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Transcripción
Uno de los principales problemas que encontramos cuando tratamos de desentrañar pasajes difíciles que tratan de aspectos futuros o de la escatología es el género o la forma de literatura en la que se hacen muchas de las profecías bíblicas. Esta forma de literatura es identificada a veces como literatura apocalíptica. Es interesante que el nombre del libro de Apocalipsis en el Nuevo Testamento también pudiera traducirse como “revelación”. Has oído hablar de los cuatro jinetes del Apocalipsis y lo que caracteriza a la literatura apocalíptica es que tiende a ser extremadamente rica en imágenes vívidas y gráficas que a menudo adquieren un significado simbólico.
Si lees el libro de Apocalipsis, por ejemplo y ves las copas de oro y las vasijas y las estrellas y las diversas imágenes que están esparcidas a lo largo del libro, sabemos que a veces es muy, muy difícil entender exactamente lo que se está comunicando a través de estos símbolos algo arcaicos y misteriosos. También hace que la literatura apocalíptica esté abierta a las formas de especulación más fantasiosas donde las personas encuentran todo tipo de significados ocultos en estos símbolos. Eso explica en parte la gran diversidad que vemos en los puntos de vista de la escatología.
Pero cuando estamos viendo los problemas que han sido planteados por la alta crítica sobre la credibilidad de la Biblia y de Jesús, quiero ver sobre todo el discurso del monte de los Olivos, por esta razón, en realidad por un par de razones. Primero porque aquí es donde la crítica ha apuntado principalmente sus armas; es decir, en la enseñanza de Jesús en el monte de los Olivos con respecto a Su venida futura. En segundo lugar, aunque obviamente hay elementos en este discurso que son imaginativos en el sentido de que se emplean imágenes vívidas, sin embargo, el hilo principal de este discurso sigue el patrón didáctico normal de la literatura que encontramos a lo largo de los evangelios.
También vemos que el contenido del discurso del monte de los Olivos está contenido en los tres llamados evangelios sinópticos, de modo que tenemos la versión de Mateo en Mateo 24, la versión de Marcos en Marcos 13 y la versión de Lucas en el capítulo 21 de su Evangelio. Entonces, uno de los aspectos interesantes si tienen tiempo para hacerlo, es ver una armonía de los evangelios y comparar en columnas laterales los diversos matices que proporcionan los tres escritores sinópticos.
Pero de nuevo, este pasaje, que es tan crucial para nuestra consideración de la escatología, se llama el discurso del monte de los Olivos porque fue una discusión que Jesús tuvo con Sus discípulos en el monte de los Olivos. Y, en esta sesión, quiero llamar su atención sobre la interpretación de Marcos del discurso del monte de los Olivos.
Ahora, ustedes saben que Marcos tiende a ser más conciso y breve que los otros escritores sinópticos. De hecho, una de las palabras griegas clave que se encuentra en el breve Evangelio de Marcos es la palabra euthus, que significa al instante o inmediatamente. Es decir, podrías leer a Marcos en una sola sentada y cuando terminas estás casi sin aliento, porque se mueve a un ritmo muy rápido. Bueno, vayamos al capítulo 13 del Evangelio de Marcos donde leemos estas palabras: «Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos le dijo: “Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!”. Y Jesús le dijo: “¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada”».
Permítanme comentar sobre esto. Obviamente, la progresión aquí es que los discípulos se han alejado del templo y si has estado en Jerusalén, sabes que el monte de los Olivos está a un tiro de piedra de la ciudad de Jerusalén; desde donde se puede ver la ciudad de Jerusalén. Hay un valle en el medio y la pared que da al monte de los Olivos es la pared del templo. Entonces, obviamente, mientras salían del área del templo, Jesús hace este comentario mientras Él y Sus discípulos se dirigen hacia el monte de los Olivos, dijo: «¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».
