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Hemos pasado mucho tiempo hablando de la doctrina de la justificación y estoy seguro de que, a través de esta serie, se han suscitado algunas preguntas que ustedes tienen sobre esta doctrina. Por lo tanto, vamos a tomarnos un tiempo ahora para darles la oportunidad de hacer preguntas. ¿A quién le gustaría empezar?
Tengo una pregunta.
Adelante.
Algunos cristianos que conozco luchan con la seguridad y la certeza de saber que son salvos. Entonces, ¿cómo puede un cristiano saber que es salvo?
En primer lugar, permítanme decir que escucho a menudo esa pregunta y es una pregunta crucial. No es solo una curiosidad teológica abstracta. Tiene que ver con tu propio estatus delante de Dios. Tú quieres saber con certeza que estás en el reino de Dios. Pedro nos dice que debemos hacer firme nuestra elección y llamado con el propósito de crecer en nuestra santificación, porque si no estamos seguros de cuál es nuestra posición delante de Dios, seremos sacudidos de aquí para allá por todo viento de doctrina, seremos inestables en todos nuestros caminos. Por eso, solo quiero subrayar lo importante que es esa pregunta.
La abordo de dos formas, una teológica y otra muy práctica. Empezaré por la práctica. Cuando me preguntan: «¿Cómo sé si soy salvo?», les pregunto «¿Aman perfectamente al Cristo bíblico?» y casi todas las veces, solo he tenido una persona perfeccionista que la respondió diferente, pero casi todas las veces, la gente me mira y dice: «No, no lo amo perfectamente» y digo: «Está bien, la segunda pregunta es: «¿Lo amas tanto como deberías amarlo?». Obviamente, si respondieron «sí» a la primera pregunta tienen que decir «sí» otra vez. Cualquier seguridad que hayan tenido empieza a disolverse solo con estas preguntas.
Luego digo: «Déjenme hacer una tercera pregunta» y esta es una pregunta crucial, «¿Amas al Jesús bíblico en realidad? ¿Tienes algún afecto en tu corazón por el Cristo del Nuevo Testamento?» Si dicen «sí» a eso, entonces puedo decir: «Bien, ¿cómo es posible que tengas algún afecto por Jesús a menos que hayas nacido del Espíritu Santo?» y no puedes nacer del Espíritu Santo a menos que hayas sido elegido, y si eres elegido, entonces puedes estar seguro de tu estatus delante de Dios. Ahora, ahí es donde toda la doctrina de la justificación, tu doctrina de la elección y todo ese contenido teológico entra en juego, porque sé que no podría amar a Jesús, a menos que nazca de nuevo, y no podría nacer de nuevo a menos que Dios haya elegido soberanamente darme el regalo de la regeneración. De manera que, mi teología apoya mi confianza en que Él terminará lo que ha comenzado y que puedo tener plena confianza en mi salvación.
¿Alguien más?
Entiendo que la doctrina de la justificación implica que somos salvos por la obra solo de Dios, no hay cooperación de nuestra parte; es la obra de Cristo y no la nuestra. Pero ¿qué pasa con la santificación, hay cooperación allí?
Bueno, el texto clásico para responder esa pregunta se encuentra en Filipenses, «ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer». Cuando hablamos de regeneración, el principio o el inicio de nuestra salvación, hablamos de la obra soberana monergista de Dios, el Espíritu Santo. Monergismo significa «uno que trabaja», solo una persona está activamente involucrada y ese es Dios. Dios, el Espíritu Santo, sin mi ayuda, sin mi cooperación, me llama eficazmente y cambia la disposición de mi corazón. Todo el resto del proceso de salvación es un esfuerzo en conjunto, es sinérgico, donde estamos llamados a cooperar.
No debemos ser solo pasivos en nuestra cooperación. Cuando Pablo dice que tenemos que ocuparnos, significa trabajo, temor y temblor. Este no es un trabajo casual. Nuestra santificación debe ser diligente, de trabajo duro, pero no fútil. Porque sabemos que, en la misma obra de nuestra salvación, tenemos la ayuda de la gracia de Dios, porque Dios está obrando dentro de nosotros, tanto para querer como para hacer. Así que nuestra santificación es entonces una obra sinérgica y conjunta.
Dígame
Dr. Sproul, ¿cuán importante es la enseñanza de la obediencia pasiva y activa de Cristo?
¿Cuán importante es enseñar la obediencia pasiva y activa de Cristo?
