
¿Cómo es Jesús la resurrección y la vida?
18 diciembre, 2025¿Cómo es Jesús el camino, la verdad y la vida?
Este es el cuarto artículo de la colección de artículos: Los «Yo soy» de Jesús.
Hace años, escuché a una destacada figura académica defender la existencia de un ambiente tolerante en su histórico campus. Después, dijo que su universidad no toleraría la intolerancia. No pierdas de vista la ironía de esa afirmación. Por muy irónico que resulte, vivimos en una era que se jacta de la «tolerancia». De la mano con esa jactancia, hay una vehemente repulsión por todo lo que afirme ser exclusivo. Esto es particularmente cierto cuando los cristianos hacen afirmaciones exclusivistas sobre Cristo y la salvación.
La Biblia está repleta de afirmaciones de exclusividad. La antítesis de la vida y la muerte es fundamental para la fe cristiana. El camino de la vida y el camino de la muerte recorren toda la Biblia, y eso queda ilustrado en contrastes como el sacrificio que Caín ofreció en incredulidad frente al sacrificio que Abel ofreció por fe, y la yuxtaposición de Esaú y Jacob. El propio Jesús expresó el modelo de vida/muerte como el camino angosto y el camino ancho: un camino lleva a la vida y el otro a la destrucción (Mt 7:13-14). El camino angosto se personifica en Jesucristo, cuando Él dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14:6). Esta afirmación exclusivista también aparece en la literatura extrabíblica, comenzando por la _Didaché_ (siglo II d. C.), hasta los credos y confesiones de la historia, y los documentos de la actualidad.
Sin embargo, aquí surge una interrogante: ¿cómo es Jesús «el camino, la verdad y la vida»? Hay dos respuestas para esa pregunta, pero son inseparables. Hay una respuesta objetiva y una respuesta subjetiva. Desde un punto de vista objetivo, Él es de forma exclusiva el camino, la verdad y la vida porque es Dios encarnado. Subjetivamente, los individuos se apropian de Su salvación a través de la fe en Su persona y Su obra.
Desde un punto de vista objetivo, Jesús en Su persona y obra es «el camino» porque es Dios. Para los líderes judíos de Su época, este concepto era incendiario. La frase «Yo soy» era una firme afirmación de deidad, y ellos lo sabían (Jn 10:10-33). Él es el camino porque es Dios, pero también porque es hombre. Se encarnó y se convirtió en el camino para salir del desastre en el que nos metió Adán (Ro 5). El camino de la justicia y la santidad, que Adán no siguió, Jesús sí lo siguió a la perfección. Él pudo ocupar el lugar de Adán porque nació de una mujer (Gá 4:4). Con Su sacrificio perfecto, pudo llevar los pecados de muchos porque era Dios (Is 53:12; 1 P 1:24). En Él, el hombre pudo ser reconciliado con Dios (Ro 5:11; 1 Co 5:18-21). Solo el Dios-hombre podía ser el camino.
Desde un punto de vista objetivo, Él también es «la verdad». En el mismo evangelio, escuchamos a Jesús decir que Su Palabra es la fuente de la verdad (Jn 8:31-32). Esa verdad nos libra de la esclavitud del pecado (Jn 8:34-35). «Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres» (Jn 8:36). Uno podría preguntarse: pero ¿no es Su Palabra la que libera? Sí, pero no puedes separar la Palabra y la verdad del Verbo viviente y del Dador de la verdad. Encontramos la misma personificación de la Palabra escrita en Hebreos 4:12-13. Jesús es la verdad porque es el Dios vivo y verdadero (Jr 10:10).
Vivimos en un mundo de duda absoluta e incertidumbre en cuanto al camino que debemos seguir, la realidad de la verdad y el significado de la vida. Sin embargo, la iglesia responde con esperanza.
Esto nos lleva a la declaración exclusivista que Cristo hizo al afirmar ser «la vida». En las primeras páginas de la Biblia, aprendemos del Dios que habló e hizo surgir toda la vida con Su actuar. Como era de esperarse, también leemos estas palabras sobre Cristo: «Porque en Él fueron creadas todas las cosas… y en Él todas las cosas permanecen» (Col 1:16-17). Él es el Creador. Sin embargo, también obtuvo la nueva creación para Su pueblo; es decir, Él es el Salvador de los pecadores. Si Cristo pudo hacer todas las cosas con Sus palabras, entonces, como el Verbo, Él puede dar vida eterna.
En los Salmos, leemos estas mismas verdades. La senda de la vida está en Su presencia (Sal 16:11). En el mismo salmo, la verdad es llamada consejo e instruye al santo (Sal 16:7). Además, la vida es descrita como un refugio en el Señor, que nos protege (Sal 16:1). En el Salmo 119, el Señor no solo es la luz que ilumina el camino, sino que también es la Palabra que le da un verdadero sentido al camino de la vida. De hecho, Él es el camino.
Desde un punto de vista objetivo, Cristo Jesús es «el camino, la verdad y la vida» porque es Dios encarnado. Sin embargo, eso no responde la pregunta de cómo Él es todo eso para ti y para mí. ¿Por qué «el camino, la verdad y la vida» es importante, y cómo cambia nuestra vida? ¿Por qué no es un simple hecho histórico? ¿Cómo nos apropiamos de la persona y la obra de Jesús en nuestra vida? La respuesta es por gracia, mediante la fe, en Cristo solo. Él pasa a ser el camino al Padre a través de la fe. Su verdad es nuestra por medio de la fe. La vida, y la vida en abundancia (Jn 10:10), pasan a ser nuestras por medio de la fe. Subjetivamente, Él es todo eso para el pecador a través de la fe: «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo» (Hch 16:31). Jesús no es un Dios distante, sino Dios con nosotros, por medio de la fe.
Vivimos en un mundo de duda absoluta e incertidumbre en cuanto al camino que debemos seguir, la realidad de la verdad y el significado de la vida. Sin embargo, la iglesia responde con esperanza. Desde un punto de vista objetivo, Jesús es el camino, la verdad y la vida porque es Dios encarnado. Solo Dios puede ser todas esas cosas. Subjetivamente, Jesús es el camino, la verdad y la vida por el don de la fe, que Dios nos da en Su gracia. Esa fe nos une a Cristo, quien nos reconcilia con el Padre. Esa es la verdad absoluta que todos los que estamos en Cristo podemos disfrutar con certeza.

