
¿Cómo es Jesús el pan de la vida?
11 diciembre, 2025¿Cómo es Jesús el buen pastor?
Este es el segundo artículo de la colección de artículos: Los «Yo soy» de Jesús.
La respuesta a esta gran pregunta simplemente es esta: Jesús es el buen pastor porque Él dijo que lo era. En el Evangelio de Juan, Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10:11). Podríamos decir que el asunto está cerrado y darnos por satisfechos con la afirmación de Jesús, la afirmación de Aquel que pudo decirles a Sus acusadores: «¿Quién de ustedes me prueba que tengo pecado?» (Jn 8:46). Jesús no solo habló la verdad; Él dijo: «Yo soy la verdad» (Jn 14:6). Sin embargo, Jesús nunca hizo afirmaciones sobre Sí mismo que no estuvieran respaldadas por evidencias. Cualquiera puede hacer afirmaciones sobre sí mismo, incluso afirmaciones extravagantes. No obstante, es necesario probar esas afirmaciones para saber si son reales o si solo son ideas falsas nacidas del orgullo.
Justo después de decir: «Yo soy el buen pastor», Jesús añadió palabras que aclaran lo que quiso decir y sustentan Su afirmación de ser «el buen pastor»: «El buen pastor da Su vida por las ovejas» (Jn 10:11).
La escena cotidiana de un pastor con ovejas era muy familiar para los oyentes de Jesús. Ellos vivían en una tierra donde había pastores y ovejas por todas partes. Pero, aún más, sabían por las Escrituras que Dios se comparaba a Sí mismo con un pastor que se preocupaba profundamente por Sus ovejas, Su pueblo creyente. Quizás el Salmo 23 es el pasaje que describe de manera más vívida e inolvidable el cuidado pastoral que el Señor Dios ejerce en favor de Sus preciosas ovejas:
El Señor es mi pastor, / Nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
Él restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia / Por amor de Su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte, / No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; / Tu vara y Tu cayado me infunden aliento.
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; / Has ungido mi cabeza con aceite; / Mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, / Y en la casa del Señor moraré por largos días (Sal 23:1-6).
He leído este salmo cientos de veces y lo he recitado en más de setecientos funerales durante mis cuarenta años de ministerio. Estas palabras capturan con belleza el cuidado, la bondad, la provisión, la protección y el puro amor del Pastor celestial por Sus preciosas ovejas. Destacan precisamente por qué el Señor es el buen pastor.
Cuando Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor», realizó una afirmación asombrosa. Estaba afirmando que es el Señor encarnado que ama, cuida, protege y provee para Sus ovejas. Sin embargo, las palabras de Jesús ejemplifican de la manera más notable cómo Él verdaderamente es este buen pastor: «El buen pastor da Su vida por las ovejas».
La prueba más maravillosa e impresionante de que era cierto lo que Jesús dijo cuando afirmó ser el buen pastor fue que Él entregó Su vida para asegurar el bien eterno de Sus ovejas.
Por amor, este Pastor enviado del cielo se sacrificó a Sí mismo para que las ovejas perdidas que merecían el juicio pudieran ser libradas de la justa ira de Dios, restauradas a la amistad y comunión con Él, y un día llevadas a Su presencia más íntima.
Una vez, Martín Lutero escribió: «_Crux probat omnia_», «la cruz es la prueba de todo». Lo que quiso decir es que la muerte de Jesús en la cruz del Calvario, donde cargó y expió el pecado, es la revelación más completa del amor de Dios por los pecadores. Nuestro pecado y caída en Adán, nuestro primer representante, nos separaron de Dios y nos pusieron bajo Su justo y santo juicio. No podíamos hacer nada que arreglara las cosas entre nosotros y Dios. Sin embargo, lo que éramos incapaces de hacer, Dios lo hizo al dar a Su propio Hijo para vivir y morir en nuestro lugar, llevando el juicio que merecía nuestro pecado, resucitando triunfante al tercer día, y, de ese modo, reconciliándonos con Dios.
Entonces, ¿cómo es Jesús el buen pastor? Por amor, este Pastor enviado del cielo se sacrificó a Sí mismo para que las ovejas perdidas que merecían el juicio pudieran ser libradas de la justa ira de Dios, restauradas a la amistad y comunión con Él, y un día llevadas a Su presencia más íntima.
Esto me lleva a preguntar: ¿has venido a este Buen Pastor en arrepentimiento y fe, agradeciendo a Dios el Padre por no negar a Su propio Hijo, sino entregarlo a la muerte de la cruz para que muriera en tu lugar y por tu bien? Jesús dijo:
Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno (Jn 10:27-30).
¿Has escuchado Su voz en el evangelio? ¿Sigues a Jesús, no solo confesándolo con tus labios, sino también obedeciéndolo en tu vida? Si es así, regocíjate por ser una de Sus ovejas redimidas con sangre, a quienes Él ha dado vida eterna.

