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Transcripción
Mencioné en nuestra última sesión que estamos en una época en la que hay un gran debate y controversia sobre lo que es la adoración apropiada ante Dios. En mi propia iglesia, tenemos un principio que gobierna nuestra adoración y se llama el principio regulativo que dice que no debemos participar en ninguna forma de adoración que no esté establecida en las Sagradas Escrituras.
Algunas iglesias adoptan una posición diferente y dicen que todo lo que no esté prohibido en las Escrituras se puede usar en la adoración de la iglesia; mientras que otras iglesias, como la mía, dicen que solo lo que está autorizado por las Escrituras es una forma legítima de adoración. Sin embargo, incluso dentro de mi iglesia, hay un gran debate sobre lo que significa que las Escrituras autoricen algo. ¿Tiene que autorizarlo explícitamente o es algo que se puede deducir por inferencia razonable del texto de la Escritura y ese debate continúa.
En la medida en la que he luchado con este asunto sobre cómo debe lucir la adoración, sigo regresando al Antiguo Testamento, aunque sé, como he dicho antes, que es peligroso porque no estamos en el Antiguo Testamento, estamos en el Nuevo Testamento. Y una de las diferencias entre el Nuevo Testamento, como libro y el Antiguo Testamento, una de las diferencias evidentes, el Nuevo Testamento es mucho más corto que el Antiguo Testamento, pero el Antiguo Testamento da instrucciones detalladas y explícitas para la adoración, mientras que el Nuevo Testamento no es totalmente silencioso, pero casi.
No tenemos estos interminables pasajes detallados prescribiendo cómo debe ser nuestra adoración en el Nuevo Testamento. Por supuesto, en el Nuevo Testamento se nos dice claramente que el sistema de sacrificios que tanto formaba parte de la liturgia del Israel del Antiguo Testamento ya no debe repetirse porque se cumplió de una vez por todas con el sacrificio de Cristo ofrecido en la cruz. Pero a pesar de eso, volvemos al Antiguo Testamento y voy allí repetidamente por esta razón: Aquí es donde puedo encontrar un refugio de la especulación y de la mera opinión humana o del gusto y preferencias humanas, porque aquí es el único lugar donde puedo encontrar a Dios mismo exigiendo explícitamente ciertos aspectos que ocurren en la adoración.
Al ver esto, he aquí algunos de los principios generales que aprendo de ello: En primer lugar, observo que en la adoración del Antiguo Testamento la persona en su totalidad participa en la experiencia de la adoración. Con esto no quiero decir que en el Nuevo Testamento solo llevamos los brazos o las piernas a la iglesia y el resto de la persona se queda en casa. No, lo que quiero decir con esto es que en el sentido de adoración del Antiguo Testamento, ciertamente el corazón y el alma y la mente de la persona deben estar comprometidos; y en nuestra adoración hoy día hay un papel importante para la lectura de las Escrituras y para la predicación de la Palabra que está diseñada, en primer lugar, para la mente, está diseñada para ser entendida y posteriormente vivida.
Pero cuando venimos a la iglesia el domingo por la mañana, no venimos como mentes sin cuerpo. No vamos a ninguna parte como mentes sin cuerpo y ninguna de nuestras experiencias es puramente cerebral o intelectual, sino que toda la experiencia de la vida humana implica lo mental y lo físico o lo que ahora llamaré, lo sensorial. Los cinco sentidos están relacionados en la experiencia de la vida; aquellos que son ciegos perciben con agudeza la pérdida de uno de esos sentidos primarios; los que pierden el oído y se quedan sordos suelen estar seriamente desorientados porque ahora solo pueden responder a la vida por lo que ven o lo que leen o lo que huelen o lo que saborean y tocan, porque ya no pueden oír.
Somos criaturas que experimentan la suma total de la vida, no con la mente desnuda, sino que lo asimilamos todo visualmente, oyendo, oliendo, saboreando, tocando. Durante la época navideña, quizá más que en cualquier otra época del año, la gente habla del misterio del sentido del olfato, de cómo se evocan olores y aromas que hacen retroceder la memoria a años atrás, donde uno recuerda la fragancia del pino que había en la sala de tu casa cuando eras niño. Más adelante veremos ese sentido del olfato por separado.
