Comprometer la verdad y la práctica
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«¿Qué? ¿Preocuparme yo?». Aquellos de nosotros que estamos suficientemente avanzados en edad recordamos el enfoque sin sentido de Alfred E. Neuman en cuanto al tema de la preocupación. Del mismo modo, el gran éxito de Bobby McFerrin, «Don’t Worry Be Happy» [«No te preocupes, sé feliz»] resonó entre millones de personas que esperaban que pudiera ser así de fácil. Pues no lo es. Todos nosotros luchamos contra la ansiedad. Después de todo, hay muchas cosas por las que preocuparnos: dinero, salud, familia, carrera… tú mismo puedes completar la lista.
Uno de los enfoques más populares para abordar la preocupación en estos días es la sugerencia de dedicar solo un período de treinta minutos para preocuparnos. ¿Alguna vez has intentado esto? No funciona. Tratar de limitar la preocupación a un intervalo de tiempo es tan factible como arrear gatos.
La buena noticia es que las Escrituras nos dan una dirección clara cuando las cargas de la vida nos presionan. Pablo era un hombre que tenía mucho de qué preocuparse. Estaban todas esas iglesias nuevas con sus luchas, su preocupación por aquellos que aún no habían escuchado el evangelio y ni mencionar su propia salud y seguridad. Sin embargo, fue mientras estaba confinado en Roma que escribió algunas de las palabras más memorables sobre la preocupación y la ansiedad, palabras que Dios ha usado para animar a Su pueblo desde entonces. Estas palabras excepcionales se encuentran en Filipenses 4:6-8. Estos versículos nos dan dos antídotos para la ansiedad, que exploraremos a continuación.
EN VEZ DE PREOCUPARTE, ORA
En los vv. 6-7, Pablo escribe:
Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.
Estas son palabras asombrosas. Se nos dice que no nos preocupemos por nada, sino que oremos por todo.
Hay varias palabras diferentes para «oración» en el v. 6. La primera es una palabra general para oración, pero las segundas dos palabras se refieren a peticiones específicas de oración. Nos preocupamos de manera específica, así que necesitamos orar de manera específica. ¿Preocupado por esa factura inesperada? Ora específicamente por la provisión del Señor. ¿Preocupado por ese diagnóstico? Ora específicamente por sabiduría para el camino a seguir.
Sorprendentemente, se nos promete que cuando oremos, el Señor nos dará paz en lugar de ansiedad. Es un tipo de paz que desafía las circunstancias que enfrentamos. La paz de Dios no es la ausencia de conflicto sino una seguridad estable arraigada en nuestra relación con Él. Pablo escribe que la paz resultante guardará nuestros corazones y mentes. D. Martyn Lloyd-Jones lo describió de esta manera:
Lo que sucederá es que esta paz de Dios rondará por las murallas y las torres de nuestra vida. Estamos adentro, y las actividades del corazón y la mente producen esas tensiones, ansiedades y estrés desde el exterior. Pero la paz de Dios los mantendrá a todos afuera, mientras que nosotros mismos adentro estaremos en perfecta paz.
No olvides orar. Pero Pablo no se detiene ahí. Él nos da otro antídoto contra la ansiedad.
PIENSA EN LO QUE PIENSAS
Hay una buena razón por la que el v. 8 sigue a los vv. 6-7. Los vv. 6-7 nos dicen que la oración es el lugar para comenzar. El v. 8 nos dice en qué debemos pensar en vez de preocuparnos. Para ser honesto contigo, no conozco a nadie que pueda orar todo el tiempo. Pablo nos da algunos principios importantes en los cuales pensar en lugar de preocuparnos.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten (v. 8).
En esencia, estamos siendo retados a pensar en lo que pensamos. Cada una de estas palabras representa una vista completamente nueva para reemplazar las malas hierbas de la preocupación que pueden poblar el paisaje de nuestras mentes. Solo toma la primera frase, «todo lo que es verdadero». Esta es la base para todo lo demás. Somos bendecidos por tener la verdad de la Palabra de Dios, que incluye todas Sus maravillosas promesas. ¿Preocupado por las finanzas? La verdad es que «mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (4:19). ¿Te preocupa no tener la fuerza para continuar? La verdad es que «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (4:13). Si te sientes solo, aislado o abandonado, la verdad es que «NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ» (He 13:5). En lugar de preocuparte, dedica tiempo a sondear las profundidades de esta nueva forma de pensar.
Habrás notado que estos antídotos contra la ansiedad toman en cuenta tu relación vertical con Dios a través de Jesucristo. Recuerda mirar a Aquel que te escucha cuando clamas a Él, Aquel que te ha dado Sus maravillosas promesas para reflexionar y meditar en ellas en medio de las tormentas de la vida.