Perseguir a Dios

Una vez, un estudiante le preguntó a Albert Einstein: «Dr. Einstein, ¿cuántos pies hay en una milla?». Para sorpresa del estudiante, Einstein respondió: «No lo sé».

El estudiante estaba seguro de que el gran profesor estaba bromeando. Seguramente Einstein conocería un hecho sencillo que todo niño debe memorizar en la escuela. Pero Einstein no estaba bromeando. Cuando el estudiante presionó para recibir una explicación de esta laguna en el conocimiento de Einstein, este declaró: «Tengo por norma no llenar mi mente con información sencilla que puedo encontrar en un libro en cinco minutos». A Einstein no le interesaban los datos triviales. Su pasión era explorar las cosas profundas del universo. Su pasión por la verdad matemática y física lo convirtió en una pieza fundamental de la historia del mundo moderno.

Estamos llamados a una pasión similar, una pasión por conocer a Dios. La sed del conocimiento de Dios debería impulsarnos a beber profundamente de la fuente de la Escritura. Tenemos más que suficientes pasiones impías. Nuestro apetito por las cosas menores a veces amenaza con consumirnos. Sin embargo, somos pocos los que corremos el peligro de ser consumidos por la pasión por Dios. La Escritura dice de Jesús que el celo por la casa de Su Padre lo consumió. En Su humanidad, Jesús era un hombre apasionado. No era ni hostil ni indiferente hacia el conocimiento de Su Padre. Era un hombre enfocado en Su búsqueda de Dios.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios

¿Te impulsa una pasión inextinguible al perseguir a Dios? Si no es así, pídele que reavive tu deseo.

Para estudiar más a fondo

Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.