5 cosas que debes saber sobre la adopción
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5 octubre, 20235 cosas que debes saber sobre la doctrina de la Trinidad
Este artículo forma parte de la colección 5 cosas que debes saber.
1. La doctrina de la Trinidad es una de las doctrinas más fundamentales del cristianismo.
La doctrina cristiana de Dios es la doctrina de la Trinidad, y la doctrina cristiana de Dios es fundamental para cualquier otra doctrina cristiana. No hay doctrina de la Escritura (bibliología) independiente de la doctrina de Dios porque la Escritura es la Palabra de Dios. El ser humano ha sido creado a imagen de Dios. El pecado es rebelión contra la ley de Dios. La soteriología es la doctrina que tiene que ver con la obra redentora de Dios. La iglesia es el pueblo de Dios. La escatología tiene que ver con las metas y planes finales de Dios.
2. La doctrina de la Trinidad no se inventó en el Concilio de Nicea.
Hoy en día existe un mito popular que dice que la doctrina de la Trinidad se inventó en el siglo IV en el Concilio de Nicea. Esto no es cierto. En los primeros siglos de la iglesia, los cristianos ya enseñaban las doctrinas fundamentales que encontraron en la Escritura. La Escritura enseña que hay un Dios, y uno solo. La Escritura también enseña que el Padre es Dios. La Escritura enseña que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios. Además, la Escritura enseña que el Padre no es el Hijo ni el Espíritu, que el Hijo no es el Padre ni el Espíritu, y que el Espíritu no es el Padre ni el Hijo. Cualquiera que creyera estas proposiciones básicas de la Escritura se adhería a los fundamentos de la doctrina de la Trinidad. A lo largo de los siglos, surgieron aquellos cuyas enseñanzas negaban o distorsionaban una o más de esas enseñanzas bíblicas. El Concilio de Nicea fue convocado para responder a una de esas enseñanzas: la de Arrio, quien negaba que el Hijo fuera Dios. El Credo Niceno estableció los límites para asegurar que la iglesia enseñara todo lo que afirma la Escritura.
3. La doctrina de la Trinidad no es completamente comprensible para la mente humana.
La doctrina de la Trinidad, junto con la doctrina de la encarnación, es uno de los grandes misterios de la fe cristiana. Esto significa que excede la capacidad de la mente humana finita para comprenderla plenamente. Si tratamos la doctrina de la Trinidad como una especie de rompecabezas matemático, que solo requiere la cantidad adecuada de ingenio para resolverlo, caeremos inevitablemente en una herejía u otra. La doctrina de la Trinidad no es un cubo de Rubik. No hay nada en la creación que se preste para hacer una analogía precisa de la doctrina de la Trinidad.
4. La mayoría de las analogías trinitarias populares son, en el mejor de los casos engañosas, y en el peor heréticas.
Dado que no hay nada en la creación que se preste para hacer una analogía precisa de la doctrina de la Trinidad, la mayoría de las analogías trinitarias populares son en el mejor de los casos engañosas, y en el peor heréticas. La mayoría acaban sugiriendo que las tres personas de la Trinidad son tres partes de Dios (por ej.: la analogía del trébol; o la analogía de la cáscara, la yema y la clara del huevo), o que son tres modos o papeles de un Dios unitario (por ej.: las «máscaras» del Padre, el Hijo y el Espíritu; o las analogías del agua, el hielo y el vapor). En el mejor de los casos, algunas analogías quizás puedan ilustrar un determinado aspecto de la doctrina de la Trinidad, pero todas tienden a negar uno o más elementos de la enseñanza bíblica.
5. Los malentendidos acerca de quién es Jesús tienden a conducir a malentendidos de la doctrina de la Trinidad.
En la encarnación, la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo, asumió una naturaleza humana, la cual está unida a la naturaleza divina. La naturaleza humana incluye Su cuerpo y Su alma. Esto significa que el Señor Jesucristo es Dios encarnado. Él es una Persona con dos naturalezas, y esas dos naturalezas están unidas en la única Persona del Hijo sin confusión, cambio, división o separación. Debido a que ambas naturalezas son Sus naturalezas, todo lo que es verdad de cualquiera de ellas es verdad de Él, el único Señor Jesucristo. Sin embargo, se dicen algunas cosas de Él según Su naturaleza divina (por ej.: ser el Creador del mundo) y otras se dicen de Él según Su naturaleza humana (por ej.: tener hambre o sed). Si confundimos las naturalezas divina y humana de Cristo, distorsionaremos con facilidad nuestra doctrina de la Trinidad porque le daremos atributos humanos a Dios. Por ejemplo, la Biblia enseña que Dios es inmortal (1 Ti 6:15-16). En otras palabras, Dios no puede morir. ¿Pero no creemos que Jesús es Dios? ¿Y no murió Jesús en la cruz? Sí, lo hizo, y lo hizo de acuerdo con Su naturaleza humana. Un ser humano puede morir. Un ser humano puede sufrir. Un ser humano puede cambiar. Jesús hizo todo esto en Su naturaleza humana, pero no podemos transferir esos atributos humanos a la naturaleza divina. La naturaleza divina no puede morir, cambiar o sufrir. Del mismo modo, Cristo sometió perfectamente Su voluntad humana a la voluntad divina de Dios, pero eso no significa que la voluntad divina del Hijo fue sometida a la voluntad divina del Padre. ¿Por qué no? Porque hay solo una voluntad divina. La voluntad divina del Hijo es la misma voluntad divina del Padre, porque el Hijo es Dios como el Padre es Dios. Utilizando el lenguaje del Credo Niceno, el Hijo es homoousios con el Padre. Si la voluntad divina del Hijo se somete a la voluntad divina del Padre, ya no tendríamos la Trinidad. Tendríamos politeísmo.