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Hace algunos años, un profesor del Seminario Teológico Gordon Conwell, al norte de Boston, el Dr. David Wells, publicó un libro que cayó como una bomba entre el círculo de los teólogos de la nación. El título en español sería; «No hay lugar para la Verdad». Y el subtítulo, lo encuentro significativo, ya que él usó la frase: «¿Qué pasó con la Teología Evangélica?». Este libro causó gran revuelo en el mundo evangélico. El Dr. Wells expone aquí su preocupación por la desaparición de la teología confesional en la vida de la iglesia de hoy.
Me gustaría iniciar esta serie leyendo un breve comentario de este libro del Dr. Wells. Él hace esta declaración: «La desaparición de la teología en la vida de la iglesia y la orquestación de esa desaparición por parte de algunos de sus líderes es difícil no notarlo hoy en día, pero, por extraño que parezca, no es fácil de probar. Es difícil pasar por alto en el mundo evangélico la adoración vacía que es muy frecuente, por ejemplo, en el cambio del foco central de la fe: de Dios a uno mismo y la predicación psicologizada que sigue a este cambio. En la erosión de su convicción, en su pragmatismo estridente, en su incapacidad para pensar agudamente sobre la cultura, y en el deleite de lo irracional».
Hace poco asistí a una reunión, en Filadelfia, era con la junta directiva de una organización conocida por la sigla ACE, que es la Alianza de la Confesión Evangélica, la cual se reunió en primer lugar debido al estímulo que produjo el libro del Dr. Wells, ya que este grupo estaba preocupado por ayudar a llamar a la iglesia de vuelta a su raíz confesional, entendiendo que El cristianismo tiene una teología.
Ahora bien, el propósito de esta serie que iniciamos hoy es dar una visión general, una especie de vistazo de la esencia de esa teología que se llama la Teología Reformada, a diferencia de otras ramas del cristianismo histórico. No tendremos tiempo o la oportunidad de ver todos los detalles de la Teología Reformada, pero quisiera darles una especie de compendio, una introducción a las ideas principales que encontramos en la Teología Reformada.
La primera cosa que quiero mencionar hoy es que la Teología Reformada es una teología. Ahora eso suena algo redundante, lo sé, pero quiero dejar en claro una distinción y es que hay una diferencia entre religión y teología. Una de mis ilustraciones favoritas para esto surge de una experiencia personal que viví años atrás. Fui invitado por la facultad y la administración de una universidad en el oeste medio del país era una universidad cristiana, y estaban sin presidente en ese momento, y como resultado, la escuela estaba pasando por un período de auto-evaluación, ellos me pidieron que hablara a la facultad acerca del tema «¿Qué es una universidad cristiana?».
Cuando aparecí en el campus, el decano me saludó y me dio una gira rápida por las instalaciones, y cuando pasábamos por el edificio de las oficinas de la facultad, noté que una de las puertas de las oficinas tenía grabado en la parte superior el nombre, «Departamento de Religión». Yo no dije nada, solo lo guardé en mi mente por un momento, y luego más tarde, en la noche, cuando me dirigí a los profesores con el tema, «¿Qué es una universidad cristiana?», antes de empezar mi mensaje, les pregunté. Les dije: «Me di cuenta esta tarde que tienen aquí en la universidad un Departamento de Religión. Y mi pregunta es, ¿este departamento siempre se ha llamado el Departamento de Religión?». Y hubo un profesor ya mayor al fondo de la sala que levantó la mano y dijo: «No, antes solía ser llamado. El Departamento de Teología. Lo cambiamos hace unos 30 años. por el Departamento de Religión». Le dije :» Bueno, ¿por qué lo cambiaron?». Él no sabía. Y pregunté al resto de la facultad, pero empezaron a especular acerca del cambio.
Dijeron: tal vez para facilitar a nuestros estudiantes el transferir sus créditos académicos de nuestra institución a otras universidades, etc. Bueno, en ese instante cambié a la siguiente pregunta: «¿Qué es una universidad cristiana?», o ¿qué es la educación cristiana?
Les recordé a mis colegas esa noche que hay una profunda diferencia entre el estudio de la religión y el estudio de la teología. Ahora, para aquellos que están viendo esta presentación, he puesto en mi pizarra un breve esquema donde hago una distinción entre dos enfoques que hay al tratar el tema de la fe. Uno, al que llamó centrado en Dios; y otro, centrado en el hombre.
Y la ilustración que utilizo aquí tiene un círculo con la palabra teología en ella y una línea que viene por debajo de ella a un sub-círculo, que dice: antropología. Y el propósito de mi diagrama es mostrar que en un enfoque de la fe centrado en Dios, la disciplina o el estudio de la humanidad, la ciencia de la antropología está incluida en la ciencia de la teología.
