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Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de la revista Tabletalk: Sabiduría y necedad
Nadie quiere ser considerado necio. Un necio actuará de maneras que trae vergüenza, ridículo y condenación a su vida. Pero ¿qué tal si un grupo numeroso de personas define como sabiduría lo que se ha considerado necio y como necio lo que se ha considerado sabiduría? Vemos que esto ocurre en muchos ámbitos de nuestra cultura actual, incluida la forma en que la gente quiere expresar su sexualidad. ¿Cómo vamos a responder a estas preguntas? ¿Dónde se encuentra realmente la sabiduría?
Dios es el Dios de la sabiduría, lo que significa que Él es la fuente de la sabiduría. Él ha revelado en Su Palabra cómo son la sabiduría y la necedad. Él define las características de una persona sabia y de una necia. Nos convertimos en personas sabias cuando vivimos nuestras vidas conforme a cómo Dios define la sabiduría. Al hacerlo, también evitaremos las penas y problemas que conlleva vivir una vida de necedad.
El Antiguo Testamento tiene mucho que decir sobre la sabiduría. El término principal para «sabiduría» es el sustantivo hokmah (también hay un verbo y un adjetivo que vienen de la raíz hakam). «Sabiduría» puede referirse a la sabiduría humana, que siempre se queda corta en comparación con la sabiduría de Dios porque procede de la fortaleza humana enraizada en la arrogancia (Is 10:13) y lleva a la gente por mal camino (47:10). La verdadera sabiduría comienza con la definición que Dios da de la sabiduría. La sabiduría puede definirse de dos modos generales. Se refiere a una habilidad que se aprende o desarrolla y a una perspectiva básica de la vida. La primera definición de una habilidad que se aprende también se considera un don dado por Dios. La habilidad necesaria para construir y amueblar el tabernáculo es llamada «sabiduría». Esto incluye la habilidad para idear diseños artísticos; para confeccionar las vestiduras de Aarón; para trabajar el oro, la plata y el bronce; y para tallar piedras y tallar madera (Éx 28:3; 31:3-5; ver también 35:25-26, 31, 35; 36:1-2). Se dice que estas habilidades proceden del Espíritu de Dios. También son competencias que habría que desarrollar a través de la formación y la experiencia. Salomón pidió específicamente sabiduría a Dios para poder gobernar la nación de Israel y administrar justicia (1 R 3:7-14; 4:29). En el libro de Proverbios, la «sabiduría» se refiere a la «habilidad» para navegar las dificultades de la vida. Nos ayuda a evitar las trampas de la vida para alcanzar los objetivos correctos en ella.
La segunda forma en que se define la sabiduría es como descripción de una perspectiva de vida. Dos pasajes clave son el Salmo 111:10: «El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR; / Buen entendimiento tienen todos los que practican Sus mandamientos», y Proverbios 1:7: «El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; / Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción». La perspectiva de vida que viene con la sabiduría es el temor del Señor. La palabra «temor» puede tener la connotación de estar aterrorizado ante algo o alguien. Cuando Dios se apareció a los israelitas en el monte Sinaí con truenos y relámpagos que hicieron humear el monte, el pueblo tembló (Éx 19:16; 20:18). Tenían miedo de morir (20:19). Moisés trató de calmarlos con las palabras: «No teman, porque Dios ha venido para ponerlos a prueba, y para que Su temor permanezca en ustedes, y para que no pequen» (v. 20). La palabra «temor» se utiliza dos veces en este versículo. Moisés ordena primero a los israelitas que no teman a Dios. Les está ordenando que no se aterroricen de Dios aunque hayan visto una manifestación de Su majestuoso poder. En lugar de esto, deben temer a Dios para no pecar. Moisés exhorta al pueblo a tener una reverencia y un respeto por Dios que afectarán la forma en que vivan sus vidas. Tal reverencia por Dios les llevará a querer honrar a Dios con su forma de pensar y con lo que hacen. Deben estar dispuestos a someter su manera de pensar y de vivir a la ley que Dios les ha dado, y a juzgar todo en la vida según el estándar de justicia que Él ha establecido. Dios se convierte en el centro de la vida de una persona cuando esta tiene la disposición de someter su vida a la verdad de la Palabra de Dios como el verdadero camino hacia la sabiduría. Deuteronomio 4:6 afirma que la observancia de la ley de Dios es sabiduría y entendimiento del pueblo a los ojos de las naciones.
