3 cosas que debes saber sobre 1 y 2 Samuel
7 noviembre, 20233 cosas que debes saber sobre Salmos
11 noviembre, 20233 cosas que debes saber sobre 1 y 2 Reyes
Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
1. El libro de Reyes fue escrito durante el exilio para explicar por qué Israel y Judá estaban en él.
En la Biblia hebrea, el libro Reyes —1 y 2 Reyes juntos— es el último libro de los primeros profetas (Josué, Jueces, Samuel y Reyes). Estos libros narran la historia de Israel: desde su llegada a la tierra que Dios le había prometido, hasta su expulsión de ella durante los exilios asirio y babilónico. La fecha más temprana en que Reyes pudo haberse escrito en su forma definitiva fue después de la liberación del rey Joaquín de la prisión en 561 a. C. (2 R 25:27), y como no menciona el regreso del exilio, es probable que se escribiera en algún momento de la segunda mitad del exilio babilónico.
Reyes es historia teológica, que explica por qué Dios entregó a Su pueblo a naciones extranjeras. La respuesta se repite con frecuencia: desde la división del reino después del reinado de Salomón, el pueblo de Dios y sus gobernantes «[hicieron] lo malo ante los ojos del SEÑOR, y lo provocaron a celos […] con los pecados que habían hecho» (1 R 14:22). Incluso cuando a veces surgía un rey piadoso, sus descendientes continuaron la decadencia espiritual de Israel/Judá. El extenso comentario teológico de 2 Reyes 17:7-23 resume el mensaje de todo el libro: «Esto [el exilio] sucedió porque los israelitas habían pecado contra el SEÑOR su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto, y habían reverenciado a otros dioses; y anduvieron en las costumbres de las naciones que el SEÑOR había arrojado de delante de los israelitas, y en las costumbres de los reyes de Israel que ellos habían introducido» (vv. 7-8).
En Reyes no hay promesas explícitas ni profecías de retorno del exilio, pero la liberación de Joaquín al final del libro presagia un final feliz. Como leemos en Deuteronomio 4:25-31 y a lo largo de los libros de los profetas, ese final llegaría, en última instancia, con la llegada del Hijo Supremo de David, Jesucristo, quien se sienta eternamente en el trono de David.
2. Reyes no trata solo de reyes, sino también de profetas.
El ascenso de la monarquía en Israel trajo consigo el florecimiento del oficio profético, y por una buena razón: los reyes rebeldes necesitaban oír las palabras de advertencia de Dios, y los reyes fieles necesitaban oír las palabras de aliento de Dios. A lo largo de Reyes, varios profetas aconsejan, instruyen, advierten y predicen el futuro para recordar a los gobernantes israelitas (y al lector) que la Palabra de Dios era la autoridad y el poder supremos en Israel.
Muchos profetas con y sin nombre desempeñan papeles importantes en la narrativa, pero Elías y Eliseo ocupan un lugar central. Fueron levantados por Dios durante el reinado de la casa de Acab (el período más profundo de apostasía de Israel) para llamar al reino del norte en particular a volver a Dios y Su palabra. Estos dos hombres piadosos y valientes fueron los líderes de los «hijos de los profetas», que se reunieron por primera vez durante el ministerio profético de Samuel. Las declaraciones y milagros de Elías y Eliseo prefiguran el ministerio de lo que Jesús hizo y dijo como el Profeta Supremo que Moisés predijo en Deuteronomio 18.
3. Elías no fue un profeta temeroso y autocompasivo en 1 Reyes 19.
Muchos comentaristas ven a Elías en este capítulo como un cobarde quejoso, que huye temeroso y sin fe de Jezabel para desahogar su egoísta «ay de mí» al Señor. Pero la explicación que da Pablo de las palabras de Elías apunta en otra dirección: «suplic[ó] a Dios contra Israel» (Ro 11:2). La opinión de que Elías huyó sin fe debe rechazarse por varias razones, según el comentarista Dr. Dale Ralph Davis.[1]
- Aunque en el hebreo de 1 Reyes 19:3 puede leerse «tuvo miedo», el texto hebreo tradicional dice «y él vio». La segunda lectura explica mejor la primera. Elías vio —se dio cuenta— que la derrota de los profetas de Baal en el monte Carmelo (1 R 18:17-40) no había logrado nada: Jezabel, adoradora de Baal, seguía dirigiendo la orquesta en Israel. Así pues, Elías partió para encomendarse a sí mismo y la situación de Israel a Dios.
- El mapa muestra que el viaje de Elías no se debió al pánico ni al incumplimiento del deber, sino a un propósito y un plan. Habría estado a salvo en el reino de Judá, pero viajó hasta Beerseba, a unos 160 kilómetros al sur de Jezreel, y desde allí viajó durante otro día hacia adentro del desierto (1 R 19:3-4). El ángel de Dios le instó a comer y fortalecerse para un viaje aún más largo (1 R 19:7), cuyo destino era Horeb, donde Dios quería escucharle.
-
En lugar de temblar de ansiedad o centrarse en sí mismo, Elías viajó a Horeb como profeta quebrantado, gimiendo de decepción por la falta de arrepentimiento y la dureza del corazón de Israel. Dios no lo reprendió por estar en Horeb, sino que compasiva y justamente se acercó a Su siervo abatido para escucharlo presentar una acusación pactual contra Israel. El Señor animó a Su profeta con palabras de juicio y esperanza, y le dio una nueva dirección en el ministerio, preparando así el escenario para lo que seguiría.