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Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
Primera y Segunda de Timoteo, así como Tito, son conocidas como las «Epístolas Pastorales» de Pablo. Esto significa sencillamente que, a diferencia de las demás cartas del apóstol —las cuales, a excepción de Filemón, fueron escritas a las congregaciones— estas cartas fueron escritas a los pastores de iglesias locales respecto a sus deberes ministeriales. Timoteo era el pastor de la iglesia en Éfeso cuando Pablo le escribió estas cartas. Sin embargo, por la supervisión del Espíritu Santo, Pablo también nos escribe a nosotros. Estas cartas están llenas de ánimo y exhortación tanto para pastores como para creyentes. Aquí te presento tres cosas que debemos saber sobre 1 y 2 Timoteo.
1. La sana doctrina importa.
Éfeso era una ciudad rica y mundana conocida por su práctica de brujería y la adoración a la diosa Artemisa. Sin embargo, la religión pagana y el materialismo no eran las únicas amenazas para la iglesia de Éfeso. Cuando Pablo escribió estas epístolas, falsas enseñanzas sobre el cristianismo avanzaban agresivamente en la ciudad.
Hoy, las cosas no son muy diferentes. Al igual que Timoteo, nosotros también vivimos en «los últimos días» (2 Ti 3:1; ver también 1 Ti 4:1), donde los hombres y mujeres son «amadores de sí mismos, avaros» (2 Ti 3:2; ver también 1 Ti 6:10) y «amadores de los placeres en vez de amadores de Dios» (2 Ti 3:4). Vivimos en una época en la que la gente «no [soportará] la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, [acumula] para sí maestros» (2 Ti 4:3; ver también 1 Ti 1:10). Necesitamos líderes en la iglesia que «[retengan] la norma de las sanas palabras» dadas por los apóstoles y codificadas en los credos y confesiones de la iglesia (2 Ti 1:13). Necesitamos ministros que «[prediquen] la palabra… a tiempo y fuera de tiempo» (2 Ti 4:2; ver también 1 Ti 4:13), que «[sean sobrios] en todas las cosas, [sufran] penalidades» y «[hagan] el trabajo de un evangelista» (2 Ti 4:5). Estas cartas describen el mundo en el que vive actualmente la iglesia, un mundo lleno de apostasía e impiedad. Si el evangelio y la sana doctrina han de ser transmitidos a la próxima generación, la iglesia —especialmente los ministros de la Palabra y los líderes de la iglesia— debe prestar atención a las exhortaciones y advertencias que se encuentran en 1 y 2 Timoteo.
2. La valentía se encuentra en Cristo.
En un mundo hostil a la fe cristiana, se necesita valentía para decir que Cristo es el único camino al cielo. Se necesita valentía para creer en la autoridad de la Biblia y no avergonzarse del evangelio. La valentía es esencial para la vida cristiana. Si alguna vez has sentido temor por los adversarios del evangelio o desánimo por circunstancias desalentadoras, no estás solo. El miedo y el desánimo son enemigos comunes de todos los cristianos, incluido el destinatario original de estas cartas, Timoteo.
Aunque era el colega más fiel y de mayor confianza de Pablo, Timoteo era joven, tímido, a menudo enfermo y necesitado de ánimo. Se enfrentó a una situación en la iglesia de Éfeso que le hizo sentir abrumado. Falsos maestros persuasivos estaban lanzando ataques contra el evangelio. Algunos en la iglesia estaban cuestionando su autoridad como pastor. Además, quizá se sentía avergonzado por el encarcelamiento de Pablo y el deterioro de su reputación. Necesitaba defender la verdad y predicar fielmente la Palabra de Dios, pero tenía miedo de sufrir. Su llama se atenuaba. A Pablo le urgía recordar a este joven pastor que avivara el don de Dios (2 Ti 1:6; ver también 1 Ti 4:14), y que «no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Ti 1:7). Solo por la gracia de Dios en Cristo, Timoteo pudo encontrar el valor para sufrir por el evangelio (2 Ti 1:8-9; 2:3).
Tal vez te sientas como Timoteo. Quizá temes a los hombres más de lo que deberías. Quizá tengas miedo de sufrir por el evangelio. Primera y Segunda de Timoteo nos recuerdan que no nos fortalecemos en nosotros mismos, sino «en la gracia que hay en Cristo Jesús» (2 Ti 2:1; ver también 1 Ti 1:12). Si bien es cierto que «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos» (2 Ti 3:12), también es cierto que el Espíritu Santo nos ha equipado para que podamos cumplir nuestro llamado y pelear la buena batalla de la fe, incluso ante el miedo (1 Ti 6:12; 2 Ti 4:7).
3. El poder está en la Palabra.
Timoteo debe proteger el evangelio de los falsos maestros para que llegue a la siguiente generación (1 Ti 1:3-11; 2 Ti 1:13-14; 2:16-18), encargar el evangelio «a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros» (2 Ti 2:2; ver también 1 Ti 3:1-7) y estar dispuesto a sufrir por el evangelio como su mentor Pablo (2 Ti 1:8, 12; 2:3, 9; 3:12; 4:5). Pero, sobre todo, debe predicar el evangelio. Por eso, el apóstol veterano da a su colega más joven una última orden: «Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo», sé «sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, [y] cumple tu ministerio» (2 Ti 4:2, 5). El poder de convertir y edificar está en la Palabra de Dios (2 Ti 3:16-17). Por eso los pastores deben velar por sí mismos y por su enseñanza (1 Ti 4:16).
Que Dios bendiga la iglesia y al mundo levantando una multitud de Timoteos para que las generaciones futuras descubran —y redescubran— el evangelio y lo apliquen a sus propios tiempos.
Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.