Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.Transcripción
Continuando nuestro estudio sobre los temas básicos de la Teología Reformada, recordarán que en nuestra última sesión vimos el principio formal de la Reforma Protestante – la doctrina de Sola Scriptura. Y hoy estaremos viendo lo que los historiadores llaman la causa material de la Reforma – la controversia central sobre la cual se desencadenó todo el debate, me refiero a la doctrina de Sola Fide.
Y el término sola fide contiene la palabra sola, lo que significa solamente, y fide es la palabra para fe que proviene de fidelis. Como el lema de la Infantería Marina estadounidense: semper fi de semper fidelis, o el himno Adeste Fidellis, Venid Fieles Todos.
Sola Fide significa solamente por fe, y esta fue la afirmación central de Martín Lutero que provocó la gran controversia del siglo dieciséis. Y él respondía a la pregunta: «¿Cómo se justifica una persona delante de Dios?». Ahora bien, antes de dar una breve exposición de la doctrina de la justificación solo por fe, quiero tomar unos minutos… para recapitular sobre la urgencia que los maestros reformadores tenían con este tema.
Ellos no pensaban que el debate sobre justificación fuera un argumento de algún punto sutil de la teología en el que los teólogos se reunieran y discutieran asuntos secundarios y demás, sino que estaban convencidos de no solo la verdad de la justificación solo (solo) por fe, sino que también creían que era de vital importancia. Lutero decía que la justificación solo por fe es el artículo sobre el que la iglesia se mantiene o cae.
Ahora podemos ver eso desde el punto de vista del Siglo XX tal vez como una exageración o como una sobrevaloración, pero yo solo estoy mencionando a esta altura, que era claramente la convicción de Lutero de que esta doctrina era muy importante ya que tocaba el corazón y el alma del evangelio mismo.
Y de nuevo, es la afirmación de Lutero que la justificación es el artículo sobre el cual la iglesia se sostiene o cae, y es el artículo sobre el que se sostiene o cae porque es el artículo que nosotros entendemos que nos revela cómo somos redimidos.
Calvino adoptó una visión similar de la importancia de la doctrina. Él utilizó una metáfora diferente. Dijo que la justificación solo por fe es la bisagra sobre la cual todo gira en la vida cristiana. En nuestros días J.I. Packer, en su prefacio a la obra de Buchanan del Siglo XIX sobre la justificación, utiliza otra llamativa metáfora en la que compara la doctrina de la justificación solo por fe con la figura mitológica de Atlas, cuya tarea consistía en llevar el mundo en sus hombros. Y lo que el Dr. Packer estaba diciendo con esta analogía era que, así como Atlas tuvo que sostener el mundo, así la doctrina de la justificación solo por fe es la que mantiene todo lo demás en pie.
Bueno, la controversia tal como la conocemos encendió chispas y terminó quizás, no quizás, sino ciertamente, en la fragmentación más grave y seria de la cristiandad en la historia de la iglesia y se convirtió en la controversia más volátil de todos los tiempos.
Ahora bien, antes de entrar en una exposición de esto me gustaría leer un comentario de Martín Lutero, un par de comentarios de Lutero, en primer lugar, un comentario ampliado de su opinión de la importancia de la misma, y, en segundo lugar, en los últimos años de Lutero, un comentario de su profunda preocupación acerca de que la recuperación de la doctrina bíblica de la justificación solo por fe sería de corta duración.
Primero sus comentarios ampliados sobre la importancia de la misma. Él dijo: «Esta doctrina es la cabeza y la piedra angular. Sólo ella engendra, nutre, construye, preserva y defiende la iglesia de Dios. Y sin ella, la iglesia de Dios no podría existir…ni una hora». Y otra vez dijo: «El artículo de la justificación es el maestro y el príncipe, el señor, el gobernante y el juez sobre todo tipo de doctrinas. Este preserva y gobierna toda la doctrina de la iglesia, y hace crecer nuestra conciencia delante de Dios. Sin este artículo, el mundo está en muerte absoluta y en oscuridad. Ningún error es tan malo, tan torpe y tan gastado de no ser supremamente agradable a la razón humana y de seducirnos si estamos sin el conocimiento y la contemplación de este artículo».
Y luego, como he dicho, en sus últimos años Lutero hizo esta observación: «Son pocos los que conocen y entienden este artículo, y yo lo trato una y otra vez, porque temo mucho que, después de que nuestras mentes se hallan puesto a descansar, esto pase al olvido y vuelva a desaparecer. Y, en efecto, no podemos comprender o agotar a Cristo, la justicia eterna, con un sermón o pensamiento, o para aprender a apreciar que él es una lección eterna, no seremos capaces de terminar ya sea en esta vida o en la venidera».
Ahora, si puedo añadir mi propia observación personal a las de Lutero, Calvino y Packer, sería esto creo que la doctrina de la justificación solo por fe es, de todas las doctrinas de la Teología Sistemática, es relativamente la más fácil de entender con la mente. No es tan complicada o misteriosa o difícil, que solo los expertos especializados en teología pueden entenderla.
