se convierte en un agente de revelación y habla la palabra de Dios, no hay nada de menor importancia en ello.
Y por eso, digo esto, mientras estudiamos brevemente algunos de los otros profetas menores. El primero que quiero ver es el profeta Joel. Como ya mencionamos en el caso de Amós, dijimos que el tema del día del Señor era un tema que se presenta como un tapiz en toda la literatura del Antiguo Testamento.
En el segundo capítulo de Joel, leemos sobre el día del Señor. Verso 1: “Tocad trompeta en Sion, y sonad alarma en mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes de la tierra, porque viene el día del Señor, porque está cercano; día de tinieblas y lobreguez, día nublado y de densa oscuridad.
Como la aurora sobre los montes, se extiende un pueblo grande y poderoso; nunca ha habido nada semejante a él, ni tampoco lo habrá después por años de muchas generaciones. Delante de él consume el fuego, y detrás de él abrasa la llama. Como el huerto del Edén es la tierra delante de él; y detrás de él, un desierto desolado, y de él nada escapa”.
Aquí, se nos relata los términos gráficos de las personas que sufren, que se retuercen de dolor y todas las manifestaciones espantosas del terremoto y el temblor de los cielos y el oscurecimiento del sol y la luna. Al final de esta terrible descripción del día del Señor, hay un llamado al arrepentimiento en el verso 12: “Aun ahora, declara el Señor volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos; volved ahora al Señor vuestro Dios, porque El es compasivo y clemente”.
Luego el profeta anuncia la promesa de Dios de traer una lluvia tardía que refrescará la tierra y causará un nuevo crecimiento, nueva salud y una nueva prosperidad.
Así tenemos, junto con esta imagen terrible de juicio, la imagen positiva de restauración y de gloria; y alcanza su clímax en el capítulo 2, verso 28: “Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones.
Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días. Y haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas”. Y así por el estilo: “antes que venga el día del Señor, grande y terrible”.
Ahora, hay una profecía en este segundo capítulo de Joel que creo que muchos de ustedes ya conocen, porque ocupa un lugar destacado en un acontecimiento crucial que está registrado en el Nuevo Testamento en el libro de Hechos.
Cuando la iglesia se reúne para celebrar la fiesta de Pentecostés y, en el día de Pentecostés, repentinamente un viento recio sopla y lenguas de fuego descienden del cielo sobre aquellos que estaban reunidos en ese lugar y empiezan a hablar en otras lenguas.
Y mientras la gente está observando lo que sucede, empiezan las acusaciones contra los creyentes reunidos diciendo que debían estar borrachos por comportarse de esa manera extraña.
Y Pedro se levanta y da su famoso discurso en el día de Pentecostés y dice: “Porque éstos no están borrachos como vosotros suponéis… sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel” que Dios derramaría su “Espíritu sobre toda carne”.
Y luego Pedro cita directamente de este pasaje que, al menos, esta parte de la profecía futura de la venida del día del Señor, en cuanto a la frescura y la novedad de vida y el poder que estará presente en el día de la visita del Señor, se cumple de manera espectacular en el día de Pentecostés. Y podemos ver a lo largo de los profetas menores y ver otros pasajes que tienen importancia significativa para el cumplimiento del Nuevo Testamento.
Pensemos, por ejemplo, en el profeta Miqueas. Miqueas es uno de los libros más pequeños de los profetas menores; y, no es muy conocido en la iglesia moderna el libro de Miqueas, pero Miqueas tiene algunas cosas muy importantes que decir, y una de ellas es la profecía que está contenida en el capítulo 5 del libro que lleva su nombre.
El capítulo 5 inicia con estas palabras: “Agrúpate ahora en tropas, hija de guerreros; han puesto sitio contra nosotros. Con una vara herirán en la mejilla al juez de Israel”. Una vez más, vemos esta sombría profecía de destrucción; sin embargo, hay un “pero” aquí.
“Pero tú Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Por tanto, Él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.
Y El se afirmará y pastoreará su rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del señor su Dios. Y permanecerán, porque en aquel tiempo El será engrandecido hasta los confines de la tierra. Y Él será nuestra paz”.
Cada año en Navidad, oímos alguna referencia al pequeño pueblo de Belén. Al parecer, pequeño e insignificante entre las ciudades de la nación judía, sin embargo, de este pueblo saldrá el Único al que Dios ungirá como su rey.
A menudo cuando me encargo de la educación de adultos y me sumerjo en algunos de los temas más profundos de la teología sistemática, recibo esta respuesta de la congregación, ellos dicen: “¿No podemos hacerlo más simple?” “¿No honra Dios una fe como la de un niño?” Y yo les digo: ‘Sí, pero no una fe aniñada.
Y Dios nos llama a ser como niños en cuanto al mal, pero maduros en nuestro entendimiento, así que a veces el estudio de las cosas de Dios requiere un uso riguroso de nuestra mente y un estudio a fondo”. Pero, vivimos en un mundo consumista que quiere todo establecido en tres lecciones fáciles y no hay forma de que tomemos todo el contenido de la palabra de Dios y la reduzcamos a tres lecciones fáciles.
