3 cosas que debes saber sobre Jueces
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Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
Nos encanta el libro de Rut porque narra el hermoso romance de Rut y Booz. Nos encanta porque está lleno de una ironía intrigante destinada a hacernos reír de gozo por la bondad de Dios. Nos encanta porque es un relato que no se enfoca en las hazañas de guerreros, jueces o reyes, sino en dos mujeres desamparadas que intentan encontrar un camino de vuelta a la plenitud y la esperanza. Pero el libro de Rut ofrece mucho más.
1. Los pasos sutiles del pecado
Primero, en el relato inicial de la fatídica decisión de partir de Noemí y Elimelec, vemos decisiones aparentemente razonables, cada una de las cuales alejó a la familia, paso a paso sutilmente, de las promesas de Dios. La tragedia de la muerte de Elimelec y sus dos hijos, Mahlón y Quelión, y el regreso de Orfa a Moab en lugar de volver a Israel con Noemí y Rut, hablan de una familia que una vez fue fiel a Dios pero que había perdido su camino. El nombre de Elimelec significa «Mi Dios es Rey». Pero el matrimonio mixto de sus hijos con hijas paganas y su abandono de la tierra prometida en favor de la aparente abundancia de Moab hablan de su falta de visión. La hambruna fue una de las maldiciones de advertencia que Dios había prometido enviar a Su pueblo por haber quebrantado el pacto (Dt 28:15-18, 38-40). Pero parece que en lugar de recordar la Palabra de Dios, permanecer en la tierra y arrepentirse por haber quebrantado el pacto, Elimelec trató de leer la providencia, pensando: «Como no hay hambruna en Moab, eso quiere decir que debemos mudarnos allá». Pero nunca somos buenos intérpretes de la providencia. Debemos dejar que la Palabra de Dios gobierne nuestras vidas, no las conclusiones de nuestros juicios personales.
2. La generosa gracia de Dios
A diferencia de Orfa, Rut decidió seguir con Noemí y hacer de su pueblo y Dios el suyo. Se convirtió. El resto de la historia ilustra maravillosamente la acogida de esta moabita en la comunidad del pacto. En el reino de Jesucristo, los pecadores de toda tribu, lengua y nación que confían en Él son bienvenidos. Resulta que Noemí, la viuda hebrea, con más frecuencia es la que suena como una moabita y no su nuera, que antes era pagana. Por ejemplo, el texto parece sugerir que anima a Rut a acorralar a Booz a altas horas de la noche en la era en un intento de asegurar a un esposo. Pero Booz era un hombre de Dios, y su integridad y bondad hicieron que Rut entrara en la comunidad del pacto por medio del matrimonio y que Noemí pasara de la amargura a una nueva alegría. Podríamos incluso decir que el libro de Rut trata casi tanto de la restauración de Noemí, de su afligido peregrinar, como de que la propia Rut llegue a ser acogida bajo la sombra del ala del Todopoderoso.
Y en esto, Booz, el pariente redentor, apunta al Señor Jesucristo. El deber del pariente redentor era tomar posesión de las tierras que habían pertenecido al pariente fallecido para garantizar que su porción en Israel permaneciera en la familia. Naturalmente, esto hacía que la perspectiva de desempeñar el cargo fuera potencialmente lucrativa. Pero en este caso, conllevaba las obligaciones adicionales de mantener a Noemí, casarse con Rut y criar un heredero descendiente de Elimelec. Cualquier hijo de la unión heredaría la tierra de Elimelec, y ya no pertenecería al redentor.
En el libro de Rut, hay un pariente redentor que era más cercano que Booz. Cuando se enteró de los posibles terrenos y activos, al principio se mostró entusiasmado. Pero cuando oyó hablar de las dos mujeres y del deber de proporcionar un heredero a Elimelec, se negó rápidamente. Su deber hacia la familia de Elimelec podría con facilidad ser mucho más costoso que cualquier beneficio que la tierra le aportara. Pero Booz no tenía esa preocupación. Estaba dispuesto a correr con todos los gastos y asumir toda la carga. He aquí otro atisbo del evangelio en el libro de Rut, pues tenemos un verdadero y perfecto pariente redentor en Jesucristo, que al terrible precio de Su propia vida, lo dio todo gustosamente para hacer de la iglesia Su esposa.
3. Los orígenes ordinarios de Obed
El libro termina con el matrimonio de Rut y Booz y el nacimiento de su hijo, el heredero de Elimelec, Obed. El narrador utiliza una frase para referirse a la concepción de Rut que solo se emplea dos veces en la Biblia hebrea, la más destacada en la maldición a Eva en Génesis 3:16. Eva concebiría y daría a luz con dolor, pero su descendencia aplastaría un día la cabeza de la serpiente. Rut es representada como una nueva Eva, y su hijo es un hijo de promesa que servirá a los propósitos de Dios (Obed significa «siervo»). Nos damos cuenta más adelante que Obed es el padre de Isaí, e Isaí es el padre de David.
El libro de Rut comienza situando la acción en la época de los jueces, cuando no había rey y cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos (Jue 21:25). Pero ahora vemos el plan soberano de Dios en los detalles aparentemente mundanos de una familia insignificante. Estaba entretejiendo todos los detalles para asegurar el nacimiento del rey David, y a través de David, el Rey de reyes, el Señor Jesucristo, el Siervo Sufriente. Jesús tiene un origen ordinario. Es uno de nosotros. Y porque lo es, puede ponerse en nuestro lugar y compadecerse de nuestras debilidades.