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Estamos examinando el Antiguo Testamento en busca de las doctrinas de la gracia. Ahora llegamos a dos profetas Ezequiel y Daniel, y al mirar estos dos libros proféticos seguimos viendo la doctrina de la gracia soberana de Dios y la soberanía de Dios sobre todas las cosas de la vida.
Así que por favor tomen sus Biblias y vayamos al libro de Ezequiel, y en el capítulo 2, versículos 3 y 4, vemos algunas evidencias iniciales de la Depravación Total del hombre: “Entonces me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel”, —y ahora la descripción de los hijos de Israel “a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí”, nuevamente se trata de judíos de nacimiento, pero que no han nacido de nuevo, no han venido a un conocimiento salvador de Dios, por lo tanto sus corazones son obstinados y ellos son rebeldes, se sublevaron contra Dios ellos “y sus padres se han levantado contra mí hasta este mismo día” —En otras palabras, esto ha sido así de generación a generación.
Versículo 4 Dios le dice a Ezequiel: “A los hijos de duro semblante y corazón empedernido, a quienes te envío”, fue una advertencia para el profeta de que su mensaje no sería bien recibido. El problema no es el mensaje ni el mensajero, el problema está en los oyentes que tienen oídos, pero no oyen, tienen ojos, pero no ven; y el mensaje no será recibido sin la gracia soberana, sin que Dios abra los ojos, y abra los oídos, y abra el corazón.
Vayamos al capítulo 11, Ezequiel capítulo 11, versículos 19 y 20, donde vemos lo que debe ocurrir para que el mensaje sea recibido, y lo que tuvo que ocurrir en tu vida para que recibieras el mensaje de salvación del Señor, Dios dijo: “Yo les daré un solo corazón”, en otras palabras, Dios les dará un nuevo corazón y será el mismo corazón para todo el que se convierta en un verdadero creyente, el corazón que le da a uno es el corazón que le da a otro, es un corazón receptivo, es un corazón enseñable, es un corazón creyente, este es el corazón que Dios debe dar para que el mensaje sea recibido y creído.
Versículo 19: “Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo”, aquí ‘espíritu’ debe entenderse con ‘e’ minúscula, una nueva actitud, una nueva persona interior, nuevos afectos, nuevos deseos para recibir ahora el mensaje que el profeta trae: “Y quitaré de su carne el corazón de piedra”, su viejo corazón aquel con el que nacieron físicamente era un corazón espiritual lleno de incredulidad, era un corazón muerto, era un corazón endurecido hacia las cosas de Dios, era un corazón que se resistía al mensaje de este profeta y de otros profetas anteriores.
Para uno poder venir al conocimiento salvador de Dios, Dios debe hacer lo que el hombre no puede, Dios debe hacer lo que nadie más puede hacer, Dios debe quitar ese viejo corazón, debe haber un trasplante de corazón, y en su lugar se debe colocar un nuevo corazón.
Así que sigamos leyendo, el versículo 19: “Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”, cuando dice un corazón de carne no se refiere un corazón de carne fisica, es una metáfora, es una analogía, y el corazón de carne contrasta con el corazón de piedra, el corazón de piedra no tiene vida, está muerto. Mientras que el corazón de carne está vivo, tiene un pulso espiritual por así decirlo, es receptivo al mensaje de Dios, a la verdad que traerían los profetas; así que dice: “Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”.
Observen también los pronombres que aparecen aquí, en primera persona del singular: ‘Yo’, “Yo les pondré un corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo”. —Yo les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen “y pondré en ellos un corazón de carne”. Fíjense que no dice ‘nosotros’ no se trata de Dios y el hombre trabajando juntos en una regeneración sinergista; es una regeneración monergista, monergista significa que solo hay agente activo que está operando y no es otro que Dios mismo, no es una sociedad entre Dios y el hombre, esta es la realidad del nuevo nacimiento, esta es una regeneración soberana que solo Dios puede llevar a cabo.
En la Iglesia evangélica promedio de hoy, no verían una regeneración monergista sino que dirían ‘nosotros’, esto es lo que Dios hace y esto es lo que yo hago, trabajamos juntos en esto. Bueno, nada podría estar más lejos de la verdad, en toda la Biblia no hay ningún pasaje que hable con ese tipo de vocabulario o lenguaje, cada vez que la Biblia se refiere al nuevo nacimiento siempre alude a él como una obra que solo Dios realiza.
