Interpretando las parábolas
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Novena parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Del polvo a la gloria III: Evangelios».
El Nuevo Testamento es a menudo rechazado como autoritativo e inspirado por sus numerosos relatos de milagros. Los milagros con frecuencia acompañan una nueva revelación de Dios en las Escrituras, y por lo tanto, no es sorprendente que muchos milagros acompañen la máxima revelación de Dios en la persona de Jesucristo. Jesús apeló a Sus milagros como credenciales de Su calidad de Mesías y como señales de que Él fue aprobado y bendecido por Dios. La resurrección de Cristo fue el milagro más grande de todos demostrando para siempre la identidad de Jesús. En esta clase, el Dr. Sproul analiza los milagros de Jesús.
Transcripción
¿Cómo es posible que una persona escuche la radio, vea la televisión, lea acerca de enviar gente a la luna, haga uso de las computadoras, la tecnología moderna y los antibióticos; y aún así crea en los milagros de Jesús? Esa es una pregunta planteada por uno de los críticos más importantes del Nuevo Testamento del siglo XX,Rudolf Bultmann. Bultmann cree que el registro y el relato de la vida de Jesús que se encuentra en las páginas del Nuevo Testamento está bastante envuelto en mitología. Y una de las razones para el rechazo de la autenticidad e inspiración del Nuevo Testamento se debe a que gran cantidad del material en el Nuevo Testamento se centra en la afirmación histórica del milagro. Ahora sabemos, por ejemplo, que los milagros están registrados en el Antiguo Testamento, pero no hay un patrón consistente y constante de la realización de milagros a través de toda la historia del Antiguo Testamento. Más bien, la aparición de milagros en el texto histórico tiende a agruparse en ciertos momentos cruciales y, más significativamente, en momentos en que una gran revelación de Dios es presentada al mundo.
Uno de los centros más densos con un grupo de milagros que encontramos en las Escrituras del Antiguo Testamento gira alrededor de la vida de Moisés. Y recordamos que en el Antiguo Testamento la razón por la que Moisés fue investido o dotado con el poder de hacer milagros debido a la dificultad extrema de la tarea que le había sido dada por Dios. Ustedes recuerdan que cuando Dios comisionó a Moisés y le dijo que fuera a Faraón y le dijera: «Deja ir a mi pueblo» y que fuera al pueblo de Israel y les dijera que lo siguieran en esta experiencia del éxodo, Moisés dijo, como saben: ‘¿Cómo van a saber ellos que tú estás hablando conmigo y que la palabra que estaré proclamando es tu palabra?’. Recuerden que Dios dijo: Moisés, «mete la mano en tu seno» y él lo hizo. Luego la sacó y estaba llena de lepra. Él dijo: ‘Ponla ahí de nuevo’. Y cuando la sacó la segunda vez estaba limpia. Él dijo: ‘Toma tu vara y «échala en tierra». Y así lo hizo «y se convirtió en una serpiente». Él dijo: ‘Ahora agáchate y recógela’. Y se convirtió de nuevo en una vara. Y sabemos de la competencia que Moisés tuvo con los magos de la corte del faraón.
Bueno, vemos también, el mismo despliegue maravilloso de lo sobrenatural con el advenimiento de la nueva era de profecía con la aparición de Elías y Eliseo en el Antiguo Testamento. Pero no leemos acerca de milagros realizados por David o Salomón, o por Jeremías, o por algunos de los más grandes que aparecen en el Antiguo Testamento. Ni siquiera con Abraham leemos que él realizara milagros. Así que tiene que haber alguna razón para que Dios agrupe en la historia estos milagros de la manera en que lo hizo. Pero no hay un lugar en el que veamos una mayor concentración de milagros que cuando Jesús aparece en la tierra. Un crítico literario del Nuevo Testamento dice: «Una cosa es inconfundible y es que el registro de Jesús es un registro que está repleto de milagros». Otra pregunta es, ¿confiamos en ellos? ¿Son verdaderos? El naturalismo del siglo XIX los negaba por completo. El neoliberalismo del Siglo XX, como lo vimos y lo mencioné, con Bultmann, niega categóricamente la realidad histórica de estos milagros. De hecho, uno de los elementos de la así llamada Alta Crítica, o Crítica de las Formas, es examinar varios pasajes del Nuevo Testamento y observar la forma literaria en que ocurren.