Pero llevar la doctrina de nuestras cabezas a nuestro torrente sanguino es algo totalmente distinto, porque una cosa es entender una doctrina, y otra muy distinta es tenerla como el aspecto que controla la fe por la cual vivimos ante Dios.
Y otra cosa que quiero decir antes de proceder a una exposición es que no somos salvos por una doctrina. No es la fe en la doctrina de la justificación solo por fe lo que redime a una persona. Es el contenido al que la doctrina apunta, lo que es tan central y crucial para nuestra salvación. De nuevo, preguntamos ¿por qué? La pregunta fundamental que la doctrina de la justificación está tratando de responder, y triunfa en ese intento, es la pregunta: ¿cómo puede una persona pecadora sobrevivir al juicio final de un Dios justo y santo?»
Y tan pronto hacemos esa pregunta, vemos de inmediato por qué es un tema de gran importancia, no sólo se trata de poner puntos a las íes o acentos o de aprobar un examen en teología sistemática, sino que es el hecho de cómo vamos a presentarnos ante Dios.
Recordamos la angustia y patetismo de David y lo patético de su pregunta, «JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Y fue una pregunta retórica, porque David entendió la respuesta a esa pregunta. Él estaba experimentando algo que todos debemos experimentar, cuando nuestra conciencia nos alerta de la presencia de pecado en nuestras vidas.
Él diría oh, Dios, si guardas un registro, si grabas todo, y si llevas todo esto a juicio, ¿quién podrá mantenerse? Y la respuesta es obviamente ¿qué? Nadie puede mantenerse.
Ayer tuve una conversación con un amigo mío que es judío y él me estaba haciendo preguntas acerca del cristianismo. Él quería saber cuál es la diferencia básica entre la fe cristiana y su propia… formación religiosa. Y yo le dije, ¿qué haces con tu culpabilidad? Y comenzó a titubear y dijo bueno, supongo que solo tengo que seguir intentando más duro, el obedecer las leyes para mantenerme kosher (limpio), y arrepentirme cuando hago mal. Entonces fui más allá y le dije bien,
¿cómo te va a perdonar Dios… si no se ha hecho otra expiación que no sea más que los sacrificios de toros y machos cabríos? Y eso nos llevó a una larga discusión sobre el mismo corazón del evangelio, porque la buena nueva es que Dios, según el apóstol Pablo, es a la vez justo y justificador de personas pecadoras.
Ahora, veamos esos conceptos, ya que exponen en conjunto que Dios es justo y justificador. Pablo dice que estos conceptos tienen que estar claros en nuestra mente si queremos entender el evangelio del Nuevo Testamento. El evangelio no dice que Dios simple y unilateralmente declara el perdón a todos en el mundo.
Ciertamente, la doctrina de la justificación incluye la doctrina de la divina misericordia y del perdón de los pecados. Eso es muy importante para nosotros, y expone ante nuestros ojos a un Dios que es un Dios perdonador. Recuerdo que cuando yo era un estudiante en Holanda, tenía gran dificultad tratando de aprender un idioma extranjero para hacer mis estudios de doctorado, y uno de los mayores problemas que tuve fue el mismo tipo de problemas que todos tenemos cuando aprendemos otros idiomas, y es, el aprendizaje de las expresiones idiomáticas de una nación o de cada lenguaje particular.
Alguien me estaba hablando el otro día y me dijo bueno yo no le doy “mente” a eso. Y una de las personas que estaba cerca de mí, era un invitado extranjero, que había aprendido español, y estaba completamente aturdido por esa expresión – no dar “mente” a eso. Dijo: Pero ¿qué significa eso? Y tuvimos que explicarle las peculiaridades de esa extraña frase. Pues uno de los modismos que me enredó, cuando fui a Holanda, fue una expresión idiomática usada por uno de mis profesores cuando estaba hablando de cómo Dios responde al pecado de los seres humanos, y él dijo: Dios no mira al pecado a través de sus dedos. Y eso me paró en seco. Jajaja
Le dije que no tenía idea de lo que estaba diciendo que Dios no mira nuestros pecados a través de Sus dedos. No fue hasta mucho después, cuando trataba de aprender más vocabulario leyendo las novelas de detectives en holandés que leí un episodio en el caso de Perry Mason donde un policía estaba hablando con un hombre que estaba mal estacionado pero que tuvo una urgencia para hacerlo y el policía le estaba hablando de otra cosa y quería que el hombre lo acompañara a algún lugar y el hombre le dijo bueno, no puedo dejar mi auto acá, ¿me vas a poner una multa por estacionar acá. Y el policía dijo oh, no te preocupes. Voy a mirar a través de mis dedos.
Ah, la expresión es hacernos de la vista gorda. Y el punto es que cuando Dios, en su misericordia, ofrece el perdón a aquellos de nosotros que somos culpables delante de Él, todo el proceso del perdón divino no significa que Dios se hace de la vista gorda del pecado y por lo tanto y con eso pone en peligro su propio carácter justo o su justicia.
