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Transcripción
En el siglo XVII, una declaración doctrinal fue escrita en Londres, en la abadía de Westminster, por un gran grupo de teólogos que eran conocidos simplemente como «los teólogos de Westminster y esa confesión de fe se llamó la Confesión de Fe de Westminster y ha tenido un impacto notable en el protestantismo desde el siglo XVII.
La Confesión de Westminster es una de las declaraciones doctrinales más completas que jamás se haya compuesto en la historia de la iglesia. Sin embargo, incluye un segmento que puede ser un poco extraño escuchar por su título. El título del capítulo 22 de la Confesión es: «De los juramentos y votos lícitos». «De juramentos y votos lícitos». Desde el punto de vista del siglo XX, podemos preguntarnos por qué los teólogos dedicarían espacio en una declaración de credo para articular principios con respecto a los juramentos y votos lícitos.
Es decir, un asunto es confesar nuestras afirmaciones doctrinales sobre la resurrección y sobre la expiación y sobre la justificación y la santificación, pero ¿por qué una sección entera sobre juramentos y votos? Bueno, en la Reforma protestante, todo el tema de los juramentos y votos se convirtió en un asunto de gran controversia en más de un frente. Uno de los problemas que surgieron fue que, personas como Juan Calvino, por ejemplo y Martín Lutero, quien fue ordenado en el sacerdocio católico romano, ambos líderes magisteriales de la Reforma protestante del siglo XVI dejaron la Iglesia católica romana como protestantes.
Por supuesto, Lutero fue forzado a salir y él decía que la iglesia lo abandonó a él en lugar de que él dejó a la iglesia. Pero sea como fuere, abandonaron el escenario en el que estaban viviendo sus votos: Votos en cuanto a las órdenes sagradas del sacerdocio, votos con respecto al monasterio, como los que hizo Lutero, y votos de celibato y pobreza y ese tipo de cosas. Porque gran parte de lo que sucedía en la iglesia medieval se centraba en los votos sagrados, de nuevo no solo el voto matrimonial, sino también el voto sacerdotal, el celibato, los juramentos de pobreza y todo lo demás. Así que en el siglo XVI surgieron muchas preguntas sobre si era apropiado del todo hacer votos.
Como veremos dentro de poco, Jesús tuvo algunas palabras negativas que decir sobre los votos en el Sermón del monte y como resultado de eso, un grupo de protestantes que se separaron de la Iglesia católica romana reaccionaron tan enérgicamente contra los múltiples votos que formaban parte del sistema del catolicismo romano, que repudiaron de manera absoluta el hacer votos. Eso fue parte del llamado movimiento anabautista del siglo XVI.
Así que para cuando llegó el siglo XVII, las personas reformadas estaban tratando de definir su comprensión de los votos vis a vis, desde dos frentes distintos. Por una parte, estaban dando su punto de vista de los votos en contra del punto de vista católico romano y, por otra parte, estaban articulando lo que creían que eran juramentos y votos lícitos en contra de los anabautistas que estaban en el otro lado, tratando de dirigir un rumbo entre la práctica católica romana y la práctica anabautista que se encontraba del otro lado.
Aunque este asunto puede parecer ajeno a nuestro interés en la doctrina, no debería ser un asunto insignificante para nosotros debido al lugar prominente que ocupa este tema en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, encontramos en el libro de Miqueas, esta pregunta: «¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti?». La respuesta que recibimos es: «Practicar la justicia, amar la misericordia, / Y andar humildemente con tu Dios».
Lo que es reconfortante sobre esa declaración profética es esto: que la Biblia es un libro tan grande; tiene tantas leyes, tantas advertencias, y a veces nos preguntamos ¿hay algún método simple que sea el ABC de la vida cristiana? ¿Hay alguna manera de reducir esta gran complejidad de responsabilidades a la esencia fundamental? ¿Cuáles son los principios básicos que se supone que debemos seguir? Eso es lo que Miqueas hizo por su pueblo. Él dijo: «¿Quieren que reduzca y que simplifique todo en un ABC? Practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente con tu Dios. Si pones las tres en práctica todo va a salir bien».
He dicho esto a mis estudiantes: Si pudieran hacerle esta pregunta a Jesús: «Señor, ¿qué es lo más importante que quieres de mí? ¿Cuál sería el atributo más importante que quieres que defina a tus seguidores y que ellos manifiesten?». Me pregunto qué diría; no sé lo que Él diría, pero sí sé lo que Su hermano dijo porque Jesús tenía un hermano que se convirtió después de la resurrección de Cristo y que escribió uno de los libros del Nuevo Testamento, la epístola de Santiago.
