
Cómo leer las epístolas pastorales
30 octubre, 2025Cómo leer la ley bíblica
Este es el tercer artículo de la colección de artículos: Los cimientos de la hermenéutica
La ley de Dios, conocida también como el Pentateuco (Génesis, Éx.odo, Levítico, Números y Deuteronomio), no siempre resulta sencilla de comprender. Un enfoque correcto de la ley debe subrayar que todas las leyes del Antiguo Testamento son útiles para nuestra instrucción, todas las leyes del Antiguo Testamento, incluso si ya no las observamos porque han sido cumplidas en Cristo. Para entender mejor este género bíblico, podemos considerar varios principios.
1. Existen tres divisiones significativas de la ley.
Tradicionalmente, la ley se ha dividido en tres: la ley moral, la ley ceremonial y la ley civil. La ley moral se resume en los Diez Mandamientos. Son declaraciones universales y absolutas, sin penalidades específicas asociadas, y fueron escritas por el dedo de Dios (Éx. 31:18). Son fundamentales para el resto de las leyes en el Antiguo Testamento y son citadas por los apóstoles como aún vinculantes para los cristianos hoy en día (Ro. 13:8-10; Ef. 6:1).
Las leyes ceremoniales se centran en la adoración de Israel y en el tema de la impureza, ya que quien se encuentre en un estado de impureza, no puede adorar en el tabernáculo. Incluyen las leyes relacionadas con el sacrificio (Lv. 1-7), con los alimentos (Lv. 11) y con diversas condiciones relativas a la impureza (Lv. 12-15).
Las leyes civiles giran en torno al gobierno de Israel e incluyen leyes respecto a los jueces que aplican la ley (Dt. 17:8-13), diversas condiciones sociales como la esclavitud y la servidumbre contratada (Éx. 21:1-11; Lv. 25:39-55), y otras situaciones que requieren la regulación del comportamiento humano (Éx. 21:12-26; Lv. 24:17-23; Dt. 19:1-22:8). Aunque la distinción entre las leyes morales, ceremoniales y civiles no es absoluta, es un recurso didáctico útil que se ve afirmado en el Nuevo Testamento por la manera en que los apóstoles se refieren a las leyes del Antiguo Testamento.
2. Hay tres usos significativos de la ley.
Una manera común de explicar cómo la ley se aplica a la vida del pueblo de Dios se conoce como el «triple uso de la ley». La ley lleva consigo maldiciones que se aplican al pueblo de Dios cuando no confía en Él y persiste en la desobediencia. Esto se conoce como el primer uso de la ley, mediante el cual la ley actúa como un espejo y nos muestra nuestra necesidad de redención. El segundo uso de la ley se refiere a la función restrictiva de la ley, que advierte a las personas sobre las consecuencias civiles si la violan. El tercer uso de la ley enfatiza las bendiciones de la ley de Dios. La ley es dada al pueblo de Dios en el contexto de la redención (Éx. 20:2) para que el pueblo de Dios sepa cómo vivir de una manera que le sea agradable. En este sentido, la ley desempeña un papel en nuestra santificación al ayudarnos a crecer en nuestra relación con Dios.
Como ejemplo de la aprobación que hace el Nuevo Testamento del uso triple de la ley, vemos cómo aplica el sexto mandamiento, «no matarás», en sus tres funciones: el primer uso en Santiago 2:9-11, el segundo en 1 Timoteo 1:9-10 y el tercero en Ro.manos 13:9-10. Estamos condenados por la ley porque la hemos quebrantado, pero la buena noticia es que Cristo ha cumplido la ley por nosotros al guardarla perfectamente. Cuando nos presentamos ante Dios, nuestro juez, Él nos justifica declarándonos justos por medio de la fe en lo que Cristo ha logrado por nosotros. En la santificación, nos relacionamos con Dios como nuestro Padre, y la ley es una bendición que fortalece nuestra relación con Él.
3. Una ley del Antiguo Testamento debe entenderse en su relación con la venida de Cristo.
Cuando Cristo cumplió la ley, se produjeron ciertos cambios que afectan cómo se relaciona la ley con el pueblo de Dios en la actualidad.
Aunque la ley moral es vinculante, incluso la ley moral tiene elementos ceremoniales que se ven afectados por la venida de Cristo. Por ejemplo, el día de reposo y adoración del cuarto mandamiento era el séptimo día como un recordatorio de la creación y la redención (Éx. 20:8-11; Dt. 5:12-15). En el nuevo pacto, los creyentes adoran en el primer día porque la resurrección de Cristo inauguró la nueva creación. Nos regocijamos en Su victoria sobre el pecado y la muerte, y esperamos con ansias nuestro descanso escatológico final cuando Él regrese (Ap. 1:10; He. 4:1-11).
Las leyes civiles del Antiguo Testamento se aplican a Israel como nación. Estas establecen principios de justicia dados por nuestro Rey justo que pueden ser instructivos para los gobernantes del mundo y para nuestras vidas como cristianos, aunque esas leyes no tengan que aplicarse hoy de la misma manera (ver Confesión de Fe de Westminster 19.4 sobre la «equidad general» de la ley civil). Los apóstoles relacionan la pena de muerte de las leyes civiles con la posibilidad de excomunión en la disciplina eclesiástica, la cual tiene el mismo efecto de mantener al pueblo de Dios puro (ver 1 Co 5:13; Dt. 17:7).
La ley ceremonial regula los sacrificios, los principios de lo que es limpio e impuro, y las ceremonias relacionadas con el templo. Estas leyes ahora están abrogadas y cumplidas por la obra de Cristo. Él es el sacrificio ofrecido a Dios para que no llevemos sacrificios como parte de nuestra adoración (He. 10:11-14). Él es el templo que nos trae la realidad de la presencia de Dios, de modo que no tengamos que adorar en un lugar geográfico específico, sino que estamos dispersos por todas las naciones adorando «en espíritu y en verdad» (Jn. 2:19; 4:24). Ciertas regulaciones respecto a los alimentos y la sangre ya no hacen impuro al pueblo de Dios, para que los judíos pudieran llevar el evangelio a los gentiles en cumplimiento de la Gran Comisión (Mt. 28:19-20; Hch. 10:9-14). Para los que siguen a Cristo, la ley es buena:
¡Cuánto amo Tu ley!
Todo el día es ella mi meditación (Sal. 119:97)