Y una de las cosas que los críticos de las formas han hecho es que han examinado las historias de los milagros para ver si hay un patrón que sea repetitivo. Y ellos han notado tal patrón, de las llamadas historias de milagro, donde un problema grave, como una enfermedad, una dolencia o aflicción, se describe primero. Es una especie de antes y después de la historia del antes y el después. Y luego se realiza la obra propiamente tal, esto es, el milagro, cuyo resultado es una especie de liberación o rescate. Y entonces, la respuesta característica en este patrón es una de sorpresa o asombro. Cuando se aprende griego en el seminario, una de las primeras palabras que hay que aprender en la lengua griega es la palabra «thaumazo», que significa «estar asombrado». Y la razón por la que es una de las primeras palabras que tienes que aprender es por la alta frecuencia con que ocurre esta palabra en el Nuevo Testamento. Cada vez que Jesús andaba por ahí, parece que la respuesta del pueblo a su comportamiento era de asombro.
Ahora, pienso que es importante que nos demos cuenta de esto cuando consideremos el registro de los milagros de Cristo en el Nuevo Testamento, ya que tenemos una tendencia a juzgar a la iglesia del primer siglo y a los escritores de la Escritura desde una postura triunfalista de arrogancia cultural de nuestros días. Decimos: ‘Ah, estas personas son pre científicas, ellas son primitivas, son crédulas e ingenuas’. Quiero decir, ellos vivían en un mundo donde daban por sentado los milagros. Hagan un estudio de la palabra, un estudio de la frecuencia de la palabra «asombro». Pónganse en contacto con la respuesta de los contemporáneos de Jesús a su poder y a su despliegue de poder. La gente nunca había visto algo como eso. Y no me importa en qué período de la historia la gente vivía, ver a alguien resucitado de los muertos, alguien que estaba muerto y sepultado durante cuatro días, no era algo común. Y la gente del primer siglo no era tan ingenua como para tragarse el anzuelo, el hilo y la plomada con cada reporte de alguien resucitado de entre los muertos después de estar en un estado de descomposición fisiológica. La gente del primer siglo no era tonta. Ellos no eran bobos. Tampoco puede decirse, merecidamente, que ellos no eran científicos, o aun pre científicos.
Ahora, ellos no sabían lo que ahora se conoce científicamente, del mismo modo que no sabemos lo que presuntamente será conocido científicamente en el próximo siglo. Y podrían mirarnos con el mismo tipo de arrogancia y hablar de lo ingenuos que somos con algunas de las opiniones a las que nos aferramos. Pero el tema fundamental aquí, con respecto a los registros del Nuevo Testamento que rodean las obras de Cristo, es la interrogante de si creemos que hay un Dios que tiene el poder de crear un universo, ex-nihilo. Una vez que eso es establecido, entonces la única pregunta es, ¿está ese Dios, quien está manifestando su aprobación a esta persona que está mostrando estos poderes que son registrados? Como saben, es interesante que los críticos de Jesús del primer siglo nunca negaron que estaba haciendo milagros. Estos eran muy obvios. Pero los fariseos negaban la fuente de su poder, decían que Él hacía estas cosas a través del poder de Satanás. Pero al menos ellos reconocían que el poder que Jesús manifestó, mientras caminó sobre esta tierra fue súper humano, era extraordinario y estuvo acompañado de milagros.
Ahora, antes de que miremos uno o dos ejemplos de los milagros, quiero hacer una pregunta: ¿Cuáles fueron las funciones de los milagros en el Nuevo Testamento? ¿Por qué milagros? Y, ¿por qué no los tenemos por todos lados hoy en día? No estoy diciendo. . . no me malinterpreten, no estoy diciendo que Dios no está obrando de manera extraordinaria en la actualidad; pero no tenemos una llamarada de milagros, personas resucitando de entre los muertos y cosas así que fueron escritas en el Nuevo Testamento. ¿Por qué esto es así? ¿Por qué al comienzo de la vida de Jesús y durante todo el recorrido por su vida hasta su resurrección, por qué estos eventos fueron rodeados por la manifestación de milagros? Bueno, recordamos a Nicodemo que vino a Jesús de noche y en sus comentarios de presentación a Jesús le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro» o, no serías capaz de hacer las cosas que haces».
