Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.
Transcripción
Continuamos con nuestro estudio del significado del nombre de Dios por el cual se reveló a Moisés y llamó a este nombre su nombre conmemorativo para todas las generaciones: el nombre «Yahvé», que traducido significa «yo soy el que soy».
Ahora, en la época en que vivimos, vemos que la fe cristiana está constantemente bajo ataque en el mundo secular, y las armas de la crítica están dirigidas principalmente a un objetivo. Y ese objetivo es la idea de la creación. Porque todo secularista entiende esto: si puedes repudiar y refutar el concepto bíblico de la creación, has asestado el golpe mortal contra el cristianismo y contra toda religión. Y, escuchamos en las críticas una declaración cínica de que la idea de que el universo fue creado por Dios, un ser personal trascendente e inmutable, no es científica, es ilógica, y es básicamente un mito. Ésa es la crítica que escuchamos todo el tiempo.
Por supuesto, en los últimos años, hemos visto la tremenda conversión de Antony Flew, del ateísmo al teísmo en Inglaterra, el hombre que una vez inventó una parábola que fue llamada por su nombre, la parábola de Flew, donde trató de descartar cualquier evidencia real de la existencia de Dios. En sus últimos años, llegó al teísmo por esta razón. Entendió que aparte de la hipótesis de Dios, la ciencia misma sería imposible.
Ahora, vamos al siglo XVIII, a la ilustración, para entender las semillas del escepticismo que encontramos todos los días. La tesis principal del aufklärung, o la ilustración, fue la tesis que declaró que la hipótesis de Dios ya no es necesaria para que la ciencia moderna explique el origen de la vida humana o el origen del universo. Anterior a la ilustración, la síntesis medieval era tal que los filósofos, aunque no fueran creyentes, tenían que dar reverencia y genuflexión a los pies de la filosofía cristiana porque no podían dar explicación de este universo aparte de alguna idea de un ser trascendente.
Luego, con la llegada de la ilustración, todo esto desapareció, porque ahora los estudiosos vinieron y dijeron: «Podemos explicar el universo. Podemos explicar la vida, en su origen, sin apelar a alguna deidad trascendente». Y, algunos de ellos, entre los enciclopedistas franceses, se declararon públicamente enemigos personales de Dios. Y dijeron: «Ahora sabemos cómo surgió el universo y cómo se originó la vida». Llegó a suceder a través de lo que llamaron «generación espontánea».
Echaron un vistazo a los charcos de lodo. No había ranas en los charcos de lodo, y de repente, veían renacuajos nadando en el charco de barro. Entonces decían: «¡Voilà! ¿De dónde vinieron?». No pensaron en aves que volaban y dejaban caer huevos en el agua, sino que la forma en que estas cosas vinieron a ser fue con un «¡Puf! Aparecieron a través de su propio poder», es decir, fueron autocreadas. Esa es la idea de la generación espontánea.
Permítanme retroceder un segundo y decir esto. Si algo existe ahora, solo hay tres posibles explicaciones genéricas para algo existente en lugar de nada. Lo que existe es eterno, o es auto-creado, o es creado por algo que es eterno. Ahora fíjense en esas tres opciones, y no tengo tiempo para entrar en cada subconjunto de ellas, pero puedo decirles esto con toda franqueza, di esta presentación en Yale hace varios años, con la oportunidad de que los filósofos de allí interactuaran. Estuvieron mudos la mayor parte. Tenían que estar de acuerdo en que tenía que ser una de estas tres. Les dije: «Se dan cuenta de que dos de los tres involucran algo eterno.
Entonces, si podemos eliminar el tercero, entonces ya hemos demostrado la tesis de que algo ya ha existido siempre». Por supuesto, ni siquiera deberían tener que entrar en un debate. Como dije antes, si algo existe ahora, algo siempre ha existido o nada podría ser… a menos que venga a través de la opción de la generación espontánea, que es otra palabra para la auto-creación. Quiero decirles que este concepto de autocreación obtiene mucha credibilidad y crédito en nuestra sociedad moderna, pero cinco minutos de examen cuidadoso del concepto revelarán a cualquier criatura consciente que la idea en sí misma es un absurdo lógico y una imposibilidad lógica.
¿Por qué? Bueno, para que algo se cree a sí mismo, simplemente, tendría que ser antes de que lo fuera. Permítanme decirlo de nuevo. Para que algo se cree a sí mismo, tendría que ser antes de que lo fuera. Tendría que ser y no estar al mismo tiempo y en la misma relación, lo que viola el principio más fundamental de la verdad y de la ciencia, el principio formal de la ley de la no contradicción.
Sin embargo, seguimos encontrando esto una y otra vez dicho por académicos y científicos de buena reputación que hablan de esta manera. Cuando el telescopio Hubble fue enviado al espacio para darnos más información del universo en expansión, uno de los astrofísicos más famosos de Estados Unidos estaba siendo entrevistado en la radio ese día. Estaba conduciendo mi auto por la carretera, y el hombre casi me hace estrellar, porque dijo: «Hace quince a diecisiete mil millones de años, el universo explotó en existencia». Eso es algo fuerte.
