¿Cómo entonces “iremos”?
13 septiembre, 2018Bautizándolos
17 septiembre, 2018Haced discípulos
Nota del editor: Este es el quinto capítulo en la serie «La Gran Comisión», publicada por la Tabletalk Magazine.
Cuando comencé el seminario en 1967, el mandato de Jesús en Mateo 28:18-20 de «haced discípulos» me desconcertó. Había algo enigmático y misterioso al respecto, aparentemente comprendido solo por unos pocos de los iniciados. Al mismo tiempo, las palabras de Jesús exigían comprensión y acción, y esto comenzó una peregrinación para buscar entender y practicar el hacer discípulos. Después de treinta y cuatro años de pastorear en los Estados Unidos y ahora después de siete años como maestro de seminario en Uganda, todavía estoy aprendiendo.
Miremos juntos tres preguntas simples: (1) ¿Qué es un discípulo? (2) ¿Cómo se hacen los discípulos? (3) ¿Qué tipos de discipulado hay?
Hacer discípulos implica exhortar con la Palabra, llamando a las personas a convertirse en aquellos que aprenden de Cristo.
La palabra griega que traducimos como discípulo significa aprendiz. Un discípulo es un aprendiz del Señor Jesús. Un aprendiz es un oyente y un practicante. La Gran Comisión es un mandato para llevar a las personas a Cristo de modo que escuchen, aprendan y practiquen. Un discípulo de Jesús se convierte en Su aprendiz para siempre.
Entre las cosas que los discípulos deben estar aprendiendo de Cristo están:
- Negarse a sí mismo y seguir a Jesús con una lealtad no dividida (Lc. 9:23-26; 14:26).
- Odiar el pecado y amar la santidad.
- Servir y amar a la iglesia de Cristo a pesar de todas sus imperfecciones.
- Amar a los perdidos y a las naciones, y tener una pasión por el avance del evangelio.
- «Adornar» el evangelio de Cristo con buenas obras de amor, justicia y misericordia (Tit. 2:10, 12, 14).
- Vivir por fe en Cristo y en el evangelio (Ro. 1:17).
- Regocijarse de que los requisitos humanamente inalcanzables de tener un registro limpio, un corazón nuevo y un nuevo poder para vivir una vida santa han sido comprados y provistos solo por Cristo, solo por gracia, y que son recibidos por medio de la fe sola. La regeneración, la justificación y la santificación son todos regalos gratuitos.
- Gloriarse solo en la cruz y el evangelio, y huir de todo orgullo y logro propio (Flp. 3:3-9).
- Colocar nuestra esperanza en Cristo para la gloria y gracia futuras, una esperanza que nos sostiene en las muchas aflicciones de esta breve estadía en el «valle de sombra de muerte».
Los discípulos se hacen a través del ministerio de la Palabra confiada a la iglesia, incluyendo predicación, enseñanza, evangelismo y consejería. La Palabra enseña, reprende, corrige e instruye en justicia (2 Tim. 3:16-17). La Palabra hace discípulos y Cristo hace discípulos a través de la Palabra. Él utiliza a Sus siervos para administrar Su Palabra formalmente en servicios de adoración, clases de capacitación, grupos de estudio bíblico, sesiones de consejería, clases de seminario y misiones evangelísticas, o para predicarla informalmente en conversaciones en cualquier entorno.
Hacer discípulos es, preeminentemente, responsabilidad de la iglesia. Hacer discípulos implica exhortar con la Palabra, llamando a las personas a convertirse en aquellos que aprenden de Cristo; enseñando a las personas lo que Cristo ha ordenado; enseñando a la gente a obedecer todo lo que Cristo ha ordenado; enseñándoles a obedecer en el contexto de la vida de la iglesia; y convocando a la iglesia para que ordene a todas las naciones a seguir a Jesús y a convertirse en Sus aprendices.
Veamos tres tipos de discipulado:
El discipulado inicial es ganar discípulos a través de la evangelización, llevando a los pecadores a Cristo como aprendices a través del primer arrepentimiento , la fe y la sumisión a la gracia.
El discipulado normal tiene lugar en la congregación. Es enseñar a los creyentes todo lo que Cristo ha ordenado sobre todos los aspectos de la vida. Creyentes hambrientos, educables y fieles serán aprendices continuos de Jesús mientras se sientan bajo la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios y se convierten en hacedores de ella (Stg. 1:22). Crecerán en la vida continua de la fe, el arrepentimiento, el ministerio y la misión. Serán equipados, comisionados y enviados para contribuir a la misión de Dios en este mundo, que consiste en hacer discípulos a quienes Cristo ha redimido de cada nación, edificando la iglesia de Cristo entre todos los pueblos y llamándolos a la plenitud del reino de Dios.
El discipulado restaurador es aprender de Cristo a cómo lidiar con los problemas que surgen por causa del pecado remanente que mora en el creyente. El discipulado restaurador requiere enseñanza específica, reprensión, corrección y capacitación que aborden estos problemas específicos. Los objetivos del discipulado restaurador son similares a los objetivos de todo discipulado: restablecer al creyente a la utilidad y al aprendizaje humilde de Cristo para llegar a ser como Cristo en corazón, conducta y misión.
Llevar a las personas a Cristo para que se conviertan en aprendices es un gran llamado y privilegio. Los hacedores de discípulos son humanos e impotentes en sí mismos, sin embargo, son responsables ante Cristo y son activos en Él. Por lo tanto, avanza en obediencia fiel para predicar la Palabra. Es el Cristo exaltado, en última instancia, quien hace discípulos al causar que Su Palabra germine y crezca a través de nuestro trabajo. A través de ti, Cristo ganará, edificará, equipará, restaurará y enviará aprendices a cumplir Su misión en este mundo necesitado.