
¿Qué es la pereza?
27 marzo, 2025¿Qué es la sabiduría?

Este es el décimo artículo de la colección de artículos: Virtudes y vicios
A lo largo de la historia, los seres humanos han utilizado muchos métodos para buscar la sabiduría. La filosofía se define como el «amor a la sabiduría» o la «búsqueda del conocimiento», pero cuando consideramos la gran variedad de filosofías, como el existencialismo, el hedonismo o el estoicismo, nos preguntamos cómo pueden discrepar tanto si persiguen un mismo objetivo. Aunque podamos sentirnos tentados a pensar que la filosofía es moderna, la Biblia contiene muchos casos de estudios sobre los fracasos de la ética normativa y la negación de la verdad (Sal 53:1; Ro 1:18-31). Entonces, ¿cuál es la visión bíblica de la virtud de la sabiduría? En pocas palabras, la sabiduría es la verdad aplicada en situaciones concretas con fines piadosos.
Un estudio de la literatura bíblica de sabiduría —como Proverbios, Eclesiastés y Job— muestra el uso de diversas técnicas literarias tanto para la instrucción como para «las excepciones a las reglas».1 La sabiduría se personifica como una protectora y una mujer que es «árbol de vida para los que echan mano de ella» (Pr 3:18; ver también 2:11; 4:6). En la Biblia vemos numerosos ejemplos de sabiduría y de compromiso con los temas más difíciles de la vida, en lugar de negarlos. La virtud de la sabiduría no es simplemente un privilegio para los educados, experimentados o respetados. Por el contrario, la sabiduría se pone a disposición de la gente común. El Señor proporciona sabiduría generosamente a quienes se la piden (Stg 1:5-7). Para quienes son conscientes de lo engañoso que puede llegar a ser el mundo, esto es realmente un gran consuelo.
«El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría» (Pr 1:7; 9:10; Sal 111:10). Más que una postura de ocultamiento o vergüenza, este tipo de temor describe una postura de asombro. El temor reconoce a Dios como Creador, centro y fundamento firme de toda verdad. Muchas experiencias de la vida pueden ser confusas, desorientadoras e incluso aprisionadoras. Sin embargo, todo lo que necesitamos para recibir sabiduría es humildad (Pr 11:2).
Reconociendo la necedad
Una de las herramientas literarias que utiliza la Biblia es la del «necio». Puestos en contraste con la sabiduría, los ejemplos del necio ponen de relieve la vida que aporta la sabiduría. Pronto nos damos cuenta de que la necedad no está «allá afuera», sino que podemos encontrarla cuando nos miramos en el espejo. Incluso Shakespeare reconoció esta verdad al decir: «El necio se cree sabio, pero el sabio sabe que es un necio».2
Mientras que «el temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; / Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción» (Pr 1:7). ¿Qué significa ser necio? Agustín dijo: «Aman la verdad cuando los ilumina, la odian cuando los acusa».3 Más que solo carecer de conocimiento, el estribillo de la Escritura es que un necio es uno que es «sabio a sus propios ojos» (Jue 21:25; Pr 3:7; Is 5:21).
La sabiduría es la verdad aplicada en situaciones concretas con fines piadosos.
En la Biblia, la sabiduría y la necedad son categorías morales. Los necios niegan a Dios y Su sabiduría (Pr 14:1). El sabio abraza a Dios y Su sabiduría (Pr 3:5-7). Al necio se le reconoce por su engaño, que a menudo es autoengaño (ver 1 Co 3:18; Stg 1:22-24). El sabio se preocupa por la verdad. Aunque el necio puede guardar las apariencias o representar un papel, en última instancia, se le conoce por sus frutos (Mt 7).
Aplicando la sabiduría
La sabiduría centrada en el hombre es egoísta, pero «la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía» (Stg 3:17). En lugar de estar abierta a cualquier razonamiento, este razonamiento busca a Dios tal como Él se ha revelado en Su Palabra. En contraste con el engaño, la verdadera sabiduría se orienta en torno a la verdad anclada. Esto la hace útil para los mayores conflictos de la vida (ver Job 28:12-28; Mt 10:16; Hch 7:9). Nadie puede profetizar las providencias que Dios traerá, por lo que debemos tener un marco de referencia para la vida a fin de poder aplicar la sabiduría en los momentos de necesidad. De nuevo, la sabiduría es la verdad aplicada en situaciones específicas.
El entendimiento superficial solo confía en los caminos conocidos (Pr 14:12). La sabiduría, sin embargo, es un ejercicio de confianza en el Señor (Sal 146:3-5). Nuestro estándar supremo no es la opinión popular; en cambio, el hombre sabio edifica «su casa sobre la roca» (Mt 7:24). La sabiduría no utiliza la fuerza ni la coacción, sino que apela a la conciencia con humildad y valentía. Aunque el camino hacia la humildad puede ser doloroso, «la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar» (2 Co 7:10). Por eso, emplear la sabiduría es un acto de confianza, enseñabilidad, custodia y honestidad. Esta confianza no está en el hombre o en nuestras circunstancias, sino en la provisión de Dios, Su omnisciencia y Su bondad eterna.
Creciendo en sabiduría
Abrazamos la sabiduría en el evangelio que nos ha sido dado por Su Palabra, porque Cristo mismo es «sabiduría de Dios» (1 Co 1:24). Crecemos en las habilidades de la sabiduría al sentarnos bajo la predicación expositiva, convirtiéndonos en estudiantes de la Palabra de Dios, y convirtiéndonos en estudiantes de la creación de Dios. Un estudiante activo aprende habilidades de cuestionamiento y forma hábitos de reflexión y evaluación. Estas reflexiones nos ayudan a establecer más conexiones en nuestro aprendizaje a medida que observamos ecos del carácter de Dios en todo lo que es bueno, verdadero y hermoso. Perseguimos diligentemente la sabiduría para conocer a nuestro Dios revelado, para conocernos correctamente a nosotros mismos y para crecer en nuestra comprensión del mundo que Él ha creado, y esto es lo que haremos durante toda la eternidad.
Buscar la sabiduría no consiste en tener un plan infalible. Es la preparación para la aplicación humilde a medida que aprendemos. Nuestro desconocimiento de la ley de Dios a menudo nos lleva al pecado, y podemos sorprendernos a nosotros mismos con nuestra propia locura. La sabiduría es la disposición a evaluar e intentar de nuevo. La sabiduría puede aplicarse a nuestras malas decisiones y a sus consecuencias imprevistas. Nunca es demasiado tarde para aplicar la sabiduría si estamos dispuestos a doblar las rodillas. Abracemos al Pastor que nos conduce por aguas de reposo por amor de Su nombre (Sal 23:2-3).
Publicado originalmente en el blog de Ligonier Ministries.
- Ver Max Rogland, How to Read Wisdom Literature [«Cómo leer literatura sapiencial»] para una breve pero útil explicación. ↩︎
- William Shakespeare, Como gustéis. ↩︎
- Agustín, Confesiones. ↩︎