Recibe programas y guías de estudio por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.Transcripción
Quisiera darles la bienvenida de nuevo a esta sesión de nuestro estudio sobre el matrimonio cristiano. En esta sesión vamos a ver el tema de conocerse el uno al otro en el matrimonio. Siempre he estado impresionado por el hecho de que cuando el Antiguo Testamento habla de intimidad y de intimidad sexual, con frecuencia usa el verbo «conocer». Por ejemplo, la Biblia puede decir que Abraham conoció a su esposa, y ella concibió; o que Adán conoció a su esposa, y ella concibió. Escuchamos esa expresión, y me he preguntado ¿por qué se usa? ¿es porque los escritores bíblicos se avergüenzan de decir la palabra y entonces usan eufemismos, no van al grano, buscan formas de ser gráficos o sexualmente explícitos? Ellos solo dijeron, «Abraham conoció a su esposa y ella concibió».
Bueno, acaso eso significa que Abraham caminó por la calle y conoció a esta dama en la calle y le dijo: «Hola, mi nombre es Abraham» y ella dijo: «Hola, mi nombre es Sarah». ¿Se presentaron y de repente Sarah está embarazada? Eso no es lo que quiere decir la Biblia. Está usando ese verbo «conocer» para comunicar el nivel más profundo de intimidad humana y eso es porque para que la intimidad suceda, ya sea física o emocional o espiritual, tiene que haber conocimiento. Realmente no puedes experimentar intimidad con un extraño.
Ahora, antes de que empezara nuestro programa, en esta sesión, estaba hablando con algunas de las personas aquí presentes en el público y estábamos cantando y bailando y pasándola bien y yo estaba retrocediendo en el tiempo, a la película El huevo y yo y recordé la canción que venía de allí: «Voy a conocerte, voy a saber todo sobre ti», y luego hicimos un zapateo suave y pensé: «Eso como que plasma la forma americana en que las citas se desarrollan hacia una relación matrimonial». Hay un proceso mediante el cual llegamos a conocernos, y es casi como un baile de cortejo que se lleva a cabo.
Piensa en las primeras citas que quizás tuviste con la persona con la que finalmente te casaste. Miremos un campus universitario, por ejemplo y veamos cómo la gente se prepara para las citas. Los chicos se duchan, usan desodorante, toman la camisa más de moda que se les ocurre y quieren verse bien. Pasan el peine por su cabello. Mientras tanto, allá en el dormitorio de las mujeres, la mujer todavía le está dedicando tres horas a su cabello para tenerlo rizado y está usando todo su maquillaje y cosméticos porque todos quieren hacer una primera – una buena primera impresión en esa cita.
Entonces en esa primera cita hacemos todo lo posible para asegurarnos de que esa persona, a quien queremos impresionar, no sepa quiénes somos, ¿verdad? Tratamos de no mostrarnos, en esa situación. Queremos dar nuestra mejor impresión. ¿Pero entonces qué pasa? La chica comienza a responder, o el muchacho comienza a responder a la chica y la relación comienza a evolucionar y luego una nueva etapa toma el control de la relación. Ahora empezamos a mostrar un poco más de nosotros mismos a la persona con la que estamos saliendo, porque regresamos a casa, y nos decimos «Oye, ella realmente me correspondió. ¿Pero fue a mí, o a mi colonia? ¿Fue a mí o a esta imagen de macho que mostré y con la que la engañé? ¿Le seguiré gustando cuando realmente me conozca?»
Así que ahora empezamos a intentar decir la verdad, o empezamos a decir, «Bueno, sabes, tengo que contarte algo que hice hace mucho tiempo y muy lejos de aquí», es decir, empezamos a confesar aquellos pecados menos comprometedores. No le contamos sobre lo que estamos haciendo ahora. Así que poco a poco la máscara se cae mientras probamos las aguas, para ver si mientras nos sigue conociendo, sigue correspondiéndonos. Ahora, eso es algo natural que ocurre en una relación que inicia, pero lo que crea el tipo de amor que construye un matrimonio permanente, es cuando ese proceso de conocerse se profundiza y continúa y continúa y continúa, porque eso es absolutamente necesario para que la intimidad ocurra.
