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De seguro conocen ese dicho que tenemos en Estados Unidos, una máxima, un principio de nuestro legado nacional: nunca discutimos de religión ni política, pero cada vez que dos norteamericanos se sientan a conversar, terminan hablando de religión y política.
Y cada vez que hay una discusión sobre religión, tarde o temprano, y a menudo es más temprano que tarde, la discusión se enfoca en algún punto de la doctrina de la predestinación. Es una de las cosas que nos desconcierta, pero que a la misma vez estimula nuestras mentes. Y la perplejidad que experimentamos a causa del concepto de la predestinación, a veces nos inducirá a profundizar más en la teología, y esto es solo uno de esos temas que generan mucho interés y discusión, y también controversia.
Cuando observo la historia de la erudición cristiana, puedo notar que cada gran maestro cristiano, cada teólogo que alguna vez la iglesia haya producido, en algún momento u otro; cada uno de ellos ha tenido que enfrentar este tema de la predestinación; y aunque hay una amplia divergencia en la interpretación de la doctrina de la predestinación, hay algo en común que he podido identificar en cada teólogo que he examinado, cada uno está de acuerdo: y es que esta doctrina debe tratarse con sumo cuidado.
Es un tema peligroso ya que cuanto más lo estudiamos, la tendencia es que haya más preguntas que respuestas. Y estoy convencido de que de todas las doctrinas con las que lidiamos en el cristianismo, no hay otra que esté más llena de malentendidos y confusiones que la doctrina de la predestinación.Así que eso ya amerita cierto tipo de sobria precaución cuando tratamos este tema.
Yo agregaría a la advertencia de precaución que hacen los teólogos, algo que creo que esta doctrina también requiere, y es una medida extra de generosidad al ser tratada ya que necesitamos ser pacientes con los demás y con aquellos que difieren de nuestra posición en este punto en particular ya que como dije, hay mucho en juego aquí.
Los ánimos pueden caldearse cuando discutimos el tema de la predestinación y debemos ser cuidadosos en manifestar el fruto del Espíritu Santo entre nosotros cuando tocamos este tema. He mencionado todo esto sabiendo que podría no funcionar porque una vez que nos metamos en esta doctrina, quién sabe lo que puede pasar. Déjenme decirles al inicio, a manera de introducción, y también deben saber que vamos a tener seis sesiones sobre este tema, y puede parecer una gran cantidad de tiempo dedicado a una doctrina como la predestinación, pero les aseguro desde ya, que en seis sesiones de aproximadamente media hora solo lograremos dar un vistazo a vuelo de pájaro.
Hay tantas preguntas afines que surgen de cualquier estudio de la predestinación, que estoy convencido que esto requiere de un estudio profundo que podría tomar años y años y años antes de siquiera tener la esperanza de llegar al fondo. Por eso veo este curso más como una introducción a la doctrina de la predestinación.
Ahora, vengo diciendo ‘la’ doctrina de la predestinación como si hubiera una sola doctrina de la predestinación o como si existiera tal cosa como ‘una doctrina posible de la predestinación. Hay quienes miran al tema de la predestinación y la expresan en categorías tales como: Ellos dirían (una discusión entre cristianos sería así): “¿Tú crees en la predestinación?
Algunos responderán a esa pregunta, ya sea diciendo: “Sí, yo creo en la predestinación”, o dirán: “No, yo no creo en la predestinación” como si todos entendieran de lo que estamos hablando cuando nos referimos a la doctrina de la predestinación.
Algunos se llegan a sorprender al saber que cada iglesia, que yo sepa históricamente, cada denominación de la que esté al tanto, en su historia, ha formulado una declaración doctrinal de algún tipo, ha precisado alguna doctrina de predestinación.
Hay una doctrina católica romana de la predestinación, una doctrina luterana de la predestinación, una doctrina presbiteriana de la predestinación, una doctrina metodista de la predestinación y podemos continuar. Así que hay que estar claros desde el principio de que existen muchas, muchas doctrinas distintas de la predestinación.
No hay tal cosa como ‘la’ doctrina de la predestinación; aunque sospecho que cuando la gente la reduce a ‘una’, generalmente lo que tiene en mente es: ¿cuál es la doctrina de predestinación?
