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Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
1. Proverbios es una colección de sabiduría, no una colección de garantías.
A primera vista, el libro de Proverbios parece ofrecer una fórmula o respuesta fácil y rápida a todos los problemas de la vida. El libro parece garantizar la prosperidad y el éxito a quienes ponen en práctica su ecuación en sus vidas. En otras palabras, una lectura superficial de Proverbios podría llevarnos a la conclusión de que si hacemos «X» obtendremos «Y», siendo «X» la sabiduría y «Y» el éxito y la prosperidad humanos. Por ejemplo, en Proverbios 3:1-2 se nos dice que cualquiera que recuerde la enseñanza de Proverbios y guarde sus mandamientos experimentará larga vida y prosperidad. Por sí solo, podría parecer un resultado garantizado, ¿verdad? Puedes ver lo tentador que es leer Proverbios de esta manera simplista, pero leer Proverbios así es erróneo y potencialmente dañino.
Proverbios no nos ofrece fórmulas que funcionan siempre en todas las situaciones, sino principios sabios que merecen nuestra contemplación y nuestra aplicación con discernimiento. Cuando leemos Proverbios, debemos hacerlo a la luz del principio bíblico general de que la recompensa no siempre sigue inmediatamente a la obediencia. A veces, las recompensas por la obediencia se aplazan a un momento futuro, incluso hasta el siglo venidero. Recuerda que Jesús, quien era la personificación de la sabiduría y vivía en perfecta obediencia a todos los mandamientos, sufrió mucho por un tiempo. Solo después de sufrir en obediencia fue exaltado (Flp 2:5-11). Debemos buscar la sabiduría de Proverbios no porque vaya a producir resultados garantizados, sino porque es un don de Dios para guiar nuestras vidas en este mundo.
2. Proverbios nos recuerda que a Dios le importan todos los aspectos de nuestra vida.
Una de las cualidades del libro de Proverbios es su gran alcance. Proverbios trata muchos aspectos de la vida humana de forma muy práctica. Si bosquejamos el contenido temático de Proverbios, veremos que aborda una amplia gama de temas, como la riqueza (Pr 3:9, 13-14; 11:4; 13:7, 11, 22; 14:31; 21:5; 28:6, 20; 30:8-9), las palabras (Pr 10:19; 12:19; 15:23, 28; 17:27-28; 25:11; 26:20), el trabajo (Pr 6:6-11; 12:11; 19:15; 20:4, 13; 26:13-16), la amistad (17:17; 18:24; 27:6, 9), el matrimonio (Pr 12:4; 18:22; 19:14; 27:15; 31:30), la crianza (Pr 13:24; 17:6; 19:18; 22:6; 23:13-14; 29:17) y la sexualidad humana (Pr 5:3; 8-9, 15-19; 6:27-29). Esto nos recuerda que a Dios le importan todos los aspectos de nuestras vidas y quiere que apliquemos Su Palabra y Su sabiduría a cada área.
A veces los cristianos compartimentan sus vidas al relegar su fe solo al culto dominical matutino o a los llamados asuntos «espirituales», como la devoción personal, la oración y el evangelismo. Aunque la fidelidad a las disciplinas espirituales es importante para Dios y para nuestro bienestar, también lo es la forma en que administramos nuestra riqueza, empleamos nuestras palabras, realizamos nuestro trabajo y elegimos a nuestros amigos y cónyuges. Al proporcionarnos la sabiduría de Dios para todas las esferas de la vida, Proverbios desafía y corrige nuestra tentación a compartimentar nuestra fe.
Además, el interés paternal de Dios por todos los aspectos de nuestra vida sirve también para llenar de gran sentido y significado esas esferas de la experiencia humana. Proverbios nos ayuda a adoptar una visión de la vida y del mundo que nos anima a hacer todo lo que hacemos para gloria de Dios (1 Co 10:31). Nos recuerda que a Dios le importa todo lo que hacemos y que Él quiere lo mejor para nosotros. En última instancia, la amplitud de la sabiduría de Proverbios es un don de Dios para ayudarnos a florecer y prosperar.
3. Al enfatizar la sabiduría, Proverbios nos apunta a Jesús.
Aunque a veces no se tiene en cuenta Proverbios como fuente de tipología o prefiguración en relación con la obra de Jesucristo, este libro habla de Jesús de maneras poderosas. Primero, los evangelios muestran que Jesús poseía una gran sabiduría. Incluso de niño, cuando enseñaba a hombres mayores en los atrios del templo, Jesús reveló que era sabio, y se nos dice que crecía en sabiduría (Lc 2:47-52). Además, cuando Jesús comenzó Su ministerio público, Su método preferido para enseñar a los demás era el uso de parábolas, una forma de instrucción sapiencial. Los evangelios presentan a Jesús como un maestro de sabiduría, muy parecido al sabio de Proverbios.
Una segunda conexión entre Jesús y Proverbios es que Proverbios nos enseña el incalculable valor de la sabiduría. Nos exhorta a considerar la sabiduría como más valiosa que la plata y el oro (Pr 3:14-35). También exhorta a sus lectores a buscar y alcanzar la sabiduría por su naturaleza inestimable. El Nuevo Testamento nos dice que Jesús es la «sabiduría de Dios» (1 Co 1:30) y que en Él están escondidos todos los «tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col 2:3). Así, la exhortación del libro de Proverbios a buscar la sabiduría por encima de todo es, en última instancia, un llamado a buscar a Aquel que es la sabiduría. Jesús no solo poseía sabiduría y enseñaba sabiduría; Él es la sabiduría. No buscarle es la más grave de las locuras humanas.