Quiero hacer una pregunta ¿qué rol desempeñaste tú en tu nacimiento físico? —¡Estoy esperando! — Eres bueno, pero tan bueno, ¡ninguno! No tuviste nada que ver en tu nacimiento físico, Dios simplemente actuó y tú apareciste, lo mismo es cierto en tu nacimiento espiritual, no hay nada que tú o yo hayamos hecho, fuimos pasivos, Dios fue activo.
El resultado del nuevo nacimiento es que nos arrepentimos y creemos, pero los corazones de piedra no se arrepienten, los corazones de piedra no creen, los corazones de piedra solo rechazan el evangelio, es por eso que para que alguien crea el evangelio, primero Dios debe cambiar su corazón y darle un corazón de carne, y luego darles el don del arrepentimiento y darles el don de la fe para que puedan creer en el Señor.
Todo esto ocurre en un instante, pero hay una causa y efecto, hoy el cristiano promedio diría: cree y nace de nuevo, pero la Biblia no habla así, la Biblia dice debes nacer de nuevo, entonces creerás, entonces te arrepentirás, todo esto ocurre en un milisegundo, pero no obstante hay una causa y efecto, primero Dios da un corazón de carne, luego nosotros somos capacitados para creer, así es el control que Dios tiene en este nuevo nacimiento.
¿Y cuál es la evidencia? ¿Cómo sabemos que Dios ha dado un corazón de carne?, es decir, ¿cuál es la prueba externa?, bueno, el siguiente versículo continúa la oración y nos da lo que en realidad es una firme seguridad de salvación, en el versículo 20: “Para que anden”, y se refiere aquellos que han tenido un trasplante de corazón espiritualmente hablando, se refiere a aquellos cuyo corazón de piedra ha sido quitado y han recibido un corazón de carne para que ellos —y podríamos añadir— y solo ellos “anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan”, como ven, la obediencia de corazón a la palabra y la voluntad de Dios se convierte en la prueba más segura de que uno ha nacido de nuevo de arriba.
¿Qué dijo Jesús en Mateo 7:21? “No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, no está diciendo que ganamos la salvación haciendo la voluntad de Dios, sino que está diciendo que la prueba más segura de que uno realmente conoce al Señor es la obediencia de corazón en nuestra vida, es lo que dice claramente.
Solo la fe salva dice Juan Calvino, pero la fe que salva nunca está sola, la fe que salva es una fe activa que tiene buenas obras y en Efesios 2, versículos 8 al 10 aprenderemos que somos salvos por gracia mediante la fe para buenas obras, tus buenas obras no te llevarán al cielo, sino que tus buenas obras te seguirán al cielo y si tienes una fe verdadera, genuina, estará unida a la obediencia, a la voluntad y la palabra de Dios, y habrá una obediencia de corazón, es decir, no esforzada, uno simplemente ama hacer la voluntad de Dios, uno se deleita en obedecer la Palabra de Dios. Este es un texto maravilloso.
Y luego el versículo 20 concluye: “Entonces” —esa es una palabra importante— “Entonces serán mi pueblo”, ¿quiénes son ellos? Bueno, son aquellos a los que se les ha quitado el corazón de piedra y han recibido un corazón de carne, y ahora ellos con un nuevo corazón están caminando en los mandamientos del Señor, estos y solo estos serán mi pueblo, y solo para ellos seré su Dios. Esta es una doctrina potente, esta es la verdad de la Palabra de Dios. Y como vemos está en el Antiguo Testamento, los profetas enseñan el nuevo nacimiento.
Ahora quiero que vayamos al capítulo 36, Ezequiel 36 —y Ezequiel abundará sobre esto un poco más—, en Ezequiel 36, versículos 25 al 27 habrá una reafirmación de lo que acabamos de ver en el capítulo 11, versículos 19 y 20, esta es ahora una repetición —aunque levemente expandida— la repetición de eso subraya su importancia.
Entonces, comenzando en el versículo 25: “Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios”, está claro que antes estaban sucios, estaban mugrientos, como judíos eran el pueblo de Dios, ellos iban al templo, escuchaban la predicación de la Palabra, iban a las fiestas y a los festivales, y sabían acerca de Dios, pero no estaban limpios, sus pecados nunca habían sido lavados, nunca habían pasado por el lavamiento de la regeneración del cual Tito 3:5 habla.
Así que dice, “Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios”, no está hablando de un baño físico, está hablando de un baño espiritual, y creo que esta es la referencia que hace Jesús en Juan 3, versículo 5: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”, ahí el agua no se refiere a agua física como si hubiera que bautizarse para ir al cielo, aquí el agua se refiere metafóricamente a la limpieza del Espíritu Santo en el milagro del nuevo nacimiento, en este pasaje de Juan 3 se usan dos metáforas del nuevo nacimiento, una es el agua y una es el viento.