Su manera de justificar a los culpables es trabajando desde toda la eternidad, de tal manera que Dios mismo permanece justo. Pero, de nuevo eso nos lleva a la pregunta original.
Si Dios es justo y yo no lo soy, y tengo que hacer frente a su justo juicio, ¿cómo puedo estar de pie? Lo que estoy necesitando, con desesperación, por toda la eternidad es, ser justificado. Ahora, lo que la Biblia dice es que Dios es tanto justo y el justificador, por lo que la forma en la que Él opera Su justificación será sin comprometer Su propia justicia.
Y el segundo punto aquí que es tan crucial es que es Dios el que da la justificación. Ahora no es difícil de entender que las implicaciones están claras, ¿cierto? Si Dios es quien justifica, ¿qué nos dice eso acerca de nuestra capacidad para justificarnos nosotros mismos?
No puedo hacer nada para justificarme, ni nadie más puede justificarme en este mundo, ni la iglesia puede justificarme. Es Dios, y solo Dios quien puede pronunciar el veredicto final de mi justificación o mi falta de ella. Así que en primera instancia los Reformadores del Siglo XVI insistieron en que la justificación es forense, (legal o judicial) y por eso se enseñaba lo que se llama justificación forense. Ahora, este término es un término que no se usa comúnmente en la iglesia.
El lugar más frecuente donde escuchamos la palabra forense es en juicios penales, o en Perry Mason, o en algún juicio famoso, o donde escuchemos acerca de patología forense o evidencia forense, o tenemos forenses estatales que se involucran en competencias de debates y discursos públicos, etc., porque el término forense aquí tiene que ver con algún tipo de anuncio o pronunciamiento en el campo de la ley.
Así que cuando hablamos acerca de la justificación como algo forense, entendemos por eso que, en el análisis final, Dios nos justifica cuando Él declara, pronuncia, que delante de Él somos nosotros declarados, considerados, juzgados como justos.
Entonces, justificación forense implica que Dios declara a una persona: siendo justa Delante de Él. Y como digo, es una declaración legal por la cual Dios declara a una persona justa. Ahora, yo usé una serie de palabras hace un momento que quiero desarrollar. Dije que Él nos juzga, declara, o considera, o reconoce, o nos cuenta como justos.
Ahora, para sostener esto tenemos que hacer una incursión pequeña en el latín simple, el cual hemos explicado en otros cursos, pero lo vamos a volver a repetir. La recopilación de Lutero de la suma y la sustancia de la doctrina de la justificación solo por fe está en su famoso lema, simul iustus et peccator. Simul, la palabra de la cual proviene en español simultaneo; iustus es la palabra para justo; et es la palabra para y peccator – la obtenemos de la palabra impecable o peccadillo, y así sucesivamente – es la palabra para pecador.
Así que lo que Lutero está diciendo es que en la doctrina de la justificación solo por fe lo que está sucediendo ahí es que los que son justificados son, al mismo tiempo, justos y pecadores. Ahora, aquí Lutero no está entrando en contradicción. Él no dice que somos justos y pecadores al mismo tiempo y en la misma relación.
En otras palabras, es un sentido diferente el que somos justos al sentido en el cual somos pecadores. Ahora, la buena noticia del evangelio, según Lutero, es precisamente en este punto, que lo que Lutero está diciendo es que la gloria del evangelio es que Dios declara a la gente justa aun cuando son pecadores, que Él declara a una persona justa ante Sus ojos y ante su ley, aun cuando bajo escrutinio son aun pecadores.
Ahora bien, es ese juicio de declarar a alguien justo. que de por sí no es justo lo que crea gran parte de la controversia sobre la doctrina y que ha llevado a algunos críticos de la Reforma a decir que los Reformadores postularon una ficción legal que hace a Dios culpable de mentir diciendo que alguien es justo, cuando en realidad no lo es.
Pero el concepto bíblico de la justificación descansa en Dios ajustando cuentas o declarando a la gente a ser algo que en sí y por sí mismos no son. Esto nos lleva de nuevo al libro del Génesis, el capítulo 15 de Génesis, cuando Dios hizo ciertas promesas al patriarca Abraham.
Y el autor de Génesis nos dice que Abraham “creyó a Jehová y le fue contado por justicia”. Y lo que Pablo dice en el Nuevo Testamento es el mismo concepto por el cual Dios cuenta o considera a la gente que ponen su confianza en Cristo como siendo justos, no porque su fe expía todos sus pecados o porque su fe es una forma suprema de justicia que cubre todas nuestras injusticias, sino más bien, la razón por la que Dios nos considera justos es a causa de la obra de Cristo a nuestro favor.
Y así llego a la conclusión de esta introducción a la doctrina de la justificación, que vamos a continuar en nuestra próxima sesión, diciendo que realmente la expresión de la justificación solo por fe es la síntesis teológica para la justificación solo por Cristo, porque el asunto fundamental es el siguiente: ¿Sobre la base de la justicia de quién, Dios declara a alguien justo?
Y la Reforma respondió eso claramente, que el único motivo por el que Dios siempre me va a ver como justo es en base a la justicia de alguien más: la justicia de Cristo.