Desafortunadamente lo que sucede en una relación en sus inicios, es que nos abrimos, empezamos a mostrarnos cada vez más y, a medida que nos sentimos seguros y cómodos, seguimos haciendo eso y luego viene el matrimonio y de repente se comienza a retroceder y empezamos a ocultar cosas a nuestra pareja y empezamos a construir otra barrera para la intimidad. Así que el principio es este: si queremos experimentar la intimidad tenemos que conocer a nuestras parejas. Así de simple. Conocerse es un requisito. El matrimonio no puede continuar y sostenerse solo de sentimientos. Tienen que conocerse. Debo conocer a mi esposa. Ella debe conocerme, pero para que aprendamos cualquier cosa, para saber algo en profundidad, tenemos que estudiar. Tenemos que estudiar.
Recuerdo cuando mi padre murió, cuando yo tenía 17 años, y fui al funeral. El ministro dio un panegírico breve y corto, y dijo cosas buenas sobre mi padre y luego en un momento de esa meditación dijo: «Saben, siempre podía darme cuenta cuando Bob Sproul estaba entrando a mi oficina, en la iglesia, porque podía oír el sonido de sus pisadas mientras caminaba por el pasillo porque tenía una pisada característica y yo sabía que era él incluso antes que asomara su cabeza por mi puerta».
Ahora, cuando dijo eso, cuando el ministro dijo eso, mi madre se quebró. Se quebró, se quebró en llanto. Se desmoronó y cuando terminó el funeral, le dije, «Mamá, ¿qué fue lo que dijo el ministro que te quebró así?». Y ella dijo, «Bueno, cuando mencionó lo de la pisada de tu padre, pues siempre yo podía saber cuando él venía», y pensé, «¿De qué está hablando?». Viví 17 años en la casa con mi padre. Quiero decir que mi padre no cojeaba. No tenía una caminata diferente o graciosa, pero había algo distintivo en su andar que era diferente en él y era uno de esos pequeños matices de la personalidad que solo alguien cercano e íntimo lo nota. Eso decía algo de nuestro ministro, porque él tenía más de tres mil miembros en su congregación y un buen pastor conoce a sus ovejas.
Pero para conocer a alguien así, tenemos que trabajar en eso. Nunca deja de sorprenderme que cuando hablo con hombres que pasan por crisis, las dos crisis más grandes que tienden a experimentar, aparte de la muerte y otras, es- o son, debo decir – el divorcio y la pérdida del trabajo. El que un hombre sea despedido es devastador para él, pero no es tan devastador, para la mayoría de hombres, como cuando sus esposas los dejan; y por eso estamos preocupados – y las mujeres también están preocupadas – por el matrimonio y por la profesión.
Ahora, ¿cómo nos preparamos para nuestra profesión? No tenemos ningún problema con ir a la escuela secundaria durante 12 años y luego muchos de nosotros seguimos después de la secundaria por otros 4 años o 5 años, gastando varios miles de dólares para aprender cómo ser competentes en un campo determinado para que podamos salir y tener un trabajo. Luego, casualmente conocemos a alguien 3, 6 meses después, nos casamos con ellos y no hacemos ningún esfuerzo intencional para dominar el material del matrimonio. Estudiaremos historia y filosofía y psiquiatría e ingeniería y biología y todo eso para poder ganar más dinero, pero no invertimos tiempo ni trabajo para conocer a nuestras esposas.
Una de las mayores quejas que escucho – y ustedes la han escuchado – «Él nunca me habla», y de repente el matrimonio se disuelve, y la persona sufre más que si hubiese perdido su trabajo o hubiese tenido que cambiar su vocación. Damas y caballeros, hemos comprado el mito que nos dice que los matrimonios felices surgen de hacer lo que nace naturalmente, que de alguna manera aprenderemos a conocer a nuestra pareja a través de la ósmosis. Ahora, hay ciertas cosas que podemos aprender sobre la gente solo por estar cerca a ellas. Podemos empezar a notar sus pequeños hábitos de cómo caminan y cómo se visten y cómo reaccionan. Puedo aprender mucho sobre esa persona solo estudiando a esa persona externamente.