Quizás has escuchado la historia de Machen, cuando empezó el Seminario de Westminster en Filadelfia y cayó con un fuerte resfriado en medio del invierno y se le pidió que hablara en Dakota, en algún lugar y él subió a un tren y fue a las Dakotas y allí le dio neumonía o bronquitis, creo que le dio neumonía y luego murió. Sus colegas del seminario le habían instado con firmeza a no hacer ese viaje en esas condiciones, cuando estaba enfermo. Así que antes de morir, envió un telegrama y todo lo que decía era «agradecido por la obediencia activa de Cristo» y luego murió. Por supuesto, Machen vio cuán importante es la obediencia activa de Cristo… y la pasiva.
Ahora, en estos días y era, donde ha habido tanta controversia sobre la doctrina de la justificación y los estudiosos argumentando que realmente eso no debería dividirnos de Roma y ha habido este acercamiento y todo eso. Ha surgido, a raíz de aquellas discusiones, sobre eliminar la piedra de tropiezo de la justificación, ha habido a raíz de eso, un nuevo ataque, en particular contra la obediencia activa de Cristo. Porque recuerden que cuando vimos la justificación, les dije anteriormente, que el único concepto que no podía resolverse en todas las discusiones en el siglo XVI era el tema de la imputación del mérito de Cristo al creyente.
Ahora la pregunta es, ¿de dónde viene eso? Si no hay ningún significado para la obediencia activa de Cristo, no tenemos ninguna justicia que se nos impute, ninguna base para nuestra justificación en lo absoluto. En lo que a mí respecta, tú desechas la obediencia activa de Cristo, tú has desechado la justificación por fe y has desechado el evangelio. Ahora, en los círculos dispensacionales, por ejemplo, hay una cierta antipatía hacia la doctrina reformada de la distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia. A ellos no les gusta esa distinción. La forma en que interpretan la Biblia no es haciendo esta distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia.
Entonces, como parte de su rechazo de esa distinción, rechazan la obediencia activa porque piensan que la única forma que es relevante, es dentro del contexto de esta distinción entre obras y gracia. Ahora, en el pensamiento reformado, hablamos de que el pacto de obras, es el pacto original que Dios hace con Adán y Eva en el huerto, el cual ellos quebrantan y sin embargo, a pesar de su fracaso en su estado probatorio, Dios aun así da un camino de salvación. Incluso en la maldición de la serpiente, Él habla sobre aplastar la cabeza de la serpiente y todo eso. Entonces, cada relación que tenemos con Dios después de la caída es un pacto de gracia y aquellos que se oponen a esa distinción que acabo de hacer, dicen: «Bueno, espera un minuto, incluso el pacto de obras con Adán y Eva fue de gracia. Dios no tuvo que hacer un pacto con Sus criaturas».
Bueno, eso es cierto, nadie lo discute. Estamos felices de estipular ese punto, pero la distinción en teología entre el pacto de obras y el pacto de gracia tiene que ver con la obra de Jesús como el nuevo Adán, donde la desobediencia de un hombre llevó a la muerte y a la ruina, la obediencia de otro hombre conduce a la vida. Jesús es el nuevo Adán, que asume sobre sí la responsabilidad de cumplir el pacto original de la creación o el pacto de obras, lo cual Él hace a través de Su obediencia activa. Entonces, de nuevo, en cierta manera la obediencia activa, la negación de eso en nuestros días es a menudo solo un ataque contra la distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia. Pero pienso que esto es no negociable para nosotros, sin la obediencia de Cristo nos quedamos en la misma situación en la que estaba Adán, sin redención de ninguna parte.
¿Alguien más?
Si.
Dr. Sproul, ¿por qué diría que es tan difícil reconocer la profundidad de nuestro propio pecado?
¿Por qué es tan difícil para nosotros reconocer la profundidad de nuestro propio pecado? La respuesta simple a esa pregunta es «debido a la profundidad de nuestro propio pecado». Esa es una de las consecuencias del pecado original, estar en el estado corrupto en el que estamos. Estamos cegados a la realidad plena de la pecaminosidad del pecado. Pero, hay algo de buenas noticias que encontramos ahí. Personas como Thomas à Kempis y otros en la historia de la iglesia han dicho que una de las marcas de la santificación, a medida que crecemos en gracia, es que llegamos a una comprensión más profunda de la pecaminosidad de nuestro pecado.
Porque, en nuestra condición caída, que no es removida por la justificación…totalmente, compartimos el rasgo común de la humanidad caída de juzgarnos a nosotros mismos y juzgarnos entre nosotros mismos, lo que el apóstol Pablo nos dice que no es sabio. Mientras que pueda ver a alguien comportándose de una manera más diabólica que yo, puedo consolarme a mí mismo y decir: «Bueno, mi pecado no es tan malo como ese» y así tenemos una tendencia a protegernos de una plena comprensión de lo pecaminosos que somos.
