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Una vez, después de dar una conferencia en una universidad, me invitaron a ir a uno de los dormitorios para tener un tiempo espontáneo de preguntas y respuestas al que llamábamos una charla con los alumnos, y alguien me hizo una pregunta sobre la Biblia, pero yo no tenía mi Biblia conmigo. Me di la vuelta y dije ¿alguien aquí tiene una Biblia?
Uno de los estudiantes me lanzó un libro. Lo atrapé y lo miré, y vi que era el Nuevo Testamento. Lo lancé de vuelta y dije, yo pedí una Biblia. En ese momento, la gente no sabía a lo que me refería. Bueno, dije, esto es parte de la Biblia. Ese es el Nuevo Testamento.
En esa situación, viví algo que me parece se ha extendido en nuestra cultura y es que la gente actualmente parece creer que la única parte de la Biblia que realmente importa para la vida cristiana es el Nuevo Testamento.
Es como si el Antiguo Testamento no solo fuera arcaico, sino también obsoleto, pasado de moda, sin relevancia para la vida del cristiano. Entonces, antes de continuar en nuestro estudio sobre este panorama general de la Biblia «Del polvo a la gloria», te pregunto: ¿cuál es la importancia del Antiguo Testamento?
Si estudiamos el Antiguo Testamento, vemos que contiene todo tipo de información sobre la creación, sobre las personas, sobre la historia, los conflictos, las guerras, las migraciones, la esclavitud, el pecado, todo tipo de asuntos que ocurren en esta historia dramática.
El Antiguo Testamento no es solo un libro de historia, porque por sobre todo, lo que el Antiguo Testamento logra, amados, es la revelación que Dios hace de Sí mismo.
El personaje principal en el Antiguo Testamento es Dios. Es en las páginas del Antiguo Testamento, cuando Dios revela su ley, cuando revela sus promesas, cuando interactúa con su pueblo pactado en todo lo que dice, y todo lo que hace, cada evento que se registra en el Antiguo Testamento sirve para remover en parte el velo del rostro de Dios y revelar su carácter puro a nosotros.
¿Cómo podría un cristiano llegar a pensar que el Antiguo Testamento es irrelevante? Si fuera irrelevante significaría que el carácter de Dios es irrelevante, y Él es el personaje principal.
En un sentido muy real, el Antiguo Testamento es la autobiografía de Dios. Trata de cómo Él se relaciona con el mundo que Él hace y el mundo que está cayendo. Ahora, al llegar a la siguiente etapa de este relato en el Antiguo Testamento, teniendo esto en cuenta, recuerda que en los dos primeros capítulos de Génesis casi todo lo que se registra va seguido de una bendición excepto por un punto, la primera maldición que se pronuncia en la Escritura es cuando Dios dice que algo no es bueno, después de haber creado el mundo, Dios dijo que era bueno. Luego creó a Adán, lo miró y dijo, hay algo que no está bien aquí. No es bueno que el hombre esté solo.
Y la primera maldición de la Sagrada Escritura fue pronunciada por Dios contra la soledad humana. Entonces, es en ese contexto que Dios realiza la creación especial de la mujer. El hombre y la mujer son así unidos como corregentes con Dios sobre la esfera creada.
Hasta ahora todo va bien, aunque hubo esa maldición sobre la soledad, Dios rectifica y redime esa condición al crear a la mujer. Pero tan pronto llegamos al tercer capítulo de Génesis, de repente, la atmósfera, el ambiente, el tenor, el sonido mismo de la Escritura sufre un sutil cambio.
El ya fallecido Edward Joseph Young, escribió un libro completo sobre el tercer capítulo de Génesis. Empezó ese libro hace décadas diciendo: “Las primeras palabras de Génesis tres, tienen una nota de mal augurio, de un mal resentimiento, una especie de presagio que prepara al lector para una intrusión, una interrupción en el desarrollo de esta majestuosa historia de la bondad de la creación y comienza con estas palabras perturbadoras: «Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho.” Pero la serpiente era más astuta.
No nos hemos encontrado la idea de algo sutil, seductor, sagaz o malicioso hasta este momento.Es decir, las mismas palabras sugieren la intrusión de algo malévolo, algo perverso, algo malo, algo oscuro. ¿Recuerdas a Jesús en el Nuevo Testamento cuando vio que Natanael se le acercaba y lo llamó para ser uno de sus primeros discípulos? ¿Qué dijo Jesús sobre Natanael? “He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño.” No había nada escurridizo, nada escondido, nada oculto o siniestro en este hombre.
Con Natanael, lo que ves es lo que hay, un israelita en quien no había engaño. Bueno, en el capítulo tres de Génesis, se nos presenta a una criatura en quien solo hay engaño, que es la personificación de la astucia.