Una de las grandes ironías de toda esta discusión sobre la credibilidad del Nuevo Testamento y la credibilidad de Jesús es que el cumplimiento de futuras profecías ha sido uno de los principales argumentos utilizados por los estudiosos para defender la autoridad de la Biblia y su origen sobrenatural, porque de qué otra manera podrían los eventos que tienen lugar muchos, muchos años o siglos después de que la profecía ha sido dada, ¿podemos explicar las profecías cumplidas, como las miles de profecías que se han cumplido en la vida de Jesús hasta el pueblo en el que nació, ese tipo de temas?
Bueno, en el Nuevo Testamento, en términos de las profecías del Nuevo Testamento, tal vez no haya dos profecías en el Nuevo Testamento que se cumplan con una precisión histórica tan asombrosa, esas dos profecías, en cuanto a su cumplimiento, deberían ser suficientes para silenciar las bocas de los críticos para siempre. Jesús predijo claramente de antemano la destrucción del templo judío y la destrucción de la ciudad de Jerusalén. Añade a eso la dispersión de los judíos a todas partes del mundo como se agregó en Lucas 21.
Ahora, sabemos que estas profecías se hicieron antes de que ocurriera el momento en que el templo realmente fue destruido y la ciudad fue arrasada por los romanos en el año 70 d. C. Esa fecha, el año 70 d. C., para la destrucción de Jerusalén y la destrucción del templo herodiano es una de las fechas mejor atestiguadas para cualquier evento que haya sucedido en el mundo antiguo. Simplemente nosotros sabemos en qué año ocurrió.
Ahora, antes de eso, unos cuarenta años, cerca de cuarenta años antes del evento, Jesús de Nazaret es reportado por los escritores de los evangelios, algunos de los cuales sin duda están escritos antes de este evento, predice un evento futuro que era absolutamente impensable para el judío de ese día decir que ese templo con sus piedras herodianas, que es una de las maravillas del mundo antiguo sería completamente arrasado y que para el judío pensar que la ciudad sagrada de Jerusalén sería aniquilada y pisoteada por los gentiles no era algo que la gente adivinara a modo de proyección de pronósticos.
Estas fueron predicciones radicales sobre el futuro, y el que se cumplieran con una precisión tan asombrosa, como dije, debería ser un argumento muy útil para la apologética. Desafortunadamente, Jesús hace estas predicciones sobre el templo y Jerusalén en el mismo contexto en el que Él habla de Su venida en nubes de gloria. Y esto viene a ser parte de la mezcla de la profecía, y esa parte es la que es problemática con respecto a su cumplimiento. Aquí ese texto, que debería ser una de las mayores pruebas de la credibilidad de Jesús y de la Biblia, se ha convertido en el mismo texto en el que los críticos se centran para refutar las Escrituras y las afirmaciones de Cristo.
Pero vemos desde el principio la predicción sobre la destrucción del templo. Versículo 3: «Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban en privado: “Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?”». ¿Entiendes la pregunta? Jesús se sienta con Sus discípulos; Él acaba de hacer esta increíble predicción y le están haciendo dos preguntas. «Dinos cuándo». No dónde, ni cómo, ni qué, ni quién; cuándo. Esa es una pregunta con respecto al tiempo.
Los discípulos quieren saber cuándo va a suceder todo esto. Más simple no puede ser. Una forma interrogativa sencilla. La segunda pregunta es: «¿Cuál será la señal?». ¿Qué nos señalará el momento? ¿Qué nos guiará o nos mostrará una señal de la inminencia de todo esto? ¿Cuándo ocurrirán todas estas cosas? ¿Cuál será la señal? Esas son las preguntas. «Y Jesús comenzó a decirles: “Miren que nadie los engañe. Muchos vendrán en Mi nombre diciendo: ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos. Cuando ustedes oigan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares; y habrá hambres. Esto solo es el comienzo de dolores”».