Ahora, a modo de introducción, quiero que veamos que en la adoración del Antiguo Testamento, los cinco sentidos participan intensamente en la experiencia de la adoración. Empecemos, en primer lugar, con el sentido de la vista o la percepción visual, el elemento visual. Ya hemos hablado del cuidado que Dios puso en el diseño y la confección del mobiliario del tabernáculo y del templo y de las vestiduras que debían usar los sacerdotes en la adoración y de que Dios dijo que debían ser diseñados con el propósito de dar gloria y belleza. La belleza no es algo que percibimos solo con nuestros ojos. También nos preocupa mucho oír sonidos que son bellos, pero por ahora me voy a limitar a lo visual.
A menudo le pregunto a mis alumnos del seminario, que son todos protestantes: «¿Han estado alguna vez en una catedral católica romana?». Todos lo han hecho y les digo: «Díganme, con franqueza, ¿cuál es su respuesta emocional cuando entran por la puerta de una catedral católica romana, una de las grandes catedrales de Europa o la de San Patricio en Nueva York o cualquier otra?». Estoy haciendo esta pregunta a ministros reformados que, por conciencia, no son católicos romanos en sus creencias y sin embargo, casi siempre que hago esa pregunta, obtengo la misma respuesta de estos hombres. Dicen frases como: «Experimento una sensación sobrecogedora», «siento ganas de adorar», «tengo una sensación de la trascendencia de Dios que de alguna manera no siento cuando entro en una iglesia protestante».
Los que hablan son protestantes y les digo: «¿No es interesante? Tienes esta sensación de trascendencia que te pone en un estado de ánimo, por decirlo así, de adoración. ¿Te diste cuenta de que eso fue diseñado cuidadosamente?». Entonces hablamos de la historia de la arquitectura eclesiástica y de las catedrales de Europa, de Francia y de Alemania e incluso Inglaterra no surgió de la noche a la mañana; la catedral gótica clásica no fue algo que a alguien se le ocurrió de la nada, sino que hubo un gran cuidado y reflexión en estos diseños y fueron diseñados por artistas que entendieron algo, y lo más fundamental que entendieron fue este principio al que quiero dedicar algo de tiempo.
Ellos entendieron esto: que cada forma, recordemos esto, cada forma, esta es una afirmación universal, cada forma es una forma de arte. Si quieres construir una iglesia que no tenga arte, olvídalo. No puedes tener un edificio porque no importa cómo sea el edificio, no importa qué forma tenga, tendrá una forma; no existe algo como un edificio sin forma. No existe nada sin forma, excepto un espíritu; todo lo físico tiene una forma. Mi afirmación es que toda forma es una forma de arte. Es notorio que algunas formas son más artísticas que otras, pero toda forma que vemos es una forma de arte. Todas las formas que vemos tienen algún tipo de color o ausencia de color y el color en sí mismo es un medio artístico. Tiene una forma, puede ser rectangular, circular, triangular o lo que sea, pero cada una de estas formas es una forma definida que tiene dimensiones artísticas. El elemento más importante de mi fórmula: Cada forma es una forma de arte, te guste o no, y cada forma de arte comunica algo.
Todas las formas de arte comunican algo. Puede que no sea lo que tú quieres que comunique, pero comunica algo. He estado en más de una iglesia que, mientras se encuentran en medio de un proyecto de construcción y están en una etapa intermedia y quieren hacer uso funcional de más de un edificio, pueden reunirse, mientras se están organizando, en una escuela o pueden reunirse en un restaurante o pueden reunirse en el local de una tienda o pueden reunirse en el gimnasio de una escuela secundaria. Has visto iglesias como estas y todo tipo de grandes iglesias han empezado en este tipo de entorno, pero cuando vas a la iglesia en una sala de cine que fue diseñada para comunicar algo, tienes que tratar de bloquear todas tus imágenes y recuerdos de películas fuera de tu mente para poder prestar atención a la adoración que está ocurriendo cuando ese edificio está siendo utilizado como iglesia.