¿Conoces la historia de David y su relación adúltera con Betsabé y cómo cuando Natán, el profeta, vino a él y le contó la parábola de este hombre rico que poseía un gran rebaño y que robó las únicas ovejas que otro tenía? David estaba tan enojado por esto, que quería matar al tipo que estaba en la historia. Y recuerdas que Natán miró a David y le dijo: «Tú eres ese hombre» y entonces David tuvo esta epifanía y una terrible, horrible comprensión y convicción de su pecado, producto del cual es el Salmo 51, que es la oración modelo de confesión y contrición que encontramos en toda la Escritura.
Pero se necesitó una obra especial de gracia para despertar a David a la pecaminosidad de su pecado.La buena noticia de esto es que Dios es bondadoso y tierno en la forma en la que disciplina a Sus hijos. Él no nos revela las profundidades de nuestro pecado de un sopetón. Si en este momento, Dios te revelara plena y claramente todos los pecados que has cometido y lo graves que son, morirías allí mismo en esa silla. Yo también. No podríamos soportarlo. Eso es lo que amo del Espíritu Santo y la diferencia entre el Espíritu y Satanás. Satanás te acusa del mismo pecado del que el Espíritu Santo te convence, pero el propósito de Satanás es destruirte y llevarte a la ruina, mientras que el propósito del Espíritu al convencerte y darte convicción de pecado es redimirte y hacerte saludable.
De nuevo, la única manera en que realmente entendemos algo sobre el grado de nuestro pecado, es estudiando el carácter de Dios, porque Él es el estándar. Es como Isaías en el templo, tan pronto como descubrió quién era Dios, descubrió quién era Isaías y pronuncia una maldición sobre sí mismo. Antes de eso, todos le decían cuán recto él era. Se estaba juzgando a sí mismo por el estándar equivocado, y eso es algo común que hacemos. Acabamos de hacer esta encuesta bastante exhaustiva de personas en iglesias evangélicas, iglesia romana y lugares como ese, con todo tipo de preguntas teológicas. Una de las preguntas de esa encuesta fue la pregunta: «¿Crees que el pecado más pequeño es un acto de traición cósmica?» y la gran mayoría de las personas que escucharon esa declaración respondieron negativamente. Ellos dijeron: «No, no todo pecado pequeño es pecado cósmico, traición cósmica».
Por supuesto, yo soy el que estaba enseñando el concepto de que el pecado más pequeño es un acto de traición cósmica, porque en el pecado más pequeño estás desafiando a tu Creador, estás afirmando tu autoridad sobre la Suya, estás trabajando en contra de Su gobierno y Su legítimo reinado, estás cometiendo un acto de traición. Pero la gente no piensa en esos términos, no lo hace, porque realmente no se han enfrentado con el carácter de Dios como el estándar para su propio carácter. No todos los pecados son igual de atroces; obviamente, hay un amor que cubre multitud de pecados. Pero eso no significa, que el pecado pequeño sea algo pequeño. Para Dios, no lo es.
Alguien más.
Sí, señor.
Dr. Sproul, ¿cuáles son los desafíos para la doctrina de la justificación hoy en día?
¿Cuáles son los desafíos para la doctrina de la justificación hoy en día? Hay desafíos de la gente común y corriente que no cree que necesita ser justificada, pero dentro del contexto de la discusión teológica y la controversia, he hablado un poco durante las sesiones, pero ha habido una sensación creciente de que la doctrina de la justificación por la fe sola no es tan importante como los reformadores pensaban que lo era en el siglo XVI.
Alistair McGrath, por ejemplo, un destacado estudioso, dijo que «no es el problema de hoy, las personas no se están matando entre sí y quemándose unas a otras en la hoguera por la doctrina de la justificación por la fe sola, por tanto no es tan importante». Michael Horton planteó la pregunta: «¿Qué ha sucedido en la historia de la iglesia, que ha hecho que el evangelio sea menos importante hoy de lo que era en el primer siglo?», pero aún así, esto es tan importante ahora como lo fue siempre, aunque las personas no se estén matando entre sí por ello. Eso no minimiza su importancia.
En segundo lugar, hemos visto todo tipo de intentos de acercamiento entre protestantes y católicos romanos, una iniciativa luterana donde la Iglesia luterana hizo cierto tipo de acuerdo con Roma sobre la justificación. En el mundo evangélico, la iniciativa ECT, que Charles Colson encabezó desde una perspectiva evangélica y trabajando con Neuhaus representando a Roma, consiguieron inicialmente su principal objetivo de hablar de los llamados «temas de gracia común» de nuestros días, el aborto y el relativismo y todo eso, pero incluyeron en su documento, «evangélicos y católicos juntos», la declaración de que tenían una unidad de fe en el evangelio.