Y en Juan 3, versículo 8 dice: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va, así es todo aquel que es nacido del Espíritu”; dos metáforas para el misterioso ministerio del Espíritu Santo en el nuevo nacimiento. Él actúa como el viento y obra como el agua, al igual que el viento es poderoso e invisible no se puede ver al Espíritu Santo, pero se siente la fuerza en el poder del Espíritu cuando sopla. Y lo mismo es cierto del agua, uno es lavado y limpiado desde adentro, es decir, Él lo deja bastante claro aquí en el versículo 25 porque sigue diciendo “de todas vuestras inmundicias os limpiaré”.
Uno pregunta ¿qué tipo de inmundicia? Bueno, sigamos leyendo “y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Sí, ahora queda muy claro, se refiere a la contaminación espiritual, la idolatría y la inmoralidad dentro de su propio corazón. Esto ocurre en la regeneración soberana, esto ocurre en una regeneración monergista.
Miren ahora el versículo 26 “os daré un corazón nuevo”, en Ezequiel 11, versículo 19 dice “les daré un solo corazón”, queriendo decir que cada creyente recibirá un mismo nuevo corazón, aquí dice “os daré un corazón nuevo”, Él nos dará algo que antes no teníamos, nos dará algo que es lo contrario de lo que antes habíamos experimentado, a la voluntad, porque la voluntad es simplemente una sierva del corazón, la voluntad hace lo que desea el corazón.
“Os daré un corazón nuevo”, y en la cultura hebrea el corazón se refiere a toda la persona interior, se refiere a la mente, se refiere a los afectos y deseos, y también se refiere “y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros”, una nueva disposición, nuevos apetitos, nuevos deseos, nuevas aspiraciones, ya no desearán cosas terrenales, ahora procurarán las cosas espirituales, ya no se buscará el interés propio sino a Dios su gloria y su Reino. “Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra”, ya leímos eso en Ezequiel 11:19 “Y os daré un corazón de carne”, te sacaré el corazón muerto y te daré un corazón vivo, te sacaré el corazón no receptivo y te daré un corazón receptivo.
Versículo 27 “Pondré dentro de vosotros mi Espíritu”, el Espíritu Santo con ‘E’ mayúscula. Antes tu vida estaba vacía, antes el templo de tu cuerpo estaba desocupado, eras el caparazón vacío de una persona viviendo una vida vacía, no había nada de Dios en ti, estabas sin Dios, pero ahora pondré dentro de vosotros mi Espíritu, será una profunda obra de la gracia de Dios, no se queda meramente en la fachada externa de tu vida, no es solo una religión externa, no; Él pone su Espíritu dentro de nosotros en la profundidad misma de nuestro ser más íntimo, en el epicentro de nuestra alma, ahora todo va operar desde adentro hacia afuera, pondré dentro de vosotros mi Espíritu, fíjense en el verbo “y haré que andéis en mis estatutos”, es un impulso divino, muy potente para caminar ahora en la Palabra de Dios.
No estamos en una posición neutral como si estuviéramos parados en el medio de la cerca, no, Dios te lleva totalmente hacia su lado y el Espíritu Santo de Dios dentro de ti está en esencia, empujándote en la dirección correcta y haciéndote caminar en sus estatutos ¡y lo harás! “Y haré que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”, aquí no habrá excepciones, cada persona que genuinamente ha nacido de nuevo ha sido regenerada y espiritualmente resucitada por el Espíritu Santo de Dios, cumplirá cuidadosamente los preceptos de Dios porque ahora tiene un nuevo corazón, y si no es así, es una clara prueba de que no has recibido un nuevo corazón, tienes una religión, pero no tienes la realidad en el corazón.
Ahora muy rápidamente el capítulo siguiente, Ezequiel 37 habla de una futura resurrección espiritual del pueblo de Dios, en un momento cuando ellos estaban espiritualmente muertos en delitos y pecados: “La mano del Señor vino sobre mí”, versículo 1 “y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en el medio de valle que estaba lleno de huesos”, solo huesos muertos que representaban a Israel, el pueblo de Dios en un estado de muerte espiritual, inertes, ellos tienen un viejo corazón de piedra, no tienen al Espíritu Santo de Dios en su interior, no están caminando en los preceptos de Dios de corazón.
“Y Él me hizo pasar en derredor de ellos; y he aquí eran muchísimos sobre la superficie del valle”, en otras palabras, casi la nación entera, “y he aquí estaban muy secos”, no solo secos, ¡muy secos! No solo muertos, ¡muy muertos! Espiritualmente hablando.
