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Nota del editor: Este es el tercer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Conflicto en la iglesia
La confrontación rara vez o nunca es agradable, pero a menudo es necesaria. En 1 Corintios 11:18-19, el apóstol Pablo considera muy necesario confrontar a la iglesia de Corinto por las divisiones y facciones que están proliferando entre ellos:
Pues, en primer lugar, oigo que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Porque es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados.
Cuando el pecado es confrontado y se produce un conflicto, surge una oportunidad para el arrepentimiento y la reconciliación. Cuando el pecado no se controla porque estamos evitando el conflicto, dejamos que el pecado y la incredulidad pongan en peligro a la iglesia. El apóstol Pablo instruye a Tito que se enfrente a los falsos maestros de las iglesias de Creta en Tito 1:10-13:
Porque hay muchos rebeldes, habladores vanos y engañadores, especialmente los de la circuncisión,a quienes es preciso tapar la boca, porque están trastornando familias enteras, enseñando por ganancias deshonestas, cosas que no deben… Por eso, repréndelos severamente para que sean sanos en la fe.
La palabra griega traducida como «reprender» tiene varios significados: desenmascarar, convencer, reprobar. El vocablo también se encuentra en Efesios 5:11, donde el apóstol Pablo da instrucciones sobre cómo enfrentarnos a las tinieblas: «Y no participen en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascárenlas». Cuando las desenmascaremos, de seguro habrá un conflicto.
El conflicto es muy necesario para que la iglesia siga siendo una iglesia verdadera, fiel al evangelio. Cuando confrontamos el error como en 1 Corintios 11, preservamos la fe cristiana genuina. Pablo afirma eso en el versículo 19: «Porque es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados».
Aunque la palabra «conflicto» no se encuentra en el versículo 19, Pablo está confrontando a los que promueven herejías y causan divisiones en la iglesia, y el resultado suele ser un conflicto necesario. Esto es necesario para preservar la pureza del evangelio y distinguir a los creyentes genuinos de los que no lo son. Cuando las facciones (los maestros de herejías) son confrontadas en la iglesia, las personas que creen verdaderamente y siguen de verdad a Cristo son reconocidas.
En Gálatas, Pablo enfrentó frontalmente los errores de los judaizantes, y el conflicto necesario resultante preservó a las almas de muchas de las seducciones engañosas de aquel otro «evangelio», que no era el evangelio verdadero en absoluto. Los que enseñaban que la circuncisión es necesaria para la salvación estaban destruyendo el verdadero evangelio de la gracia y no debían ser vistos como creyentes genuinos. Pablo escribe en Gálatas 1:6:«Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquel que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente».
Una y otra vez, a lo largo de la historia de la iglesia, los conflictos necesarios han servido para preservar la pureza del evangelio. En el primer siglo, el conflicto necesario confrontó a los judaizantes y preservó al evangelio de la gracia redentora de Dios del error de la justicia basada en las obras. A principios del siglo IV, el conflicto necesario confrontó los errores de los arrianos, y así se preservó la doctrina de la deidad plena de Cristo. A comienzos del siglo V, el conflicto necesario preservó la naturaleza soberana de la gracia de Dios cuando Agustín confrontó a Pelagio. En la Reforma, el conflicto necesario confrontó muchos errores que se habían colado en la vida de la iglesia durante la Edad Media, entre ellos la corrupción del culto, de los sacramentos, del papel del clero y del propio evangelio.
Fue necesario confrontar estos errores, y, como resultado, estallaron grandes conflictos en la iglesia. Muchos hombres piadosos perdieron la vida. Sin embargo, esos conflictos eran totalmente necesarios para restaurar la salud y vitalidad espiritual de la iglesia. Los errores fueron confrontados y los hombres piadosos perseveraron en medio de los conflictos, y así la iglesia verdadera fue preservada, y las personas que no creían de verdad fueron desenmascaradas.
Los conflictos pueden ser desagradables, pero son necesarios si queremos ser fieles a Cristo y tratar de preservar la pureza de Su iglesia. Que Dios nos dé sabiduría para poder discernir cuándo es necesaria la confrontación y cómo manejar los conflictos resultantes de manera que Cristo sea honrado y Su iglesia sea preservada.