Si quieres saber algo sobre mí, puedes contratar a un investigador privado y pueden indagar en mi pasado y ver mi trayectoria. Pueden decirte a qué escuela fui. Pueden decirte qué notas tuve en el colegio. Pueden ir al fisco y decirte cuánto dinero produzco y en qué gasto mi dinero. Puedes ir al banco, puedes obtener todo tipo de data e información externa sobre RC Sproul, pero por mucho que estudies eso, no puedes saber quién soy por dentro, porque si me preguntas dónde vivo, te lo voy a decir, «Vivo en Orlando, en el 408 Timber Ridge Drive, Longwood», ¿de acuerdo? Pero no vivo realmente ahí. Ahí es donde está mi casa. Paso mucho más tiempo fuera de esa casa que adentro. ¿Pero sabes dónde vivo? Vivo dentro de mí, en el mismo lugar que tú vives.
Quiero decir, podríamos ponernos místicos o metafísicos sobre dónde está el ego, dónde se encuentra la personalidad, donde se puede detectar la sustancia de la individualidad; pero obviaremos todo eso por un minuto y diremos que vives ahí dentro y todo lo que puedo saber de ti es lo que puedo observar externamente a menos o hasta que decidas decirme lo que está pasando dentro. Por eso estamos tan interesados en la Biblia. Podemos saber mucho sobre Dios al mirar la creación. La creación nos da pistas sobre la identidad de Dios y el carácter de Dios, pero realmente no conocemos íntimamente a Dios hasta que Dios hable, hasta que Dios elija revelarse y decirnos lo que hay dentro.
Así que, si quieres conocer a tu esposo y quieres que tu esposo te conozca, tienen que hablar y tienen que hablar de otras cosas además del clima. Tienen que hablar sobre cómo se sienten. Tenemos que llegar a lo que yo llamo el segundo nivel de comunicación, no solo reacciones comunes, sino cómo nos sentimos sobre las cosas. Es ahí donde la intimidad comienza a suceder. Uno de los grandes beneficios que mi esposa y yo tenemos es poder pasar mucho tiempo juntos en la carretera. Cada año pasamos casi 8 meses lejos de casa. Ahora, parte de eso es en un apartamento en Mississippi donde estoy enseñando en el seminario, pero mucho de eso es por solo viajar por el país.
La mayoría de las veces conducimos, y el conducir me parece muy, muy aburrido; así que jugamos mientras conducimos. Jugamos este tipo de juegos, «Está bien, cariño», le digo. «Si pudiera ser algo en el mundo, sin miedo al fracaso, además de ser maestro, ¿qué sería?» Ella dice, «un golfista, un golfista profesional o un jugador de béisbol» y yo digo, «No. Me gustaría ser violinista de concierto». Ella dice, «¿qué?» Acabo de revelarle algo de la vida secreta de Walter Mitty. No es una revelación personal del todo peligrosa, pero ella me está conociendo.
Entonces la conversación se vuelve más profunda. Un juego que jugamos, que lo recomiendo a las parejas, pero deben tener cuidado al jugarlo – es lo que yo llamo «Ordena tu pareja a domicilio». Ya saben, cuando entras en una tienda – tienda de autos – y quieres comprar un auto nuevo, entras en el concesionario y lo primero que te dicen es que tienen 7 u 8 modelos diferentes, y tienes que analizarlo. Luego cada modelo viene con 150 posibles opciones de fábrica y las combinaciones que puedes pedir para un auto simplemente son una locura – muchas cosas diferentes. Pueden tener el volante regulable, aire acondicionado, ventanas automáticas, desempañador en la ventana trasera y todo eso.
Entonces jugamos este juego de un «pedido especial de novia» o un «pedido especial de novio», en el que decimos: «Bien, cariño. Aquí hay veinte opciones para el esposo ideal. Puedes pedir el tuyo». ¿Qué opciones estás buscando en un esposo? ¿Qué opciones estás buscando en una esposa? Esto es importante que lo hagan las personas que están contemplando casarse, pero también es útil para las que ya están casadas. Entonces dije, «Bien, seamos honestos. Si pudieras estar casado con la persona ideal, ¿qué pedirías? ¿Sería guapo? ¿Sería alto? ¿Sería bajo? ¿Sería delgado? ¿Sería gordo? ¿Sería rico? ¿Sería pobre? ¿Sería brillante? ¿Sería tonto? ¿Sería agresivo? ¿Sería pasivo?»
