


Nuestra autoridad está viva
29 mayo, 2021


El gemir de nuestro gozo
1 junio, 2021El gozo futuro


Nota del editor: Este es el octavo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El gozo
Al escribir a los cristianos en la ciudad de Tesalónica, el apóstol Pablo les instruye: «Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús» (1 Tes 5:16-18). Estas palabras son instrucciones para una iglesia recién fundada por Pablo, compuesta por personas que dejaron el paganismo grecorromano para abrazar a Jesucristo por fe. Regocijarse, orar y dar gracias en todas las circunstancias debía caracterizar la vida de estos nuevos cristianos frente a la oposición acalorada de aquellos que no entendían por qué la gente adoraría a un rabino judío de la lejana Palestina que decía ser el Hijo de Dios, pero que fue condenado a muerte por los romanos.
Ordenar a los cristianos que se regocijen en circunstancias difíciles es difícil de entender sin un contexto. Podemos entender por qué las personas que enfrentan oposición necesitan orar: deben pedir a Dios la gracia que los sostiene durante las pruebas. Podemos entender por qué deben dar gracias continuamente por las misericordias de Dios que siguen recibiendo. Pero, ¿por qué debe regocijarse el pueblo de Dios en tiempos de prueba y persecución?
La enseñanza de Pablo sobre Jesús revela que el apóstol era un crítico del estoicismo griego, una filosofía de vida que enseñaba a las personas a vivir resueltamente según leyes fijas de la naturaleza. Sin embargo, a primera vista, la orden de Pablo de regocijarse durante las pruebas suena un poco a lo que los griegos podrían esperar de un filósofo estoico. ¿Por qué Pablo ordenaría esto si no era un estoico?
La respuesta se encuentra mirando al futuro y a la esperanza eterna prometida a cada cristiano, que es el contexto donde se encuentra el mandamiento de regocijarnos en tiempos difíciles. En Romanos 12:9-21, Pablo se refiere a las marcas de un verdadero cristiano: las manifestaciones de nuevos afectos religiosos en la vida de aquellos que han sido justificados por la fe en Jesús, en quienes habita el Espíritu Santo y quienes están siendo conformados a la imagen de su Salvador. La manifestación clave es el amor por Jesús y por los que Él ha redimido (v. 9). Ese amor se siente atraído por el bien mientras aborrece el mal. Se puede ver en la honra y el afecto fraternal (v. 10), así como en el celo y la sinceridad en el servicio al Señor (v. 11).
En el versículo 12, Pablo nos da el contexto para regocijarnos en tiempos de prueba: «gozándoos en esperanza». La razón por la que se le ordena a los cristianos regocijarse en medio de las pruebas, el sufrimiento y la persecución ahora se vuelve clara. Al mirar hacia el futuro, los cristianos saben que sus pruebas, por más difíciles que sean, son temporales, y que Dios promete convertir cada prueba actual en nuestro bien eterno (8:28). El gozo verdadero no se basa en sentimientos o emociones personales («me siento feliz»), ni en una determinación estoica de afrontar el futuro con valentía. Más bien, se basa en el hecho de que el Salvador crucificado que murió por nuestros pecados para apartar la ira de Dios también fue resucitado corporalmente de entre los muertos, y vendrá de nuevo para cumplir así todas Sus promesas.
Los cristianos se regocijan en tiempos de prueba y sufrimiento porque al hacerlo emulan la obra salvífica de Jesús, quien sufrió y murió antes de ser levantado de entre los muertos y exaltado a la diestra del Padre, donde gobierna sobre todas las cosas. El modelo establecido por Jesús —donde el sufrimiento precede a la gloria— es válido para todos aquellos que confían en Él y están unidos a Él por medio del Espíritu Santo. Así como Jesús sufrió y resucitó, se nos promete lo mismo. Nuestro sufrimiento, nuestras pruebas, nuestras tentaciones y nuestra persecución darán lugar a todas las bendiciones que Jesús nos ha prometido, la esperanza futura de la que Pablo habla a menudo (ver 1 Co 15:19; 1 Tes 5:8; 2 Tes 2:16-17).
Regocijarse en tiempos de prueba no es un ritual religioso sin sentido en el que nos centramos en cómo nos sentimos o en el que decidimos ser valientes. En vez de eso, estamos siguiendo el ejemplo dado por Jesús en Su propia vida, muerte y resurrección. El sufrimiento y las pruebas dan paso a la resurrección de nuestros cuerpos, la gloria futura y la vida eterna. Pablo toca este punto antes en Romanos:
Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos (8:23-25).
Los cristianos pueden regocijarse en medio del sufrimiento a causa de Jesús, quien ha asegurado y ahora garantiza un gozo futuro para todos aquellos a quienes redime.