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Nota del editor: Este es el capítulo 23 de 25 en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Preguntas claves sobre la oración.

A lo largo de la Escritura se nos informa repetidamente que Dios no escucha las oraciones de los impíos. Por ejemplo, Jeremías 14:11-12 dice: «Y el Señor me dijo: «No ruegues por el bienestar de este pueblo. Cuando ayunen, no escucharé su clamor; cuando ofrezcan holocausto y ofrenda de cereal, no los aceptaré”». Proverbios 28:9 nos dice que la oración del hombre sin ley «es abominación». Una y otra vez leemos que Dios no escucha las oraciones de los impíos (p. ej.: Sal 66:18; Pr 21:13; Is 1:15; Jer 11:11-14). ¿Qué significa esto? ¿No es Dios omnisciente? ¿No conoce Él todas las cosas? Claro que sí. La Escritura nos dice que Dios conoce todas las cosas y que «no hay cosa creada oculta a Su vista» (Heb 4:13). Dios conoce cada uno de nuestros pensamientos (1 Cr 28:9), y Él conoce las palabras que vamos a decir aun antes de nosotros hablar (Sal 139:4).
Entonces ¿cómo es posible que la Biblia también diga que Dios no escucha las oraciones del impío? Para poder entender lo que la Escritura está diciendo, primero debemos considerar Isaías 59:1-2, donde el profeta escribe: «He aquí, no se ha acortado la mano del Señor para salvar; ni se ha endurecido Su oído para oír. Pero vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados le han hecho esconder Su rostro de vosotros para no escucharos» (énfasis añadido). El profeta afirma que Dios puede oír. En otras palabras, Dios es omnisciente. Él puede oír las oraciones de los impíos, en el sentido de que Él sabe que ellos están orando, y Él conoce lo que ellos están orando. Dios es omnisciente.
La única oración del impío que Él escuchará es la oración de arrepentimiento genuino.
Sin embargo, Isaías señala inmediatamente que el problema no es la omnisciencia de Dios, sino el pecado de los que oran. Por causa de su pecado, Él no los escucha. Esto significa que Dios no escuchará a aquellos que ignoran Su ley. Zacarías dice claramente: «Como Yo había clamado y ellos no habían querido escuchar, así ellos clamaron y Yo no quise escuchar» (Zac 7:13). Si los impíos persisten en su maldad, Dios no concederá sus peticiones. Oran en vano.
Por otro lado, sí hay una oración que el impío puede orar que será escuchada por Dios. Es la oración de arrepentimiento. Vemos un ejemplo en 1 Reyes 21:17-29, donde Dios condena al malvado rey Acab (vv. 17-24). Al oír las palabras de juicio, Acab se arrepiente en cilicio (v. 27). El Señor ve su arrepentimiento y declara que el juicio caerá sobre los descendientes de Acab en lugar de sobre Acab mismo (vv. 28-29). Considera también el arrepentimiento de los ninivitas descrito en el libro de Jonás. Cuando el rey de Nínive oyó las palabras del profeta, tanto él como el pueblo se arrepintieron, y «se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo» (Jon 3:1-10). Dios conoce y escucha todas las cosas, pero la única oración del impío que Él escuchará es la oración de arrepentimiento genuino.