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La vida a la luz de la cruz
2 abril, 2021
En descontrol y bajo control
5 abril, 2021Adiós a lo nuevo, bienvenido lo viejo
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Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie especial de artículos de Tabletalk Magazine: La historia de la Iglesia | Siglo IV
Me encantan las antigüedades. Me encantan los muebles viejos, los coches viejos y las casas viejas, pero sobre todo me encantan los libros viejos, los libros viejos y polvorientos. Y no sé tú, pero el polvo me hace estornudar. Recientemente, mi esposa y yo estábamos en una tienda de antigüedades, y encontré una edición del libro Un cuerpo de divinidad de Thomas Watson de 1833. El libro estaba escondido en la parte de atrás de la tienda, en la parte superior de una vieja estantería de madera de cerezo que contenía docenas de ejemplares de los libros condensados del Reader’s Digest de los años sesenta. Quienquiera que lo haya puesto sobre ese estante ciertamente desconocía el valor de la publicación de Watson. Y por el aspecto del polvo en la portada del libro, mi sospecha es que esta obra clásica había estado ahí por veinte años o más. Y por supuesto, inmediatamente después de abrir el viejo tomo, estornudé.
Afortunadamente, mi reacción a las cosas viejas y polvorientas es simplemente una espiración de aire temporal y desagradable que puede repetirse o no. Sin embargo, la reacción que mucha gente tiene ante las cosas viejas no es tan insignificante. Hoy en día, nuestra reacción a cualquier cosa que esté avanzada en edad es generalmente negativa. En el siglo XXI, todo es nuevo y mejorado. Adiós a lo viejo, bienvenido lo nuevo: sea lo que sea, si tiene siquiera la apariencia de ser viejo, es hora de algo más contemporáneo. Somos una sociedad que se deleita en lo último, y estamos tan consumidos por la emoción de lo que viene que hemos olvidado las cosas de nuestro pasado. Como resultado, hemos perdido nuestro camino. Y si nosotros, el pueblo de Dios, vamos a ser fieles administradores de nuestro pasado, si vamos a hacer alguna diferencia, entonces debemos recordarnos a nosotros mismos las duras lecciones que hemos aprendido de la historia. Debemos tomar y despolvar los credos históricos de la Iglesia que han resistido la prueba del tiempo. Debemos revivir nuestra gran herencia y volver a despertar a nuestras iglesias a considerar a los héroes de nuestra fe que se han enfrentado al mundo como guardianes de la fe cristiana.
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A lo largo de la historia, el mundo ha intentado destruir la Iglesia. En cada siglo, tanto emperadores como herejes han tratado de cambiar las creencias históricas de la Iglesia, y cada vez han fracasado. La historia ha demostrado que el siglo IV fue una época de definiciones. Fue una época de héroes inmortales y confesiones inquebrantables. Y ahora, en el siglo XXI, nunca ha habido un tiempo más crucial para que el pueblo de Dios avive la fe de nuestros padres del siglo IV para que vivamos coram Deo, ante el rostro del Dios de la historia, el Anciano de Días.