Esto refleja de alguna manera la forma en que los cursos universitarios se estructuraban en la Edad Media cuando se decía que la teología era la reina de las ciencias, con la idea de que todas las otras disciplinas en la educación estaban incluidas en la búsqueda de la verdad última que se encuentra en el estudio de la naturaleza y el carácter de Dios.
Y supone que el estudio de la humanidad se buscó siempre a la luz de nuestra comprensión de Dios, ya que el hombre es creado por Dios y que somos portadores de la imagen de Dios, para tener una adecuada comprensión de lo que significa ser humano primero tenemos que estudiar el prototipo en lugar de mirar a su reflejo.
Y a continuación, por debajo de la línea central, tengo contenido en un círculo el enfoque del hombre centrado en las cosas que ve la antropología, y luego bajo este un círculo más pequeño que dice religión. Si vamos a las universidades seculares de hoy y estudiamos religión generalmente esos estudios se llevarán a cabo en el marco del Departamento de Sociología o de Antropología.
Y la diferencia es esta: el estudio de la teología es el estudio de Dios en Sí mismo, primero y ante todo. El estudio de la religión es el estudio de un tipo particular del comportamiento humano. Nos damos cuenta que hay todo tipo de religiones en el mundo, y cuando las personas están involucradas en la religión, están involucrados en cierta cosas características como la oración y la adoración y el sacrificio y el canto y la devoción y ese tipo de cosas, todas pertenecientes a la parafernalia de las religiones humanas.
Y cuando estudiamos la religión desde una perspectiva humana, estamos examinando cómo personas que tienen ciertas creencias sobre lo sobrenatural se comportan en su vida personal y en su vida de culto. Pero cuando digo desde un principio que la Teología que la Teología Reformada es una teología, no una religión, quiero decir con esto que no es simplemente una manera de comportarse, que se puede determinar mediante el estudio de los asuntos humanos, se trata más bien de un sistema de creencias que es de hecho una visión de la vida y del mundo entero con Dios en el centro.
Ahora, vivimos en una cultura que tiene ciertos axiomas y adagios que son populares en la nomenclatura del día. Ustedes deben haber escuchado decir: que no importa lo que creas mientras seas sincero. Y esa idea comunica que lo que a Dios le preocupa realmente de nosotros es que seamos religiosos. No importa cuál sea la religión, siempre y cuando seamos sinceramente religiosos.
Bueno, esa idea está en un punto de colisión con el cristianismo bíblico, porque en primera instancia la Biblia reconoce que el hombre es incurablemente religioso, es homoreligiosus, y donde quiera que miremos en el mundo, nos encontramos con todo tipo de manifestaciones religiosas. Cuando el pueblo judío fue llamado por Dios y consagrado y apartado para ser una nación santa, no eran las únicas personas religiosas en el mundo.
Todas las naciones alrededor de ellos tenían sus religiones particulares. Pero cuando Dios hizo pacto con su pueblo y los llamó a ser santos, a ser diferentes en el comienzo mismo de su ley. Él dejó algunas cosas absolutamente claras. Lo primero fue, «No tendrás dioses ajenos delante de mí». Y lo segundo, «No harás para ti mismo ninguna imagen».
Al comienzo del pacto del Antiguo Testamento en el Sinaí hubo un énfasis en una fe que había de ser diferente a las otras religiones, una fe que se centró y se centra en el carácter mismo de Dios. Ahora, sabemos lo que ocurrió muy temprano en la historia de Israel en el Antiguo Testamento. Recientemente tuvimos una conferencia en Orlando sobre lo esencial de la fe Cristiana, y pedí la atención para ver un incidente que quedó registrado en el capítulo 32 del libro del Éxodo, voy a leerles una parte de este episodio, empezando con el verso 17. Leemos lo siguiente: «Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo».
Ahora imagínense este escenario. Moisés acaba de regresar del Monte Sinaí. Él ha estado a solas con Dios, conversando con Dios, por así decirlo, cara a cara. Y cuando él desciende de la montaña, se encuentra con Josué, y Josué viene a Moisés y le dice que escucha este ruido fuerte proveniente del campamento.
Y el primer instinto de Josué fue imaginar que había algún tipo de guerra porque no se escucha este tipo de gritos, chillidos y alaridos de un tumulto de gente excepto en el campo de batalla. Pero a medida que se acercaba, dijo «espera un minuto». No es el sonido de la victoria, no es el sonido de la derrota.