Luego juntamos todas estas cosas y entonces le digo, «Bien, después de haber visto veinte de estas cualidades, ahora pongámonos serios. Entras a la sala de exhibición para hacer tu pedido de novia o para hacer tu pedido de esposo y el vendedor dice, «aquí hay veinte opciones, pero solo puedes elegir cinco de ellas. Solo puedes tener cinco de ellas». ¿Cuáles serían tus cinco elecciones? Ahora, cuando le hago esa pregunta a mi esposa, «¿qué cinco opciones elegirías si pudieras tener el esposo perfecto? ¿qué cinco opciones querrías? ¿qué estás buscando?». Lo que ella está haciendo cuando responde a esa pregunta es expresarme las necesidades que tiene.
Una vez escuché a un ministro decir que el matrimonio es una acción que involucra amor desinteresado, que el verdadero matrimonio, el matrimonio cristiano se basa en el amor desinteresado. ¿No suena bonito? Damas y caballeros, eso es una tontería. No existe tal cosa como el amor desinteresado. Para que yo ame, tengo que estar involucrado en ello. Ahora, obviamente, Dios no quiere que estemos involucrados de forma egoísta donde solo usamos a nuestra pareja para nuestra propia gratificación, para nuestros propios fines, explotándolos y denigrándolos y destruyéndolos.
Pero cuando estaba buscando una esposa, no me propuse buscar – bueno, tengo que encontrar a alguien a quien pueda entregarme totalmente por el resto de mi vida sin esperar nada a cambio. No, me casé con mi esposa porque pensé que me iba a hacer feliz, porque iba a satisfacer mis necesidades. Y lo maravilloso fue que ella sintió que yo era quien podía satisfacer sus necesidades. Pero eso puede ser un círculo vicioso, ¿no es cierto? Si lo único que me importa es que ella llene mis necesidades, y todo lo que le importa a ella es satisfacer sus necesidades, tendremos problemas sin lugar a duda.
Pero no hay nada de malo en querer que ciertas necesidades se satisfagan en el matrimonio, pero mi esposa, si me ama, necesita saber cuáles son mis necesidades principales y si la amo, necesito saber cuáles son las suyas. Así que empezamos a expresarlas. Le digo, «Está bien, cariño. Solo puedes elegir 5 cosas. ¿Cuáles van a ser?» Y ella dice, «Si solo pudieras tener 5 cosas», para mí, «¿cuáles serían?» Y yo le digo, y ella dice, «¿cuáles son las otras cuatro?» ¿Bien? Y así conversamos sobre eso y encuentro todo tipo de sorpresas. Ella me dirá, «Aquí están las cinco cosas más importantes que quiero de este matrimonio» y yo diré, «¡Espera un minuto! Tres de ellas las habría descubierto, pero nunca habría adivinado las otras dos si no me las hubieras dicho». Hago suposiciones sobre lo que mi esposa necesita y sobre lo que mi esposa desea y muy a menudo esas suposiciones son incorrectas. Y ella hace lo mismo conmigo.
Ahora, aquí está la tragedia. ¿Qué pasa, cuando tengo las 5 necesidades principales de mi matrimonio y yo sé cuáles son? y le digo a mi esposa, «bien» – no voy a hacer esto con ella porque esto podría ser muy, muy destructivo, pero lo voy a decir en mi propia mente – en privacidad, voy a ocultar esto – voy a decir, «bien, ahora voy a calificarla. ¿Cómo le está yendo?» Y miro la necesidad 1 uno y digo, «Ella es un 10. Ella es genial». Número 2, la segunda necesidad más importante de mi vida es un 9. La tercera necesidad más importante que siento en mi vida es un 2. Número 4, un 10. Número 5, un 10. No creo que haya muchos matrimonios que alcancen un total tan alto, pero incluso ese matrimonio donde 4 de las 5 necesidades principales están siendo satisfechas es una bomba de tiempo a punto de explotar. ¿Por qué? Porque si 1 de las 5 necesidades principales no se está satisfaciendo, ese es tu punto vulnerable.
¿Qué pasa si un hombre tiene 4 de sus 5 necesidades principales satisfechas y se va a trabajar y todos los días pasa tiempo con su secretaria que a ese nivel es un 10? Tendemos a dar por sentado las cosas que van bien en nuestro matrimonio. Es donde tenemos anhelos y si estos no están siendo satisfechos y si alguien más viene y los cumple, nuestra cabeza empieza a traicionarnos. Estamos dispuestos a cambiar esos 4 por ese 1 y sucede todos los días. Le preguntas a un hombre que acaba de dejar a su esposa por su secretaria, le digo, «¿qué te hizo hacerlo?» Siempre es la misma respuesta. «Ella me hizo sentir como un hombre de nuevo».