Ahora, ¿qué había antes de que explotara en algo…hace tanto…? La única opción era el no ser. No había nada que «boom» explotó como algo. Y se violó el precepto científico más fundamental, «ex nihilo nihil fit – de la nada, nada sale». Y cada vez que un astrofísico distinguido declara que se obtiene algo de la nada, en ese momento, deja de ser un astrofísico de buena reputación. He hecho referencia en el pasado y el ensayo que leí del físico ganador del Premio Nobel de la Costa Oeste que escribió este ensayo diciendo: «Ha llegado el momento en que debemos descartar el concepto de generación espontánea como ilógico y no científico».
Bueno, tengo que decirles queridos amigos, creo que el momento para eso fue la primera vez que se pronunció en el siglo XVIII. Pero, de todos modos, este ganador del Nobel en particular dijo: «Ya no podemos hablar científicamente sobre la generación espontánea. Ahora tenemos que hablar en términos de generación espontánea gradual». No estoy inventando esto. En serio. Lo leí y dije: «Generación espontánea gradual. Esa está buena». Ahora ya no podemos sacar algo de la nada rápidamente. Tenemos que ser pacientes y esperar el tiempo suficiente para que la nada pueda darnos algo. ¡Al extremo que la gente llega para acabar con una hipótesis de Dios!
Creo que uno de los filósofos más brillantes, ya lo he dicho antes en este curso, del siglo XX, fue Jean-Paul Sartre, el filósofo existencial francés. En su trabajo masivo sobre el «ser» y la «nada», allí argumenta que, si Dios existe, entonces la moralidad es imposible, porque para que la moralidad sea significativa, las personas no solo tienen que ser libres, sino que tienen que ser autónomas. Y si Dios existe, no podríamos ser autónomos. Entonces, como no podemos ser autónomos, realmente no podemos ser morales. Así que la existencia de la moralidad hace que la hipótesis de Dios sea imposible.
Un filósofo holandés llamado Lippen, contrarrestó ese argumento de Jean-Paul Sartre y dijo: «No es la existencia de Dios lo que hace imposible la moralidad, es la moralidad de Sartre la que hace que la negación de la existencia de Dios sea necesaria». A eso se reduce este problema. Realmente no es un tema intelectual en el análisis final, es un tema de moral. Y los seres humanos caídos irán a todos los extremos que conozcan para desterrar a Dios como su juez del universo. El gran lío ahora sobre el diseño inteligente es más o menos la misma cosa. El diseño inteligente es un oxímoron. Si fue diseñado, tiene que ser inteligente, pero queremos tener un diseño ininteligible: intencionalidad involuntaria y los absurdos se acumulan para siempre.
Realmente, la idea de la autocreación es un intento de explicar el universo como un conejo fuera del sombrero, donde no hay conejo en el sombrero hasta que el mago agita su varita mágica, y ¡voilá! Sale el conejito del sombrero. Sé cómo se hace eso, pero no les voy a arruinar el truco. Pero en todo caso, lo que quieren es un conejo fuera del sombrero, sin el conejo, sin el sombrero y sin el mago. Quieren simplemente «¡Poof!» el conejo que se crea a sí mismo. Es decir, ¿por qué la gente no se ríe de esto? Es ridículo. Realmente es ridículo. En lugar de estar a la defensiva sobre eso, tenemos que empezar a reírnos de las personas que hablan así, porque no tiene ningún sentido.
Ahora, en contraste con la auto-creación, que es una imposibilidad lógica, tenemos la idea de la auto-existencia, o lo que llamamos en teología el «concepto de aseidad». Cuando veo esa palabra en una pizarra o en un libro de texto, sé que la gran mayoría de las personas en la iglesia nunca han oído esa palabra. Es tan oscura y esotérica que no les importa escuchar sobre esa palabra. Pero tengo que decirles, honesta y personalmente, que veo esa palabra y me da escalofríos en la columna vertebral. Porque en esa pequeña palabra se captura toda la gloria de la perfección del ser de Dios. Que lo que hace a Dios diferente de ti y de mí y diferente de las estrellas, los terremotos y de cualquier cosa creada, es que Dios y solo Dios tiene aseidad. Dios y sólo Dios existe por su propio poder. Nadie lo hizo. Nadie lo causó. Su existencia está en Él y es de Él, lo cual difiere de toda criatura.
Ustedes tienen madres y padres. No eres auto-existente. No soy auto-existente. Los autos no son auto-existentes. Las estrellas no son auto-existentes. Sólo Dios tiene el concepto de auto-existencia. Pero ustedes dirán: «Un minuto». Aquí es donde todos tropiezan. Incluso alguien como Bertrand Russell. Cuando escribió su libro de por qué no es cristiano, dijo que cuando tenía 18 años estaba leyendo un ensayo del filósofo John Stuart Mill. Y, antes de ese tiempo, Bertrand Russell afirmó la existencia de Dios. Él dijo: “«Pero cuando era joven, leí este ensayo, y Mill dijo: “Bueno, si la ley de causalidad es verdadera, entonces el Dios cristiano no puede ser verdadero, porque si todo tiene una causa, entonces Dios tendría que haber tenido una causa.