La variedad presbiteriana en el tema, o la que usualmente se llama la doctrina calvinista de la predestinación, porque Juan Calvino y la predestinación parecen ser casi sinónimos en la cultura, como si el primer teólogo en la historia que haya hablado acerca de la predestinación fue Juan Calvino.
Pero veremos en un breve análisis histórico que, en realidad, ese no es el caso. Pero lo que nos interesa en este estudio es observar y tratar de discernir la doctrina bíblica de la predestinación.
La razón por la que tantas denominaciones distintas y diversas iglesias tienen doctrinas de la predestinación es porque la Biblia habla de la predestinación, y todos los cristianos que toman la Biblia en serio son, por lo tanto, llevados a tomar en serio el concepto de la predestinación porque es un concepto y una palabra que está en el Nuevo Testamento.
Tomemos un momento y permíteme leer un par de pasajes, para refrescar la memoria y que nos presentan esta idea de la predestinación. Leamos ahora el primer capítulo de la carta de Pablo a los Efesios, donde Pablo en su saludo inicial dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad.”
Y luego, si seguimos avanzando en el capítulo uno de Efesios, el verso 11: “En El también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad.”
Ahora, por supuesto, este no es el único lugar en la Biblia donde encontramos este concepto de la predestinación, pero acabo de leer este pasaje para que todos vean que la palabra ‘predestinación’ es una palabra bíblica.
Y debido a que es una palabra bíblica, todos aquellos que han sido estudiantes diligentes de la Biblia han intentado comprender lo que la Biblia quiere decir por predestinación divina. Antes de ver esto de cerca, permítanme darles un poco más de antecedentes históricos.
Hay muchas, muchas, muchas, muchas teologías diferentes en la historia de la iglesia cristiana, así como hay muchas denominaciones que ya hemos mencionado, pero creo que es prudente decir que hay históricamente tres tipos genéricos de teología.
Los teólogos hacen referencia a esto en tres categorías generales: Una es conocida como pelagianismo. La segunda es conocida como Semi-pelagianismo y la tercera es el Agustinianismo.
Ahora, la razón para estas tres designaciones de tipos básicos de teología tiene sus raíces en el siglo IV, cuando la iglesia pasó por una controversia titánica debido a varios temas serios de la teología.
Y el único, el hombre que fue reconocido y generalmente aclamado como el mejor teólogo, al menos en los primeros mil años de historia cristiana, sino el más grande teólogo de toda la historia cristiana, quien defendió la fe en ese período, fue por supuesto, San Agustín.
Y su principal oponente en distintos debates en ese período de la historia cristiana fue un monje llamado Pelagio. Y uno de los puntos álgidos que estaba en debate era cuán importante o necesaria era la gracia de Dios para la salvación humana.
Pelagio opinaba que la gracia de Dios ayuda a los humanos a ser salvos, pero que de ninguna manera era necesaria. Su hipótesis primaria era que el hombre, en su estado natural, tiene dentro de sí la capacidad de guardar los mandamientos de Dios hasta el punto de poder ser redimido sin ayuda alguna de la gracia divina.
Agustín hacía hincapié en la dependencia absoluta del pecador caído en la gracia de Dios para su salvación, y rechazó al pelagianismo como una forma primitiva de simple humanismo. El pelagianismo fue visto no solo como una subdivisión del pensamiento cristiano, sino más bien como un pensamiento sub-cristiano; es decir, ni siquiera calificaba para ser cristiano.
Ahora, cuando digo que hay tres líneas básicas de pensamiento que han llegado históricamente a través de la iglesia, concuerdo con esta configuración. Yo no inventé esta categorización, pero concuerdo con ella. Estos son los tres tipos genéricos principales que han influenciado en la historia de la iglesia y veo al pelagianismo como el padre del liberalismo.
El socinianismo surgió en el siglo XVI, el liberalismo en el siglo XIX, y para que conozcan de dónde vengo, consideraría el pelagianismo como no-cristiano; para ser más exacto, como claramente anticristiano; no como una opción para el pensador cristiano. Ahora, los debates que se han llevado a cabo dentro de la iglesia entre el semipelagianismo y el agustinianismo, los que se reflejaron después, más adelante, en la historia entre los Remonstrantes en el siglo XVI y los Calvinistas, y los Metodistas. Esto lo consideraría como debates dentro de la familia de la fe.