Ahora, estos aspectos que Jesús acaba de explicar tienen que ver con la respuesta a la pregunta de cuál será la señal del cumplimiento de todos estos aspectos. En la nomenclatura popular estos eventos de los que Él habla que tienen que ocurrir: «Guerras y rumores de guerras, naciones que se levantan contra naciones, terremotos y hambrunas» y todo ese tipo de eventos se llaman popularmente en la nomenclatura cristiana, ¿qué? las señales de los últimos tiempos. Hace poco leí un artículo en el que alguien estaba dando un estudio sobre un aumento en la frecuencia de terremotos medibles en el siglo XX con respecto a siglos anteriores, el número de hambrunas que se han reportado en todo el mundo, la cantidad de violencia que se ha registrado en el siglo XX con las guerras y rumores de guerras que hemos tenido, todo al servicio de llegar a la conclusión de que Cristo vendrá cualquier día, porque estamos viendo las señales de los últimos tiempos que se cumplen rápidamente.
De nuevo, la mayoría de los intérpretes de orientación futurista del discurso del monte de los Olivos ve todo lo que Jesús está diciendo aquí como señales que no ocurrirán hasta literalmente miles de años después del momento en que la profecía fue hecha por primera vez. «Esto solo es el comienzo de dolores. Pero ustedes, estén alerta». Noten que en el versículo 9 Jesús le dice a Sus discípulos: «Pero ustedes, estén alerta; porque los entregarán a los tribunales y serán azotados en las sinagogas, y comparecerán delante de gobernadores y reyes por Mi causa, para testimonio a ellos. Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones. Cuando los lleven y los entreguen, no se preocupen de antemano por lo que van a decir, sino que lo que les sea dado en aquella hora, eso hablen; porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu Santo. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte. Y ustedes serán odiados de todos por causa de Mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo».
Ahora, uno de los problemas que tenemos cuando leemos estas profecías es que asumimos que las personas principales a quienes se dirigen estas profecías somos nosotros. Leemos estas profecías como si hubieran sido escritas la semana pasada y que Jesús no estaba hablando con Sus contemporáneos, no estaba hablando con Sus discípulos, sino que nos estaba hablando a nosotros; o al menos por extensión a nosotros. Ahora, ese es un principio sólido en la medida en que creemos que la aplicación a lo largo del Nuevo Testamento de las palabras de Jesús a Sus discípulos continúa a través de los siglos a cada generación de cristianos.
Pero otra vez, no olvidemos que aquí Jesús está respondiendo una pregunta a personas específicas en un momento específico de la historia cuando le dijeron: «¿Cuándo sucederá todo esto?». Y Él dice que ciertos eventos tienen que suceder primero y luego les dice: «Pero ustedes serán llevados ante reyes y gobernantes y sufrirán persecuciones». Ahora, permítanme hacer una pausa por un segundo y preguntar: según el libro de los Hechos, ¿esa parte de la predicción ocurrió a los contemporáneos de Jesús que escucharon esa advertencia? Sí. Realmente ellos fueron perseguidos en ese tiempo. Él dijo: «Pero ustedes estén alertas, porque los entregarán a los tribunales, serán azotados, comparecerán», ustedes, ustedes, ustedes. Cuando los entreguen…
Luego el versículo 14: «Pero cuando vean la abominación de la desolación» de la que habló el profeta Daniel, «puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda)», y esta es una parte muy misteriosa del texto, «entonces los que estén en Judea huyan a los montes; y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva a tomar su capa. Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Oren para que esto no suceda en el invierno. Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás. Si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos que Él eligió, acortó los días».
Ahora, aquí escuchamos sobre la abominación de la desolación y escuchamos sobre la gran tribulación, popularizada en el libro más vendido, La agonía del gran planeta tierra y todos los argumentos y discusiones que ocurren entre los cristianos hoy en día sobre si Jesús vendrá antes de la tribulación, durante la tribulación o después de la tribulación. Pero junto con este pronóstico de una tribulación (y todo es parte de la respuesta a la pregunta, «¿cuándo serán estas cosas?»), Jesús da instrucciones específicas sobre cómo evitar la tribulación. «Cuando vean que estas cosas suceden, huyan». «Los que estén en Judea huyan a los montes».
