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12 enero, 2022Ver no siempre es creer
14 enero, 2022¿Qué es una cosmovisión?
El aborto. La eutanasia. La pornografía. El matrimonio entre personas del mismo sexo. Los derechos de los transexuales. La investigación embrionaria. El mejoramiento genético. Los cristianos que examinan el panorama cultural de Occidente tienen la clara sensación de que las cosas van en una dirección destructiva. Aunque la mayoría de los creyentes puede identificar fácilmente los síntomas del declive, pocos se sienten competentes para diagnosticar y abordar las causas de fondo. Hay muchos factores complejos detrás de estos acontecimientos, pero una herramienta invaluable para comprender mejor y comprometernos con nuestra cultura es el concepto de cosmovisión. Los temblores sociológicos y las fisuras morales que observamos en nuestros días se deben en gran parte a lo que podríamos llamar «placas tectónicas culturales»: cambios en las cosmovisiones subyacentes y las colisiones entre ellas.
¿Qué es una cosmovisión? Como la propia palabra sugiere, una cosmovisión es una visión general del mundo. No es una visión física del mundo, sino más bien una visión filosófica, una perspectiva global de todo lo que existe y nos importa.
La cosmovisión de una persona representa sus creencias y suposiciones más fundamentales sobre el universo que habita. Refleja cómo respondería a todas las «grandes preguntas» de la existencia humana: preguntas fundamentales sobre quiénes y qué somos, de dónde venimos, por qué estamos aquí, hacia dónde nos dirigimos (si es que existe algún lugar), el significado y el propósito de la vida, la naturaleza del más allá y lo que cuenta como una vida buena aquí y ahora. Pocas personas reflexionan sobre estos temas en cualquier profundidad, y menos aún tienen respuestas firmes a esas preguntas; pero la cosmovisión de una persona al menos la inclinará hacia cierto tipo de respuestas y la alejará de otras.
Las cosmovisiones moldean e informan nuestras experiencias del mundo que nos rodea. Al igual que las gafas con lentes de colores, ellas afectan lo que vemos y cómo lo vemos. Dependiendo del «color» de los lentes, algunas cosas pueden verse más fácilmente o, por el contrario, pueden ser desenfocadas o distorsionadas; de hecho, algunas cosas pueden no verse en absoluto.
Las cosmovisiones también determinan en gran medida las opiniones de las personas sobre cuestiones de ética y política. Lo que una persona piensa sobre el aborto, la eutanasia, las relaciones entre personas del mismo sexo, la ética medioambiental, la política económica, la educación pública, etc., dependerá de su cosmovisión subyacente más que de cualquier otra cosa.
Como tal, las cosmovisiones juegan un papel central y definitorio en nuestras vidas. Moldean lo que creemos y lo que estamos dispuestos a creer, cómo interpretamos nuestras experiencias, cómo nos comportamos en respuesta a esas experiencias y cómo nos relacionamos con los demás. Nuestros pensamientos y nuestras acciones están condicionados por nuestras cosmovisiones.
Las cosmovisiones operan tanto a nivel individual como social. Rara vez dos personas tendrán exactamente la misma cosmovisión, pero pueden compartir el mismo tipo básico de cosmovisión. Además, dentro de cualquier sociedad, ciertos tipos de cosmovisión estarán representados de manera más prominente que otros y, por tanto, ejercerán una mayor influencia en la cultura de esa sociedad. La civilización occidental, desde aproximadamente el siglo IV, ha estado dominada por una cosmovisión cristiana, aunque han habido individuos y grupos que la han desafiado. Pero en los últimos dos siglos, por razones que van desde lo tecnológico hasta lo teológico, la cosmovisión cristiana ha perdido su dominio y las cosmovisiones contrapuestas se han vuelto mucho más prominentes. Estas cosmovisiones no cristianas incluyen:
- Naturalismo: no hay Dios; los humanos son solo animales altamente evolucionados; el universo es un sistema físico cerrado.
- Postmodernismo: no hay verdades objetivas ni normas morales; la «realidad» es, en última instancia, una construcción social humana.
- Panteísmo: Dios es la totalidad de la realidad; por tanto, todos somos divinos por naturaleza.
- Pluralismo: las diferentes religiones del mundo representan perspectivas igualmente válidas sobre la realidad última; hay muchos caminos válidos para la salvación.
- Islam: solo hay un Dios y Él no tiene hijo; Dios ha revelado Su voluntad para todos los pueblos a través de Su último profeta, Mahoma, y de Su palabra eterna, el Corán.
- Deísmo terapéutico moralista: Dios solo quiere que seamos felices y amables con los demás; Él solo interviene en nuestros asuntos cuando le pedimos que nos ayude.
Cada una de estas cosmovisiones tiene implicaciones profundas sobre cómo las personas piensan de sí mismas, cuáles comportamientos consideran correctos o incorrectos y cómo orientan sus vidas. Por lo tanto, es crucial que los cristianos sean capaces de enfrentarse a la incredulidad a nivel de cosmovisión. Los cristianos necesitan entender no solo lo que significa tener una cosmovisión bíblica, sino también por qué deben aferrarse a esa cosmovisión y aplicarla a toda la vida. Deben ser capaces de identificar las principales cosmovisiones no cristianas que compiten por el dominio de nuestra sociedad, entender en qué se diferencian fundamentalmente de la cosmovisión cristiana y argumentar de forma bien razonada que solo la cosmovisión cristiana es verdadera, buena y hermosa.
El desafío es más grande que nunca. Pero no debemos desanimarnos, porque las oportunidades y los recursos disponibles para nosotros también son mayores ahora que nunca. En el último medio siglo, más o menos, ha habido un notable renacimiento de la filosofía y la apologética cristiana, gran parte de la cual se ha centrado en el desarrollo y la defensa de una cosmovisión bíblica. Todo lo que Dios llama a Su pueblo a hacer, lo equipa para hacerlo (ver Ef 4:11-12; Heb 13:20-21). El problema no es que la iglesia esté mal equipada, sino que aún no ha hecho pleno uso de lo que Cristo le ha provisto.