Los argumentos entre el semi-pelagianismo y el agustinianismo; el semi-pelagianismo señala que el hombre no puede ser salvo fuera de la gracia de Dios, pero hay algo que el hombre debe hacer, aún en su condición caída, para cooperar con la gracia divina y asentir a ella, antes que Dios lo salve.
Es decir, tú no puedes ser salvo fuera de la gracia de Dios, pero, en el análisis final es en el hombre en quien recae, ya sea el cooperar con la gracia de Dios o el rechazar la gracia de Dios, y ese es el punto decisivo de si una persona es salva o no.
El agustinianismo dice que el hombre está tan severamente caído que depende totalmente de la gracia de Dios, incluso para su respuesta inicial al evangelio, aún para su cooperación y asentimiento al evangelio de Cristo, en primer lugar.
Así que puedes ver desde el principio que el debate tiene sus raíces en el tema de la capacidad del ser humano para responder al evangelio en su estado caído. Y yo diría que, mientras entramos a cualquier discusión sobre la predestinación, siempre estará acechando tras bambalinas de estas discusiones sobre la predestinación, este debate fundamental, entre los semi-pelagianos y los agustinianos.
Ahora, también debo advertirles desde ya que estoy convencido del punto de vista agustiniano de la predestinación y estaré exponiendo la postura agustiniana de la predestinación en estas sesiones.
Intentaré explicarlo, aclarar malentendidos que creo que abundan al respecto, y trataré de responder a las objeciones levantadas por los hermanos y hermanas semipelagianos; y trataré de convencerte y persuadirte de que la postura agustiniana es la postura paulina y por lo tanto es la postura bíblica y por consiguiente la correcta.
Pero, por supuesto, no todos lo creen, no todos están de acuerdo con esto; y creo, una vez más, que tenemos que ser honestos desde el principio y reconocer que algunos líderes cristianos muy importantes y que han tenido una enorme influencia positiva en el reino de Dios, no han abrazado la postura que voy a exponer en esta serie.
Permítanme dibujarles un cuadro de posiciones y tratar de ser justo, de mente abierta y todo eso; y voy a enumerar en este lado de la pizarra a los teólogos de la historia de la iglesia, quienes, en este tema de la predestinación, a mi juicio, se agruparían en el lado de la postura agustiniana.
Y luego para balancear, trataré de mencionar los nombres de los teólogos que están en el otro lado. Así que primero veremos la postura pro-agustiniana. Recuerden que aún no hemos definido en sí la postura agustiniana. Esto es todavía el contexto. Veremos qué es lo que dice esta postura.
Entre aquellos que siguen a Agustín en la doctrina de la predestinación, incluiría (y esto puede sorprenderte y aún ser cuestionado por otros). Pero empecemos con Agustín mismo ya que él creyó lo que él mismo enseñaba. Así que pongamos a Agustín al inicio de la lista.
Luego yo diría que el discípulo quizá más eminente de Agustín con respecto a la teología en general, e incluso a estas doctrinas en particular, a mi juicio el hombre que pertenece a este lado de la columna es Santo Tomás de Aquino.
Casi puedo oír a Francis Schaeffer gritándome desde el cielo ahora mismo porque de seguro no estaría de acuerdo con tener a Aquino en esta categoría. Pero recuerda que el propio Aquino habló de su deuda para con Agustín más que con cualquier otro teólogo en la historia de la iglesia.
Pero como Santo Tomás de Aquino es el teólogo por excelencia de la iglesia romana y dado que la teología católica romana contemporánea no abraza la postura agustiniana de la predestinación, los protestantes generalmente suponen que, por lo tanto, Santo Tomás tampoco lo hizo. Puedes objetar eso si quieres. Dejaré eso abierto para debate y discusión.
Con el próximo nombre, no hay debate. El siguiente definitivamente es del equipo de Agustín. Es el reformador de los reformadores, el hombre que más enfatizó la predestinación en el siglo dieciséis durante la Reforma, ¿quién fue? No, no era Juan Calvino. Juan Calvino era su subordinado.
El hombre que más rigurosamente defendió la postura agustiniana de la predestinación fue Martín Lutero. Ahora, eso es una sorpresa porque, en el mundo de hoy, el luteranismo se alinea en el lado opuesto del presbiterianismo en esta doctrina particular.
Eso se debe a una pequeña peculiaridad en la historia de la iglesia, donde poco después de la muerte de Lutero, el grupo luterano, bajo el liderazgo de Felipe Melancthon tomó un rumbo distinto y no siguió a Martín Lutero en su articulación de la postura de la predestinación.