El libro de Proverbios utiliza estas mismas ideas para desarrollar más el verdadero camino hacia la sabiduría y las implicaciones para la vida. El temor del Señor es fundamental para obtener el conocimiento que es clave a fin de vivir una vida de sabiduría. Se denomina el «principio» de la sabiduría, lo que significa que es el primer principio o principio rector de la vida de una persona. Debes comenzar con el temor del Señor para vivir una vida de sabiduría, pero el temor del Señor también debe continuar siendo la perspectiva básica por la cual vives. Es fundamental para todo lo demás en la vida. Primero, conduce al conocimiento (da’at en hebreo). El conocimiento incluye información, pero hace más énfasis en cómo usar esa información. El artesano que construyó el tabernáculo tenía que saber cómo «elaborar diseños… trabajar en oro, en plata y en bronce, y en el labrado de piedras para engaste, y en el tallado de madera, a fin de que trabaje en toda clase de labor» (Éx 31:4-5). Sin embargo, usar apropiadamente ese conocimiento en formas que sean agradables al Señor incluía no solo el trabajo hecho en el tabernáculo, sino también la perspectiva correcta de que tal trabajo era hecho para el honor y la gloria de Dios. El Espíritu de Dios era necesario para ayudar al artesano a abordar la obra con la debida reverencia a Dios (v. 3).
La sabiduría en el libro de Proverbios incluye el uso correcto del conocimiento. La sabiduría te ayudará a entender cómo funciona la vida para que puedas responder adecuadamente a las diversas situaciones que ella te presentará. Una persona sabia puede navegar los problemas y dificultades de la vida para alcanzar el éxito tal como Dios lo define. Es necesario comprender el carácter de los distintos tipos de personas para saber cómo responderles. La primera instrucción del libro (Pr 1:8-19) expone la falsa seguridad de la presión social que te lleva a unirte a un grupo que promete dinero fácil robando a los demás. La sabiduría expone la maldad de tal plan y muestra los resultados que vienen si una persona decide vivir de esa manera (vv. 18-19). Proverbios expone los problemas que surgen cuando las circunstancias de la vida exigen una respuesta adecuada para evitar daños irreparables. La sabiduría te ayudará a responder apropiadamente a los hombres deshonestos, a la mujer adúltera, a los necios, a los que carecen de dominio propio y a los que dicen mentiras, para que puedas evitar angustias, desastres financieros y conflictos innecesarios. La sabiduría puede ayudarte a ver más allá del encanto de la promesa de los supuestos beneficios que trae la maldad para ver el horrible resultado de esa forma de vida. Proverbios 1-9 está especialmente dirigido al joven que aún no ha desarrollado la capacidad de discernir las diversas situaciones para tomar las decisiones correctas (1:4). A un joven así se le califica de «simple» o «ingenuo» porque está abierto a todo tipo de tentaciones. La instrucción paternal de Proverbios tiene el objeto de ayudar al joven a convertirse en una persona sabia; de lo contrario, llevará una vida de necedad.
La sabiduría en el Nuevo Testamento se basa en la idea de sabiduría del Antiguo Testamento. La sabiduría (en griego sophia) de Salomón se menciona dos veces (Mt 12:42; Lc 11:31), lo que recuerda al lector la gran sabiduría que tenía Salomón (1 R 3:16-28) y su papel en la promoción de la sabiduría (4:29-34), incluida la recopilación de materiales sapienciales para el libro de Proverbios (Pr 1:1; 10:1; 25:1). Jesús es reconocido como una persona sabia desde el inicio de Su vida humana. Lucas 2:40 dice: «Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él». Este versículo refleja la exhortación de Proverbios 3:4 de que si el hijo vive de acuerdo con la sabiduría de Dios expresada en la enseñanza de los padres, «[hallará] favor y buena estimación / Ante los ojos de Dios y de los hombres». Las enseñanzas de Jesús también son asociadas con la sabiduría por la gente de Su ciudad natal, que se preguntaba de dónde había sacado tanta sabiduría (Mt 13:54; Mr 6:2). Algunos también reconocieron que Él no enseñaba como los escribas y fariseos, sino que enseñaba como uno que tiene autoridad (Mt 7:28-29). Otros maestros basaban su autoridad en citar a los rabinos judíos, pero Jesús hablaba desde Su propia autoridad.
No es de extrañar que la gente se asombrara de las enseñanzas de Jesús, porque Él no solo está asociado con la sabiduría, sino que también se le identifica con ella. La sabiduría de Salomón habría abarcado todo lo que el Antiguo Testamento dice sobre la sabiduría, pero Jesús es mayor que Salomón (Mt 12:42; Lc 11:31). Lo que Jesús vino a lograr será mayor que lo que hizo Salomón en el apogeo de su reinado. Jesús tiene más sabiduría que Salomón porque Él es la sabiduría. El apóstol Pablo puede escribir que en Cristo «están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col 2:3) porque Cristo es Dios (v. 9) y ocupa una posición exaltada dentro de los propósitos redentores de Dios (1:15-20). En Apocalipsis 7:12, Dios es adorado con estas palabras: «La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza». En Apocalipsis 5:12, Cristo es adorado con palabras similares: «El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza». Cristo no solo tiene la sabiduría de Dios, sino que es la sabiduría de Dios.