“La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo”, totalmente engañadora y su astucia siniestra se ve en las primeras palabras que dirige a las criaturas de Dios. He dado conferencias sobre esto muchas veces y he tratado de establecer los paralelos entre las circunstancias que se desarrollan en el paraíso, y las circunstancias que se dieron en el desierto judío, cuando la misma serpiente llegó al segundo Adán con el mismo plan tentador,
Y aquí viene básicamente, con la misma pregunta. La serpiente viene a Eva y le pregunta, ¿Ha dicho Dios? ¿Ha dicho Dios? ¿Les ha dicho Dios que no pueden comer de ninguno de árboles del huerto? Esa es la pregunta, pero ¿qué hay de engañoso en esa pregunta?
Es evidentemente falsa y debió haber sido evidente al instante y lo fue para Eva, que la pregunta que hacía la serpiente estaba contaminada con el error y comunicaba información equivocada y mal informaba, porque es perfectamente claro que Dios no había dicho eso, y con esta pregunta que hizo la serpiente, Eva es la primera en actuar como defensora de la fide, de la fe.
Ella defiende la verdad de Dios, ella defiende la integridad de Dios de esa sugerencia calumniosa. Ella dice, “por supuesto que Dios no dijo que estamos prohibidos de comer de cualquier árbol del huerto, De hecho, Dios dijo que podemos comer de todos los árboles. Él solo colocó límites a un árbol, el cual no debemos tocar, y si lo tocamos, el día que comamos de ese árbol, ciertamente moriremos, pero de todo el resto de los árboles, podemos comer con absoluta libertad.
Lo sutil de esta sugerencia velada de la serpiente es que si Dios pone límites a algo, si Dios dice que no a cualquier punto de tu libertad, si Dios da leyes, si Dios se atreve a ejercer su soberanía sobre ti, si Dios dice qué pueden o qué no pueden hacer, entonces bien podría Él quitarles toda su libertad, porque él los ha reducido a la condición de esclavo, de marioneta o de una herramienta en Sus manos.
Quiero que entendamos aquí que el punto de ataque de la serpiente contra nuestros primeros padres fue atacar la Palabra de Dios. Cuando Satanás llevó, mejor dicho, cuando el Espíritu llevó a Jesús al desierto y Satanás se le acercó después de 40 días y 40 noches, le dijo a Jesús: en primer lugar, si eres el Hijo de Dios convierte estas piedras en pan.
Ahora, ¿por qué no solo vino a Jesús y le dijo, Jesús convierte estas piedras en pan? Así, todo el propósito de la tentación habría sido alterado radicalmente. ¿Por qué?
Considera que la tentación, la propuesta seductora de convertir las piedras en pan, fue precedido por una declaración condicional, una premisa de «si, entonces». Si eres Hijo de Dios, entonces convierte estas piedras en pan.
Ahora, trae a la memoria lo que sucedió en el bautismo de Jesús, que después de entrar en el río Jordán para ser bautizado por Juan y ya el agua había sido derramada sobre él, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió en la forma de una paloma. Y esta es una de las tres ocasiones en el Nuevo Testamento donde se nos relata que Dios habló de manera audible tal como está registrado.
Cuando Jesús en su bautismo oye la voz de Dios, que anuncia de forma audible, “este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Es inmediatamente después de que oye estas palabras que el Espíritu lleva a Jesús al desierto para ser tentado por Satanás.
Ahora, noten que Satanás no viene a Jesús y le dice, “ya que eres el Hijo de Dios convierte las piedras en pan”, sino «Si eres Hijo de Dios». A veces, cuando no estamos seguros sobre una solución o cómo van a resultar las cosas, decimos que las circunstancias están ¿qué? Inciertas. Que son inciertas.
Nosotros no tenemos ninguna seguridad o certeza de que tal o cual cosa va a suceder o que tal o cual cosa corresponde a la realidad. ¿Ves la sutileza?
Satanás se acerca a Jesús y le dice, bueno, si puedes realmente confiar en la Palabra de Dios, pongámoslo a prueba, convierte las piedras en pan, lánzate desde el pináculo del templo y cosas así. Todo el encuentro entre Jesús y Satanás se centró en la fiabilidad de la Palabra de Dios.
No olvides eso, porque si estás seguro dentro del redil del Buen Pastor, si eres cristiano y estás en el seno de la Iglesia de Jesucristo, pero todo eso no es un refugio que sea completamente ajeno al mismo ataque de Satanás, porque este ataque es hecho en este mundo a todo cristiano.
¿Puedes realmente vivir de toda palabra que procede de la boca de Dios? No hay mayor controversia en la iglesia de hoy que el tema de la fiabilidad, la fiabilidad de este libro, de la Palabra de Dios. La serpiente no se limitó solo a elevar esta propuesta en dos ocasiones en la historia del mundo.