Ahora, esta fue una percepción bastante importante de Nicodemo. Y él entendía su Antiguo Testamento. Él entendió que Dios no realizó milagros caprichosamente. Tampoco los ministros en el Antiguo Testamento tenían letreros en sus oficinas que decían ‘Espera un milagro’. Porque si un milagro era algo que uno esperaba con facilidad, su naturaleza extraordinaria se perdería si fuera algo común y corriente. Escucho siempre a gente decir de forma coloquial algo como esto, «Ah, el nacimiento del bebé es un milagro. Cada vez que veo nacer un bebé, yo digo: ‘es un milagro.’». Entonces les diría . . . No suelo decir nada, pero estoy tentado a decir: ‘No, no lo es». Es algo maravilloso. Un evento al que nunca deberíamos estar acostumbrados; que siempre, en un sentido, debería sorprendernos por la majestuosidad y el misterio del nacimiento humano. Pero los nacimientos humanos ocurren todos los días. No requieren de la extraordinaria, directa e inmediata visitación del poder que Dios muestra en un milagro.
Ahora eso no quiere decir que el poder de Dios no está presente en el nacimiento. Una vez más, la Biblia enseña que el poder por el cual todo llega a ocurrir en este mundo es por el poder de Dios. Pero hay una diferencia entre el obrar normal del poder de Dios y el extraordinario, donde a veces, Él dejará o se desviará de la norma, el patrón normal de las leyes de la naturaleza, las cuáles son de Él, y las pone al lado para llamar nuestra atención con algo dramático y trascendente. Eso pertenece al mismo carácter de la naturaleza. Y así es como Nicodemo lo entendió y él dijo: «Bueno, estás haciendo cosas que una persona podría hacer solo si Dios estuviera con él». Es decir, Nicodemo ni siquiera pensó que probablemente Satanás podía hacer las cosas que Jesús estuvo haciendo. Y Jesús mismo apeló a sus milagros como su credencial, dijo: ‘Si no creen en mis palabras, creedme por causa de mis obras’.
Ahora vamos al libro de Hebreos en el Nuevo Testamento. Y leemos en el segundo capítulo estas palabras «Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad. «A menudo pensamos en dar testimonio como algo que solo nosotros hacemos, que es nuestra tarea dar testimonio de Cristo o dar testimonio de Dios. Pero Dios dio testimonio de Jesús y la forma en que Él dio testimonio de Jesús fue con milagros.
John Locke, el filósofo británico, dijo una vez que la función principal, no la única función, pero la función principal del milagro en la Biblia es de dar crédito al autor. Es decir, para demostrar la veracidad de la persona que los está haciendo, para certificar que esta persona era aprobada por Dios y que estaba hablando la verdad de Dios. Esa es la razón por la que debemos ser muy, muy cuidadosos acerca de nuestra comprensión de los milagros. Porque aparte de las otras funciones que ellos tienen de aliviar el sufrimiento y cosas así, en los tiempos bíblicos, uno de los propósitos principales del milagro era probar que esa persona era un agente de revelación, que era alguien hablando nada menos que la Palabra de Dios. Ahora, podría ser algo interesante para ustedes saber que la palabra «milagro» no aparece en el Nuevo Testamento. Eso podría ser algo confuso porque lo que quiero decir con esto es que no hay una sola palabra en el griego que aparezca en el Nuevo Testamento que signifique «milagro».
Una vez enseñé de esto y al día siguiente la gente me enviaba todo tipo de referencias de varias traducciones de la Biblia, donde la palabra «milagro» aparece en el texto español. Y dije, «Sí, entiendo que eso es lo que está allí». Pero en realidad hay tres palabras diferentes que se utilizan en el texto griego. Y lo que hemos hecho históricamente es que a partir de estas tres palabras diferentes hemos extrapolado un concepto abstracto y hemos llamado a ese concepto «milagro». Y así, a veces, el traductor podía traducir una o tres de esas palabras con la palabra en español «milagro». Pero creo que es fascinante mirar las tres palabras distintas porque tienen pequeños matices que son importantes para nosotros. Y las tres palabras que encontramos en el Nuevo Testamento que combinan para darnos nuestra idea de milagro, son las palabras, «señal» o «señales», «prodigios» y «maravillas».