Quienquiera o lo que haya causado que Dios sea habría sido superior a él”. De modo que, toda la ley de causalidad destruye la idea de Dios». Este es Bertrand Russell, una de las mentes más brillantes del siglo XX, siendo influenciado por otro filósofo brillante, John Stuart Mill, haciendo un error de primer grado, elemental, ABC, error básico. La ley de causalidad no dice que todo tiene que tener una causa. La ley de causalidad dice que todo efecto debe tener una causa antecedente. Y eso es lo que llamamos una verdad formal: es verdad por definición. Al igual que decir que un triángulo tiene tres lados. Porque, un efecto por definición es algo que es causado por otra cosa. Y una causa sólo puede ser una causa si produce un efecto.
Pero no estamos hablando de Dios como un efecto que ha sido causado por algo antes que Él. Él es auto-existente. No debe su ser a nada fuera de sí mismo. Él tiene el poder de estar dentro de sí mismo. Piensa en eso, y tu deseo de adorarlo, creo que, se intensificará. Se preguntarán: «¿Cuál es la diferencia entre auto-creación y auto-existencia? ¿No son ambos un desafío a la lógica?». No. La autocreación es ilógica y absurda, como ya hemos visto. Solo toma la idea de que algo existe eternamente con su propio poder. Teniendo el poder de existir dentro de sí mismo. ¿Qué principio lógico viola eso? ¿Hay algo irracional en eso?
Ahora, entiendo que no soy un conceptualista que afirma que si tengo un concepto que puede pasar la prueba de la racionalidad, por lo tanto, debe ser cierto. No estoy diciendo eso. Simplemente digo que la idea de la autoexistencia no viola ninguna ley de la razón. Es un concepto perfectamente, eminentemente, racional. Quiero llevar esto más lejos aún. No se trata solo de que la idea de la autoexistencia sea posible, sino que creo que Tomás de Aquino estaba en lo correcto hace siglos. Él dijo: «El ser de Dios, a diferencia de cualquier otra cosa que exista», es lo que Tomás llamó «un ser necesario».
Esta es una idea difícil, y voy a ayudarles a llegar al meollo del asunto. Lo que Aquino quiso decir con «un ser necesario» eran dos cosas. Uno, un ser necesario es un ser que no puede no ser. Es por la pura necesidad de su ser eterno, de su aseidad. El ser autoexistente es ese tipo de ser que no es hipotético o, de nuevo, dependiente de algún otro concepto; sino que es necesario. Su ser no puede no ser. Dios no puede no ser. Él es Yo Soy eternamente y para siempre. Y no solo es necesario el ser de Dios, el tipo de ser que no puede no ser, de modo que sea ontológicamente necesario, sino que también es lógicamente necesario.
Volviendo a lo que he estado diciendo todo el tiempo, que si algo existe ahora, algo en alguna parte, de alguna manera debe tener aseidad. Debe tener el poder de existir dentro de sí mismo que no se deriva de algo fuera de sí mismo. Esto es ser, es ser Supremo. Es un ser trascendente. Permítanme ver, muy rápido, esta última palabra, «trascendencia». Cuando hablamos de la trascendencia de Dios, estamos hablando de esa manera en que Dios es más grande y superior a cualquier cosa en el mundo creado finito. Él está por encima y más allá de eso. Incluso los filósofos que luchan con las cosas que he estado diciendo hoy, estarán de acuerdo en que, «Sí, en algún lugar, de alguna manera, algo debe tener el poder de ser o nada podría ser».
Algo tiene que ser eterno, y si es eterno, es eterno porque no puede dejar de serlo. Y dicen: «¿Pero por qué, con todas estas cosas en el universo que son creadas y sufren cambios y mutaciones, por qué no puede haber algún núcleo palpitante dentro del universo del que se derive todo lo demás? ¿Por qué tenemos que decir que necesitamos un ser trascendente?». Aquí es donde quiero que piensen cuidadosamente. Cuando usamos la palabra «trascendente» con respecto a Dios, no estamos hablando de geografía. No estamos hablando de dónde vive Dios.
Cuando las personas reconocen que tiene que haber algún ser eterno autoexistente, pero no quieren que sea trascendente, ¿no te das cuenta de que si es autoexistente, si es eterno y si es un ser puro, eso es, por definición, trascendente? Es un orden superior del ser, no es que viva en una parte superior del universo. Ahora, no importa si está en California o al este del sol y al oeste de la luna. Si tienes algo que es autoexistente, eterno y tiene el poder de existir en sí mismo, entonces, por esa misma definición, trasciende todo lo demás en el universo. De eso se trata cuando Dios se llama a sí mismo «Yo Soy».