Pero creo que se puede decir que Lutero escribió más sobre predestinación de lo que Calvino jamás pudo soñar y que no hay nada en la doctrina de la predestinación, que me venga a la mente, que Juan Calvino alguna vez enseñó y que Lutero no lo haya enseñado antes y más fuerte. Entonces, ahora podemos poner a Calvino como un compañero menor – Juan Calvino.
Luego, agregaría en este lado de la columna a Jonathan Edwards. Ahora, ¡Recuerda! Vamos a ser honestos justos y comprensivos en cuanto a todo esto. Ahora, si tú me hicieras la pregunta: “RC, ¿quiénes crees que son los cinco teólogos más importantes que hayan existido?
No tendría problema alguno en identificar a los cinco teólogos más importantes que hayan existido. Ellos serían: Agustín, Aquino, Lutero, Calvino y Edwards. Ahora, te digo algo, ellos están muy por arriba de los próximos cinco, quienes quiera que sean.
Ahora, por más parcializado que esto esté, creo que se puede decir que si preguntáramos a cien teólogos de distintas denominaciones quiénes fueron los diez mejores teólogos de la historia, al menos 98 de los 100 mencionarían a estos cinco entre los diez.
Es decir, aquí se está reconociendo a cinco titanes y gigantes de la fe cristiana y si todos ellos concuerdan en exponer la postura agustiniana de la predestinación, ¿eso quiere decir que la postura agustiniana de la predestinación es la correcta?
Por supuesto que no, porque estos cinco hombres no estaban de acuerdo en muchas cosas y aunque concordaron en la esencia de este tema particular, no hay garantía de que sus puntos de vista individuales o colectivos sean la versión correcta.
No apoyamos la infalibilidad de la tradición humana o de la infalibilidad de Agustín, Aquino, y los demás, Lutero, Calvino, Edwards; ni uno de esos o todos juntos. Pero les digo algo, cuando esos cinco están de acuerdo en algo, a eso le presto atención.
Y desarrollo este punto por esta razón, que muy a menudo, la así llamada postura “Reformada” de la predestinación es ligeramente desestimada como una aberración calvinista única en la historia de la iglesia y eso es históricamente falso. Ahora vayamos al otro lado y veamos los grandes teólogos que calzan en esta columna.
Bueno, tenemos a Pelagio, también a Erasmo, allí está Finney, a Wesley y también a Arminio, estos son algunos de los nombres importantes en la historia de la iglesia. Puedo escuchar en este momento a alguien que no está convencido de la postura agustiniana gritando a todo pulmón en protesta diciendo: “¡No es justo poner a estos cinco contra los otros cinco!”
Así que estoy listo para escribir el nombre de otra persona en este lado si quieres darme algunos grandes teólogos que tomaron esta otra posición. Ten presente que la abrumadora mayoría de cristianos evangélicos hoy en día están de este lado.
Este es un grupo minoritario en la escena contemporánea. Lo que más me llama la atención de este lado es que, en términos de absoluto poder de erudición bíblica, no se encuentran los titanes de ese lado. Los encuentras aquí. Pero tal vez si miramos la escena contemporánea, sería un poco diferente.
Si yo digo hoy: postura pro-agustiniana de la predestinación, incluiríamos allí (no tomaré tiempo para escribirlos, pero tú puedes ponerlos en el lado pro), incluiríamos a Francis Schaeffer, Gordan Clark y Cornelius Van Til y todos esos teólogos presbiterianos, así como algunas figuras anglicana y episcopales como J.I. Packer, Roger Nicole y otros por el estilo (Roger Nicole siendo bautista, por supuesto).
Al otro lado estarían los que no creen en la postura agustiniana, entre ellos estarían figuras como Clark Pinnock, John Warwick Montgomery y Norman Geisler del Seminario Teológico de Dallas.
Estos son algunos líderes formidables en el mundo evangélico contemporáneo que no han – Billy Graham, a pesar de no ser un teólogo, sin embargo es un líder cristiano muy influyente y que estaría del lado de los no-agustinianos, aunque confío en que su esposa Ruth estaría en la columna correcta.