Es su modo de operar favorito. Mientras tanto, de regreso en el huerto de Edén, él vino a Eva y le dijo, «Dios dice que no puedes comer de ninguno de los árboles del jardín».
Ella le respondió, por supuesto que no. Ella defendió la verdad de Dios. La mujer dijo, «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis. Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis. Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.”
Ahora, ya no hay sutileza y un ataque directo a la verdad de Dios es lanzado por la serpiente, que abiertamente contradice lo que Dios ha dicho.
Dios dijo, si haces esto, esto te pasará. Si comes de ese árbol, ciertamente morirás.
Satanás dice, no morirás.
Satanás dice, no morirás.
Satanás dice, no morirás.
Satanás está diciendo que pueden desobedecer a Dios y salirse con la suya, pueden transgredir la ley de Dios sin afrontar ninguna consecuencia. Tú puedes cometer traición cósmica en contra de tu Creador y no hay pena de muerte porque Dios ama a todos incondicionalmente.
Ese es el mensaje que escucho no del mundo secular, sino que lo escucho de la iglesia. Es el mismo mensaje. No vas a morir, no vas a morir, no vas a morir, así que adelante, come.
Una vez más, la sutileza logra su objetivo. “Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.” ¡Oh! ¿Qué respondió ella a esto? ¿Qué quieres decir con que voy a ser como Dios? ¿Yo ya soy como Dios? ¿No me creó Dios a su imagen? ¿No me creó Dios a su semejanza? Ya soy como Dios. ‘En ese sentido, sí’ dice la Serpiente; en sentido general, en el espectro amplio de semejanza, pero yo hablo de ser realmente como Dios, en el sentido divino. Una semejanza, una semejanza Eva, que va a borrar la distinción entre criatura y creador.
No serás simplemente mortal, finita y limitada, sino que pasarás al siguiente nivel. Podrás tener el tipo de conocimiento que Dios tiene. Tú serás como Dios. Ahora, los teólogos ven esto en la historia y dicen que lo que está pasando aquí en esta tentación es una invitación a la autonomía, a que la criatura se gobierne a sí misma, a aferrarse al autogobierno.
Autonomía significa ser la ley para uno mismo. Una vez más, ¿cuál es la dinámica aquí en la historia de la caída, ¿cuál es el conflicto? ¿Cuál es el punto básico de colisión? La colisión se produce en el punto de impacto entre la voluntad de Dios y la voluntad del hombre. Es una batalla por la soberanía, es una batalla por la autoridad.
¿De quién es el mundo? ¿Las palabras de quién prevalecerán? Satanás dice: Si tan solo saboreas esa fruta, caerá el yugo de la esclavitud que el creador ha puesto sobre ti. Él ya no será soberano, porque ya en ese árbol, justo ahí está el fruto de la soberanía, de la autonomía. ¿Quién es el que está hablando?
Aquel que es descrito de diversas maneras y medios a lo largo de la Sagrada Escritura, que está representado principalmente en el Nuevo Testamento por el hombre de pecado, que es siempre el enemigo de la ley de Dios. Él le dice a Eva: Eva ¿quieres vivir tus días bajo la ley cuando puedo darte libertad de la ley? Este es tu boleto a la soberanía.
“Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido con ella y él comió,” y luego …, los ojos de ambos se abrieron.
De repente, sabían el bien y el mal, pero no se escapaban de la soberanía de Dios. Sus ojos fueron abiertos, pero ¿qué vieron? Ellos vieron su vergüenza.
De repente se dieron cuenta de su desnudez, de su bancarrota, de su empobrecimiento, y huyeron para esconderse de la presencia de Dios. Piensa en esto, tú has sido hecho para correr a la presencia de Dios, para deleitarte en la presencia de Dios, para disfrutar de la presencia de Dios mientras Él se mueve en la frescura de la tarde, pero aquí sucede algo que coloca una barrera, un abismo, una pared, como lo quieras describir, entre la dulzura de la comunión que era el propósito de Dios para ti en tu propia existencia humana.
Ahora, en vez de apresurarse a abrazar su creador cuando entra en el huerto, las primeras criaturas corren por sus vidas y se ocultan, se convierten en fugitivos de la mirada de Dios . Y, amados, hemos seguido esa ruta desde ese mismo día, y el resto de la historia de este libro «Del polvo a la gloria» no se trata de la búsqueda de Eva y Adán tratando de encontrar a Dios.
No se trata de la determinación de Eva y Adán para salir de detrás de los arbustos y abrazar de nuevo la dulzura y la santidad de Dios, sino que todo el resto de este libro es la historia de Dios buscando a sus criaturas, inclinándose para cubrir su desnudez, tratando con su vergüenza, cubriendo su culpa y restaurándoles a su posición como los portadores de la imagen de Dios.