
Amando a nuestras comunidades
20 junio, 2018
Cristo y el amor al prójimo
22 junio, 2018Amando a los difíciles de amar

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie «Amando a nuestro prójimo», publicada por la Tabletalk Magazine.
«¡Enciérrenlos y tiren la llave! ¡Son solo una amenaza para la sociedad! ¿De quién se está hablando aquí? De hombres, mujeres y jóvenes encerrados detrás de los barrotes y las paredes de nuestras cárceles y prisiones. Ellos son realmente difíciles de amar. Sin embargo, estamos llamados a ir a ellos y mostrarles el amor de Jesucristo.
¿Hay algún ejemplo bíblico de amar al difícil de amar? Hay muchos ejemplos, pero considero que uno que se destaca de una manera especialmente poderosa, mostrándonos el amor que Dios tiene por los que son difíciles de amar, se trata de un hombre llamado Ananías. Muchas personas nunca han oído hablar de él, pero Ananías fue usado maravillosa y poderosamente por Dios para amar a un hombre muy difícil de amar llamado Saulo de Tarso.
Hechos 9 cuenta la historia de cómo Saulo se dirigía a Damasco para hacer cosas terribles a los seguidores de Jesús, incluso asesinarlos. Él no era exactamente alguien fácil de amar. Ananías, siendo un seguidor de Jesús, era objeto de la ira de Saulo. Pero Dios le habló a Ananías y le dijo que fuera a Saulo. Y mira la respuesta de Ananías a Dios: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a tus santos en Jerusalén, y aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre» (Hch 9:13-14). Nosotros pudiéramos Podríamos decir: «Señor, ¿estás bromeando conmigo? Ir a hablar con un criminal que está fuera de control y a punto de hacer cosas horribles, ¿en serio?
Ahora mira la respuesta de Dios a Ananías en el versículo 15: «Pero el Señor le dijo: Ve, porque él me es un instrumento escogido, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los hijos de Israel». Esto debería ayudarnos a entender que hay instrumentos escogidos por Dios detrás de los barrotes y las paredes de la prisión, y es nuestro honor y privilegio compartir la verdad de la Palabra de Dios con ellos.
Algunos de los mejores hombres que conozco fueron algunos de los hombres más despreciables que haya conocido.
Lo que sucedió después
Ahora somos testigos del resultado de la obediencia de Ananías al amar al difícil de amar:
Ananías fue y entró en la casa, y después de poner las manos sobre él, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.. . . Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios. (vr. 17, 20)
¿Qué fue lo que pasó aquí? El evangelio hizo lo que hace el evangelio. El evangelio transforma vidas, y transformó la vida de Pablo para siempre.
He visto esto suceder en la prisión de manera regular. Déjame darte un par de ejemplos.
Recientemente, un joven entró a mi oficina en la prisión con un pedazo de papel y comenzó a explicarme qué contenía. Él dijo: «Tengo treinta y dos años y nunca he tenido un trabajo en mi vida. Todo lo que he sido es ser un traficante de drogas». Luego dijo: «En este papel hay una lista de todos los pecados horribles que recuerdo haber cometido en mi vida. Creo que ni siquiera Dios pudiera perdonar lo que hay en este papel». Hablamos durante un buen rato. Compartí las Escrituras con él sobre la obra de Jesús en la cruz y sobre cómo podemos confesar nuestros pecados y recibirlo como nuestro Salvador y Señor. Tomó un tiempo, pero él entendió el evangelio.
Él confió en Jesucristo como su Salvador y Señor, luego le pedí que pusiera su mano sobre ese papel con todos los pecados enumerados cuidadosamente. Enseguida puse mi mano sobre su mano y le entregamos todo a Jesús mientras le dabamos gracias por Su precioso y total perdón. Luego tomé el papel y lo hice trizas justo en frente de él. Le dije: «Tú, mi querido hermano, ahora eres libre». Desde ese día, ha sido un poderoso testigo para otros reclusos, para el personal de la prisión y para su familia. Condujo a su padrastro a Jesucristo, así como a su hijo de once años en la sala de visitas de la prisión.
Una vez, cuando estaba ministrando una mañana en el pabellón de los condenados a muerte en la Florida, un recluso que había confiado en Jesucristo como su Salvador y Señor y que ahora estaba llegando al final de su vida en esta tierra me dijo: «¡Dios me ha dado una esperanza infinita en vez de un final sin esperanza!» Sentí un gran amor por él en ese precioso momento.
Demostración de amor verdadero
Lee con cuidado el siguiente pasaje de las Escrituras. Aquí vemos el amor de nuestro Dios por nosotros. Un amor que realmente no es de este mundo. Un amor que nos defiende y nos respalda cuando todo y todos nos abandonen.
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación (Rom 5:6-11).
¿Podemos amar a quien es difícil de amar? Sí. Nosotros también podemos ser un Ananías. Podemos visitar una cárcel o prisión, o incluso ir a donde ese vecino o compañero de trabajo tan falto de amor, y mostrarles cómo luce realmente el amor de Jesús. Estamos llamados a hacerlo, y en la obediencia hay bendiciones que ni siquiera podemos imaginar.
Nunca me canso de ver a Dios tomar a un individuo despreciable y perdido y transformarlo totalmente en una persona piadosa, productiva, útil y amorosa que está comprometida con Jesucristo y todo lo que eso significa. Es un gran gozo ser parte de ello. Algunos de los mejores hombres que conozco fueron algunos de los hombres más despreciables que haya conocido. ¿Qué pasó? El evangelio.
Me encanta el himno «Roca de la Eternidad» de Augustus Toplady. Sus palabras, «Nada traigo para Ti / Mas tu cruz es mi sostén», retratan vívidamente lo que sucede en las vidas de las personas difíciles de amar cuando se enfrentan cara a cara con la realidad de quién es Jesús y lo que ha hecho en sus vidas mientras confían solamente en Él para su salvación.