Recibir la seguridad de salvación
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Si pensamos que la Biblia enseña la salvación universal, podemos llegar a un falso sentido de seguridad al razonar de la siguiente manera: Todas las personas son salvas. Yo soy una persona; por lo tanto, soy salvo.
O si pensamos que la salvación se gana por nuestras propias buenas obras y nos engañamos aún más al creer que poseemos buenas obras, tendremos una falsa seguridad de salvación.
Para tener una seguridad sólida, debemos comprender que nuestra salvación se basa únicamente en el mérito de Cristo, que nos es imputado cuando lo abrazamos con fe genuina. Si entendemos eso, la pregunta que queda es: «¿Tengo la fe genuina necesaria para la salvación?».
De nuevo, hay dos cosas más que deben entenderse y analizarse adecuadamente. La primera es doctrinal. Necesitamos una comprensión clara de lo que constituye una fe salvífica genuina. Si concebimos la fe salvífica como algo existente en el vacío, pero nunca da el fruto de las obras de obediencia, hemos confundido la fe salvífica con la fe muerta, que no puede salvar a nadie.
El segundo requisito implica un análisis serio de nuestras propias vidas. Debemos examinarnos a nosotros mismos para ver si el fruto de la regeneración es evidente en nuestras vidas. ¿Tenemos un afecto real por el Cristo bíblico? Solo la persona regenerada posee amor verdadero por el Jesús verdadero. Luego debemos hacernos la pregunta difícil: «¿Manifiesta mi vida el fruto de la santificación?». Mis obras deben evidenciar mi fe.
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
¿Cuál es tu respuesta a las preguntas planteadas en esta lectura? ¿Tienes la fe genuina necesaria para la salvación? ¿Tienes un verdadero afecto por el Cristo bíblico? ¿Manifiesta tu vida el fruto de la salvación?
Para estudiar más a fondo
Salmos 9:14
Salmos 13:5
Salmos 20:5