“Y Él me dijo: Hijo de hombre ¿vivirán esos huesos? Y yo respondí” —y esta es una buena respuesta—, “Señor Dios, tú lo sabes. Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd la Palabra del Señor”, eso es lo que yo haga cada vez que me paro a predicar, hay algunos huesos secos en los asientos, que en realidad son ataúdes, y me paro a predicar a huesos secos, tengo muchas almas vivientes, pero entre las almas vivientes siempre hay huesos muertos esparcidos, y alguien dirá, es inútil predicar a huesos secos, ¿qué pueden hacer los huesos secos? Nada, a menos que haya un movimiento del Espíritu de Dios y una resurrección espiritual por la cual son levantados a la vida y a creer.
Luego, el versículo 5 “Así dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí, haré entrar en vosotros espíritu, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, haré crecer carne sobre vosotros, os cubriré de piel, y pondré espíritu en vosotros, y viviréis; y sabréis que yo soy el Señor”, escuchen, cuando predico a los huesos secos solo llega a oídos sordos, tiene que haber otro predicador ahí ese día, tiene que estar Dios predicando a esos huesos secos, y mi voz solo puede ir hasta el oído y no puede ir más allá, tiene que haber una voz más fuerte, más potente que la lleve del oído al corazón y le diga al corazón levántate, y el que habla, el segundo predicador, infunde vida en los muertos.
Versículo 7 “Profeticé, pues, como me fue mandado”, y eso hace cada predicador del verdadero evangelio de Jesucristo, hacemos lo que aparentemente en términos humanos es ilógico e imposible, hablamos a hombres muertos “y mientras yo profetizaba, hubo un ruido, y luego un estremecimiento y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí había tendones sobre ellos” —y ustedes conocen el relato, ellos volvieron a la vida.
Este es el milagro del nuevo nacimiento, y esto representa un momento en la historia del pueblo de Dios en Israel cuando habrá una resurrección espiritual, y creo que es Romanos 11, al final de la era todo Israel será salvo y habrá una gran reunión de judíos en una relación salvadora, en un conocimiento salvador de Dios, pero será Dios el que sople vida en su antiguo pueblo y ellos serán su pueblo, y Él será su Dios.
Vamos por favor muy rápidamente a Daniel, Daniel capítulo 2, y solo quiero que vean algunos versículos que hablan de la soberanía de Dios, no se refieren a las doctrinas de la gracia particulares, respecto a la salvación, sino al principio general de la soberanía divina, y es bueno que veamos que Dios puede hacer todo lo que le plazca, y eso es cierto no solo con los reyes y gobernantes, sino que también es cierto acerca de los pecadores.
Pero en Daniel capítulo 2, versículo 21, leemos, “Él es —refiriéndose a Dios— quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos”. Sí, es Dios quien es el Dios de la historia, el Rey de reyes está sobre los reyes de la tierra, Él saca a uno y eleva a otro, según sus propios propósitos soberanos, este es Dios.
En Daniel, capítulo 4, versículo 17, leemos algo muy similar, que “el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place, y pone sobre él al más humilde de los hombres”, y luego al final de este capítulo, Daniel capítulo 4, versículo 34, esto viene de Nabucodonosor, quien era el hombre más poderoso en la tierra hasta que Dios lo humilló, y ahora este es su testimonio: “Yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre —y esto es lo que dijo— porque su dominio es un dominio eterno”, él se da cuenta de que es un rey que fue sacado de tu trono y otro rey lo sucederá, pero no el verdadero Rey de reyes, Él reina con esplendor y soberanía por siempre “y su reino permanece de generación en generación. Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada”.
Ahora tienen importancia para él, pero nada de la influencia y del poder de ellos puede siquiera hacerlo alterar sus propósitos un ápice, sino que Él actúa conforme a su voluntad, “mas Él actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo, y entre los habitantes de la tierra, nadie puede detener su mano, ni decirle ¿qué has hecho?”, ¡este es Dios!
No un pequeño figmento de la imaginación de los hombres de hoy, algunos suponen que Dios está tirando la cuerda con Satanás, y si tan solo podemos alinear suficientes personas a un lado de la cuerda con Dios, podemos ayudar a tirar y vencer a Satanás. Dios es el único soberano, y establece reyes y depone reyes, y hace lo mismo en su reino espiritual y lleva personas a su reino por su misericordia y su gracia, y ningún corazón endurecido resistirá en aquel día porque Él dará un nuevo corazón, y creerán y llegarán a ser hijos e hijas en su reino.