Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.Transcripción
Hoy, vamos a empezar una serie sobre la doctrina de la justificación por la fe sola. Ahora, vamos a ver esto desde una perspectiva histórica, así como teológica y bíblica, a lo largo del camino. Hace poco, escuché a un historiador de la iglesia, algo conocido, decir que la Reforma ha terminado. Que la batalla, que fue tan dura en el siglo XVI en el surgimiento del Protestantismo, se ha enfriado tanto desde ese momento, que ya no hay necesidad de un debate constante sobre una doctrina como la de la justificación por la fe sola. Sabemos, por ejemplo, que en el siglo XVI, con la Reforma Protestante, la iglesia experimentó la fractura más profunda en toda su historia y que la batalla se volvió tan áspera, que después de que ocurrió la división entre Roma y el Protestantismo, la represalia entre ambos lados se volvió algunas veces hasta sangrienta.
La única vez en que puedo pensar de un monarca en Inglaterra con el apodo de «sanguinario», fue María la sanguinaria cuando trató de restaurar el catolicismo en Inglaterra e inició una persecución radical contra aquellos que huyeron de sus persecuciones a otras naciones. Pero sabemos que las personas fueron torturadas, golpeadas y asesinadas porque el asunto parecía ser, para aquellos contemporáneos involucrados en la disputa del siglo XVI, de máxima envergadura, de hecho, una controversia doctrinal que tenía que ver con consecuencias eternas. Ahora, la iglesia siempre ha tenido que lidiar con controversias y con divisiones y con debates sobre teología, algunos más serios que otros.
Cuando nos remontamos al siglo IV y pensamos en la significativa controversia con Arrio, quién negó la deidad de Cristo y eso condujo al Concilio de Nicea y más adelante al Credo de Nicea. Luego pasamos al siglo V y a la lucha de la iglesia con Eutiquio y su herejía monofisita fue tan destructiva junto con Nestorio y eso condujo al Concilio de Calcedonia, del cual tenemos la definición más completa, formulada en ese tiempo, de lo que la iglesia entendía sobre la persona de Jesús. Pero esas controversias, aunque fueron muy profundas en los siglos IV y V, son casi insignificantes cuando pensamos en lo que sucedió en el siglo XVI con la Reforma Protestante.
Ahora, como veremos a medida que avancemos, Lutero consideró que el tema de la justificación era tan significativo y tan importante que estaba dispuesto a que la iglesia fuera dividida por el bien de la salvación de aquellas personas que no estaban escuchando el evangelio. Recordarán que, si van a Suiza hoy y van a la parte antigua de Ginebra y al parque de la Reforma, ahí hay un gran muro al lado del anfiteatro con las estatuas de hombres como Calvino y Beza y Lutero y Zuinglio y Knox y otras personas que estuvieron muy involucradas en la Reforma del siglo XVI. Pero, esculpidas en la piedra del muro de la Reforma están las palabras en latín «post tenebras lux», «de las tinieblas, a la luz».
Lutero estaba convencido de que el evangelio mismo había caído en la oscuridad y en el olvido a finales de la Edad Media, durante un período de corrupción sin precedentes en la iglesia. Y la Reforma, desde su perspectiva, fue la recaptura y recuperación de por lo menos el evangelio mismo. Era al evangelio al que lo habían ocultado bajo las maquinaciones de las liturgias de la iglesia de la Edad Media y esto es lo que a Lutero le preocupaba reparar, llevar el evangelio al primer lugar, para que la luz del evangelio pudiera brillar de nuevo en la vida de la iglesia.
En un momento, por ejemplo, como un asunto secundario de debate con la iglesia sobre el asunto de si la Biblia debe o no ser permitida para ser leída por la gente fuera de la interpretación de la iglesia, la iglesia dijo: «Si dejas que la gente lea la Biblia en su propio idioma, por ejemplo y la lean por sí mismos, esto abrirá una compuerta de iniquidad y muchas, muchas, muchas iglesias se levantarán, cada una clamando tener la Biblia como su autoridad» y por supuesto desde que se dio esa advertencia a Lutero hace casi 500 años, han aparecido más de 2000 denominaciones protestantes en el mundo, cada una afirmando ser la verdadera iglesia bíblica, por así decir.
