3 cosas que debes saber sobre el Evangelio de Marcos
21 noviembre, 20233 cosas que debes saber sobre el Evangelio de Juan
30 noviembre, 20233 cosas que debes saber sobre el Evangelio de Lucas
Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
El Evangelio de Lucas es el libro más largo del Nuevo Testamento y uno de los más sofisticados. Aunque la mayoría de los cristianos están familiarizados con el nacimiento de Cristo narrado en el capítulo 2, no muchos conocen algunos de los matices del tercer evangelio que enriquecen nuestra comprensión de la persona de Cristo. A continuación, intentaremos esculpir tres áreas que a menudo se pasan por alto: la finalidad del libro, la exaltación de los humildes y la humillación de los orgullosos, y la relación de Jesús con el Antiguo Testamento.
1. La finalidad de Lucas.
Los autores del Nuevo Testamento no suelen informar a los lectores por qué escribieron una carta o un evangelio. Pero dos de los cuatro evangelios sí lo hacen. Lucas explica a Teófilo en 1:4 que le escribe «para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas». Aunque no sabemos mucho sobre Teófilo, los eruditos creen que probablemente fue un gentil que se convirtió al judaísmo y luego al cristianismo. Incluso es posible que Teófilo haya financiado el Evangelio de Lucas y el libro de Hechos, ya que publicar en el primer siglo era una empresa costosa. En cualquier caso, la cuestión es que Lucas le escribe a Teófilo para confirmar lo que Teófilo ya sabía. Parece, pues, que Teófilo conocía a grandes rasgos la vida, muerte y resurrección de Jesús, y Lucas redactó su evangelio para rellenar las lagunas de conocimiento de Teófilo con el propósito de preservar su fe. Este es un principio increíblemente importante, un principio que la iglesia del siglo XXI debe valorar. El conocimiento que tenemos del ministerio de Cristo está directamente ligado a nuestra fe personal. Cuando la duda se cuela en nuestros corazones, como inevitablemente ocurre, debemos recurrir a los evangelios y refrescar nuestra mente con la verdad del nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de Cristo.
2. La exaltación de los humildes y la humillación de los soberbios.
Los himnos de la Biblia suelen encerrar temas clave, temas que se entretejen a lo largo de sus libros (p. ej., Dn 2:20-23; Dn 4:1-3, 34-35; Dn 6:25-27). Lucas también contiene cuatro himnos que resumen gran parte de la teología del libro: Lucas 1:46-55 (el Magnificat), Lucas 1:68-79 (el Benedictus), Lucas 2:14 (Gloria in Excelsis) y Lucas 2:29-32 (el Nunc Dimittis). Los siguientes versos pertenecen al primer himno, el Magnificat, el más conocido de los cuatro:
Ha hecho proezas con Su brazo;
Ha esparcido a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Ha quitado a los poderosos de sus tronos;
Y ha exaltado a los humildes;
A LOS HAMBRIENTOS HA COLMADO DE BIENES
Y ha despedido a los ricos con las manos vacías (Lc 1:51-53, énfasis añadido).
Este himno se parece mucho a la famosa oración de Ana en 1 S 2:1-10, en la que dio gracias al Señor por haberle dado a Samuel —uno de los profetas más notables de la historia de Israel—, quien desempeñó un papel decisivo en el establecimiento de la dinastía davídica. El rey Jesús, al igual que el rey David, será el medio por el que Dios exalte a los humildes y degrade a los poderosos. Esto explica por qué Lucas a menudo enfatiza la inversión de las fortunas. Por ejemplo, la fiel obediencia de Cristo en el desierto (Lc 4) lo faculta para expulsar al diablo y a sus secuaces del orden creado. En Lucas 10:18, Jesús, aludiendo a Isaías 14:12, exclama: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo». La idea es que se está produciendo un cambio tectónico: Satanás ha perdido su posición de poder (Lc 11:20-23) y su reino se está desmoronando (Ro 16:20). En marcado contraste, Jesús encarna el carácter humilde a lo largo de toda Su vida; nació en la más humilde de las circunstancias (Lc 2:7), vivió en la insignificante ciudad de Nazaret (Lc 4:16) y murió de forma inmerecida por Su pueblo (Lc 22:1 – 23:56). Sin embargo, debido a la fidelidad de Jesús, Dios vindicó al Hijo y exaltó a Jesús al trono del Padre (Lc 24:50-53). Los creyentes deben tomarse muy en serio este modelo, porque Dios promete que nosotros también pasaremos por circunstancias difíciles. No seremos vindicados públicamente hasta que llegue nuestra resurrección física en la consumación. Solo en el estado eterno el pueblo de Dios disfrutará de una existencia exaltada.
3. Jesús y el Antiguo Testamento.
Lucas comienza su evangelio describiendo el ministerio de Cristo como «los hechos que se han cumplido» (Lc 1:1, NTV). Un lector atento se preguntaría: «¿En qué textos del Antiguo Testamento estaba pensando Lucas?». La respuesta corta es: todos. En el tercer evangelio, hay más de treinta citas explícitas y cientos de alusiones al Antiguo Testamento, por lo que debemos suponer que Lucas está empapado del Antiguo Testamento y tiene una enorme perspicacia para interpretarlo. En cada momento del ministerio de Jesús, Lucas alude al Antiguo Testamento para explicar el significado de los acontecimientos. Al final del evangelio, encontramos la famosa reprimenda que Jesús dirigió a los dos discípulos camino Emaús, y luego «comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras» (Lc 24:27). Jesús no solo cumple un puñado de pasajes del Antiguo Testamento. Lo cumple en su totalidad. Hoy en día, incluso en los círculos evangélicos, muchos no quieren leer todo el Antiguo Testamento con Cristo como centro de atención. Uno de los problemas de esa postura es que no tiene en cuenta la forma en que el propio Jesús leía el Antiguo Testamento. Si debemos vivir como Jesús, ¿no deberíamos también leer como Jesús?
Aunque a veces el Evangelio de Lucas resulta denso, es un tesoro de conocimiento que edifica al cuerpo de Cristo y refuerza la fe del pueblo de Dios.