Bueno, eso creó un alboroto porque la pregunta era: «¿Puede haber unidad de fe en el evangelio si difieres en la justificación?». Hubo hombres católicos que firmaron ese documento, que reafirmaron con fuerza los artículos y cánones del Concilio de Trento. En mis propias conversaciones con Colson sobre eso, lo discutimos mucho y él dijo: «¿Cuál es tu preocupación?». Le dije, «Mira Chuck, si tienes una unidad de fe en el evangelio con personas que afirman el Concilio de Trento y sé que no tengo una unidad de fe en el evangelio con ellos, mi pregunta es: “¿Cómo puedo tener una unidad de fe en el evangelio contigo?”». Y ese fue un asunto serio que se extendió por el mundo evangélico, tanto que la iniciativa del ECT salió con una segunda versión mucho más larga que abordaba la doctrina de la justificación.
Hice mención de aquello, que ellos dijeron que todos tenían los mismos conceptos de justificación, excepto que dejaron la imputación sobre la mesa y si no tratan el tema de la imputación no se ha resuelto el problema. Luego agregas a la mezcla la controversia Shepherd, donde este ex profesor del Seminario de Westminster, quien fue despedido de su puesto allí debido a su doctrina de la justificación, la cual incluía obras como algo necesario antes de poder ser justificado, y eso creó más controversia, y por supuesto, el aumento de la importancia de N.T.
Wright quien escribió un libro sobre lo que Pablo realmente quiso decir, y afirmó: «una plaga en ambas casas» en Roma y en la reforma, diciendo que ambos estaban fundamentándose en una postura equivocada de la justificación, que la justificación realmente tenía que ver no tanto con reconciliarse con Dios para la vida eterna, sino más bien con este asunto del estatus del pacto en el judaísmo del segundo templo. Así que eso ha provocado aún más controversia sobre la relevancia de la justificación.
Después de eso, el debate interno en el dispensacionalismo sobre el señorío de la salvación entre aquellos que creen que puedes aceptar a Jesús como Salvador y no recibirlo como Señor y sin embargo, al mismo tiempo, otros en ese campo están diciendo: «No, si tienes a Jesús como tu Salvador, lo tienes como tu Señor o en realidad no pusiste tu confianza en Él, no estás realmente justificado». Así que todos esos debates internos y las otras preguntas que se plantean contra la obediencia activa de Cristo son parte de esta controversia actual. No espero que desaparezca pronto. Por eso creo que es muy importante, que las personas que son cristianas evangélicas tengan una comprensión clara de la doctrina bíblica.
Bien, ¿quién sigue?
Dr. Sproul, usted mencionó antes que Martín Lutero llegó a sus descubrimientos teológicos a través de sus crisis pastorales. ¿Cómo afectó esta crisis pastoral su teología y cómo afectó su trabajo?
Bueno, ciertamente desde el día en que Lutero tuvo su epifanía sobre la doctrina de la justificación, edificó sobre eso por el resto de su vida. Y al final de su vida, dijo que cada generación tiene que luchar por el evangelio, porque si el evangelio se predica clara y audazmente, creará conflicto y la gente tiene una antipatía básica hacia el conflicto y la opción de «huir o luchar» entra en juego y muchas personas estarán satisfechas con simplemente huir de cualquier controversia. Así que él dice que el evangelio tiene que ser defendido en todas las épocas.
Tú ves a Lutero como pastor, como pastor-teólogo, recuerda que lo que lo motivó para escribir las 95 tesis fue su preocupación pastoral por su congregación. Porque ellos estaban cruzando la frontera y recibiendo estas cartas y certificados de indulgencia, e incluso sabía que algunos de ellos eran rufianes, cualquier opción menos hombres cristianos y estaban agitando sus documentos y dijo que eso iba a traer un gran daño a las ovejas en la iglesia y mantuvo esa postura durante todo su ministerio.
Tengo mucho aprecio por su valor y por su recuperación del evangelio y todo eso. No creo que fuera el gran teólogo de la reforma. He pensado que su cristología fue extremadamente débil, que en realidad la heredó de la Iglesia romana. No creo que haya llegado nunca al lugar donde realmente había mantenido la ortodoxia del Concilio de Calcedonia, pero de nuevo esa es otra historia.
Bien, supongo que ese es todo el tiempo que tenemos hoy. Aprecio su interés y aprecio las preguntas que han planteado y espero que podamos seguir adelante con una comprensión más profunda del evangelio.