
Cómo leer a los profetas bíblicos
18 noviembre, 2025Cómo recordar y practicar la Biblia
Este es el octavo artículo de la colección de artículos: Los cimientos de la hermenéutica
Aprender la Biblia es como aprender un idioma. La mejor manera de aprender ambos es mediante la inmersión. A medida que nuestros hijos aprenden a hablar, leer y escribir, adquieren el español mediante la repetición, la práctica y el uso. Entonces, cuando leemos la Palabra de Dios, algunas de las mejores maneras de recordar la Escritura son leyéndola regularmente, orándola en nuestros corazones, integrándola en la vida familiar y escuchándola predicada. En otras palabras, cuanto más incorporemos la Escritura en la vida diaria y en la práctica, más recordaremos y atesoraremos su contenido.
1. Leamos toda la Biblia regularmente
Primero, deberíamos leer toda la Biblia regularmente. Lo primero que necesitamos al aprender un idioma es vocabulario, gramática y contenido. Curiosamente, el Salmo 1 no exhorta a los creyentes a meditar en la ley de Dios día y noche; asume que lo hacemos (Sal 1:2). Sin embargo, muchos creyentes no saben cómo meditar en la Escritura. ¿Por dónde deberían comenzar? El primer paso obvio es leerla.
Parece que muchos cristianos no leen toda la Biblia. Al hacer un balance de cuánto hemos leído, ¿descubrimos que gravitamos hacia textos favoritos como los evangelios o Romanos 8? Sin embargo, deberíamos atesorar cada parte de la Palabra de Dios, aunque sea solo porque es la Palabra de Dios. El Salmo 119 expresa un amor de todo corazón por la ley del Señor porque el salmista aspiraba a un amor sincero por el Señor de la ley. Necesitamos toda la Escritura para tener una visión completa de cómo es Dios y quién es Él. La mejor forma de lograrlo es con un plan.
Aunque existen muchos planes de lectura, leer de tres a cuatro capítulos al día te permitirá completar toda la Biblia en aproximadamente un año. Cuanto más frecuentemente leemos cada parte de la Escritura, más se explican entre sí las partes, a medida que comenzamos a captar el vocabulario, la gramática y los patrones de pensamiento bíblicos. Si no apartamos tiempo para la adoración privada diaria, avanzando constantemente a través del Libro de Dios, entonces, ¿cómo nos convertiremos, como Apolos, en «poderosos en las Escrituras» (Hch 18:24)?
2. Oremos a través de nuestra lectura bíblica
Leer las Escrituras no debería ser meramente una expresión de «devoción» privada. Es un acto de adoración mediante el cual buscamos a Dios, y que expresamos principalmente a través de la oración. No solo deberíamos orar para que Dios abra nuestros ojos y contemplemos cosas maravillosas de Su ley (Sal 119:18), sino que también deberíamos incorporar expresiones bíblicas en nuestras oraciones. Preguntar «¿qué me muestra este texto sobre Dios?» puede hacer que tanto los pasajes fáciles como los difíciles sean fructíferos.
Por ejemplo, el Salmo 90:1-2 dice que Dios es nuestro refugio de generación en generación, y que «desde la eternidad y hasta la eternidad» Él es Dios. ¿No podemos orar: «Señor, te agradezco que mis hijos y yo habitamos contigo y tú con nosotros, y que, porque eres eterno, puedes cumplir Tus promesas a nuestra familia para siempre»? Buscar la gloria de Dios a través de la oración también puede acercarnos a Dios en adoración, incluso a través de nueve capítulos de genealogía en 1 Crónicas, porque veremos Su fidelidad al pacto con Su pueblo en vez de simplemente una lista de nombres.
3. Integremos las Escrituras en nuestras rutinas familiares
Sabemos que amar al Señor implica hablar Su Palabra a nuestros hijos cuando nos sentamos, cuando nos levantamos y cuando caminamos (Dt 6:6-7). La manera más obvia de hacer esto es extender nuestra adoración privada hacia la adoración familiar al leer, orar y cantar juntos a través de la Escritura. Mantener el culto familiar breve y sencillo hace que estos momentos sean provechosos, y mejores que no hacerlo en absoluto.
Leer y orar a través de la Biblia por nuestra cuenta y en nuestros hogares conduce naturalmente a conversar sobre la Biblia a lo largo del día. A medida que las parejas se sumergen en la Palabra de Dios, incorporando a los hijos (si los tienen), construyen hábitos devocionales que les ayudan a conocer y recordar las Escrituras, lo cual se refleja naturalmente en su habla cotidiana. Cuanta más Escritura pongamos en el corazón, más hablará la boca como un desbordamiento de ese corazón.
4. Escuchemos predicación bíblica con frecuencia
En la predicación fiel de la Biblia, escuchamos la voz de Cristo (Ro 10:14-17; Ef 2:17). El poder del Espíritu acompaña a los predicadores que proclaman el testimonio de Dios acerca de Su Hijo (1 Co 2:1-5). Aunque escuchar conferencias bíblicas y sermones en línea es bueno, encontrarse con Cristo y Su pueblo en la adoración pública es mucho mejor. Afortunadamente, el Señor nos ha dado un día de reposo semanal para redirigir nuestros corazones hacia el cielo, donde está el Cristo resucitado y ascendido. El culto privado y familiar nos ayuda a sumergirnos en la Escritura a lo largo de la vida. Sin embargo, el culto público es la culminación de este proceso, en el cual el Espíritu lleva la Palabra a nuestro corazón de manera especial, permitiéndonos practicar la Palabra de Dios y recordarla al ponerla en práctica.
Como aconsejó Agustín en su libro _Sobre la doctrina cristiana_, la mejor manera de leer la Biblia es buscar y disfrutar de Dios a través de ella. Las palabras en la página son «señales» que apuntan al Señor, pero el Dios trino es la «realidad» que realmente deseamos cuando leemos y escuchamos la Palabra de Dios. Aprender la Escritura es un compromiso de todo el ser. ¿Oramos para que el Espíritu glorifique al Hijo mientras estudiamos Su Palabra? ¿Buscamos glorificar a Dios en cuerpo y alma como Sus amados hijos? ¿Tratamos de recordar la Biblia utilizando medios para absorberla por completo y orando para ponerla en práctica?