He estado en iglesias en gimnasios escolares y me resulta difícil pensar en la adoración en la línea de saque, porque el baloncesto se entromete en mi pensamiento; no es culpa de la iglesia; es mi culpa. Pero las redes y los aros no son propicios para que centre mi atención o la atención de mi alma en la adoración. Cada forma es una forma de arte y cada forma de arte comunica algo y lo que les decía a mis alumnos en el seminario cuando describían o intentaban describir, sus respuestas emocionales ante una catedral gótica, les decía: «¿Por qué se diseñaron las catedrales góticas de la forma en que fueron diseñadas, con estos arcos, con estos techos abovedados, arcos arbotantes y esta sensación de espacio resonante? ¿Qué tenía en mente el arquitecto?». Quería una forma que despertara en ti la sensación de lo alto y sublime que es Dios, de lo diferente que es Dios.
Las catedrales en Francia, en Inglaterra, en Alemania, a veces tardaban ciento cincuenta años o más en construirse, donde los campesinos de un pueblo local empezaban donando sus posesiones y un maestro artesano venía y empezaba a construir una pequeña nave donde la gente pudiera celebrar un servicio de adoración. Pero el maestro constructor tenía un plan y un proyecto que tardaría ciento cincuenta años en completarse; y cuando la persona colocaba la primera piedra, el maestro albañil, cuando comenzaba a construir la catedral y colocaba la primera piedra, sabía que el edificio que estaba empezando no estaría terminado sino hasta que su nieto o bisnieto colocara la última piedra.
Estas personas no tenían mucho dinero, pero tenían una perspectiva elevada de lo que querían que fuera su iglesia, no algo que fuera obsoleto y que con el tiempo fuese algo que se pudiera desechar o simplemente tirar. Y utilizaban ese diseño para establecer claramente la diferencia entre lo secular y lo sagrado, para que tan pronto como una persona cruzara el umbral y entrara por la puerta principal de su iglesia, tuviera la sensación de que estaba caminando hacia la presencia de Dios. Obviamente hay un lado negativo en eso, el lado negativo está en pensar que el único lugar donde Dios está es en ese edificio, pero ellos entendieron que la dimensión visual del arte comunica algo. Comunica algo.
Se han hecho encuestas sobre por qué la gente se aleja de la iglesia y por qué la gente va a la iglesia y las encuestas siempre revelan lo mismo. Las dos mayores quejas que tienen las personas que abandonan la iglesia son que, primero la iglesia es aburrida y segundo la iglesia es irrelevante. La tercera es que la gente no es amable. Esas son las tres razones principales que la gente da para no ir a la iglesia. ¿Sabes cuál es la razón principal que la gente da para ir a la iglesia, por qué van realmente? ¿La motivación número uno para ir a la iglesia? Compañerismo humano, estar con otras personas en una actividad particular.
Todos sabemos cuál es la razón número uno por la que debemos ir a la iglesia y es que el propósito de ir a la iglesia es adorar a Dios, pero somos pocos, si es que hay alguno, los que vamos exclusivamente por esa razón. Vamos para disfrutar del compañerismo de nuestros amigos y de la expresión de los símbolos de nuestra fe, entre otros motivos. Si nos fijamos en nuestras iglesias, la mayoría de ellas están diseñadas ¿para qué? ¿Para comunicar qué? Se trata de un lugar cálido, cómodo y funcionalmente conveniente para reunirse con los amigos. La mayoría de nuestras iglesias parecen salones de reuniones, de modo que lo que se comunica en la arquitectura es el hombre, nuestra propia humanidad y no la majestad trascendente de Dios.