Pero, en todo caso, lo que intento mostrarles aquí es que los cristianos están divididos y quiero que le demos la atención necesaria. Si te opones a la postura agustiniana de la predestinación, a la luz de aquellos exponentes de la iglesia que lo han presentado, creo que debemos considerarla muy seriamente antes de descartarla por completo.
Creo que los exponentes se merecen el respeto debido como para escuchar lo que han intentado enseñar a la iglesia sobre este punto. Bueno, tomemos algunos minutos para señalar algunas definiciones básicas.
La palabra ‘predestinación’ en español se compone de un prefijo y una raíz. El prefijo ‘pre’ significa ‘antes’, y la palabra ‘destino’ es una palabra que todos conocemos en el idioma español. Muchos llegaron a Ligonier esta semana ya que Ligonier era su destino; era el lugar donde tenían que ir. Cada vez que tú haces una reserva de vuelo con un agente de viajes, lo primero que quiere saber es cuál es tu destino, hacia dónde te diriges, el lugar dónde esperas llegar.
Ahora, cuando hablamos de la doctrina de la predestinación, no estamos hablando específicamente de si Dios causó directamente un accidente automovilístico o si se determinó de antemano que estés sentado en la silla donde te encuentras sentado ahora mismo. La doctrina de la predestinación se preocupa específicamente del tema de nuestro destino final.
Solo tenemos dos destinos disponibles como seres humanos; finalmente están: el cielo o el infierno; es decir, estar en un estado de salvación o estar en un estado de condenación. Y la predestinación propiamente dicha no se refiere a las preguntas diarias sobre si dejo o no esta tiza en el suelo, si eso estaba predestinado.
Eso caería bajo el título teológico de la providencia. Y esas interrogantes son preguntas legítimas para la teología: ¿cuánto de la soberanía de Dios está involucrada en nuestras acciones y actividades cotidianas, etc.
Pero la doctrina de la predestinación propiamente dicha se preocupa del tema de la salvación, y la predestinación se refiere a algo que ocurre antes que lleguemos a ese destino. La predestinación tiene que ver con la participación de Dios en el resultado final de nuestras vidas.
Ahora, esto te puede sonar extraño, pero tanto los agustinianos como los semi-pelagianos concuerdan en que la predestinación es algo que Dios hace. La predestinación tiene que ver con la elección de Dios con respecto a la salvación de las personas.
Y esto también puede sorprenderte, que ambas partes concuerden que Dios hace esa elección sobre nuestro destino final antes que nazcamos, de hecho, en la fundación del mundo, como acabamos de leer en Efesios, que Dios escogió a ciertas personas en la fundación, antes de la fundación del mundo.
Ahora, esto puede sorprenderte. Juan Wesley creía eso. Felipe Melancthon creía eso (Quise poner a Felipe Melancthon en esa lista hace un momento, también, pero no lo hice). En todo caso, dónde está el punto de división es en esta coyuntura crítica: ¿sobre qué base Dios elige para salvarte antes de la fundación del mundo?
¿La elección de Dios para salvarte está basada en su conocimiento previo de algo que Él mira por los corredores del tiempo y ve que tú vas a hacer? Y por lo tanto, mirando por los pasillos del tiempo sabe, por ejemplo, que Diego va a responder positivamente al Evangelio, que tú vas a elegir a Cristo cuando te llegue la oportunidad de escoger.
Sabiendo que vas a elegir a Cristo, entonces Dios te elige para salvación. Pero Él basa esa elección en su conocimiento previo de la decisión de Diego. ¿Estamos claros? De modo que Dios te está eligiendo para salvación, pero Él te escoge por algo que Él prevé en tu vida.
La postura agustiniana, por el contrario, diría que lo que Dios prevé en tu vida no tiene nada que ver con tu elección, que su elección es puramente por el puro placer de su voluntad, sin contemplar algo que tú puedas o no puedas hacer en el futuro. Eso es básicamente el meollo del asunto, de si la elección es o no con respecto a lo que haces, o sin una vista previa de lo que haces o qué harás con respecto a la proclamación del Evangelio.
Hay otras cosas que todos tenemos en común, pero luego al coincidir en ciertos puntos, surgen las divergencias. Y lo primero en lo que todo cristiano está de acuerdo es en que el Dios que adoramos es un Dios soberano. Cómo se desarrolla la soberanía en los asuntos de la salvación, eso es lo que nos divide; así que en nuestra próxima sesión veremos el concepto de la soberanía de Dios.