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Me gustaría darles la bienvenida de nuevo a nuestra serie de estudios sobre el matrimonio cristiano, y en la sesión de hoy, vamos a considerar el tema «Dios y la desnudez» – Dios y la desnudez, Me gustaría dirigir su atención en primer lugar, a una historia un tanto extraña que encontramos en el Antiguo Testamento con respecto al patriarca Noé. Todo el mundo ha oído hablar de Noé – Noé y el diluvio, Noé y el arca, de dos en dos, y todo eso; pero ¿qué le pasó a Noé después del diluvio? ¿Qué pasó después que las aguas bajaron y llegaron a salvo a tierra firme? Bueno, leemos en el capítulo 9 del libro de Génesis esta breve historia, pero pienso que también extraña.
Dice el versículo 20: «Entonces Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña. Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda. Y Cam, el padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y se lo contó a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, lo pusieron sobre sus hombros, y caminando hacia atrás cubrieron la desnudez de su padre; y sus rostros estaban vueltos, y no vieron la desnudez de su padre». ¿No es esa una historia extraña? Aquí está Noé, empieza a cultivar un viñedo y luego cosecha las uvas y hace vino y bebe demasiado. Entra en su tienda y está borracho y en su estado de embriaguez, está dando vueltas y se mete en una situación en la que queda expuesto. Está desnudo.
Luego leemos cómo su hijo entra en la tienda y dice: «vio la desnudez de su padre». Fíjate que no dice que Cam entró y miró la borrachera de su padre; y luego sale corriendo, y se lo dice a sus hermanos. Ahora tenemos que reconstruir esto, pero obviamente a Cam le divierte encontrar a su padre en esta situación comprometedora y embarazosa y quiso sacar provecho de ella. Él sale, y les dice a sus hermanos: «Deberían entrar allí y ver al viejo. Está borracho al máximo, y está completamente desnudo». Bueno, los otros dos hermanos, en lugar de sacar provecho de su padre, toman una manta, la estiran entre ellos, colocándola sobre los hombros del otro y caminaron de espaldas en la tienda. Mientras ellos se movían, cubrieron a su padre con la manta. Cubrieron su desnudez.
Ahora, si lees lo que sigue en el texto, cuando Noé envejece y es hora de que él pase la bendición patriarcal, él pronuncia su bendición sobre Sem y Jafet, pero pronuncia una maldición sobre Cam porque él miró la desnudez de su padre. Ahora, ¿qué está pasando aquí? ¿Es que el antiguo pueblo israelita era inflexible y le molestaba tanto la desnudez que no soportaban ser vistos sin ropa, incluso en el contexto de la familia? Un estudio interesante sería pasar por toda la Escritura y ver lo que la Biblia dice sobre la desnudez, el estar desnudo. Vemos, por ejemplo, que en tiempos de guerra, en el Antiguo Testamento, si derrotabas a tu enemigo en la guerra y en la batalla, el insulto por excelencia a la dignidad de tu enemigo no era simplemente despojarlo de sus armas y de su botín, sino desnudarlo y hacerlo desfilar al enemigo encadenado y sin ropa. Eso era para degradar al enemigo a la humillación total.
No es un accidente que parte de la pena a la que se sometía al criminal ejecutado en la antigüedad, fuera el ser ejecutado prácticamente desnudo, así como Cristo fue expuesto a ese tipo de humillación en la cruz. ¿De dónde vienen esas ideas e imágenes? Creo que para entenderlo mejor tenemos que retroceder aun más en el Antiguo Testamento, de vuelta al Huerto del Edén, al relato de la creación, el cual vimos brevemente en nuestra primera sesión. Recuerdan que vimos la historia de cómo Dios había hecho al hombre y luego había hecho a la mujer como un acto especial de creación y lo emocionado que Adán estaba cuando vio por primera vez a su esposa y dijo: «Esta es carne de mi carne, hueso de mis huesos» y así.
Bueno, el capítulo 2 de Génesis termina de una manera muy extraña. Leemos: «Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada. Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne». Ahora, cuando alguien está escribiendo algo como eso, llegas al clímax del relato, y colocas un punto ahí y luego tienes una transición hacia tu próximo pensamiento. Pero aquí tenemos, como un participio independiente, como un epílogo final poco científico que termina adjunto a la conclusión del capítulo 2 de Génesis con estas palabras extrañas: «Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban». ¿Qué significa eso? Ambos estaban desnudos, y no se avergonzaban. ¿Por qué el autor incluye eso en el texto? No estoy seguro, excepto que el autor de Génesis retoma eso en el siguiente capítulo donde leemos cómo Dios da una prohibición a Adán y Eva y pone reglas y regulaciones en torno a cómo se debe usar el Huerto del Edén.
