Me guía por senderos de justicia por amor de Su Nombre
9 noviembre, 2018Tu vara y Tu cayado me infunden aliento
13 noviembre, 2018Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo
Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie «El Salmo 23», publicada por la Tabletalk Magazine.
Una de las primeras rutas que fue escalada en los flancos nevados y helados de Denali, el pico más alto de América del Norte, se llama la ruta “West Rib”. El primer ascenso fue reportado por el diario The American Alpine 1960 y en la sección de deportes del 13 de julio de 1959 de la revista Time. La ruta es relativamente segura, excepto por el acceso, que pasa a través de un estrecho y profundo valle glacial entre Denali a la izquierda y los picos Kahiltna a la derecha. Por estas pendientes caen constantemente avalanchas de nieve y hielo en el valle, razón por la cual se ha ganado el título de «valle de la muerte». Los escaladores suelen ascender esta sección durante la noche ya que las temperaturas más frías hacen que sea más seguro hacerlo.
Aunque el antiguo israelita no enfrentó los peligros del clima helado, ellos (como todos nosotros) se enfrentaron a muchas pruebas, tentaciones, tristezas y aflicciones durante esta vida, y, en última instancia, a ese último enemigo a vencer: la muerte misma. El viaje hacia la Tierra Prometida celestial está lleno de riesgos y peligros, y necesitamos un pastor que nos ayude a llegar a salvo.
Se conoce como pastorear a la labor realizada por las personas que obtienen su sustento primario de rebaños o manadas de ovejas, cabras, ganado, camellos, cerdos o burros. Cuando Israel conquistó y se asentó en la tierra de Canaán, se convirtieron en agricultores, pero no dejaron atrás el pastoreo. Desarrollaron una economía que era tanto agrícola como pastoral. Los israelitas se dedicaron a pastorear especialmente en las laderas semiáridas al este y al sur de las montañas de Judá.
El viaje hacia la Tierra Prometida celestial está lleno de riesgos y peligros, y necesitamos un pastor que nos ayude a llegar a salvo.
¿Cuáles eran los deberes del pastor para proteger a su rebaño en esta importante labor en el Israel antiguo? En primer lugar, tuvo que proporcionar comida y agua, asegurándose de que el rebaño no erosionara en un área específica. Tenía que proporcionar descanso. Tuvo que proteger a su rebaño de depredadores, tanto animales salvajes (lobos, osos, leopardos y leones) como incluso humanos (ver Job 1:14-15). Tuvo que proteger a su rebaño contra otros peligros también, incluyendo los muy destructivos y fuertes vientos del este, así como las enfermedades e incluso la dura naturaleza del desierto.
Este concepto del pastoreo se extendió metafóricamente y se aplicó a los reyes en el antiguo Cercano Oriente. La tradición de un pastor-gobernante se remonta a la historia escrita. Considera, por ejemplo, Hammurabi, el famoso rey de los amorreos, cuyo código de ley se encuentra en el museo del Louvre en París. Su código es un buen ejemplo del lenguaje de pastoreo aplicado a los gobernantes. En el prólogo, declara:
Anum [el dios supremo en su panteón] y Enlil, para hacer el bien a la gente, me nombraron. Soy Hammurabi, el pastor, llamado por Enlil, que reúne abundancia y suficiencia, proveedor de todo, vínculo del cielo y la tierra.
La ley comunica una tremenda preocupación por la justicia. Es obvio que Hammurabi se consideraba el rey ideal que pastoreaba al pueblo y ejecutaba la justicia en su nombre.
Las imágenes del pastoreo también se extendieron a los reyes y gobernantes de Israel. Los líderes de Israel fueron continuamente llamados pastores. Sin embargo, los gobernantes de Israel no cumplieron con sus deberes una y otra vez (por ej. Jer. 23). A pesar de esto, la imagen de pastor también se aplicó a Dios mismo (por ej. Os. 4:16). A lo largo de la historia de la redención, se hizo cada vez más evidente que Dios levantaría un pastor que fielmente impartiría justicia, protegería a Sus ovejas, las defendería y cuidaría de ellas, les vendaría las heridas y las conduciría a lugares tranquilos.
Ese es el gran consuelo que trae el Salmo 23. Aunque el salmista no sufrió un potencial golpe mortal por avalanchas de nieve y hielo sobre su lado izquierdo y derecho cuando atravesaba el valle de la sombra de la muerte, se enfrentó a muchos peligros al igual que nosotros: angustia física y mental crónica y enfermedades, dificultades económicas, preocupación y ansiedad por los seres queridos, enemigos de adentro y de afuera, traición y pérdida de muchas maneras. Sin embargo, el salmista afirmó y supo que el Señor, su divino Pastor, estuvo con él a través de todo. Estaba confiando en un Pastor regio que estaba con él y Uno más grande que habría de venir, que actuaría como nuestro Pastor «al someternos a Él, al gobernarnos y defendernos, y al restringir y conquistar a todos sus enemigos y a nosotros mismos» (WSC 26). Por lo tanto, podía ser valiente y tener coraje para las dificultades y aflicciones de la vida, porque el Señor estaba con él.