Anhelo por el futuro
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2 octubre, 2024Escatología: Un concepto bíblico integral
Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de la revista Tabletalk: La doctrina del futuro
¿En qué piensas cuando oyes la palabra escatología? Si eres como muchos cristianos, inmediatamente piensas en la segunda venida de Cristo. Pero ¿alguna vez piensas en el nacimiento de Cristo? ¿Su primer advenimiento? Dependiendo de las iglesias a las que hayas asistido, es posible que pienses en el rapto y en la gran tribulación. Pero ¿alguna vez has pensado en el día de Pentecostés? Puede que pienses en el libro de Apocalipsis. Pero ¿qué hay de Génesis? ¿Éxodo? ¿Levítico?
La razón por la que, al pensar en escatología, la mayoría de nosotros pensamos en el regreso de Jesús y no en Su nacimiento es porque la escatología es la doctrina de los últimos días. La palabra misma se forma a partir de la combinación de dos vocablos griegos: eschatos (que significa ‘último’) y logos (que significa ‘palabra o discurso’). Cuando juntamos los dos, tenemos la palabra escatología: una palabra o discurso sobre lo que es último.
Por esta razón, los teólogos sistemáticos han definido tradicionalmente la escatología como la parte de la doctrina cristiana que trata de «los últimos días» en términos de individuos y en términos de la historia mundial. La escatología individual trata de «los últimos días» para cada ser humano como individuo. En otras palabras, trata temas como la muerte y el estado intermedio (el estado entre la muerte y la resurrección del cuerpo). La escatología general, por su parte, aborda «los últimos días» de la historia del mundo: el regreso de Cristo, la resurrección general, el juicio final, el cielo y el infierno.
Es importante entender esta definición de escatología, pero me gustaría sugerir que también es importante entender la escatología en un sentido mucho más amplio. Los últimos días no llegan simplemente de la nada. Todos los acontecimientos cubiertos bajo el encabezado tradicional de la escatología conciernen a los propósitos y objetivos de Dios, y todos los propósitos y objetivos de Dios están relacionados con la persona y la obra de Jesucristo. Los propósitos y objetivos de Dios son los que Él ha tenido desde toda la eternidad. Esto significa que esos propósitos y objetivos ya existían cuando Dios creó los cielos y la tierra. También significa que todo lo que Dios ha hecho desde la creación estaba dirigido a lograr el cumplimiento de esos propósitos y objetivos. Cuando pensamos en esto, empezamos a ver cómo toda la Escritura es escatológica.
Una forma de ver esto es considerar lo orientada hacia el futuro que está toda la Escritura. La escatología cristiana tiene sus raíces en las promesas de Dios, y las promesas son intrínsecamente orientadas hacia el futuro, es decir, que esperan su cumplimiento en el futuro. Las promesas de Dios comienzan en los primeros capítulos de la Biblia. Después de que Adán y Eva son tentados por la serpiente y pecan, Dios le dice a la serpiente: «Pondré enemistad / Entre tú y la mujer, / Y entre tu simiente y su simiente; / Él te herirá en la cabeza, / Y tú lo herirás en el talón» (Gn 3:15). Dios aquí promete que Él cambiará por gracia los corazones de personas caídas (poniendo en ellos enemistad con la serpiente para reemplazar su enemistad con Dios). Él juzgará y redimirá, y esto se llevará a cabo a través de la simiente de la mujer. Esta es la primera de muchas promesas que Dios hace en relación con Su propósito redentor. Esto se refiere a algo que Dios va a hacer en el futuro. En otras palabras, es escatológico.
A lo largo del Antiguo Testamento, todo lo que Dios hace con Su pueblo está relacionado de un modo u otro con el cumplimiento de Sus objetivos para la creación y para la humanidad. Lo vemos no solo en la primera promesa de Dios, sino también en las promesas que Dios hace cuando establece el pacto con Noé (Gn 6-9), el pacto con Abraham (Gn 12; 15; 17), el pacto con Moisés (Éx 19-24) y el pacto con David (2 S 7). Además, Dios hace promesas sobre un nuevo pacto que hará con Su pueblo (Jr 31). Esta promesa del nuevo pacto incluye que Dios derramará Su Espíritu sobre Su pueblo (p. ej., Jl 2). Todas las promesas de Dios de un modo u otro están orientadas hacia el futuro y todas estas promesas encuentran su cumplimiento en Cristo (2 Co 1:20).