Ahora vemos el ingreso de la serpiente. Dice: «Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo», y leemos de esa primera tentación en la que la serpiente aparece en escena y seduce a Eva y Adán, diciendo: «seréis como Dios, conociendo el bien y el mal» y cómo nuestros primeros padres sucumbieron a la tentación y comieron del fruto del árbol; y ahora de repente, hay un cambio radical en toda la atmósfera del Edén. Antes, cuando Dios se paseaba en el fresco del día en el huerto, al entrar en el huerto, podíamos ver a Adán y Eva correr para estar en la presencia de Dios. Se deleitaban en la gloria de Dios. Experimentaron intimidad y comunión con su Creador en el huerto.
Pero, después le desobedecieron, y ahora, cuando Dios entra en el huerto, ¿qué hacen? Se esconden. Dice: «Tan pronto como pecaron, he aquí, sus ojos fueron abiertos y supieron que estaban desnudos». Me pregunto cuál es el significado psicológico de eso, que la primera experiencia de culpa humana no se expresara en términos de: «Y sus ojos fueron abiertos y supieron que eran pecadores». «Sus ojos fueron abiertos y supieron que eran culpables». «Sus ojos fueron abiertos y supieron que eran malvados». Eso no es lo que dice. Dice que sus ojos fueron abiertos y conocieron que estaban desnudos, entonces su primer impulso fue correr y esconderse, para cubrirse ellos mismos. Ya no podía decirse que eran hombre y mujer, desnudos y sin vergüenza.
Ahora estaban desnudos y avergonzados. Pero antes de seguir avanzando con esto en términos de su significado para el matrimonio, veamos cómo Dios responde a eso. Cuando Dios entra en el huerto, Él llama a Sus criaturas. «Adán, ¿dónde estás?» Están escondidos, y Dios dijo: «¿Has comido? ¿Por qué te escondes?» Él dijo, «¿Por qué te escondes?» ¿Y qué dijeron ellos? «Nos escondemos porque estamos desnudos» – no, «Nos escondemos porque hemos pecado». «Nos escondemos porque» – Dios dijo, «¡Han estado desnudos todo el tiempo! ¡Estaban desnudos el día que los hice! Estaban desnudos cada vez que estaba con ustedes en el jardín. ¿Por qué el estar desnudo hace que te escondas? ¿Comiste del árbol?» Ven, la confesión de estar conscientes de su desnudez, Dios la entendió como una confesión de su conciencia de pecado. Así que vemos esta conexión extraña aquí entre la desnudez y la culpa.
Ahora, ¿han notado cómo nuestra cultura responde a la desnudez humana? Es decir, hemos pasado por la revolución sexual. Hemos visto la aparición de la revista Playboy y Penthouse y todas las demás y hemos visto que los estándares de censura han cambiado en la televisión y en las películas, de modo que ahora la desnudez es común en la industria del cine y las revistas y demás. Parece que como personas estamos poco preocupados con la desnudez, no solo la desnudez femenina, sino la masculina, donde los famosos muestran sus músculos, y las mujeres se apresuran a ir a comprar para poder mirar fotos de hombres que están desnudos. Es decir, los hombres siempre han hecho eso, pero ahora las mujeres lo están haciendo. Vimos el fenómeno, hace unos años atrás donde la gente se quitaba la ropa y corría por las calles.
Pero saben que, algo interesante para mí sobre ese fenómeno – era que no salían caminando. Es decir, tenemos sentimientos ambivalentes sobre la desnudez. Todo el mundo, creo que sabe lo que se siente poder ir a casa, quitarse la corbata y decir, «Oooh, solo quiero relajarme y darme un baño y no tener que preocuparme si mi corbata está chueca o si mi camisa está arrugada o algo más». Todavía hay la sensación, amigos, de que estamos buscando un lugar donde podamos estar desnudos y no sentir vergüenza; pero con toda nuestra sofisticación, toda nuestra valentía y toda nuestra supuesta madurez adulta, la desnudez aún nos pone nerviosos. Por más pequeños que sean los trajes de baño, aún da tranquilidad que los artículos básicos en las tiendas incluyan cortinas de ducha, persianas y cortinas. La gente no camina desnuda en la vida cotidiana.