Ahora, lo que vamos a ver en el curso de este estudio es el feroz sufrimiento y tribulación que vino sobre la nación judía en términos de la conquista de Palestina por los ejércitos romanos y la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., que fue el primer gran holocausto de la historia donde 1,1 millones de judíos fueron masacrados en la ciudad de Jerusalén en el año 70 d. C. Algo que sabemos de la historia que es notable es que cuando Palestina fue invadida y los romanos estaban tomando ciudad por ciudad, pueblo por pueblo incluso antes de que empezara el asedio de Jerusalén y los ejércitos cruzaron las fronteras, una de las razones por las que hubo tanta gente asesinada en Jerusalén fue que la gente fue a Jerusalén en busca de seguridad detrás de los enormes muros de la gran ciudad. Porque ese era el proceso normal en la antigüedad que cuando llegaba un ejército que avanzaba, la gente huía a las ciudades amuralladas por seguridad. Jesús les dice a Sus discípulos: «Cuando vean que suceden estas cosas, no vayan a la ciudad, sino vayan a los montes», que es exactamente lo que hizo la comunidad cristiana primitiva en el año 70 d. C. Los judíos huyeron a la ciudad; los seguidores de Jesús prestaron atención a estas advertencias y huyeron a otra parte.
Ahora, continuemos. «Si alguien les dice: “Miren, aquí está el Cristo”, o: “Miren, allí está”, no lo crean. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos. Pero ustedes, estén alerta; vean que se lo he dicho todo de antemano. Pero en aquellos días, después de esa tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz, las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces Él enviará a los ángeles, y reunirá a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo».
Ahora, vemos el quid del problema, ahora Jesús responde estas preguntas: «¿Cuándo serán estas cosas? ¿Cuál será la señal de Su venida?». Ahora Él habla de señales en los cielos, no solo señales en la tierra, perturbaciones astronómicas: el sol no da su luz, la luna, y más. Hablamos de todos estos eventos como precursores de la señal final de la venida de Jesús en nubes de gloria. Aquí Jesús incluye claramente Su venida en gloria como parte del contenido de esta profecía. Esa es la parte que más adelante se incluye en el texto cuando dice: «En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán».
Así que, incluida en esta profecía futura no está solo la destrucción del templo, y no solo la destrucción de la ciudad de Jerusalén, sino también la clara predicción que hizo Jesús de Su venida al fin del siglo en nubes de gloria. Y todas estas cosas, dice, van a ocurrir antes de que esa generación muera. Ahora, ¿qué hacemos con esto? Bueno, hay varias opciones. La primera opción es la opción que dan los críticos; es decir, que Jesús simplemente estaba equivocado, que quería decir con esta generación ese grupo de personas vivas que no durarían más de cuarenta años. Y no pasó así; estaba equivocado.
La segunda opción sobre esto es espiritualizar el término «generación» para referirse a algo más que una referencia de marco de tiempo de cuarenta años y puede ser indefinido, buscando un cumplimiento literal de todo el contenido. La tercera opción es darle un segundo vistazo a lo que Jesús estaba hablando específicamente en el discurso del monte de los Olivos en cuanto a Su venida. ¿Estaba hablando de Su venida final al fin de los tiempos? ¿O estaba hablando de Su venida al fin de la era judía, que no es el fin de la historia? Porque la Biblia hace una distinción entre la era de los judíos y la era de los gentiles.
Ahora, los estudiosos más modernos han prestado mucha más atención a este concepto «del fin del siglo» de lo que se ha hecho en el pasado. Vamos a explorar la posibilidad de que de lo que Jesús está hablando aquí en el discurso del monte de los Olivos no es Su última aparición al final de la historia, sino Su venida en juicio sobre la nación judía en el año 70 d. C., pero lo abordaremos en nuestra próxima sesión.