La respuesta adecuada ante Cristo es creer en Su mensaje y dejar de vivir tu vida apartado de Él (Ro 10:9). Aunque en el Nuevo Testamento los términos típicos para seguir a Cristo son «arrepentimiento» y «fe», la palabra «temor» utilizada con «el Señor» o «Dios» describe la forma en que vivían los primeros cristianos (Hch 9:31; 2 Co 7:1; Col 3:22; Ap 19:5). Al igual que la fe es un don de Dios (Ef 2:8), la sabiduría es un don de Dios (1:17; Stg 1:5). También tiene beneficios prácticos para el creyente que son paralelos a los beneficios enfatizados en Proverbios. Parte del beneficio de la sabiduría es ser capaz de navegar situaciones difíciles para responder de la manera correcta. Decir lo correcto en el momento adecuado puede ser una gran bendición (Pr 15:23). Saber cuándo «responder a un necio» y cuándo «no responder a un necio» (26:4-5) requiere sabiduría. Jesús mismo mostró esta sabiduría cuando no respondió a los falsos testigos que testificaban contra Él (Mt 26:59-63), pero sí contestó al sumo sacerdote que le preguntó si Él era el Cristo (vv. 63-65). Prometió dar a los que le siguen sabiduría para responder a los reyes y gobernantes que les persiguen (Lc 21:15). Vemos ejemplos de esto en los apóstoles (Hch 4:13) y en Esteban (6:10). Debemos pedir a Dios sabiduría para responder adecuadamente en situaciones difíciles. También debemos orar para que Dios nos dé oportunidades de hablar de la sabiduría de Dios a los demás (Col 1:28) y estar abiertos a escuchar la sabiduría de Dios de parte de otros hermanos y hermanas (1 Ts 5:11; He 3:13). Agradezcamos que Dios haya incorporado en nuestra adoración no solo la oportunidad de ser instruidos en la sabiduría de Dios por medio de Su Palabra, sino también la capacidad de «con toda sabiduría… [amonestarnos] unos a otros» al cantar juntos (Col 3:15-16).
Una persona sabia somete cada aspecto de su vida (pensamientos, voluntad y sentimientos) a la Palabra de Dios. Proverbios 1-9 culmina exhortando al hijo a elegir el camino de la sabiduría en lugar de la necedad. Tal decisión es una decisión religiosa que tiene implicaciones morales. Una persona necia rechaza la Palabra de Dios, lo que es un rechazo del camino de la sabiduría de Dios, y paga las consecuencias morales por no temer a Dios. En Proverbios se describen muchos tipos de personas difíciles y necias. Las características de estas personas incluyen no escuchar a los demás porque les gusta oírse hablar a sí mismos (Pr 18:2, 6-7), no ser capaces de afrontar el presente (17:24), una falta de dominio propio manifestada en sus palabras o temperamento (12:16, 18; 14:17), una actitud de que poseen todas las respuestas (12:15; 26:12), un deleite en hacer el mal (2:14), y muchos otros rasgos de carácter. Una persona sabia comprende el beneficio de escuchar a los demás (15:22), puede ejercer el dominio propio (16:32; 25:28), utiliza las palabras en beneficio de los demás (12:25) y busca diligentemente hacer el bien (11:27). Estos rasgos de carácter son producto del temor del Señor.
En el Nuevo Testamento, la sabiduría se centra en la respuesta de una persona a Jesucristo y al mensaje de lo que Él ha logrado por pecadores indignos. Pablo habla de sabiduría y necedad en relación con el mensaje de Cristo. Este mensaje es que Cristo murió en la cruz por los pecadores. El problema de este mensaje es que va en contra de la sabiduría del mundo. Un Mesías crucificado es una piedra de tropiezo para los judíos porque buscaban un rey conquistador. El problema para los gentiles es que este mensaje era pura necedad. Roma crucificaba a los criminales. Pablo afirma que la predicación de la cruz es locura para los que se pierden, pero para los que se salvan es poder y sabiduría de Dios. Mediante la muerte de Cristo en la cruz, Dios estaba proveyendo salvación a pecadores que no tienen poder para salvarse a sí mismos. Lo que parece pura locura es la forma que Dios tiene de liberar a la gente del poder del pecado y de la muerte. Lo que parece necedad es más sabio que la sabiduría de la gente. Lo que parece ser el camino de la debilidad es el camino de la fuerza, el camino por el que Dios vence a todos Sus enemigos.
Nadie quiere ser considerado necio. La realidad es que hay mucha gente brillante, muy culta, pero que carece de sabiduría porque no comprende ni se somete a la verdad de Dios. Recibe hoy la verdadera sabiduría de Dios revelada a ti por el poder del Espíritu Santo a través de Jesucristo. Aunque el mundo piense que eres un necio, estás unido a Cristo, «el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios» (1 Co 1:30). Llegarás a ver lo que otros no pueden ver: el mensaje de la cruz de Cristo es el camino para acceder a la sabiduría de Dios que Él ha revelado en las Escrituras. Experimentarás el poder de Dios, que transformará tu vida a la imagen de Cristo. En Él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col 2:3). El mensaje de Cristo es la sabiduría de Dios que, desde antes de los siglos, Él predestinó para nuestra gloria y cuyos resultados futuros superan todo lo que podamos imaginar (1 Co 2:7, 9).