¿Qué está diciendo? Él está diciendo, «Tuve una ardiente necesidad en mi vida que mi esposa no estaba satisfaciendo y mi secretaria lo hizo, así que fui tras ello». Necesitamos conocer esas necesidades insatisfechas y tanto como nos sea posible, tenemos que esforzarnos por satisfacer las necesidades de nuestras parejas y ahí es donde la comunicación es absolutamente vital. Bromeo sobre esto y me río sobre esto, pero si quieres probar lo bien que estás comunicando tus sentimientos y tus necesidades a tu pareja, mira tus regalos de Navidad. ¿Estás contento con los regalos que tu esposa te da o tu esposo te da para tu cumpleaños?
Recuerdo uno de los primeros años en que Vesta y yo estábamos casados. Ella es muy práctica, muy práctica y no tiende a ser muy romántica que digamos. Yo soy el romántico empedernido. En Navidad o en su cumpleaños, quiero conseguirle un regalo romántico «cursi»- un abrigo de piel, algunas joyas, un camisón de encaje – algo así, que sea romántico. Ella quiere una lavadora. Eso es práctico. ¿Y yo qué quiero? Quiero algo que diga, «Eres mi hombre. Eres mi héroe», ya saben, «¡Vamos, Rocky!» y que me compre palos de golf nuevos. Eso es lo que quiero. Me siento y pienso: «¿Mi esposa me habrá regalado por Navidad un palo de golf nuevo largo o corto» ¿Qué consigo? Camisas blancas.
Ahora, las camisas blancas es lo que necesito. No es lo que quiero. Puedo comprar camisas blancas en cualquier momento. No necesito una ocasión especial para justificar gastar dinero en camisas blancas. Son una necesidad. Así que mi esposa me da camisas blancas ¿y qué hago? «Cariño, ¡justo lo que necesitaba! ¡Me encantan! Muchas gracias» y hago un gran trabajo en convencerla de lo feliz que estoy con las camisas blancas y seguro el próximo año tendré 4 camisas blancas y seguiré sin tener mis palos de golf. Luego mi secretaria me compra un palo de golf nuevo y me lo regala en mi cumpleaños porque se da cuenta que eso quiero. Solemos dar los regalos más baratos. Damos los regalos que queremos recibir en lugar de regalar lo que la persona quiere recibir. Damos los regalos que creemos que deberían querer, en lugar de los regalos que realmente quieren y cuando eso sucede, no nos estamos comunicando. Nos estamos pasando por alto. No estamos aprendiendo los sentimientos más profundos de nuestra pareja.
Ahora, hay una última cosa que quiero decir antes de pasar al siguiente tema, que será en la próxima sesión, considerar el conocimiento sexual y la relación en el matrimonio, pero lo que quiero decir antes de hacer eso, es que soy una persona que ha pasado toda su vida estudiando una cosa u otra, sobretodo teología y he descubierto que una de las mayores experiencias que hay en este mundo es aprender algo nuevo. Estoy fascinado con eso. No puedo esperar para llegar al cielo, para en los primeros 15 mil años dedicarme a estudiar música, y los segundos 15 mil años estudiar arte, y los próximos 15 mil años puedo estudiar, bueno puede que finalmente llegue a biología uno de esos días. Ya saben cómo me ha ido en química. La he evitado toda mi vida. Pero me encanta aprender cosas nuevas.
La variedad del orden creado es simplemente maravillosa, es asombroso y aprender algo nuevo es emocionante. Pero no hay más variedad, nada más provocativo, nada más fascinante que un alma humana. Podemos decir que las personas se parecen, pero cada persona tiene una personalidad única y no hay tal cosa bajo el cielo de Dios como una persona aburrida, una vez que la conocemos en profundidad. Cualquiera en este salón, tiene una historia con suficiente drama e interés para producir una novela exitosa. Así que es divertido aprender a conocer a otra persona íntimamente. Enriquece sus vidas y enriquece nuestras vidas.