Rechazar la falsa seguridad
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René Descartes dudó intencionalmente de todo lo que se pudiera dudar, hasta que se dio cuenta de que había una cosa de la que no podía dudar. No podía dudar de que dudaba. Dudar de que estaba dudando era demostrar que dudaba. No hay duda de eso.
A partir de esa premisa de la duda indudable, Descartes apeló a la certeza formal que brindan las leyes de la inferencia inmediata. Mediante una deducción impecable, concluyó que para dudar se requería pensar, ya que el pensamiento es una condición necesaria para dudar. Desde allí solo faltaba un pequeño paso para llegar a su famoso axioma: «Pienso; luego existo». Descartes llegó finalmente a la certeza y a la seguridad de su propia existencia personal.
La lección que aprendemos de Descartes es la siguiente: cuando nos asalta la duda, es momento de buscar diligentemente los primeros principios que sean ciertos. Debemos construir sobre la base de lo seguro. Esto afecta toda la estructura de la apologética. Es una cuestión de orden.
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Reflexiona sobre lo que Pablo llama los principios fundamentales de Hebreos 6:1-3. ¿Tienes una buena comprensión básica de estos principios?
Para estudiar más a fondo
1 Corintios 3:10-11
1 Timoteo 6:18-19
2 Timoteo 2:19