Así que Lutero era consciente de que eso podía pasar, pero dijo que el evangelio es tan claro en las Escrituras que un niño puede entenderlo y que mantener el mensaje del evangelio lejos de la gente era inexcusable. Y por ello exigió que la Biblia estuviera disponible para todos, para que puedan escuchar y entender y aprender el evangelio. Y por ende le respondió a la iglesia: «Si se abre una compuerta de iniquidad, que así sea». Es decir, tienes que preguntarte sobre la psicología de Lutero, su mentalidad, cómo fue capaz de oponerse a todo el mundo de su época, insistiendo en esta doctrina particular de la justificación por la fe sola.
Él hizo la famosa declaración de que la doctrina de la justificación por la fe sola es el artículo sobre el cual la iglesia se levanta o se cae. Un artículo que es tan importante que dijo que, si lo perdemos, perdemos el cristianismo. Dijo que la justificación por la fe sola es el príncipe, el señor, la autoridad para todo lo demás que recibimos de la sagrada Escritura, volviendo otra vez al lema, es el artículo sobre el cual la iglesia se levanta o se cae. ¿Qué quiso decir con eso? Quiso decir que si no tienes la doctrina de la justificación por la fe sola, no tienes el evangelio, y si no tienes el evangelio, la iglesia no tiene razón para existir. La iglesia misma deja de ser una iglesia y cae en la apostasía.
Pero más allá de la aplicación eclesiástica general, Lutero por extensión estaría diciendo que la doctrina de la justificación por la fe sola es el artículo sobre el cual ustedes se levantan o caen, el artículo sobre el cual me levanto o me caigo. De nuevo, ¿por qué? Porque es el artículo que responde a la pregunta: «¿Qué debo hacer para ser salvo?», ¿cómo una persona obtiene la salvación? El mayor problema que tiene la raza humana es este, Dios es santo. Él es recto. Él es justo y nosotros no.
Y entonces, la pregunta de la justificación se reduce a esto: «¿Cómo puedo yo, siendo una persona injusta, tener una relación correcta con mi Creador?». Mucha gente no se preocupa mucho por esto. Asumen que Dios es una especie de portero celestial que está listo para responder a cada una de nuestras peticiones y que Él tiene una misericordia tan infinita, que puede perdonar unilateralmente a todos de sus pecados y Él no necesita que ningún proceso se realice con el fin de justificar a los impíos. Él es Dios. Él puede hacer lo que Él quiera. Entonces ¿por qué no solo agita Sus manos y dice: «Todos están redimidos. Todos están perdonados. Todos son salvos». Bueno, Él no puede hacer eso.
Permítanme retroceder y decir que Él no hará eso, porque Él no puede hacer eso, y no puede hacer eso porque Él es Dios, porque Él es justo. Y la única manera en que Él podría redimir a las personas aparte de algún proceso de justificación sería que Él negociara Su propia justicia. Y así, como Pablo dice en Romanos, Dios provee una manera de justificación a través de Cristo «a fin de que él sea el justo, y el que justifica». Dios encuentra o tiene una manera, no tiene que encontrarla, Él conoce eternamente esta manera de justificación por la cual Él puede mantener Su propia justicia y aun así redimir a aquellos que no tenemos justicia propia. Y así, el debate aquí se centra de nuevo en la pregunta de cómo se salva una persona. Esa no es una doctrina irrelevante en lo absoluto.
Calvino agregó su evaluación a la de Lutero diciendo que la justificación es la bisagra sobre la cual todo gira. Ahora, he escuchado esa metáfora utilizada muchas, muchas veces producida por la pluma de Juan Calvino y pienso en eso y creo que cuando habla de bisagras, debe haber tenido en mente la idea de algún tipo de puerta, porque solemos asociar bisagras con puertas. Las puertas se mueven y oscilan, porque no han sido fijadas al marco, sino que tienen una bisagra que les permite girar, y no puedo evitar pasar de allí a las muchas veces que nuestro Señor mismo usó la metáfora de la puerta para hablar de la salvación. «Yo soy la puerta», dijo, «por la que los hombres deben pasar para entrar en el reino de Dios» y creo que eso era lo que estaba en la mente de Calvino. Porque cuando habla de que algo es la bisagra sobre la que todo gira, Calvino entendió que la frase «justificación por la fe sola» es una simple abreviatura de justificación por Cristo solo, y ese era el problema.