Santiago, quien es conocido como Santiago el justo, escribió la Epístola de Santiago y en el último capítulo de la epístola que escribió, Santiago dice esto, capítulo 5, versículo 12: «Y sobre todo, hermanos míos», coma, permítanme hacer una pausa antes de que veamos el contenido del «sobre todo». Aquí está el apóstol Santiago, escribiendo en la Sagrada Escritura, bajo la inspiración de Dios el Espíritu Santo, introduciendo una exhortación con las palabras «sobre todo». Eso no es lo mismo que decir que esto es lo más importante que se puede hacer, pero está muy, muy cerca porque él lo eleva por encima de todos los otros temas que dijo a lo largo de este libro y ciertamente está dejando claro que lo que sea que esté a punto de afirmar como una amonestación, no es algo de importancia secundaria.
A la expresión: «Y sobre todo, hermanos míos», ¿qué le sigue? «No juren, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento. Antes bien, sea el sí de ustedes, sí, y su no, no, para que no caigan bajo juicio». Así que aquí está su aforismo: «Sobre todas las cosas, no jures». Esto parece una prohibición universal absoluta en contra de hacer juramento o el juramento de votos, porque dice: «No juren, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento. Antes bien, sea el sí de ustedes, sí, y su no, no, para que no caigan bajo juicio». Antes de que comentemos más sobre eso, volvamos a la enseñanza original sobre este tema de nuestro Señor en el Sermón del monte y especulemos por un momento.
Uno de los elementos que encontramos en la Epístola de Santiago es todo tipo de aforismos breves y concisos, muy similares al estilo de enseñanza que Jesús mismo dio, cuando Jesús expresaba principios y expresiones pequeñas, cortas y concisas. Bueno, aquí tenemos el registro de Jesús enseñando en el Sermón del monte en Mateo, capítulo 5, versículo 33, cuando dice: «También han oído que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, sino que cumplirás tus juramentos al Señor”. Pero Yo les digo: no juren de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de Sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello. Antes bien, sea el hablar de ustedes: “Sí, sí” o “No, no”; porque lo que es más de esto, procede del mal». Todo lo que se adicione a esto, Jesús dice que es satánico o demoníaco.
Bueno, puedes ver por qué, a la luz de esta declaración, esta declaración categórica que Jesús hace en el Sermón del monte, que es repetida por Su hermano más adelante en la Epístola de Santiago, que repudia el hacer juramentos de una manera aparentemente absoluta, por qué personas como los anabautistas en el siglo XVI llegarían a la conclusión de que nunca es correcto hacer votos y juramentos, sino simplemente responder sí o no. Es por eso que hay algunos grupos religiosos, incluso hasta el día de hoy, que, cuando se les pide que den testimonio en un tribunal, se abstienen de hacer el juramento sobre la Biblia, «¿Juras decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, con la ayuda de Dios?», por escrúpulos o convicciones religiosas basados en la enseñanza de Jesús en el Sermón del monte y la enseñanza de Santiago en el libro de Santiago.
Ahora, la premisa fundamental que tenemos de la interpretación bíblica es que no se opone una parte de las Escrituras a otra y lo que tal vez sea oscuro en una parte de las Escrituras se aclarará en otra parte de las Escrituras, y de nuevo, la regla cardinal de la interpretación bíblica en la historia de la iglesia es la llamada analogía de la fe por medio de la cual interpretas la Escritura con la Escritura. El contexto más amplio de las Sagradas Escrituras sugiere que hay situaciones en las que es perfectamente legítimo hacer juramentos y votos y que lo que Jesús está haciendo aquí es dar una advertencia contra las interpretaciones rabínicas de la ley del Antiguo Testamento y la llamada halajá, la tradición oral. Es muy difícil cuadrar lo que Jesús está diciendo aquí con otras partes de las Escrituras, pero veamos si al menos podemos tratar de hacerlo.
En primer lugar, sabemos que Jesús mismo se sometió a juramentos, que el fundamento mismo de nuestra salvación se basa en las promesas de Dios, que Él confirmó con un voto sagrado a Abraham en Génesis 15. También sabemos que los cristianos fueron llamados por Dios mismo en el antiguo pacto a jurar su fidelidad a Él a través de contratos de pacto con votos sagrados. Además, sabemos que más de una vez, en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo confirmaba su enseñanza con un juramento. Por ejemplo, en Romanos, cuando enseña que su preocupación por sus parientes según la carne, los israelitas, dijo: «No miento» y apela a Dios por su asombrosa declaración de que estaría dispuesto a perder su propia salvación por el bien de sus parientes según la carne, los israelitas, y hace un voto para enfatizarlo.
Así que, a menos que vayamos a concluir que Dios mismo es satánico en los votos que nos hace en el Antiguo Testamento o que el pueblo de Dios está siendo demoníaco cuando le jura lealtad al pacto, o que cuando el apóstol Pablo usa el juramento es porque ha caído bajo la influencia de Satanás, estos otros casos de las Escrituras nos advierten en contra de hacer eso, aplicando lo que Jesús dice aquí en el Sermón del monte, de una manera demasiado amplia o simplista. Pero ¿qué es lo que le preocupa? Bueno, en primer lugar, veamos cómo lo presenta, dice: «También han oído que se dijo a los antepasados».