Recuerden el estudio de Desmond Morris sobre el hombre desde una perspectiva antropológica, y él tituló su estudio: El hombre: mono desnudo. Demostró que éramos solo uno entre 70 u 80 primates diferentes en este mundo. Todos somos diferentes tipos de monos, simios y gorilas, y lo que distingue nuestra simionía del mono rhesus o el orangután o el gorila, es que somos los únicos que no tenemos totalmente cubierto nuestro cuerpo con vello corporal, por lo que tenemos que ir a comprar ropa. La naturaleza adorna al resto de los animales. ¿Alguna vez has visto a alguno de los animales corriendo por las tiendas comprando trajes y corbatas? Vemos perros con bufandas y camiseta y todo eso, pero solo porque los humanos se las ponen. Pero nos preocupa la ropa.
Pero ¿por qué es que de todas las especies de vida en este planeta, somos los únicos que usamos formas artificiales de ropa? ¿De dónde salió la ropa en primer lugar? Me impresiona el hecho que cuando Dios entró en ese huerto y encontró a Adán y Eva escondidos – ellos estaban asustados, nerviosos, estaban avergonzados – «¿Qué están haciendo allí?» «Nos estamos escondiendo porque estamos desnudos». Dios podría haber dicho, «Muy bien. Me desobedeciste. Mala suerte. Pasarán el resto de sus días corriendo alrededor, temblando y avergonzados, totalmente desnudos y dejaré que toda la creación se ría de ustedes».
Pero aun cuando Dios pronuncia juicio por el pecado de ellos, Él atenúa ese juicio con gracia y misericordia, y el primero de todos los actos de redención en la historia humana fue cuando Dios hizo ropa para sus criaturas desnudas, y Dios dijo: «Aquí», y cubrió su desnudez. Traza eso a lo largo de la historia bíblica: cómo el profeta Isaías, por ejemplo, habla de nosotros en nuestra condición humana y pecaminosa diciendo que nuestra justicia es como trapo de inmundicia. Todo el concepto de la expiación en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento se centra en esta idea: cubrir – que Cristo es quien cubre nuestros pecados. Hay una sensación en la que el símbolo o imagen más temprana de la redención final fue ese acto tierno, cuando Dios bajó y vistió a sus hijos desnudos.
Bueno, ¿qué podemos aprender de eso? Bueno, creo que una cosa que podemos aprender es que Dios nos permite usar ropa. Dios nos permite usar ropa. Nosotros, en nuestra sociedad, escuchamos a todos decir: «Tienes que ser abierto. Tienes que ser totalmente franco». Vamos a sesiones de terapia, discusiones grupales en las que se anima a las personas a quitarse la ropa, porque el psiquiatra entiende el vínculo simbólico entre la desnudez física y la desnudez espiritual y emocional; y así, con el fin de animarnos a derribar nuestras barreras para que podamos ser abiertos y honestos, nos animarán a quitarnos la ropa. Y Dios dice, «Espera un minuto. No tienes que quitarte la ropa». No tengo que revelar mi ser más íntimo a todos los que se acercan y quieren tener un pedazo de mi mente o de mi alma. Dios nos da el derecho a la privacidad.
Hemos aprendido hace tiempo que no podemos desnudarnos de forma indiscriminada para mostrar nuestras almas a todo el mundo, porque todos aquí han experimentado ese problema en sus vidas. Tal vez cuando eras una niña pequeña o cuando eras un niño pequeño hiciste algo malo y eso te avergonzaba y llevabas la culpa sobre ti y entonces fuiste donde tu mejor amigo y le dijiste, «Tengo algo que contarte, pero prométeme que no se lo dirás a nadie», y luego le cuentas a tu amigo lo que hiciste. Entonces al día siguiente todos en la escuela ya lo saben. ¿Hay alguien… hay alguien a quien eso nunca le ha pasado? Todos hemos experimentado eso y así aprendimos, ¿no es cierto?, a ser cuidadosos. Le dije a alguien un secreto; pero lo divulgó, así que la próxima vez voy a tener cuidado. Me voy a esconder. Me quedaré callado. No dejaré que nadie sepa lo que estoy pensando. No dejaré que nadie sepa cómo me siento.
Bueno, llegamos a ser expertos en ocultarnos, y necesitamos eso. No tenemos que exponer nuestra vida a todo el mundo. Dios nos dio ropa. Pero a pesar de eso, todavía anhelamos el paraíso restaurado. Todavía anhelamos un lugar donde podamos volver a estar desnudos y sin vergüenza ¿y adivinen qué? Hay dos lugares que Dios ha provisto para que podamos estar desnudos y sin vergüenza. El primero es Su presencia. No hay lugar en este planeta donde me sienta más cómodo que en la presencia de Dios, en parte porque sé que no puedo fingir delante Suyo, en parte porque conozco todas las maneras sutiles para ocultarme, y el ser un evasor ingenioso y el distraer su atención, no funcionan con Él.
