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Este es el sexto artículo de la colección de artículos: ¿Qué son las cinco solas?
Uno de los lemas asociados a la Reforma del siglo XVI es la frase latina post tenebras lux («después de la oscuridad, la luz»). En contraste con la corrupción de la Iglesia católica romana, los reformadores se veían a sí mismos redescubriendo la luz del evangelio de Cristo. Esta doctrina se ha resumido tradicionalmente en las cinco solas de la Reforma. Una de estas solas es el término latino sola gratia («gracia sola»). Para los reformadores, la doctrina de la sola gratia era fundamental para una comprensión correcta y plenamente bíblica de la salvación en Cristo. Por ejemplo, Martín Lutero (1483-1546) lo expresó muy claramente: «Pero ningún hombre puede ser completamente humillado hasta que sepa que su salvación está completamente más allá de sus propios poderes, artificios, esfuerzos, voluntad y obras, sino que depende enteramente de la elección, voluntad y obra de otro, es decir, de Dios solo… entonces se ha acercado a la gracia, y puede ser salvado». De hecho, para Lutero y el resto de los reformadores, toda corrupción de la doctrina de la sola gratia introduce sutilmente el esfuerzo humano por la puerta trasera. Es por esta razón que una comprensión adecuada de la sola gratia es extremadamente importante para los cristianos de hoy. La pureza del evangelio está en riesgo.
Para entender lo que es la sola gratia, primero debemos entender lo que no es.
Sola gratia no es “gracia sola, mayormente”
En otras palabras, sola gratia no significa que Dios ha realizado la mayor parte del trabajo para nuestra salvación, y que queda un poco que nosotros tenemos que aportar. La gracia de Dios no nos lleva a un estado que permita una respuesta humana neutral. Si lo hiciera, pondría las obras humanas en el asiento del conductor, ya que entonces nuestra salvación dependería en última instancia de la acción humana.
Sola gratia no significa que Dios realizó la salvación objetivamente, pero no subjetivamente
Para decirlo de otra manera, sola gratia no nos enseña que Cristo compró la salvación separada de la salvación para ti. La redención siempre es particular y personal. Negar esto es una forma piadosa de introducir obras humanas en la salvación. La «salvación» en las Escrituras no es la compra de una cosa, sino la redención de personas concretas.
Sola gratia no significa que solo una parte de la salvación procede únicamente de la gracia
Algunos cristianos creen que las personas vienen a Cristo por libre elección y que Dios las preserva soberanamente en la fe. Otros sostienen que los cristianos son atraídos soberanamente a la fe, pero pueden perder su salvación en un momento posterior. En ambos casos, hemos introducido inadvertidamente obras humanas en la salvación. Si una elección humana (ya sea antes o después de la conversión) es el factor determinante para la salvación, entonces la salvación es fundamentalmente un resultado del esfuerzo humano (es decir, de las obras).
Entonces, ¿qué significa sola gratia?
Dios ha realizado todo lo necesario para tu salvación
La salvación no es una acción abstracta, sino una redención llena de gracia realizada para ti. Desde la eternidad, el Dios trino acordó en pacto salvar a un pueblo para Sí mismo. El Padre eligió un pueblo para el Hijo (Lc 22:29; Ef 1:3-14), el Hijo acordó merecer la salvación para ese pueblo (Sal 2; Jn 3:35; 14:31; 15:9), y el Espíritu Santo aplica la salvación a ese pueblo (Is 63:10-14; Ez 36:25-27; 37:14; Jn 3:5; 14:26; 15:26; 16:7-15; 20:21-23). De esta manera, la salvación fue decretada concerniente a ti, ganada para ti y aplicada a ti.
La salvación se basa en el puro amor misericordioso de Dios
Sola gratia significa que tu salvación se basa puramente en el amor lleno de gracia de Dios. Pablo explica que la salvación de los elegidos de Dios no se basa en obras o decisiones humanas. Más bien, esta salvación se atribuye enteramente a la misericordia bondadosa de Dios distribuida a quien Dios quiere (Ro 9:15-16, 22-23; cf. Éx 33:19).
La salvación es del Señor
Sola gratia significa que, de principio a fin, la salvación es del Señor (Sal 3:8; 62:1; Ro 8:29-30). La gracia soberana de Dios no aparece meramente antes de la conversión para transformarte, ni aparece meramente después de la conversión para preservarte. En cambio, desde la fundación del mundo hasta la era sin fin por venir, Dios sostiene a Sus pequeños firmemente en Su mano, y Cristo resucitará a todo Su pueblo en el último día (Jn 6:41-46). De principio a fin, desde la elección hasta la conversión y el cielo, la salvación es por la gracia sola de Dios.
Para los cristianos, la sola gratia es una de las enseñanzas más dulces de toda la Escritura. Como explica Lutero:
Si Dios obra en nosotros, la voluntad se transforma, y, suavemente respirada por el Espíritu de Dios, desea y actúa por pura voluntad e inclinación y por su propio deseo, no por obligación, de modo que no puede ser desviada por ninguna oposición, ni ser vencida u obligada ni siquiera por las puertas del infierno, sino que sigue queriendo, deleitándose y amando el bien, tal como antes quería, amaba y se deleitaba en el mal.
¿Qué diremos entonces? ¿Cómo podemos responder a una salvación tan grande? La única respuesta posible es caer de rodillas ante nuestro Dios lleno de gracia, humildemente asombrados ante Su propósito eterno. Deberíamos clamar con lenguas agradecidas: «Señor, ¿por qué fui huésped?».