Los objetivos y propósitos escatológicos de Dios también se ven en los diversos tipos y sombras que apuntan a Cristo. Por ejemplo, todo el sistema de sacrificios centrado en el tabernáculo y en el templo apunta a Cristo. Él es el verdadero Sumo Sacerdote (He 4:14). Él es el verdadero sacrificio expiatorio, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29). Él es el verdadero templo, donde Dios habita con Su pueblo (Jn 2:19-21; ver Jn 1:14). No solo los sacerdotes del Antiguo Testamento eran tipos de Cristo, sino también los reyes davídicos. Como Hijo de David (Mt 1:1), Cristo se ha sentado a la diestra de Dios y se le ha concedido el reino prometido (Ef 1:20; ver Dn 7:13-14; Hch 2:32-36). Como el profeta prometido que sería semejante a Moisés (Dt 18:15-18), Cristo sabía que iba a morir en Jerusalén (Lc 13:33). Jesús es el segundo Adán (1 Co 15:45) y el Siervo Sufriente (Hch 8:32-35). Todos estos tipos y sombras del Antiguo Testamento son escatológicos en el sentido de que miran hacia el futuro. Eran medios por los que el pueblo del Antiguo Testamento podía entender algo sobre el Mesías venidero.
Además, todos los temas importantes de la Escritura que comienzan a revelarse en los primeros capítulos de Génesis tienen una orientación escatológica. Estos temas principales se introducen en los primeros capítulos de Génesis y encuentran su consumación en los últimos capítulos de Apocalipsis. Cada uno de estos temas se desarrolla entre Génesis y Apocalipsis, a medida que Dios guía todo providencialmente hacia el cumplimiento de Sus objetivos escatológicos. Veamos solo algunos de estos temas.
Dios, por supuesto, es más que un mero tema, Él es el centro de la historia de la Escritura. Dios es el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Él es quien decreta el fin (escatología) desde el principio. Él es quien dirige providencialmente la historia hacia Sus propósitos decretados. Dios crea los cielos y la tierra con una finalidad. Ese objetivo se materializa plenamente en la nueva creación, los nuevos cielos y la nueva tierra descritos en los últimos capítulos de Apocalipsis. Como ya se ha dicho, el tema del pacto comienza en Génesis y mantiene una orientación escatológica a lo largo de toda la Escritura. El tema del reino apunta hacia el Mesías venidero, aquel que nace como el Rey de los judíos. El tema del día de reposo en Génesis apunta hacia el reposo escatológico descrito en Hebreos (ver el cap. 4). El tema del conflicto entre Dios y la serpiente, introducido en Génesis 3, conduce a una promesa de juicio que apunta a la expulsión de Satanás al lago de fuego. El problema de la muerte que entró al mundo como consecuencia del pecado es resuelto con la resurrección escatológica. Toda la obra redentora que comienza con una promesa de gracia en Génesis 3 apunta hacia la obra redentora de Jesucristo, quien murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación. Cuando observamos todos estos temas bíblicos, podemos entender mejor cómo Jesús pudo comenzar por Moisés y continuar con todos los profetas al explicarle a los dos discípulos en el camino a Emaús que todas las Escrituras hablaban de Él (Lc 24:27).
Cuando miramos la escatología desde esta perspectiva bíblica más amplia, podemos comprender cómo el primer advenimiento de Cristo es un acontecimiento tan escatológico como lo es Su segundo advenimiento. Cuando el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, comenzaron a cumplirse todas las expectativas escatológicas que el pueblo de Dios tenía desde hacía miles de años. Por eso Mateo dice una y otra vez respecto a Jesús que algo había sucedido para que se cumpliera lo dicho por los profetas (p. ej., Mt 2:15, 23; 4:14; Mr 14:49). Por eso Marcos comienza su evangelio recordando lo que dijo el profeta Isaías (Mr 1:1-3). Por eso, cuando Jesús llegó a Nazaret y leyó en la sinagoga las promesas de Isaías 61, concluyó diciendo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que han oído» (Lc 4:21).
La primera venida de Jesucristo inauguró los tan esperados últimos días prometidos en todo el Antiguo Testamento (He 1:2; 9:26; 1 P 1:20). Él es el Hijo del Hombre que ascendió al Anciano de Días y recibió el reino prometido que no será destruido (Dn 7:13-14). Ahora es el Mediador del nuevo pacto escatológico prometido (He 9:15). Él ha cumplido la promesa de Dios de derramar Su Espíritu sobre Su pueblo (Hch 2:17). Él es la primicia de la resurrección escatológica (1 Co 15:20-22). Y en el último día, Él volverá con gloria (1 Ts 4:13-18).
En resumen, si queremos entender la escatología, no podemos pensar en ella como si se limitara a descifrar el orden de una serie de acontecimientos. Debemos entender que la escatología trata de Jesús y de lo que toda la Biblia dice acerca de Él y Su obra.