Es el sonido de cantos lo que escucho. Y se dio cuenta de que se estaba acercando a la gran asamblea de los hijos de Israel, ya que habían sido convocados para la observancia religiosa cantando vigorosamente en la celebración de su religión, pero fue una celebración que se centró en un becerro: Un becerro de oro que el pueblo le había impuesto y suplicado al sumo sacerdote Aarón que les hiciera, para que pudieran tener un dios como todas las otras naciones, un dios que fuera tangible, un dios que pudieran ver, un dios que fuera contemporáneo, un dios que fuera relevante, un dios con el que pudieran emocionarse.
Y el primer sumo sacerdote consagrado por Dios mismo sucumbió a las demandas de la gente, y les construyó un becerro de oro. Ahora, mientras tanto, en lo que esto ocurría, inicialmente Moisés, usted recuerda, había estado en el Sinaí en una relación con Dios. Y Dios sabía lo que estaba pasando al pie de la montaña, pero Moisés no.
Escucha lo que Dios le dijo a Moisés en el versículo 7: «Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende,.. porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; »
Las personas se dedicaban a la religión, pero la religión que estaban celebrando era una religión que tenía una teología de este mundo, una teología que distorsionaba y corrompía el propio carácter de Dios, una teología que se alejó de la adoración verdadera y digna de Dios a la adoración de cosas hechas por el hombre.
Y Dios dijo a Moisés: Mira esto, ellos están adorando este becerro. Y están diciendo que este es el dios.. que los sacó de la tierra de Egipto, como si ese becerro, hecho por sus propias manos, pudiera haberles liberado de cualquier cosa. Ellos oraron al becerro; le ofrecieron adoración y sacrificios. Y el becerro era sordo, el becerro era mudo. No podía ver nada, no podía hacer nada. No era omnipotente, sino impotente. Pero fue un sustituto del Dios vivo.
Ahora bien, en el primer capítulo de Romanos, el apóstol Pablo dice que Dios se ha revelado, él mismo a través de las cosas que fueron hechas manifiestas claramente, de manera que todos en este mundo conocen el eterno poder y divinidad de Dios. Y sin embargo, el principal pecado de la humanidad es tomar ese conocimiento de Dios y menospreciarlo, para hacer lo que el Apóstol dice en Romanos: que detienen con injusticia la verdad, y luego intercambian esa verdad por la mentira y sirven a las criaturas antes que al Creador.
El intercambio es entre lo incorruptible, trascendente, santo que Dios es, por la corrupción de las cosas hechas por hombres. En otras palabras, amigos, el pecado más básico que nosotros, y no solo los aborígenes paganos o las tribus primitivas cometen, sino el que nosotros cometemos, lo que nos acosa la tendencia a la idolatría. Y la idolatría involucra religión, pero incluso la religión cristiana puede ser idólatra. Cuando despojamos a Dios de sus verdaderos atributos y ponemos en el centro de nuestra adoración algo que no sea Dios mismo.
Ahora bien, si vamos a mirar la esencia de la Teología Reformada, tengo que decirles que el foco más estricto de la Teología Reformada está en la teología, en el conocimiento del Dios verdadero. Vivimos tiempos donde la gente dice que la teología no importa. Esto es lo que denuncia David Wells en su libro, «No hay lugar para la Verdad».
Lo que cuenta es sentirse bien, ser servidos en nuestras necesidades psicológicas, tener un lugar donde podamos sentir al calor del compañerismo y tener un sentido de pertenencia y de relevancia. Y la teología es algo que divide, algo que suscita controversia y debates. No necesitamos doctrina, se nos dice, necesitamos vida.
En el corazón de la Teología Reformada está la afirmación de que la teología es vida, porque la teología es el conocimiento de Dios. Y no hay conocimiento más importante que exista para informar a nuestras vidas que el conocimiento de Dios.
De esto trataba la Reforma Protestante. Hubo escándalos en el sacerdocio, se nos dice que había problemas de inmoralidad, tanto entre el pueblo católico romano como entre los protestantes. Y Lutero en ese momento dijo que Erasmo atacó al Papa en su vientre. Él dijo yo lo ataqué en su doctrina. Lutero aún admitió haber dicho: hay comportamientos escandalosos entre nuestra propia gente, pero lo que tratamos de hacer primero es venir a una comprensión profunda de Dios, porque nuestras vidas nunca serán reformadas, nunca serán puestas en conformidad a Cristo hasta que antes tengamos una comprensión clara del original, del modelo, del ideal, de la verdadera humanidad que se encuentra en Cristo. Y eso es una cuestión de teología.
Así que empecemos con el claro reconocimiento de que la fe Reformada es una teología, una teología que impregna toda la estructura.