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Una de las partes más importantes, pero a menudo más pasadas por alto, de nuestro orden de servicio en Saint Andrew’s Chapel es la oración de iluminación. En nuestra liturgia, la oración de iluminación se sitúa entre la lectura de la Escritura y el sermón. En nuestra oración, pedimos humildemente a Dios que ilumine Su Palabra para nosotros por medio del Espíritu Santo, para que podamos escuchar, entender y aplicar correctamente lo que el Señor nos está diciendo en Su Palabra. La razón por la que esta oración es uno de los elementos más importantes de nuestro servicio, es porque necesitamos desesperadamente que el Espíritu Santo nos ayude a comprender Su Palabra. La razón por la que quizás sea la parte más pasada por alto de nuestro servicio, es porque con demasiada facilidad olvidamos cuán dependientes somos del Espíritu Santo para ayudarnos a comprender las gloriosas verdades de la sagrada Palabra de Dios.
El Espíritu Santo habita en nosotros y nos capacita para interpretar y aplicar Su Palabra, y es el Espíritu Santo quien nos guía a toda verdad. Somos completamente dependientes del Espíritu Santo. Sin Él, no podemos comprender correctamente nada en Su Palabra. No necesitamos ser grandes eruditos para comprender la Palabra de Dios; simplemente debemos haber nacido de nuevo, ser hijos humildes en quienes habita el Espíritu Santo. Sin embargo, incluso como creyentes, sabemos que no todo en la Escritura es fácil de entender.
No todo en la Escritura es fácil de entender, pero lo que debemos comprender para ser salvos es claro.
En teología, hablamos de la perspicuidad de la Escritura. La palabra perspicuidad, en términos sencillos, significa «claridad». Curiosamente, la palabra perspicuidad es una de las más confusas que podríamos usar para hablar de claridad. Incluso, cuando decimos que creemos en la perspicuidad de la Escritura, a veces las personas tienen la impresión equivocada de que estamos sugiriendo que todo en la Escritura es completamente claro y fácil de entender. Pero ese no es el caso. Sabemos esto tanto por la experiencia como porque la misma Palabra de Dios nos dice que no todo en ella es fácil de entender. La Confesión de Fe de Westminster (1.7) explica lo que creemos cuando hablamos de la perspicuidad de la Escritura:
Todas las cosas en las Escrituras no son igualmente evidentes en sí mismas, ni igualmente claras para todos. Sin embargo, todas aquellas cosas que son necesarias obedecer, creer y observar para la salvación están claramente propuestas y expuestas en uno u otro lugar de las Escrituras, para que no solo los eruditos, sino también los que no lo son, lleguen a una comprensión suficiente de ella mediante el debido uso de los medios ordinarios.
En otras palabras, no todo en la Escritura es fácil de entender, pero lo que debemos comprender para ser salvos es claro. Las declaraciones difíciles de Jesús no se encuentran solo en los evangelios, sino a lo largo de toda la Escritura, ya que Jesús es el autor supremo de la Escritura como la eterna Palabra de Dios.
Fundamentalmente, lo que hace complicadas las declaraciones difíciles de Jesús no es nuestra incapacidad para comprenderlas por completo, sino para creerlas plenamente y obedecerlas en su totalidad. Es por eso que necesitamos la obra iluminadora del Espíritu Santo para ayudarnos no solo a entender la Palabra de Dios, sino también a obedecerla, amarla, aplicarla y proclamarla mientras vivimos Coram Deo ante el rostro de Dios para Su gloria.
Publicado originalmente en el blog de Ligonier Ministries.

