La causa instrumental de la justificación
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Dios es absolutamente libre, es decir, Su libertad es ilimitada. Él es soberano. La objeción más frecuente a Su soberanía es que si Dios es verdaderamente soberano, entonces el hombre no puede ser libre. La Escritura utiliza el término libertad para describir nuestra condición humana de dos maneras distintas: libertad frente a la coerción, por la que el hombre es libre de tomar decisiones sin coerción, y libertad moral, la cual perdimos en la caída, dejándonos esclavos de los impulsos malignos de nuestra carne. Los humanistas creen que el hombre puede elegir no solo sin coerción, sino también sin alguna inclinación natural hacia el mal. Los cristianos debemos estar en guardia contra esta visión humanista o pagana de la libertad humana.
La visión cristiana es que Dios nos crea con voluntad, con capacidad de elegir. Somos seres volitivos. Pero la libertad dada en la creación es limitada. En última instancia, lo que limita nuestra libertad es la libertad de Dios. Aquí es donde nos encontramos con el conflicto entre la soberanía divina y la libertad humana. Algunos dicen que la soberanía de Dios está limitada por la libertad humana. Si ese es el caso, entonces el hombre es soberano, no Dios. La fe reformada enseña que la libertad humana es real, pero limitada por la soberanía de Dios. No podemos anular las decisiones soberanas de Dios con nuestra libertad, porque la libertad de Dios es mayor que la nuestra.
Las relaciones familiares humanas ofrecen una analogía. Los padres ejercen autoridad sobre el niño. El niño tiene libertad, pero los padres tienen más. La libertad del hijo no limita la libertad de los padres del mismo modo que la libertad de los padres limita la del hijo. Cuando llegamos a los atributos de Dios, debemos comprender que Dios es absolutamente libre.
Cuando decimos que Dios es soberano, estamos diciendo algo sobre Su libertad, aunque tendemos a pensar que soberanía significa algo muy distinto de libertad. Dios es un ser volitivo; tiene voluntad y toma decisiones. Cuando toma decisiones y ejerce Su voluntad, lo hace soberanamente como la autoridad suprema. Su libertad es la más libre. Solo Él tiene autonomía suprema; Él es una ley para Sí mismo.
El ser humano busca autonomía, libertad ilimitada, deseando no tener que rendir cuentas a nadie. En un sentido real, eso es lo que ocurrió en la caída. Satanás sedujo a Adán y Eva para que alcanzaran autonomía, para hacerse como Dios, para hacer impunemente lo que quisieran. Satanás estaba introduciendo un movimiento de liberación en el jardín para liberar a los seres humanos de la culpabilidad, de la responsabilidad ante Dios. Pero solo Él tiene autonomía.