
Participa en tu iglesia
27 abril, 2021
Muéstrennos cómo ser una familia
29 abril, 2021Hazte adulto

Nota del editor: Este es el noveno capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: De una generación a otra
Hace treinta años, prediqué un sermón titulado «Dedicado, respetuoso de la ley y trabajador», basado en 2 Timoteo 2, comenzando con el versículo 3. Mi vida, en especial sus primeros años, ha estado envuelta en tres metáforas de 2 Timoteo 2:3-7: el soldado, el atleta y el labrador. Cuando escribo palabras para la Generación Z (los que nacieron entre 1995 y 2015), estos son de los primeros versículos que vienen a mi mente.
Crecí en una finca ganadera y agrícola al noreste de Kansas. Por lo tanto, aprendí el valor del esfuerzo desde mi juventud. Ya estaba manejando un tractor en los campos de heno antes de comenzar el primer grado. Poco sabía entonces que el labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos (2 Tim 2:6). Entré a la escuela, y descubrí de inmediato que me gustaban los deportes.
Practiqué todos los deportes disponibles en la escuela secundaria (en esos años, no teníamos la gama de deportes que hay hoy, especialmente en una escuela pequeña), y jugué baloncesto en la universidad Geneva College. En ese escenario, aprendí que un atleta debe jugar de acuerdo con las reglas (v. 5). Tras trabajar como entrenador durante un año en Geneva College después de graduarme, fui reclutado por el Ejército de los EE. UU. y serví todo un año como infante y oficinista, partiendo con el rango de soldado raso en la 101ª División Aerotransportada en Vietnam. Mientras estuve allí, aprendí que un buen soldado debe ser dedicado y no debe enredarse en cuestiones civiles (v. 4).
Algunas personas están cada vez más preocupadas porque la generación joven, incluso los jóvenes del pacto, están posponiendo la adultez tanto como pueden. Y quizás eso se debe, en parte, a lo que ven en la vida de los que somos mayores. En estos días, el ocio lo consume todo. La economía del ocio es lo que hace funcionar gran parte de nuestro mundo actual. Esa es una de las razones por las que las ciudades costeras son tan populares. Vivimos en una economía basada en el ocio. Mi esposa me contó hace poco que conoció a un hombre que le dijo que, para él, todos los días son como sábados. Con esa afirmación, quiso decir que sus días no tienen las preocupaciones ni las responsabilidades de la semana laboral normal.
Quizás los millennials lo aprendieron de los baby boomers. Sin embargo, por la razón que sea, hoy existe una preocupación importante porque nuestros hijos posponen la adultez lo máximo posible. Hace varios años, escuché a Don Kistler, que entonces era director de Soli Deo Gloria Publications, decir que la edad promedio de una profesión de fe hace doscientos años era de cinco años. ¿Creen que a los puritanos les preocupaba que sus hijos estuvieran retrasando las responsabilidades de la adultez? No lo creo. Piensa en todos los puritanos que se formaron en grandes universidades durante su adolescencia.
Hoy en día, en algunos contextos, hay decisiones, como la de unirse a una iglesia como miembro comulgante, que se retrasan lo más posible. De muchas maneras, nuestros hijos pueden estar captando de sus padres el mensaje de que en verdad no están listos para la adultez.
Permíteme volver al soldado, al atleta y al labrador. El soldado sabe que para tener éxito, debe dejar de lado los intereses que no se relacionan con la vida de un soldado. ¿Te acuerdas de Urías hitita? Urías ni siquiera quiso acostarse con su esposa Betsabé cuando el rey David lo alentó. No se sentía cómodo durmiendo en la misma cama que su esposa cuando los demás soldados estaban en el campo de batalla durmiendo en el suelo.
El atleta compite según las reglas. Si no lo hace, corre el riesgo de hacer perder a su equipo. Muchos cristianos, tanto jóvenes como mayores, corren el riesgo de naufragar en lo relacionado a la fe por las pasiones del momento. Parece que piensan que no importa que tomen atajos o no tengan la intención de cumplir con sus compromisos.
El labrador es un trabajador esforzado. Durante los meses de verano, trabaja de sol a sol. Durante el invierno, prepara su maquinaria para la primavera y cuida de su ganado, sin importar cuánta nieve haya en el suelo.
Jóvenes cristianos, la Iglesia los necesita. Prepárense para la batalla. Háganse adultos. Esfuércense, apártense de lo que tan fácilmente los envuelve y obedezcan a su Padre celestial. Acuérdense de Jesucristo, resucitado de entre los muertos (2 Tim 2:8). Enfoquen los ojos en Jesús y en Él por encima de todo.