Ahora, permítanme que los ponga en orden inverso. Ya hemos visto que uno de los aspectos recurrentes en las historias de milagros es la respuesta del asombro. Estas son actividades o acciones que provocan en aquellos que son testigos un sentido de maravilla. Usamos la palabra «maravilloso» de una manera trillada en nuestros días. Vean, originalmente el término «maravilloso» significaba «lleno de maravilla», algo que provocaban sentido de asombro. Y una maravilla era algo que estaba más allá de la percepción normal de la experiencia humana. Así que, esa palabra es usada para describir las obras de Jesús. Eran maravillas. Era un obrador de maravillas. En segundo lugar, fueron llamada s «poderes» porque lo que manifiestan es una dimensión del poder que normalmente creemos que está fuera de los límites de los seres humanos.
¿Qué persona tiene el poder de hablar al viento y al mar agitado y decir: «Calla, enmudece» y de inmediato hacer que llegue la calma? ¿Qué ser humano tiene el poder de ir a la tumba de un hombre que, como ya he dicho, está en un estado de descomposición y pararse fuera de la tumba y dar solo una orden verbal diciendo: «¡Lázaro, sal, sal fuera»! Y que, en ese mismo instante, las neuronas en el cerebro empiecen a cargar, el corazón empiece a latir, la sangre empiece a fluir de nuevo a través de las venas, los tejidos, las fibras; los nervios empiezan a llenarse de fuerza y el hombre abre los ojos y camina con vida? ¿Qué tipo de poder es ese? ¿Qué clase de poder es el que permite a una persona desafiarlas leyes de la gravedad y de la flotabilidad para poder caminar en el agua? O, tomar agua y por fíat (decreto) a través de una orden, cambiar la constitución del agua en vino? ¿Qué clase de persona puede devolver la vista a los ciegos solo tocando; y oído a los sordos?
¿Alguna vez han visto un obrador de milagros hoy en día restaurar una extremidad? Jesús hizo todas estas cosas y más, manifestando esos poderes. Pero la otra palabra, la palabra que es favorita de Juan, como lo vemos en el primer milagro registrado en las bodas de Canaán, donde Jesús cambia el agua en vino, es llamado «señal». En cierto sentido, era lo que la generación mala y adúltera estaba buscando: ‘No voy a creer hasta que no vea una señal del cielo’. Dijo Tomás, ‘No voy a creer hasta que no vea las perforaciones en su cuerpo y ponga la mano en las heridas de su cuerpo’. ¿Qué estaban pidiendo ellos? Estaban pidiendo un milagro. Querían algo que fuera tan evidente, tan claramente el poder de Dios, algo que visiblemente solo Dios podía hacer, entonces y solo entonces, iban a creer. Y Jesús reprendió a la gente por ese tipo de cosas y al mismo tiempo nos dijo que esa generación era tan malvada que incluso si uno regresaba de entre los muertos, ellos no creerían. Que no importa cuántas señales, Jesús hiciera, ellos querían más. «Esto no es suficiente. «Y Jesús finalmente dijo: ‘No hay ninguna señal que vaya a ser dada a ustedes, excepto la que le fue dada a Jonás’. Y esa fue la resurrección.
¿Recuerdan lo que Pablo dice a los atenienses, cuando va al Areópago? Dijo: «habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo…, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas… al resucitarle de entre los muertos». Es como si Dios nos dijera: ‘Si la resurrección de Jesús no es suficiente para demostrar que este es mi Hijo Unigénito, no verán nada más grande. Ustedes no van a ver nada más porque le he dado el crédito al autor. He rodeado la vida de mi hijo con demostraciones manifiestas y múltiples de mi poder. He dado la señal de quién es Él. «Y es por eso que estos milagros son extremadamente importantes para nosotros mientras los leemos. Y cuando los lean y lean el Nuevo Testamento y vean una historia milagrosa, pregúntense inmediatamente, «¿Cuál es el significado de esto? «O, para ponerlo de forma más deliberada, «¿Cuál es el significado de la «señal» allí? ¿Qué me dice acerca de esta persona llamada Jesús?»