Es decir, hay una desesperanza total al respecto. Él me conoce. Él sabe cuando me siento; Él sabe cuando me paro; antes de que se forme una palabra en mis labios, Él lo sabe. Así que hay una sensación de que no puedo escapar de Su vista. No puedo escapar de Su mirada. Estoy al descubierto ante Dios, lo quiera o no. Ahora, a muchas personas esto las pone nerviosas. La mayoría de la gente no quiere que Dios los mire. La mayoría de la gente quiere que Dios los pase por alto, y esa es la tragedia del incrédulo: es que el incrédulo nunca ha experimentado la mirada benevolente de Dios, donde Dios mira a esa persona y la ve en toda su pecaminosidad y le dice: «te amo».
Es decir, de eso se trata el Evangelio: que el Dios que me conoce en toda mi desnudez, me ama. ¿De qué otra manera David podría decir, «Escudríñame, oh Dios. Conóceme. Conoce mis pensamientos; conoce mi corazón. Ve si hay en mí camino malo. Límpiame», porque hay algo acerca de Dios, que cuando vamos a Él, incluso en nuestra culpa, a pesar de que nos reprenda y nos amoneste y nos corrija y nos castigue, Él nunca, jamás nos humillará. Hay una ternura en Su juicio, cuando nos corrige, para que podamos sentirnos cómodos en Su presencia. Ese es un lugar. Ese es el lugar supremo.
Pero el segundo lugar, humanamente hablando, que Dios ha provisto a las personas para estar desnudas y no sentir vergüenza es el santo vínculo del matrimonio. No hay lugar en este mundo, entre la gente, donde me sienta más cómodo que con mi propia familia. Cuando estoy con mi familia, puedo relajarme. No tengo que actuar. No tengo que cumplir con las expectativas de la gente. Puedo relajarme y ser yo mismo, poner mis zapatos sobre la mesa. Mi familia me conoce, y como he dicho un millón de veces, no hay ser humano en todo este mundo que me conozca mejor que mi esposa.
Hemos estado casados por veinticinco años, estuvimos juntos durante ocho años antes, crecimos juntos en el mismo pueblo, estábamos en el preescolar, literalmente, juntos – no en el preescolar, en 2do grado. De hecho, ambos nos encontramos con nuestra maestra – nuestra maestra de 3er grado- anoche y ella nos dijo: «¿Ustedes dos todavía están juntos?» Sí, después de todos estos años. Así que compartimos ese trasfondo y tenemos amigos en común y mucho más. Nos conocemos. Ella sabe lo que voy a decir antes de decirlo, cómo voy a responder antes de hacerlo; pero ella no lo sabe todo. No puede meterse en mi mente como Dios puede. Solo puede saber lo que le revelo, lo que estoy dispuesto a exponer de mí mismo ante ella.
Pero aquí está el asunto: incluso dadas esas barreras que quedan, ella me conoce mucho más que cualquier ser humano en este planeta ¿y adivina qué? Ella me ama. ¿Sabes lo que eso significa para mí, que la persona que mejor me conoce me ama? ¿que la persona que me ha visto desnuda, en cuerpo y alma, me ama? ¿No es de extrañar que Dios utilice la institución humana del matrimonio como la imagen suprema para comunicar a Su pueblo la relación que Él quiere tener con ellos, que Israel en el Antiguo Testamento es la novia de Yahvé? La iglesia del Nuevo Testamento es la novia de Cristo porque esa imagen del matrimonio procura demostrar intimidad y una dimensión profunda de comunión en la que nos sentimos cómodos.
No es de extrañar que una de las experiencias humanas emocionales más devastadoras por la que una persona puede pasar es el divorcio. Cuando tu compañero se va, ¿qué está pasando? ¿qué estás experimentando? Estás experimentando justo lo contrario, cuando te das cuenta de que la persona que te conoce mejor que nadie en este mundo te ha rechazado. Eso es brutal para un ser humano y lo hace temeroso de volver a desnudarse otra vez. Pero Dios nos ha dado una institución con medidas de seguridad, así como con responsabilidades y dice, aquí puedes estar desnudo. ¿Puedes estar desnudo en tu matrimonio? ¿Conoces a tu pareja? ¿Sientes que eres conocido? La peor queja que escuchamos todo el tiempo es: «Mi esposa no me entiende». Cuando eso sucede, hay una ruptura en la intimidad. La ropa empieza a llegar porque hay algo que se está escondiendo y ocultando.
Algunos de los matrimonios que he visto son realmente juegos de escondidas. Las personas están tratando de evitar ser conocidas por el otro y viceversa; así que, si queremos tener esa experiencia de estar desnudos sin avergonzarnos, tenemos que aprender a conocernos.