Al inicio, Packer usó una metáfora diferente en su prefacio introductorio a la traducción en inglés de la obra de Atanasio sobre la encarnación. Packer usó la metáfora de Atlas, donde Atlas cargaba el globo o el mundo sobre sus hombros; él dijo que la justificación por la fe sola es el Atlas de la fe cristiana. Si Atlas se encoge y esa doctrina cae de sus hombros, todo está perdido. Todas las demás verdades de la fe cristiana perecen con ella. Ahora, algunos podrían mirar estas declaraciones de Calvino, Packer y Lutero y decir: «Esto es una hipérbole. Están exagerando la importancia». Y hay quienes, en nuestros días, dicen que, como dije, la Reforma ha terminado.
He escuchado a otros estudiosos muy conocedores decir: «La Reforma fue simplemente un malentendido». Escuché a otro teólogo decir: «Se ahogaron en un vaso de agua», en otras palabras, no es para tanto. La gente se emociona mucho con esta doctrina, se dejan llevar por ella, en su mayoría basados en la falta de comunicación y malentendidos, ignorando por completo las múltiples discusiones y debates y esfuerzos que tuvieron lugar en el siglo XVI para sanar esta grieta y sanar esta ruptura que finalmente conduce a Ratisbona, de la que hablaremos más adelante. Pero todo ese esfuerzo de ese entonces fracasó porque las diferencias no eran imaginarias. Eran reales y siguen siendo reales incluso hasta el día de hoy, como lo veremos.
Ahora, lo último antes de entrar en algunos de los antecedentes históricos de esto, es que justo esta semana, leyendo Facebook y los comentarios de las personas en las redes sociales, escuché o leí, al menos tres veces, declaraciones de personas que dicen que no somos salvos creyendo en la doctrina. No somos salvos por creer de forma específica en la doctrina de la justificación por la fe sola. Esta crítica en particular, que he leído con frecuencia en los últimos meses, ha sido imputada y dirigida a aquellos que defienden lo que llamamos «Teología Reformada». Solo quiero decir a modo de introducción, en mi vida y enseñanza durante un lapso de 50 años, nunca he escuchado una sola vez decir a un teólogo reformado o a alguien reformado, que eres salvo por la doctrina, por creer en la doctrina de la justificación por la fe sola.
De hecho, si hay algo que refutaría la idea de que puedes ser salvo por creer en la doctrina de la justificación por la fe sola, sería la doctrina de la justificación por la fe sola, porque la doctrina de la justificación por la fe sola excluye la idea de que podrías ser salvo creyendo en otra cosa que no sea creer en Cristo solo. No es la doctrina la que salva, es Cristo quien salva. Lo que la iglesia está tratando de explicar en términos de la doctrina de la justificación por la fe sola, es explicar cómo Cristo salva a Su pueblo. Lo que estamos diciendo es que la justificación viene por poner nuestra confianza en Cristo y solo en Cristo, no en nuestros libros de teología, no en nuestros credos, por más importantes que sean, no en nuestras confesiones, sino en nuestra fe cuyo objeto es Cristo, no la doctrina sobre Cristo. Ustedes ven la diferencia, espero.
Ahora, a menudo me preguntaba, sé con certeza que nadie se salva solo porque afirma la justificación por la fe sola. El diablo sabe que eso es cierto, pero la otra cara de la moneda no es tan fácil. ¿Qué sucede si niegas la doctrina de la justificación por la fe sola? Ahora, ese es un asunto diferente porque ahora estás negando que eres salvo por Cristo y solo por Cristo y esa negación puede ser suficiente para condenarte. Eso fue creído por la Iglesia Católica Romana, como veremos, así como también por los protestantes. Ambos creían que la doctrina de la salvación era crucial para nuestra redención eterna y lo que creíamos sobre Cristo era vital para siempre. Pero también creían que su falsa enseñanza merecía ser condenada, como veremos cuando hablemos del Concilio de Trento y también de la carta de Pablo a los Gálatas.
Pero a modo de empezar nuestro reconocimiento sobre esta doctrina de la justificación por la fe sola, solo quiero iniciar diciendo que esto no fue una tormenta en un vaso de agua. Esto es muy serio y es solo en una era de incredulidad general que la gente empieza a decir que la doctrina no es importante. Las personas que no creen en algo están dispuestas a negociar todo cuando se trata de teología, pero esta teología define la comprensión que la iglesia tiene del evangelio mismo.