Pero en un sentido, en una ocasión, Dios en su misericordia, se dignó a hacer precisamente eso y encontramos tres lecciones fáciles en el libro de Miqueas. Si dirigimos nuestra atención al capítulo 6, verso 8, esta famosa porción de Miqueas. “El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?”.
Cada vez que tenemos la sensación de llegar al fondo de esto, a cuál es el núcleo esencial de la fe ¿Qué es lo que a Dios más le interesa que se manifieste en nuestras vidas? Una vez más, ¿Qué demanda el Señor de ti? Y el pasaje responde de esta manera. En primer lugar, hacer justicia. Él no está dirigiéndose aquí solo a los administradores de justicia en los tribunales; ciertamente, ellos están incluidos dentro de lo que Dios requiere.
Pero de nuevo, mira la relación estrecha entre la palabra justicia y la palabra rectitud en el Antiguo Testamento, porque la justicia no está determinada por el precedente jurídico o la conveniencia política. En Israel, la justicia siempre se define en términos de rectitud.
Recuerdo haber estado involucrado muchos años atrás en el ámbito de las relaciones laborales en Pittsburgh, cuando trabajaba con un hombre llamado Wayne Alderson, quien era absolutamente incansable en su deseo de trabajar con personas que estaban enemistadas en el lugar de trabajo.
Y solía ir de un lado a otro con él, dando seminarios en varias sedes de varias compañías de Fortune 500, trabajadores y directivos trabajando juntos en este campo.
Recuerdo que una vez me hizo ir hasta la mitad del estado de Pensilvania para uno de estos seminarios en una fundidora de acero. Y se fue todo el día y estaba agotado y nos dirigíamos a casa por la autopista Turnpike de Pennsylvania; y era como las 2 de la mañana y Wayne estaba manejando.
Y pude ver cuán cansado él estaba y le dije: “Wayne, ¿por qué haces esto?”. Esa fue una pregunta directa en medio de la noche cuando nuestras defensas estaban bajas y él no tenía un micrófono delante de él, ni la prensa estaba allí para grabar sus palabras, por lo que no tenía la necesidad de dar algún tipo de respuesta heroica o respuesta altruista a mi pregunta.
Solo dije: “¿Por qué haces esto?” Y él respiró profundamente por el cansancio y me miró y dijo, “Porque eso es lo correcto por hacer”. No era lo más popular para hacer, no era lo más rentable, pero era lo que se debía hacer.
Y, francamente, su respuesta me avergonzó porque yo estaba pensando: “¿Por qué estoy haciendo esto?” No puedo imaginar por qué lo estoy haciendo. Bueno es porque es lo correcto por hacer. Y esa es la primera cosa que Dios requiere de nosotros, que en tanto esté en nosotros hagamos lo que es correcto.
Y la rectitud nos es revelada en toda la Escritura: aquellas cosas que Dios nos las define como las cosas correctas. Y así, Miqueas dice ¿qué haces tú? ¿Qué requiere Dios? Dios exige que hagas justicia, que practiques la rectitud, que haga lo correcto.
A continuación, la segunda cosa es amar la misericordia. Eso es un poco confuso y, probablemente, si tienen más de una traducción diferente del texto en su grupo, obtendrán más de una versión diferente de esta palabra ya que la palabra que se usa aquí es una palabra que está en hebreo y es la palabra “hesed”. Y la he visto traducida de muchas muchas maneras distintas en inglés.
A menudo se traduce con la palabra “misericordia”, pero la traducción más común en inglés es una frase de dos palabras “steadfast love”. Creo que la interpretación que es mucho más precisa para esta frase es “amar con lealtad”.
“Hesed” es el término que se utiliza en la Escritura una y otra vez para describir el carácter del amor de Dios por nosotros. Es su amor del pacto. Es su amor fiel, leal a su pueblo. Su misericordia fluye de su lealtad personal hacia su pueblo amado.
Entonces, lo que Miqueas dice aquí es que lo que Dios requiere de nosotros no es solo hacer lo que es correcto, sino que nuestras relaciones en este mundo han de ser marcadas por la lealtad, por el tipo de amor que cubre una multitud de pecados, por una especie de amor que en su naturaleza es misericordioso, sufrido.
En un sentido, la totalidad de 1 Corintios 13 se resume en esta palabra “hesed”, este es el amor del que habla el Nuevo Testamento: El amor que es fiel, el amor que es amable, el amor que persevera.
Y finalmente, la tercera cosa que Miqueas menciona es andar humildemente con tu Dios. En Ligonier, tenemos nuestra pequeña revista Table Talk, y si tú conoces sobre Table Talk, sabes que nosotros constantemente tenemos unas pequeñas porciones en la parte inferior de la página llamadas Coram Deo, Coram Deo.