Permítanme recordarles que con frecuencia en las enseñanzas de Jesús, particularmente en el Sermón del monte, pareciera como si Jesús estuviera criticando el Antiguo Testamento y la gente ha extrapolado de esto la idea de que, obviamente, Jesús no consideraba el Antiguo Testamento como la Palabra infalible de Dios porque Él lo criticaba de manera regular, particularmente en el Sermón del monte. Habla del ojo por ojo, del diente por diente y más. Él dice: «Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo» y suena como si Él mismo se estuviera poniendo en contra de la ley de Dios.
Permítanme decir esto, si entendiéramos el papel de la ley de Dios en el Antiguo Testamento y en la redención y su importancia para la responsabilidad de Cristo, quien debe sujetarse a toda la ley para cumplir toda justicia, a cada jota y tilde de la ley, que si Jesús está realmente condenando la ley del Antiguo Testamento, estaría pecando y habría fallado en su misión y vocación de ser el Cordero sin mancha. Esto sería una gran mancha en Su historial si Él, de hecho, atacara la ley de Su Padre.
Pero nota que cuando Jesús entra en disputas con sus contemporáneos o incluso con Satanás mismo durante la tentación del desierto y Satanás trató de inducirlo a pecar, Jesús le respondía a Satanás con estas palabras: «Escrito está» y luego citaba las Escrituras del Antiguo Testamento. Y cada vez que un judío en la antigüedad usaba la frase: «Escrito está», no estaba diciendo simplemente que esto se puede encontrar en algún libro en alguna parte, sino que la frase: «Escrito está», era una frase comúnmente usada entre los judíos para referirse a algo que estaba escrito en un lugar muy específico, es decir, en las páginas de la Sagrada Escritura.
Así que esta frase, «escrito está», significaba para el judío lo mismo que si nosotros dijéramos: «La Biblia dice». Pero a diferencia de «escrito está», también encontrarás la frase «Han oído que se dijo», refiriéndose a la halajá o a la tradición oral de los rabinos, que era la interpretación rabínica tradicional de la Palabra escrita de Dios. Y verán con frecuencia en el Nuevo Testamento que Jesús debatía con los escribas y los fariseos, los abogados e intérpretes de la ley del Antiguo Testamento y se oponía firmemente a las tradiciones humanas dondequiera que, a juicio de Jesús, esas tradiciones rabínicas distorsionaban el significado de la Palabra de Dios.
De manera que si observan cuidadosamente el Sermón del monte, cuando ven a Jesús criticando, Él no está criticando las Escrituras del Antiguo Testamento, sino la interpretación que hacían de ella «Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo». Aquí Jesús no está corrigiendo la ley, sino la tradición oral y eso es lo que está haciendo aquí porque presenta esta frase en el versículo 33: «También han oído que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, sino que cumplirás tus juramentos al Señor”. Pero Yo les digo: no juren de ninguna manera».
Una vez más, esto no aclara completamente la dificultad porque la interpretación prima facie significaría ¿qué? Que la tradición oral dice que no jures en falso, pero yo voy más allá y te digo que no jures en lo absoluto, ni por el cielo ni por la tierra. Podríamos interpretar esto como que Jesús está diciendo: «Voy a corregir la tradición en contra de jurar falsamente, deshaciéndome del abuso de jurar falsamente, ordenando el desuso». No creo que eso sea lo que Él quiere decir, de nuevo a la luz de lo que vemos en otras partes de las Escrituras. Pero de lo que Él está hablando es de una prohibición absoluta de jurar por aquello que no es apropiado para jurar, lo cual se convierte en una preocupación importante tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, con respecto a nuestra comprensión de Dios.
Lo que le preocupa a la Biblia no es solo que guardemos los votos cuando son justos y que no demos testimonio falso cometiendo perjurio bajo juramento, sino que la primera consideración es aquello a lo que invocamos para dar testimonio de los votos que estamos haciendo. Es algo muy peligroso elevar una afirmación al nivel de un voto sagrado y en cierto sentido, Jesús está haciendo eco de la advertencia del Antiguo Testamento: «Es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas». Y no solo es mejor no prometer que prometer y no cumplir, sino que es mejor no hacer voto por un objeto que te comprometa con la idolatría. Así que la preocupación central sobre el cumplimiento de los votos y el juramento de los votos bíblicamente tiene que ver con la relación entre los juramentos sagrados y el pecado de idolatría y eso es lo que examinaremos en detalle en nuestra próxima sesión.
CORAM DEO
Creo que es sorprendente que el testimonio apostólico del Nuevo Testamento enfatice, sobre todas las cosas, que los cristianos deben dejar que su sí sea sí y su no sea no. Fundamentalmente, lo que está en juego aquí es la responsabilidad ética de cada cristiano de decir la verdad y de poder ser personas en cuya palabra se pueda confiar, de modo que cuando digo «no», eso es lo que quiero decir y cuando digo «sí», eso es lo que quiero decir y exploraremos eso junto con las dimensiones éticas en las próximas sesiones.