Fomentar el temor a Dios

Recientemente escuché a un cristiano joven comentar: «No me da miedo morir». Al escuchar este comentario, pensé: «Ojalá pudiera decir lo mismo». No le tengo miedo a la muerte. Sé que para el cristiano la muerte es una gloriosa transición al cielo. Ir al cielo no me da miedo. Lo que me asusta es el proceso. No sé de qué forma voy a morir. Puede que sea por medio de un proceso de sufrimiento, y eso me asusta. Sé que ni siquiera eso debería asustarme. Hay muchas cosas que me asustan que no debería dejar que me asusten. La Escritura declara que el amor perfecto echa fuera el temor. Pero el amor sigue siendo imperfecto, y el temor a veces permanece.

Sin embargo, hay un temor que la mayoría de nosotros no tenemos y que deberíamos tener. Se trata del temor a Dios. No solo se nos permite temer a Dios, se nos ordena temerle. Una marca distintiva del réprobo es la falta de temor a Dios.

Martín Lutero hizo una distinción importante en cuanto al temor a Dios. Él distinguió entre un temor servil y un temor filial. Dijo que el temor servil es como el miedo que un prisionero le tiene a su verdugo. El temor filial es el de un hijo que ama a su padre y no quiere ofenderle ni defraudarle. Es un temor que nace del respeto. Cuando la Biblia nos llama a temer a Dios, nos está llamando a un temor que nace de la reverencia, el asombro y la adoración. Es un respeto de la más alta magnitud.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios

Pídele a Dios que te dé un temor filial por Él, una actitud de reverencia, asombro y adoración.

Para estudiar más a fondo

Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.