Y la razón para ello es que hace varios años, uno de nuestros miembros del consejo se me acercó y me dijo, “RC, ¿cuál es la gran idea?” Eso sonó como cuando mi madre con las manos en la cadera me preguntaba: ‘¿cuál es la gran idea?’
Le dije: “¿Qué quiere decir con cuál es la gran idea?” Él dijo: “Quiero saber en pocas palabras, la gran idea de lo que estás tratando de comunicar en esta enseñanza”. Y le dije: “Bueno, si quiere que la reduzca a una simple declaración, sería la frase latina “Coram Deo”.
El preguntó: “¿Qué es eso? “, y le dije, “Esa fue una frase muy importante para Lutero y Calvino y los reformadores magistrales del siglo 16, para encapsular la esencia de lo que estaban enseñando”.
Significa literalmente “delante del rostro de Dios” y el concepto es que como cristianos debemos vivir nuestras vidas enteras como si estuviéramos plenamente conscientes de vivir nuestras vidas ante los ojos de Dios, delante de su rostro, en su presencia y que hemos de hacer todas las cosas en sujeción a su soberanía y a su autoridad.
Es por eso que usamos esa frase y eso es lo que Miqueas está diciendo. ¿Qué demanda el Señor de ti? Demanda que ames la justicia y la rectitud, que manifiestes misericordia como Dios lo hace, un amor leal y que andes humildemente delante de Él en cada aspecto de tu vida.
El profeta Habacuc, es uno de mis favoritos. Habacuc fue una persona persistente. Él es una especie de mini Job en el Nuevo Testamento. Él empieza con una declaración de una carga. Leemos al inicio del capítulo 1 de su libro la carga que tenía el profeta Habacuc:
” ¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! y no salvarás? ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión?
La destrucción y la violencia están delante de mí, hay rencilla y surge discordia…” y demás. Él está diciendo que la nación está desmoronándose, los paganos han tomado el control, ¿cómo puedes dejar que estas cosas pasen?
¿Cómo puedes permitir que triunfe el mal sobre la justicia? Él clama oh Dios, tú eres demasiado santo para mirar al pecado pero pareciera que toleras esas calamidades que están sucediendo. ¿Qué está pasando?
Así que en el capítulo 2, dice: “Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que Él me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido”. ¿Has oído de la torre de vigilancia? Eso está asociado con Habacuc.
Habacuc dice que ha sacudido su puño en el rostro de Dios, que ha exigido una respuesta para su teodicea, para que Dios le explique por qué Él tolera todo este mal y voy a subir a mi torre de vigilancia y no me voy a mover.
Voy a ser como alguien que se sienta en una cabina de teléfono y me voy a quedar allí hasta que reciba una respuesta de Dios. Es por eso que digo que este es un tipo persistente, Habacuc.
Y, por último, Dios habla y responde y dice: “Escribe la visión y grábala en tablas, para que corra el que la lea. Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará”. Vean. Esto es lo que sucede con la palabra de Dios. Nos encanta escuchar las promesas de Dios, pero cuando Dios es lento para cumplir las promesas que Él da a su pueblo y cuando el Señor tarda, nos impacientamos, nos inquietamos, y a veces nos molestamos con Dios.
Y Dios le dice a Habacuc que se calme, que él ha dado su palabra, que puede tardar, pero que sin duda las cosas ocurrirán. Luego, en el capítulo 3, leemos en el verso 16, la reacción de Habacuc a la palabra de Dios. “Oí, y se estremecieron mis entrañas; a tu voz temblaron mis labios. Entra podredumbre en mis huesos, y tiemblo donde estoy”.
Me encanta esta descripción porque se ajusta perfectamente a la descripción de las personas en el Antiguo Testamento cuando se encuentran con el Dios vivo. Habla de temblar en la presencia de Dios, de sus labios temblorosos.
¿Alguna vez has visto a un niño que ha estado a punto de llorar y que hace todo lo posible para no hacerlo y tú sabes que es una batalla perdida cuando los labios inferiores empiezan a moverse y a temblar y tú sabes que en cualquier momento la fuente empezará a salir a borbotones?
Bueno, esto es lo que él dice que le pasó. ‘Cuando Dios habló, yo temblé, mis labios empezaron a temblar y un sentido de podredumbre entró en mis huesos’. Y entonces hace la declaración que se cita tres veces en el Nuevo Testamento, “Mas el justo por su fe vivirá”. Es decir, el justo vivirá por la confianza.
Baja de tu torre de vigilancia Habacuc y confía en mí, es lo que Dios está diciendo. Y, por último, su himno de la fe en el capítulo 3, versículo 17, “Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas; aunque falte el producto del olivo, y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del redil, y no haya vacas en los establos, con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación”.
Este es el mensaje de fe. Traducido en lenguaje moderno, se estaría diciendo algo como esto: Aunque mi negocio fallé por completo, caigan los mercados de valores, la economía esté en ruinas, la nación sea conquistada por invasores extranjeros, pierda mi auto, pierda mi casa, pierda todo, aún así, me regocijaré en el Dios de mi salvación pues Él “ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar”.