Vuelvo a la razón principal que la gente da para dejar la iglesia. Ellos dicen que la iglesia es aburrida, número uno; y número dos, la iglesia es irrelevante. He mencionado esto antes, que si yo les dijera, «Amigos, la próxima semana a las once de la mañana, Dios mismo va a aparecer, visiblemente, en tal o cual lugar y estamos vendiendo boletos», ¿comprarían uno? No te lo perderías si supieras que puedes ver a Dios o si te dijera: «Jesús va a volver la semana que viene y va a aparecer en tal o cual edificio a tal o cual hora», no te importaría el aspecto del edificio. No te importaría lo magnífica que fuera su arquitectura.
Si supieras que Jesús va a estar allí, irías; y si supieras que Dios va a estar allí, irías. Espero que vayas; y si vas y Dios realmente apareciera; o si Jesús visiblemente, físicamente viniera a adorar, ¿cuántas personas crees que saldrían de allí al final de esa experiencia y dirían: «Me aburrí hasta la muerte» y, «esto es irrelevante»? Eso es inconcebible; uno ve la Biblia y lee el registro de los encuentros que la gente tiene con el Dios vivo y ve toda la gama de emociones humanas expresadas. Algunas personas lloran, otras gritan de miedo y terror, otras se estremecen y tiemblan, algunas se desmayan. Hay todo tipo de respuestas a la presencia de Dios, pero nunca leo en el Antiguo Testamento que Dios aparezca y la gente se aburra, o que alguno se vaya diciendo: «Esto fue irrelevante». No fue así como se sintió Moisés ante la zarza ardiente.
Entonces, ¿cómo podemos explicar los resultados de todas estas encuestas que nos dicen que la gente se va de la iglesia sintiéndose aburrida y que la iglesia es irrelevante? Permítanme explicarles cómo lo entiendo yo. No tienen sentido de la presencia de Dios y la verdadera crisis de nuestra adoración hoy en día no se debe a que la predicación sea mala o que la iglesia no es cómoda. La razón es que no tenemos sentido de la presencia de Dios y si no tienes sentido de la presencia de Dios, ¿cómo puedes ser movido a expresar los sentimientos más profundos de tu alma para honrar, reverenciar, adorar y glorificar a Dios?
La otra cara de la moneda es que, a lo largo de la historia, la gente ha hecho todo tipo de elementos para tratar de lograrlo, creando imágenes e ídolos y algo visible y tangible; y viola todo tipo de reglas que Dios tiene, por no decir: «No te harás ninguna imagen tallada de mí» y ese es el peligro de la otra cara, pero el primer elemento del que debemos preocuparnos en la adoración es el elemento visual porque cada servicio de adoración que ocurre ya sea al aire libre, en el interior, en una catedral, en una tienda, en una choza de barro, donde quiera que sea, hay un despliegue visual allí. Hay una forma visual. Tus sillas o tus bancos tienen una forma. El piso tiene una alfombra o no la tiene; y si la tiene, es roja, azul, marrón o de algún otro color. Estás rodeado de arte el domingo por la mañana; estás rodeado de elementos visuales. ¿Estas cosas estimulan la mente hacia las cosas de Dios o fijan nuestra atención en las cosas de este mundo?
CORAM DEO
Signos, símbolos, arte, todo esto es parte de los atavíos de la adoración. Recuerda que en el Antiguo Testamento y en el Nuevo, el énfasis principal está en la Palabra de Dios, pero en Israel, Dios no hablaba simplemente a Su pueblo. También les mostraba cosas. Mostró Su majestad al pueblo; e incluso los profetas del Antiguo Testamento comunicaron la Palabra de Dios mediante lecciones con objetos, a veces extremadamente raras, como Isaías corriendo desnudo por la ciudad, corriendo a toda velocidad, por así decirlo. La lección con objetos era una forma visible de comunicar la verdad. ¿Cuál era la importancia de los ritos y ordenanzas del Antiguo Testamento, las fiestas, el rito de la circuncisión, por ejemplo? Era un símbolo visible de algo. ¿Por qué puso Dios un arco iris en el cielo y le dijo a Noé: «Cada vez que veas mi arco en el cielo, este te confirmará la seguridad de mi promesa»? La iglesia no es única y sencillamente palabra, la iglesia es siempre palabra y sacramento, lo mental y lo visible, y exploraremos esto más a fondo en las próximas sesiones.